Se cumple nuestra primera semana en Nueva York y el hecho trae consigo tres cosas: por un lado mucho cansancio acumulado, por otro la saturación de información y visitas y como punto final, el hecho inamovible de que la aventura se acerca a su fin.
Nuestra primera visita del día está apuntada para las 14.00 así que anoche nos tomamos la libertad de no poner el despertador y dejar que nuestro cuerpo hable.
Son pasadas las diez cuando nos ponemos en pie dispuestos a marchar. Decido que las mentes necesitan tanto descanso como el cuerpo, así que doy la mañana libre al grupo para que cada cual haga lo que se le antoje. Medio grupo se decanta por ir de compras a la quinta avenida y el otro medio nos decidimos por Washington Square Park, que no había manera de cuadrarlo en ninguno de las rutas de otros días y al final siempre se quedaba un poco colgado, así que aprovechando el ratito libre nos vamos para allí.
Estamos todavía un poco dormidas, porque nos despistamos y por primera vez en el viaje, nos equivocamos con el metro y nos saltamos una parada. Decidimos salir y volver hacia atrás caminando y cual es nuestra sorpresa cuando, al salir de la parada del metro, nos damos de bruces contra la pastelería de Dominique Ansel, el creador de los famosos cronuts que tanto furor causaron hace unos años. Mientras planificaba el viaje había descartado hacerle una visita porque tenía que desviarme mucho de cualquier otro punto de interés para ir a por un cronut, pero ya que estamos aquí no vamos a desperdiciar la ocasión...
Antiguamente había colas tremendas para comprar estos dulces y se agotaban enseguida, pero parece que se ha relajado la locura y ahora la cola es toda dentro del local, con no demasiadas personas y a las 11.20 que aparecemos nosotras por allí, todavía conseguimos nuestro deseado cronut.
El sabor varía cada mes y es durante todo el mes el mismo, una sola versión, no se puede elegir. A nosotras nos tocó de mango y chocolate con leche y la verdad es que estaba espectacular. (11.43$ un cronut y un expresso) La verdad es que daban ganas de probar uno de cada de todo lo que tenían expuesto.
Cronut y café en mano, nos vamos caminando hasta Washington Square Park con idea de tomarlo allí. Tras la llovizna de ayer y con los datos del tiempo avisando de una bajada importante de la temperatura y mas lluvias, nos habíamos vestido de largo y... ¡gran error! Hacía mas calor que ningún día y al ir "abrigadas" se hacía todavía peor. Llegamos al parque chorreando sudor y nos sentamos a la sombra (y un ratito en la fuente, ¡está permitido bañarse! así que no lo dudéis si os apetece meter los pies en remojo)
Aquí se dan un cúmulo de accidentes de risa. Se nos rompe uno de los pantalones que estaba nuevo, la otra se mancha con el café (¡con un pantalón blanco!) y entre el calor y los pantalones de ambas para volver a la maleta tan rápido como habían salido de ella... decidimos volver al hotel antes de reunirnos con la otra mitad del grupo.
Al llegar al hotel el sudor es tal que tenemos que acabar pasando por la ducha si queremos volver a salir a la calle. Les decimos a nuestros compis que coman sin nosotras porque vamos tarde y al final llegamos a nuestro destino apenas media hora antes de que tengamos que entrar. Improvisamos la comida en unos locales cercanos de estos tan típicos en NY donde llenas una caja con lo que te apetezca y va a peso. Vayas mezclas mas raras se pueden hacer: sushi, pasta y estofado en la misma bandeja.
Cuando dan las 14.00 nos reunimos de vuelta el equipo A al completo y entramos en el MoMA. Podemos decir con seguridad que NY es una ciudad de contrastes...¡de contrastes de temperatura! Me cagüen la leche, ¡que frío! Hace menos de una hora he tenido que ducharme por estar sudando y ahora llevo la chaqueta puesta porque tienen el aire acondicionado a todo trapo. Yo no entiendo aún como no están permanentemente resfriados con estos cambios de temperatura.
Como en todos los museos hasta ahora, nos dirigimos a la taquilla para canjear nuestros pases por las entradas reales. También os digo que si hubiésemos querido colarnos, habríamos podido hacerlo perfectamente. Nadie nos pidió las entradas en ningún momento, y cuando entras o vas a la taquilla o te puedes pasear tranquilamente por el hall, no es que haya un camino directo de la taquilla a la entrada.
Tenía un interés particular en este museo, pues alberga mi cuadro favorito del mundo mundial: La noche estrellada de Vincent Van Gogh.
Es fácil dar con ella porque siempre tiene gente a su alrededor. Otro que llamaba nuestra atención era La persistencia de la memoria, de Salvador Dalí. Mi madre no podía creerse que lo tuviesen allí, estaba convencida de haberlo visto en el museo Dalí de Figueres. Supongo que vería alguna réplica o un mural del cuadro, porque aunque yo lo visité siendo bastante joven también tenía el recuerdo, pero de una visión mucho mas grande. El cuadro real es del tamaño de un folio, pero aun así es alucinante. ¡Las hormigas parece que sean de verdad!
Si queréis hacer una visita rápida, os comentaré que lo mas importante se encuentra repartido entre las plantas 4 y 5. Podéis encontrar cuadros como Las señoritas de Avignon de Picasso o arte de algunos renombrados artistas como Pollock, Warhol, Hopper, Rodin, Monet o nuestro Joan Miró.
Siendo ya mas cubito que persona, abandonamos el museo tras dos horas de visita, dejando huella de nuestro paso en una gran pared llena de post it's de colores.
Tenemos casi tres horas hasta nuestro próximo evento así que nos aventuramos por la quinta avenida para hacer algo de tiendeo. Las mujeres se compran algún caprichito en Victoria Secret y nos damos el gusto de entrar en Tiffany&Co, aunque sus precios estén muy fuera de nuestro alcance. Sólo con ver que tienen a un mozo bien plantado contratado sólo para abrirte la puerta...
De ahí nos vamos hasta Times Square (¿cuantas veces la hemos pisado ya?¿Doce?¿Quince?) y pecamos una vez mas con los donuts de Krispy Kreme. Creo que los habremos comido por lo menos tres o cuatro veces ya, pero es que están riquísimos, de verdad que no nos los podéis perder, sobretodo si pilláis la máquina en marcha y os los dan recién hechos. También aprovechamos el tiempo libre para visitar la tienda Hersey's y aunque nunca hemos probado sus chocolates, allí mismo tenemos la oportunidad, porque al salir nos dan una pequeña chocolatina de muestra a cada uno. Se me hace bastante similar al Nestlé de aquí, la verdad.
Se acerca la hora del espectáculo... nos vamos al teatro New Amsterdam porque ¡es hora de disfrutar de Broadway!
Habíamos comprado entradas para ver Aladdín, puesto que no todo el grupo se maneja bien con el idioma y creímos que sería una buena opción porque quien mas quien menos ha visto las películas y conoce la historia. (630$ por unas localidades inmejorables) Aunque te pierdas un chiste o dos si no llevas buen nivel, la obra se entiende perfectamente y se disfruta muchísimo. El genio se come el escenario, que crack.
Se nos pasa el show volando, como si hubiese durado cinco minutos. ¡Se disfruta tanto que se hace cortísimo! He visto otros musicales antes en el East End y en Gran Vía, pero creo que es el que mas corto se me ha hecho hasta el momento. (Aunque Anastasia sigue estando por encima, es que es tan mágico )
Al salir tenemos una reserva en el Hard Rock, al doblar la esquina del teatro, así que vamos directos hacia allí. Conseguimos mesa de chiripa, porque pese a que el día anterior habíamos hecho reserva por su web, nos habíamos colado de día y reservado para el día siguiente. Se apiadan de nosotros y nos dejan pasar igualmente. Una suerte, porque poco después hay una cola tremenda e incluso rechazan a mucha gente.
Otro sitio que, aunque sea espectacular como la mayoría de Hard Rock del mundo por la cantidad de artículos musicales que contiene, no merece la pena para cenar. Extremadamente caro para lo que ofrece (prácticamente el mismo menú que cualquier otro Hard Rock, con los mismos precios... a los que hay que añadir tax y propinas... un disparate de cuenta para lo que se come) 149,13 por dos hamburguesas, unas costillas y un plato de mac&cheese.
Imagino que por estar ubicado en Times Square, tiene artículos de artistas mas destacados que otros Hard Rock que hemos visitado anteriormente (Elvis, The Beatles, Keith Richards, Bruce Springsteen, Gene Simmons, Freddie Mercury, Elton John, Madonna... la lista es interminable)
Con el estómago mas lleno y los bolsillos mas vacíos, nos vamos de vuelta al hotel en nuestro agradable y ya familiar paseo de quince minutos.
Comentar que el Hard Rock es el primer sitio donde nos encontramos un curioso método de pago nuevo. El ticket lleva incluido un código QR que te lleva a una pasarela de pago, por si no quieres esperar a que vuelva el camarero. Escaneas el QR, vas a la pasarela de pago, escoges la cantidad de propina que quieres dejar (si es que quieres) y pagas, ya sea introduciendo los datos de la tarjeta o con google wallet/apple pay. Y sin mas, te puedes ir.
Recorrido del día: 19.106 pasos, 12.8 kilómetros.
Nota grupal del día: 8 sobre 10.
Visitas favoritas: El musical de Aladdín gana por goleada, aunque el MoMA se roba el voto del benjamín del grupo.