Nuevamente el viaje no fue directo, sino que hubo al menos un par de paradas intermedias junto a algunos alojamientos para recoger a más gente, antes de dirigirse hacia Mara Musiara. Aproveché para hacer algunas fotos a través de la ventana de la avioneta, porque el paisaje fue cambiando de más árido cerca de Samburu hacia los prados más verdes y bosques de Masai Mara.
La pista de Musiara es un campo verde que hay en mitad de las praderas de Masai Mara, en la que la única edificación que hay es una caseta de cuarto de baño. El conductor, que luego sería el guía también, estaba ya esperándome, así que en pocos minutos salimos hacia el Mara Bush Camp.
La primera sorpresa no tardaría muchos minutos en llegar, en forma de manada de leonas adultas y crías que estaban en medio de un festín unos y echando la siesta otros.
Y todo esto a apenas 5 metros del 4x4.
En otro punto vimos unos hipopótamos e hice alguna foto, pero sin demorarse. Si por mí hubiera sido habría ido parando ante cada animal, pero había que llegar al campamento.
Mara Bush Camp está en el centro de Masai Mara y es pequeño, principales motivos por los que lo elegí. Muy cerca está el río Olare Orok y a menos de 10 minutos la pista de Mara Ol Kiombo. Al margen del traslado a esta pista, que como dije está incluido, el precio del alojamiento incluye todas las comidas (desayuno, almuerzo y cena), agua mineral en las tiendas y durante los game drives, café o té antes del desayuno, los game drives en sí (lo que sí hay que pagar es la tasa de entrada de cada día a Masai Mara, que es de 70$) y la posibilidad de tomar desayuno o almuerzo de tipo picnic.

Lo que no está incluido en el precio son las bebidas durante las comidas y otros tipos de actividades diferentes a los game drives, como el vuelo en globo, la visita de un centro para la atención de niñas que han padecido situaciones dramáticas, la happy hippo hour, las excursiones a pie y de puesta de sol, la cena privada, el desayuno cerca de la piscina de los hipopótamos, desayuno en el campo.
Cuando llegué, me atendió el manager, me ofrecieron una bebida de bienvenida y me presentaron a parte del personal que iba a estar a cargo de mi tienda y de la zona del restaurante para atenderme.
En cuanto a la tienda, había que caminar por un corto sendero a través del bosque para llegar a ella.

No estaba sobre el suelo, sino sobre una plataforma de madera, que puede resultar práctico para evitar la entrada de bichos. En el exterior tenía como una terraza con dos butacas y una mesa. Dentro, era bastante grande, y tenía dos camas, una de matrimonio y otra sencilla, con dosel y mosquitera. Había un escritorio, un baúl, diversas lámparas para la iluminación de la zona de dormitorio y de cuarto de baño, un walkie talkie para comunicarse con el personal del campamento en caso necesario, una estantería con alguna decoración.
En la zona de cuarto de baño estaba el armario para la ropa, con caja fuerte, albornoz, zapatillas, el retrete separado de la ducha, espejo, pañuelos de papel, gorro de ducha, gel y champú, loción corporal. La presión del agua en la ducha era muy buena y salía bastante caliente.

Para cargar los dispositivos había clavijas de tipo europeo y británicas.
Personalmente, la tienda me pareció todo un lujo.
Respecto a la luz, hay paneles solares en el campamento, o sea que es bastante ecológico. En cuanto a la wifi, no solo en las zonas comunes sino también en las tiendas.
En cuanto a moverse desde la tienda a las zonas comunes, de día sin problema y de noche escoltado. Siempre hay algún masai vigilando en los alrededores, pero si no lo hay, siempre se puede recurrir al walkie-talkie.
En las zonas comunes hay un bar, un área de fotografía, tienda de souvenirs, un cuarto de baño público y luego el restaurante en zona cubierta, aunque la mayoría de los días, salvo lluvia, fue al aire libre. Antes y después de la cena siempre se pueden compartir conversaciones en torno a la hoguera.
Con respecto a la comida, el desayuno es continental, pudiendo elegir entre diversos platos (zumo, pan con mermelada y mantequilla, huevos, salchichas, judías y bacon - lo que viene siendo el desayuno inglés, crepes, etc...). Desde las 6:30 hasta las 9:30, aunque yo lo hice prácticamente todos los días de tipo picnic. En cuanto al almuerzo y la cena unas veces era de tipo buffet y otras para elegir de un menú. Una cosa que me gustó es que al hacer la reserva me preguntaron si tenía algún tipo de restricción alimentaria, alergia y demás. También un día el cocinero me dijo de hacerme un plato diferente de lo que estaba previsto en el menú de la noche para no repetir.
El primer día, según llegué y me acomodé, me fui a comer. Había un buffet de ensaladas y pizzas.

Tras comer y descansar un rato, era hora de realizar el primer game drive en Masai Mara. Yo pensaba que los coches eran compartidos por los huéspedes del alojamiento, según había entendido al leer las condiciones de la reserva. De ahí mi sorpresa al ver que el coche en el que había llegado desde Mara Musiara iba a ser para mí sólo durante todos los días y con el mismo conductor como guía.
A cuerpo de rey fui todos los días en este 4x4 de 9 plazas, sentado en la parte central del coche y con todas las vistas del mundo.
Mi siguiente sorpresa fue cuando el guía me preguntó: “¿qué quieres ver?” y yo pensando: “¿Cómo que qué quiero ver? Pues animales”. Al final le tuve que decir que para empezar esa tarde quería ver elefantes y leones.
Dicho y hecho. No mucho después de comenzar, la primera manada de elefantes:
Dejamos ese grupo de elefantes y el guía condujo unos 5 minutos por otro sendero hasta subir una pequeña loma donde entre arbustos y hierbas había otro grupo más numeroso.
Estos elefantes los llegué a tener a un metro del 4x4, desde donde yo estaba sentado.
La vida de un elefante:
Un par de topis en la sabana:
La inmensidad de Masai Mara:
Unas gacelas de Thomson: se caracterizan por la franja negra en el costado, por la cola negra y los cuernos cortos.
Y un antílope:
Y después, una sorpresa en forma de guepardo. Estaba tumbado sobre la hierba, aparentemente descansando y ajeno a todas las miradas de la gente congregada alrededor de él en los 4x4. ¿O quizás ojo avizor observando el entorno en busca de alguna presa?
Y qué mejor para terminar el game drive de la primera tarde que ver otro grupo de leones, leonas y crías dedicados unos a echar la siesta, otros a la merienda-cena y otros a los juegos infantiles. Eso sí, no quieras comprobar el olor tan fétido a putrefacción o a saber a qué, que se huele en el ambiente si tienes la suerte de que uno de estos bichos eructe o se tire unos gases después de haber comido. Pestilente es poco.
Esta mirada y esa melena impresionan:
De vuelta al campamento después de las 7 de la noche con la satisfacción por todos los animales vistos, hora de cenar.
Al día siguiente, 26 de junio, segunda jornada en Masai Mara, empezaba levantándome bien pronto. Como a las 5:30 me llamaron para decirme que tenía una taza de té fuera de la habitación, en la mesa de la terraza. Un poco de repelús sí que me daba salir fuera a esa hora en la que todavía era noche cerrada. Poco después, un vigilante masai me acompañaba hasta la entrada del campamento para iniciar el segundo game drive. El objetivo principal era ir hasta el río Mara y desayunar allí, aunque en las fechas en las que estábamos no había ni siquiera comenzado la gran migración desde el Serengeti en Tanzania.
Pero siempre hay sorpresas, y antes de ir hacia el río Mara, el guía se enteró de que un leopardo había sido visto rondando por una zona y hacia ya que nos dirigimos. Cuando ya casi estábamos a su altura, el animal se empezó a mover, y nosotros detrás. Apareció unos minutos después junto a unos arbustos.

Luego se empezó a mover otra vez, oculto entre las hierbas, hasta llegar a un lugar en el que había agua. Ahí se dejó observar unos minutos. Su cara en esta foto inspira poca confianza:
Finalmente, el leopardo se metió en una zona con gran densidad de arbustos y definitivamente le perdimos la vista. Ahora sí, nos íbamos hacia el río Mara.
Hipopótamos en su hábitat:
Globos sobre la sabana:
El camino para llegar al río fue cuando menos interesante. A veces íbamos claramente siguiendo una senda, otras veces me daba la sensación de que era campo a través, aunque supongo que el guía iría siguiendo alguna rodada de vehículos. El camino a tramos tenía desniveles, hoyos, agua acumulada o estaba embarrado, por lo que no en pocas ocasiones el guía tuvo que tirar de tracción para poder continuar, con los consiguientes meneos y botes que daba yo en el 4x4.
Buitre:

Sabana:

Alondra nuquirrufa o mirafra africana:

Más tarde vimos un grupo grande de impalas: se trata de un antílope de tamaño medio en el que sólo los machos tienen cuernos. Por arriba son de color marrón claro y por el vientre son de color blanco. En la parte trasera tienen una línea vertical oscura y pelo negro en las patas posteriores. Dan grandes saltos, muy gráciles.
Durante la época de reproducción un macho vigila un grupo de hembras. En los combates entre machos que se producen en esta época no suelen producirse heridas.
Las hembras viven con sus crías en manadas de 10 a 100 animales, mientras que los machos jóvenes y mayores viven en otros grupos y son demasiado débiles para defender un territorio. En la época de partos puede haber varias crías reunidas con un número pequeño de hembras que están vigilando mientras pastan.
Pude observar varios grupos de estos animales, tanto en reposo, comiendo, como después en movimiento. Se organizaron formando una fila india y se empezaron a desplazar dando saltos.

Búbalo común o kongoni: es un tipo de antílope que destaca por su cara estrecha y alargada, así como por sus cuernos cortos y angulares muy estriados. Se alimentan de hierba.
Búfalo africano: vimos un grupo de unos cinco animales. Se caracterizan por sus grandes cuernos curvos y son considerados como uno de los animales más peligrosos de África oriental por su imprevisibilidad. Especialmente peligrosos son los machos solitarios y las hembras que están protegiendo crías y machos jóvenes. Suelen estar en zonas de sabana abierta cerca de lugares con agua y suficiente pasto.
Más impalas y antílopes:

Para las 10 de la mañana aproximadamente ya estábamos en el río Mara.

Efectivamente no había ni rastro de la gran migración. Pero, ¿qué es exactamente esto?
Cada año, alrededor de dos millones de ñus, cebras y otros herbívoros migran desde el sur del Serengeti hasta los exuberantes prados verdes de Masai Mara, en un recorrido circular de 800 km en sentido de las agujas del reloj. Esta migración depende de factores ambientales, del tiempo y de los propios animales. Las manadas de herbívoros van buscando pastos más verdes y ricos en minerales, así como agua. Aunque permanecen más tiempo a lo largo del año en Serengeti, también pasan varios meses en Masai Mara.
Estos animales sin embargo, no están solos. Cuando llegan a Masai Mara, sus depredadores están esperando. No únicamente los grandes felinos, sino también miles de cocodrilos. Cuando las manadas de herbívoros saltan a las aguas del río Mara para cruzarlo, ahí están los cocodrilos al acecho. Esta es una de las imágenes más esperadas de la gran migración.
Normalmente el cruce del río Mara ocurre a finales de julio o principios de agosto, aunque varía cada año. En agosto la mayoría de los animales ya han cruzado y los grandes felinos están a la espera de cazar. Septiembre sigue siendo una buena época para realizar safaris en Masai Mara viendo animales. En octubre empieza a llover y para noviembre las manadas de herbívoros comienzan a regresar a Serengeti, hasta el año siguiente.
Más información:
www.masaimara.com/ ...-kenya.php
Lo que sí pudimos ver fueron los cocodrilos que estaban tomando el sol en la ribera del río con la boca abierta y los hipopótamos en el agua.
Respecto a los hipopótamos, me parecieron uno de los animales más asquerosos que he visto. Vi como lanzaban agua y algo que podían ser lodo o heces por el culo a modo de aspersor, es decir, lanzando en todas las direcciones. Verdaderamente no sé si es la forma que tienen de soltar los excrementos o bien una manera de filtrar el agua del resto de materiales que hay en el río cuando abren la boca. Imagino que un poco de las dos cosas. Suele haber bastante mal olor en las aguas donde se encuentran.
Permanecen la mayor parte del día en el agua, para regular la temperatura, en grupos grandes. Por la noche salen a pastar en solitario a las riberas de los ríos o tierra más adentro. Se considera uno de los animales más peligrosos del mundo y el más mortífero en África, por su agresividad y territorialidad. Y pese a lo que se pueda pensar por su enorme peso (hasta 1500 kg o más), son capaces de correr durante cortas distancias hasta a más de 30 km/h. Otra característica es que los machos adultos no flotan y no pueden nadar y en aguas profundas se propulsan dando pequeños saltos por el fondo. Los machos jóvenes sí pueden nadar.

En este entorno natural nos bajamos del 4x4 en una zona despejada de vegetación a pocos metros del río Mara y allí el guía desplegó la mesa portátil y empezó a sacar alimentos para el desayuno: té, zumo, mermelada y mantequilla, pan, alguna cosa dulce, etc... ¡Qué mejor sitio para estar comiendo!
Allí estuvimos una hora y pico al menos antes de empezar el regreso.
Gallina de Guinea Vulturina:
La sabana:
Hicimos una parada en la confluencia de dos ríos: Talek y Olare Orok.
Vimos cocodrilos e hipopótamos nuevamente.
Ganso del Nilo o egipcio:
Dicdic de Kirk: se trata de una de las especies de antílopes más pequeñas del mundo. Los machos tienen unos cuernos pequeños, muchas veces ocultos por un mechón de pelo negro sobre la frente. Son de actividad nocturna principalmente y se suelen ocultar en zonas de mucho matorral.
Mangosta rayada:
Otra manada de impalas:
Hipopótamo y cría fuera del agua:
Búfalo africano en el agua posando para las cámaras:
Avestruz:
Después de alrededor de 7 horas llegamos al Mara Bush Camp, no sin antes cruzar el río Olare Orok. Cuando vi por dónde tenía que bajar para cruzar el río, las grandes rocas que había en el lecho y por dónde había que subir, me pareció imposible. De nuevo el guía tuvo que sacar lo mejor de la tracción del 4x4. Menudos meneos y botes.
Tras comer y descansar, llegaba la hora de realizar el tercer game drive, de entre dos y tres horas de duración.
Pasamos la pista de Ol Kiombo y esta vez tocaba cruzar el río Talek, para ir en dirección sur. Más meneos para cruzar.
Facóquero:
Jirafa solitaria en la sabana comiendo de un árbol y con pájaros quitándole los parásitos:
Árbol solitario en la sabana:
Pájaro secretario:
Avefría barbada africana:
Vemos manadas de topis y gacelas de Thomson, así como un estornino soberbio.
Cebras:
Hienas al acecho:
Manada de elefantes:
Puesta de sol:
Seguimos en dirección sur, tierras de Tanzania al fondo, y vemos que hay un guepardo oculto entre la hierba.
El guepardo, que se habrá hartado de estar tumbado, o quizás se dispone a cazar, se levanta y se pone en movimiento, y nosotros detrás.
Salimos a toda velocidad hacia un árbol desde el cual se puede observar una fabulosa puesta de sol. Éste se esconde muy rápidamente y de pura chiripa me da tiempo a hacer una foto.
Iniciamos el regreso hacia el Mara Bush Camp, a toda velocidad, casi todo el trayecto de noche. Al final han sido 3 horas y pico. Llegamos justo para la hora de cenar.
Al siguiente día, 27 de junio, es el cuarto game drive. Nuevamente empieza el día con el té de las 5:30, pues toca hacer un paseo largo desayunando fuera del alojamiento. En esta ocasión había pedido en principio centrarnos en pájaros, aunque luego se fuese improvisando y el paseo fuese transcurriendo de otra manera.
Nos dirigimos de nuevo hacia el río Talek por la pista de Ol Kiombo, pero a diferencia de la tarde anterior, no cruzamos al otro lado del río y fuimos siguiendo éste hacia el este, muchas veces siguiendo lo que parecían más huellas de rodadas de coche que caminos en sí mismo.
Posible obispo dorsiamarillo:
Buitre de lomo blanco:
Nos desviamos un poco del río porque el guía vio una manada de unos 25 elefantes.
De nuevo aproximándonos al río Talek, vimos un abejaruco chico.
Posible golondrina de rabadilla roja:
Alondra aplaudidora canela:
Bisbita gorgigualdo:
Estábamos junto al río Talek cuando de pronto vimos aproximarse la manada grande de elefantes que vimos un rato antes, y allí nos quedamos a observar lo que hacían. Empezaron a bajar al río, a beber agua, a echarse arena por encima, a comer, a revolcarse por la arena, antes de empezar a subir de nuevo el río por la margen contraria
.
Para resumir en un par de vídeos más que en imágenes:
Pero también vimos algunos pájaros en el río durante ese rato: un ganso egipcio y una pareja de martín pescador:
Águila pescadora africana:
Cambiando de tercio, unos babuinos en el río y un waterbuck:
Buitres de lomo blanco posando en el árbol:
Francolín gorgirrojo:
Estornino de Rüppell:
Martín pescador sobre unos troncos en el río Talek:
Íbamos a parar a desayunar a las 9 y pico, pero entonces el guía vio a lo lejos unas jirafas y salimos pitando a toda velocidad. Cuando llegamos, sobre las 10, comprobamos que a lo largo de una gran llanura no sólo había jirafas, sino también decenas o cientos de cebras y babuinos.
En un extremo un poco más elevado de esa llanura paró el guía, bajamos del coche y allí extendió mesa y mantel para desayunar, contemplando mientras tanto toda esa cantidad de animales. Todo un lujo.
Después de estar allí un buen rato, fuimos hacia un cercano poblado masai, para el cual había que pagar una entrada de 30$. Me recibieron con las correspondientes demostraciones de canto y baile, así como la competición de salto. Por supuesto no me quedó más remedio que hacer el memo y participar en dicha competición.
Por supuesto, cualquier video comprometedor en el que apareciera yo pegando saltos, quedó convenientemente eliminado.
En cuanto al poblado, tiene forma circular, alrededor del cual se construyen las casas y en el centro queda el espacio para los animales. Procuré no llevarme ningún recuerdo. Sí que entré en una de las casas, cuya organización me explicaron.
Había además, como no, un mercadillo. Di una vuelta, pero no compré nada.
Después de salir del poblado, volvimos a la llanura donde habíamos visto un rato antes tantos animales.
Cebras y jirafas:
Más cebras. A veces son agresivas entre ellas:
El culo de un babuino adulto:
Babuino pensativo:
Babuino adulto con su cría:
Después de al menos 7 horas, llegamos nuevamente al campamento y a comer: ensalada y hamburguesa.
A eso de las 15:00 o unos minutos después, empezamos el que sería el 5º game drive. Para éste había pedido buscar nuevamente leopardos. Cruzamos el río Olare Orok, para variar poniendo el 4x4 a máxima potencia.
Chorlitejo tricollar:
Una pareja de avefría espinosa:
Waterbuck solitario:
Árboles aislados en la sabana:
Vimos a lo lejos una manada de búfalos africanos de los cuales algunos se estaban peleando. Fuimos a toda velocidad, aunque para cuando llegamos habían parado ya la pelea.
Empezamos a buscar leopardos por zonas de arbustos entre los que se suelen esconder, pero el 4x4 empezó a tener problemas. Sospecho que al cruzar el río tuvo algún tipo de avería. Fue necesario entonces dar media vuelta y volver a cruzar el río.
Paramos en las cercanías de la pista de Ol Kiombo a esperar el 4x4 de sustitución.
Grupo de gallinas de Guinea vulturinas:
Cálao terrestre sureño:
Una vez hecho el cambio de vehículo, seguimos junto al río Olare Orok, pero en dirección contraria.
Pájaro no identificado:
Continuamos hacia el norte, entre elefantes, cebras y más gacelas.
Algún chacal apareció merodeando:
En un momento dado nos cruzamos con una manada de 9 crías de león que iban solas, pero no reaccioné a tiempo para sacar la cámara de fotos y cuando quise fotografiarlas ya se habían escondido detrás de unos arbustos. Estuvimos allí esperando un rato a ver si se movían y se podía sacar alguna foto, pero no hubo suerte.
Muy cerca había un masai pastoreando un rebaño de vacas. No me extrañaría que las leonas adultas estuvieran por allí cerca.
Esa tarde no fue el game drive más prolífico en visión de animales, aunque de vuelta hacia el campamento me regaló una de las mejores puestas de sol que había visto hasta el momento.
Eso sí, ya prácticamente de noche, pudimos ver junto al camino un grupo de hienas tumbadas sobre la hierba.
Llegamos de noche al campamento y se puso a llover, alrededor de una hora, por lo que tuve que esperar un poco para ir a cenar.
Al día siguiente, 28 de junio, era el 6º game drive y quería intentar ver rinocerontes negros aunque fuese misión imposible. Una vez más salimos a las 6 de la mañana, ya que íbamos a ir de nuevo hacia el río Mara.
Empezamos viendo unos avestruces y un amanecer espectacular.
A los pocos minutos, asomó un ñu. El ñu desterrado o despistado, porque estaba él solo. No formaba parte de ningún grupo.
Seguimos hacia el río Mara, con el guía parando de vez en cuando para observar con los prismáticos.
Durante esta primera parte del recorrido íbamos por zonas de más bosque. Cuando llegamos al río Mara (a un punto situado más al sur que en el que habíamos estado el primer día viendo los cocodrilos y los hipopótamos) no vimos ningún animal.
Seguimos hacia el sur, viendo de vez en cuando algún ave, como un águila marcial:
Dejamos las zonas más boscosas y nos metimos de nuevo en paisajes de más sabana. Durante estas primeras horas de la mañana habíamos estado completamente solos, sin más coches alrededor. Las primeras señales de gente fueron cuando vimos unos globos que estaban en el cielo, ya por la hora que era casi aterrizando.
Seguimos bajando durante mucho más rato hacia el sur, tanto que llegamos casi a la frontera con Tanzania. Y entonces tuve una sorpresa grandísima. Nos topamos con una manada bastante grande de ñus que se empezaron a mover enseguida.
Más hacia el sur nos encontramos otra manada de ñus, mucho más numerosa. Vimos que se estaban alineando en fila.
Decidimos seguirlos, a ver hacia dónde se dirigían. Tardamos como 4 minutos en ver cómo cruzaba cerca de nosotros todo el grupo. El siguiente vídeo muestra alrededor de 3 minutos:
Ya que no vi la gran migración en el río Mara, pude contemplar una a pequeña escala en el sur de Masai Mara. Parecían estar moviéndose quizás hacia el río San, en la frontera con Tanzania y el parque Serengeti.
Siguiendo más hacia el sur subimos a una montaña desde la que se podía contemplar la sabana de Masai Mara por un lado y el parque de Serengeti por el otro lado.
Seguimos más rato todavía, tanto que llegamos al río San y por tanto al límite con Tanzania. Vimos un grupo de elefantes.
Nos alejamos un poco del río y entonces el guía vio unos leones cerca de un árbol. Allá que fuimos a toda velocidad. Parecían machos jóvenes. Al principio estaban tumbados sobre la hierba, pero al final espabilaron un poco.
Decidimos que ya era la hora de desayunar, lejos de los leones, claro está.
Nueva visión de los elefantes:
Paramos de nuevo y bajamos en una zona de hierba con algún árbol. El guía sacó la mesa y la comida. Me disponía a tener otro fantástico desayuno picnic al aire libre, cuando de pronto aparecieron.
Sí, ellas, un grupo enorme de mangostas rayadas que parecían crías. Casi me dio un pasmo pensando que nos iban a atacar.
No les pude quitar el ojo durante el rato que estuvimos allí, porque no paraban de moverse por todas partes. Eran asustadizas, eso sí, porque cuando nos acercábamos y hacíamos algún gesto, como que se iban rápido.
Pájaro desconocido:
Carraca lila en un árbol:

La parejita de pájaros Secretario:
Continuando con el recorrido llegamos a un lugar en el que parece que había un leopardo. Estaban también los ranger de Masai Mara y puede que también militares. Según parece lo habían abatido, aunque no recuerdo el motivo, si fue por algún ataque a animales, o por qué otra razón.
Nos fuimos de allí y pasando unos pocos minutos, entonces lo vio, subido en un árbol:
Era una de las escenas que quería ver, el leopardo subido a la rama de un árbol, espatarrado con una pata a cada lado de la rama. No parecía que hubiera comido recientemente, por lo que a lo mejor simplemente estaba descansando.
Avemartillo:
Un árbol solitario en la inmensidad de la sabana:
Martín pescador de cabeza gris:
Estábamos cerca del Mara Bush Camp cuando el guía debió de recibir algún aviso, el de unas leonas en la zona que estaban intentando cazar. Allá que fuimos. Estábamos un montón de coches esperando.
Las leonas empezaron a correr, para cazar a algún herbívoro. Entendí que era a un waterbuck, aunque me pareció raro considerando que la carne de estos animales no es del gusto de los felinos al parecer por el olor que desprende. Quizás era otro animal el que pretendían cazar. El caso es que los coches salimos detrás a toda velocidad.
Leonas en movimiento. Buscando un segundo intento de caza:
Hubo otro intento de caza por la pista de Ol Kiombo, pero la estrategia falló. Al final las leonas estaban intentando rodear a la presa.
Al final las leonas estaban intentando rodear a la posible presa.
Cuando llevábamos allí al menos otra hora y pico decidimos que ya era hora de volver al Mara Bush Camp, después de unas 9 horas.
Tras comer y descansar, era hora de empezar el 7º game drive, que en este caso iba a ser más corto, de un par de horas.
Salimos hacia el norte y vimos algunos facóqueros y cebras.
Árbol solitario:
Francolín gorgirrojo:
Eland:
Lo más interesante estaba por llegar, con una manada de leones machos adultos, leonas y crías.
Leones adultos:
Juegos infantiles:
Pero si el atardecer del día anterior me había encantado, el de este día fue sensacional, con esos antílopes (de una especie u otra) al fondo bajo el cielo naranja:
Regreso al campamento derecho para cenar:
Al día siguiente, 29 de junio, era mi último día en Masai Mara, ya que esa misma mañana volaba a Ukunda.
Empezamos el 8º y último game drive, temprano también, porque iba a ser antes de desayunar. Salimos en dirección hacia el este-nordeste con respecto al campamento.
Para empezar, otro fabuloso y se me acaban los adjetivos, amanecer:
Tras eso, vimos un león que se estaba moviendo en solitario, quizás yendo a explorar alguna zona o a beber agua. Lo fuimos siguiendo, a ver a dónde iba.
Un rato después ya no era sólo un león, sino tres:
Terminaron yendo cerca de un río, y ahí estábamos todos los coches alrededor de ellos, a muy poca distancia, hasta que al final desaparecieron de nuestra vista. Nosotros seguimos nuestro recorrido:
Llegamos a una pradera donde se veían varias hienas.
Facóqueros:
Posible estornino orejiazul:
Siguiendo la pista, cada vez había más hienas, que iban en fila como si estuvieran invitadas a un evento.
Quizás sería por el guepardo que había cerca y estarían esperando alguna recompensa en caso de caza.
Después de unos minutos, el guepardo se irguió y echó a correr a una velocidad sorprendente. No en vano es el animal más veloz del mundo y puede llegar a alcanzar cerca de 140 km/h en distancias cortas. Para cuando quise hacer una foto o grabar un vídeo de una mínima calidad, el guepardo ya estaba lejísimos y era prácticamente imperceptible a la vista.
Siguiendo el recorrido, vimos una manada grande de tepis, que hasta el momento los habíamos visto en pocos ejemplares juntos.
También una manada de búfalos africanos:
Vimos también algunos avestruces y otra manada de elefantes antes de regresar al campamento.
Preparé la maleta y al rato me llevaron a la pista de Ol Kiombo para coger el vuelo de Safari Link al aeropuerto de Nairobi Wilson.