Llegamos de noche a Santa Marta. En el pequeño aeropuerto, cogemos un bus que hace mil paradas y al final nos deja lo más cerca del Parque de los Enamorados, que es donde está nuestro Hostel de esta vez. Madre del Amor Hermoso, el Hostel del terror. Las vistas magníficas, pero hasta que llegas a la habitación... la decoración de los pasillos acojonaria a las niñas gemelas de El Resplandor.
A pesar de que son más de las diez de la noche, nos vamos a buscar de cenar por ahí. Buffff, Santa Marta está machacada. Agujeros en las aceras q como pises uno, te has matao, suciedad por todos lados, un montón de gente pidiendo, drogados por ahí medio en pelotas boceando, prostituta, no faltaba de nada. Un lugar que respira inseguridad por todos lados y de la que ya nos avisa, la simpática camarera que nos sirve la cena al aire libre, en una terraza, en la que no perdemos detalle de todo lo que pasa por delante de nosotros, ya que al ser domingo y lunes festivo, hay muchísima gente.
Pasamos una noche horrible, ya que estamos en una primera planta, con vistas al malecón, y allí se han juntado unos chavales con el Bluetooth a tope hasta las seis de la mañana, hora en la que se ponen los taxistas a hablar, y tampoco duermes nada.
Allí no tenemos desayuno, menos mal, seguro sirven partes humanas. Al ser festivo, muchas sitios están cerrados, encima hay corte de luz y no podemos lavar la ropa en una lavandería cercana. Damos un paseo por las callejuelas cercanas a la Plaza Bolívar, tomamos un café y nos vamos a desayunar a jn enorme centro comercial y así compramos el repelente para el Tayrona y el bronceador.
Te subes a un bus urbano que se cae a cachos y te lleva hasta allí, un buen rato de viaje, que aprovechamos como siempre para ir hablando con la gente del lugar. Nos avisan de la gran inseguridad que hay por las noches.
El centro comercial es enorme, desayunamos en un Juan Valdez que es la insignia de los bares de Colombia, el café está de pm y la pastelería también. Compramos lo que necesitábamos y vuelta a recoger nuestras cosas del hostal del terror. Antes, compramos algo de ropa en las tiendas callejeras para estar fresquitos. Después de una buena caminata, llegamos a la terminal del mercado, que allí los asistentes de los conductores, están voceando los distintos destinos.
8000 pesos y listos para salir para la entrada del Zaino, en el parque Tayrona. Le avisas al asistente que te diga cuando es esa parada. Cuando llegamos, ya con algo de lluvia, está anocheciendo, pero ya se nota el ambiente que hay allí. A ambos lados de la carretera, muchos negocios de todo. Andamos cinco minutos y llegamos al mejor alojamiento que tuvimos en todo el viaje, Recuerdos del Tayrona. Una preciosa cabaña, aunque lo mejor era la atención de la dueña, todo un encanto de mujer.
Nos damos un baño nocturno en la piscina, le damos la ropa ya que tiene servicio de lavandería, unas Club Colombia, ducha y a cenar pescado en un restaurante al lado. Pronto vamos a dormir que al día siguiente tenemos un largo trekking.
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