AYERS ROCK ✏️ Diarios de Viajes de AustraliaLunes, 5 de Octubre de 2009: AYERS ROCK. Había llegado el fin de la primera etapa de nuestro periplo australiano. pero no nos libramos de madrugar. El autobús nos recogía a las 8:45 por lo que a las seis y media nos levantamos y a las siete...Diario: TRIBULACIONES DE UNA PAREJA DE ESPAÑOLITOS EN AUSTRALIA⭐ Puntos: 4.8 (10 Votos) Etapas: 19 Localización: AustraliaLunes, 5 de Octubre de 2009: AYERS ROCK Había llegado el fin de la primera etapa de nuestro periplo australiano. pero no nos libramos de madrugar. El autobús nos recogía a las 8:45 por lo que a las seis y media nos levantamos y a las siete entrábamos en el comedor para comprobar que por fin figurábamos en la lista de los que tenían el desayuno incluido. Desayunamos y regresamos a la habitación para preparar maletas y mochilas. En todos nuestros viajes anteriores las maletas se deshacían a la llegada y no se volvían a tocar hasta el día de regreso, pero este era un viaje atípico y éramos conscientes de que íbamos a estar deshaciendo y haciendo maletas todo el tiempo. Al hacer el check-out el empleado me preguntó si habíamos hecho uso del mini bar. Le respondí que no (el bar nos lo habíamos montado nosotros por nuestra cuenta). Luego me mostró una hojita y me indicó que tenía un cargo por un desayuno. Vuelta a la carga para explicar que nuestro agente de viajes nos había informado que los desayunos estaban incluidos y vuelta a mostrar el documento que lo indicaba. El empleado, como no, me pidió permiso para fotocopiar mi hoja y nos dijo que todo estaba correcto. Como el asunto ya empieza a aburrirme, a partir de aquí no voy a hacer más mención de los desayunos incluidos o no, simplemente comentar que en todos los hoteles tuve que mostrar el famoso documento, que en cada ciudad hicieron varias fotocopias de él (creo que es el documento más fotocopiado en Octubre en toda Australia) y que casi cada día tuve que pelearme con el personal del restaurante. Al final me lo tomaba con filosofía y los días en que nos brindaban el paso sin exigir la firma con el tipo de desayuno elegido, echaba en falta el debate sobre si correspondía o no. El autobús que nos iba a llevar al aeropuerto llegó con retraso. El vuelo partía a las 10.25 y alrededor de las nueve y media nos poníamos al final de una interminable cola para facturar el equipaje y obtener las tarjetas de embarque. De nuevo me embargaba una sensación de inquietud, un miedo a quedarnos en tierra sin saber que hacer, sin saber si sería fácil o no volar a Ayers Rock en otro vuelo. Era algo que de haber ido por libre nunca hubiera pasado ya que hubiéramos estado en el aeropuerto con mucho tiempo de antelación, aunque luego termináramos aburriéndonos paseando por la terminal, curioseando en tiendas en las que nunca compramos nada, pero con la tranquilidad de saber que a la hora del embarque estaríamos en la puerta listos para subir al avión. Ya he dicho que mi inglés es malo y que mi dificultad para entender a los australianos preocupante, pero no tuve ningún problema para entender a la empleada del aeropuerto que recorría la cola de pasajeros preguntando por los que se dirigían a Ayers Rock. La seguimos y cinco minutos después ya estaba el equipaje facturado y nos encaminábamos con nuestras tarjetas de embarque hacía el control de seguridad gozando de una inmensa tranquilidad. Mientras esperábamos el momento del embarque recordamos que en la mochila llevábamos una botella de agua que, con las prisas, habíamos olvidado tirar antes de pasar el control de seguridad. Nos sorprendió que no la hubieran detectado y que nadie nos hubiera dicho nada. Días después averiguamos que la prohibición de transportar líquidos en cabina solo vale para los vuelos internacionales. El vuelo resultó espectacular. A un día despejado se le unió un asiento de ventanilla y por delante del ala. La visibilidad era muy buena y gocé contemplando las extensiones de prados y bosques que fueron dando paso al desierto con sus aisladas construcciones acompañadas de pistas de aterrizaje. Salpicando el paisaje se distinguían los contornos de lo que parecían lagos, supuse que serían lagos, ahora secos, que solo contendrían agua en época de lluvias y por el color lo más probable era que su contenido en sal fura muy elevado. El colofón, la traca final, cuando el avión iba perdiendo altura para aterrizar en Ayers Rock, fue la visión del monolito de Uluru y los Montes Olgas destacando en un inmenso casi desierto y digo casi porque la baja altura de esos momento me permitió observar bastante vegetación, dispersa entre la arena roja, pero que denotaba la existencia de muchos tipos de vida en ese desierto. Aterrizamos, atrasamos el reloj media hora para adecuarlo a la hora local, recogimos las maletas y sin posibilidad de error ni duda de ningún tipo ya que en Ayers Rock solo hay un Resort, con varios hoteles pero pertenecientes todos al mismo Resort, nos subimos al autobús que llevaba a los pasajeros a sus respectivos destinos. Repasando el programa del día me había percatado que la llegada al aeropuerto de Ayers Rock estaba prevista a las 13.50 y la salida de la visita a Uluru para disfrutar de su anochecer a las 14:15. Muy justo me parecía pero confiaba que el autobús nos esperaría. La llegada al hotel ya fue posterior a la hora de salida de la excursión y allí no había ningún autobús de APT esperando. Después de realizar el check-in en el Desert Gardens pregunté por la excursión y me informaron que ya había partido. Al preguntar qué podía hacer, el empleado, muy amablemente llamó a APT y negoció la excursión para el día siguiente. No hubo ningún problema, solo que al día siguiente nos esperaba un verdadero empacho de Uluru: a primera hora el amanecer y la visita a los Montes Olgas y por la tarde recorrido por el monolito y el anochecer. La tarde libre que nos iba a quedar al día siguiente se adelantó un día. En el avión nos habían dado de comer, así que el hambre, de momento, no apremiaba por lo que nos dispusimos a explorar el Resort. Nuestra habitación estaba en la planta baja y disponía de una terraza que daba a un pequeño jardín. Formaba parte de un bloque de planta baja y un solo piso y disponía de unas 16 habitaciones. Paseamos entre jardines hasta la piscina que sin estar abarrotada se encontraba, a esa hora, concurrida. Llegamos al Centro de Visitantes que disponía de paneles explicativos con fotos y un gigantesco terrario donde se podían contemplar las plantas y los animales (disecados) propios del lugar, simulando su habitat natural. Los recuerdos de la tienda resultaron más caros que en cualquier otro lugar. Después de pasar junto al Auditorio atravesamos el conjunto de apartamentos del Emu Walk y llegamos hasta la Shoping Square que, además de varias tiendas, dispone de una hamburguesería, una pizzería restaurante y un supermercado. Recorrimos todas las tiendas y, pensando en la cena, curioseamos la oferta culinaria del lugar. Finalmente acabamos en el supermercado y decidimos comprar algo para cenar: ensaladas preparadas, fruta, pan y algo que nos hizo mucha ilusión: “Chorizo Español”. No había alcohol, pero por suerte habíamos traído en la maleta un par de latas que nos sobraron en Perth. Allí tuvimos nuestro primer contacto con aborígenes que, como nosotros, realizaban la compra del día. Regresamos a la habitación para dejar la cena y salimos de nuevo para, atravesando la duna central del Resort, encaminarnos hasta el Outback Pioner. Pronto comprobamos que se trataba del lugar más animado de la zona. Dispone de un establecimiento con comida para llevar o para comer en el recinto, un amplio bar, con música en directo y una serie de barbacoas donde cada uno se cocina lo que previamente ha comprado en el mismo bar. Había salchichas, hamburguesas, pollo, filetes de ternera, pinchos de carne de canguro, de emú y de cocodrilo. La oferta era extensa y no excesivamente cara para lo que íbamos viendo. Además los clientes de la barbacoa disponían de forma gratuita de un buffet libre de entrantes y postres. Nos arrepentimos de las compras realizadas en el super pero finalmente decidimos aprovechar lo que habíamos comprado y dejar la barbacoa para el día siguiente. Nos tomamos unas cervezas y nos fuimos a la habitación para cenar. Como era pronto y sentíamos curiosidad por el tema de la barbacoa regresamos de nuevo al Outback Pioner. La animación era muy superior a la de la tarde, casi todas las mesas estaban ocupadas y había cola en las barbacoas. El aroma activó nuestros jugos gástricos y a punto estuvimos de cenar de nuevo, pero el horario de la barbacoa estaba llegando a su fin y lo dejamos, como habíamos acordado, para el día siguiente. Índice del Diario: TRIBULACIONES DE UNA PAREJA DE ESPAÑOLITOS EN AUSTRALIA
01: Empieza la aventura.
02: PERTH
03: PERTH - City Tour y Fremantle
04: PERTH - Pínnacles.
05: AYERS ROCK
06: ULURU
07: CAIRNS
08: CAIRNS – Wooroonooran
09: CAIRNS - Michaelmas Cay
10: MELBOURNE
📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
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