DIA 3. Passau a Inzell. Lunes 3 de julio. ✏️ Diarios de Viajes de Austria

---

Antes de comenzar el relato de nuestra ruta en bici decir que ninguno de nosotros anda en bici con regularidad, es mas, en los últimos meses se puede decir que ninguno nos hemos subido a una bici, si bien es cierto que en mi caso, si fuí asiduo de la bici durante una temporada.

Esto no ha sido impedimento alguno, porque en dirección Viena - Passau la ruta es fundamentalmente llana y en ligero descenso. Sólamente el último día hemos "sufrido" alguna subida de mas consideración, pero no mas de doscientos o trescientos metros. Existe la posibilidad de alquilar las bicis eléctricas, son mas caras y para gente de edad no demasiado avanzada, creo que le quitan encanto a la ruta. En cada etapa iré describiendo las pequeñas dificultades que nos encontramos.

Suena la alarma y nos vestimos con la ilusión de comenzar nuestra aventura. El hotel nos salió barato pero el desayuno no estaba incluído por lo que tenemos que hacer una paradita antes de llegar al alquiler de bicis.


Nuestro alquiler de bicis está https://www.rent-a-bike.store/ muy cerquita de la estación de tren y lo recomiendo encarecidamente. Se toman su tiempo pero te dan la bici, dejan que la pruebes, te ayudan, explican el proceso de devolución, etc. El chaval que estaba trabajando muy profesional y educado, un gustazo.

El precio, similar a otros alquileres consultados. Pagamos 692,00 € por el alquiler durante 6 días de 3 bicis de adulto y una de niño, 4 pares de alforjas, seguro de robo y recogida de las bicis en nuestro hotel contratado en Kremns (aunque lo normal es la recogida en Viena). Las bicis de 7 marchas, sin catalina, con cambio en el manillar y van como la seda, se nota que tienen un mantenimiento óptimo, en teoría las ruedas son antipinchazos, pero te proporcionan un teléfono para emergencias, ellos contactan con un servicio de reparación cercano a tu ubicación e imagino que tendrás que pagar el servicio



Mientras unos van pidiendo y probando sus bicis, los otros van cambiando la ropa y el resto de pertrechos de los equipajes de mano a las alforjas de las bicis, al mismo tiempo que charlamos con una extensa familia de norteamericanos con la que coincidiremos en ruta. Entre unas cosas y otras a las 11:30 estamos listos para comenzar la primera etapa ciclista; de Passau a la localidad austríaca de Inzell, en donde hemos reservado alojamiento, es decir, 45 kms mas/menos de pura velocidad.

Comenzamos!!!. Salimos rumbo a Viena callejeando por Passau, no empezamos muy bien, voy de guía y no consigo seguir correctamente la ruta marcada que debería de sacarnos de la ciudad. Antes decir que la mayoría de las etapas, salvo contadas excepciones, se pueden hacer por las dos margenes del río, pero por una u otra razón, suele haber alguna orilla que nos convenga mas en cada etapa o parte de la etapa. Iré comentando la orilla que recorrimos nosotros y el porque.

Pues bien, tras algún que otro despiste conseguimos salir de la ciudad por el puente Marienbrucke, vamos a seguir en estos primeros kilómetros la orilla derecha si hablamos río abajo, es decir, hacia Viena. Primera foto, en el puente ya citado.


Nada mas pasar el puente tenemos que tomar el primer cruce a la izquierda para coger por una calle adoquinada que a los pocos metros desciende hacia la izquierda por unas escaleras que nos conducen al inicio del carril bici del Donau, tenemos que poner pie en tierra pero las escaleras tienen una rampa pegada para poder bajar la bici. El primer kilómetro discurre por una estrecha pista asfaltada que tras cruzar la vía del tren pierdel asfalto y penetra en la arboleda. Pronto recuperamos el carril bici perfectamente asfaltado paralelo a la carretera 130, muy agradable, ya que el tráfico es muy escaso y vamos permanentemente a la sombra de enormes árboles que flanquean la carretera.


Una nueva parada para inmortalizar un momento simbólico de esta etapa, llegamos a la frontera entre Alemania y Austria por lo que inmortalizamos el momento con una foto. El primer signo de civilización tras la frontera, una estación de servicio.

Allí coincidimos con un grupo bastante nutrido de ciclistas españoles, casi los únicos que nos encontramos a lo largo de la ruta.


Seguimos haciendo kilómetros y hacemos otra parada para beber bajo el castillo de Krempelstein, continuamos junto al pequeño pueblo de Pyraswang que nos muestra una bonita estampa de su iglesia parroquial a orillas del Donau, tambien pasamos junto a un enorme cercado sorpresa.




Superada esta localidad nos encontramos una pequeña área de descanso al borde de la carretera, compuesta de un par de mesas con sus bancos y unos servicios, llevamos nuestros primeros 15 kilómetros, es decir, la tercera parte de nuestra etapa de hoy y damos cuenta de un ligero lunch a base de fruta y fiambre.

Superamos el pueblo de Karsten con un pequeño puerto deportivo, el recorrido es precioso y tranquilo, el tráfico por la carretera que va en paralelo, muy escaso. Tras una larguísima recta que incluye una pequeña cuesta y una buena bajada vemos a nuestra izquierda la primera central eléctrica sobre el Donau, la de Jochestein. Si hubiesemos realizado la ruta por la otra orilla del río, al cruzar esta central se pasa de un pais al otro.


Aunque nuestro itinerario llegados a este punto continua por este lado del río, todavía no cruzaremos. Continuaremos 1 kilómetro hasta llegar al comienzo de la localidad de Engelhartszell en donde, junto al camping (que tiene una piscina con terraza a la que se puede acceder previo pago), probaremos por primera vez las aguas del Donau. Cuando estamos disfrutando del secado al sol pasa la familia americana y nos saludamos por primera vez.


Tras el baño refrescante nuestro próximo reto es comprar la comida, sabemos por nuestros apuntes que en Engelhartszell hay un pequeño supermercado (SPAR), allá vamos. Conseguimos un poco de todo, el primer contacto con un super austríaco lo esperado, productos conocidos, otros muchos que notamos en falta y muchos otros que nos depararán alguna sorpresa.


Ponemos rumbo hacia el monasterio trapense que se encuentra en esta misma localidad y que es la razón por la que todavía no hemos cambiado de orilla del río. Antes damos buena cuenta de las viandas.



El exterior de la abadía es bonito y el entorno muy cuidado, en una terraza volvemos a coincidir con los americanos, charlamos un poco y entramos en la iglesia de la abadía. El interior precioso y guarda oscuros y calavéricos moradores.



Terminada la visita turística a la abadía toca, ahora sí, cambiar por primera vez de orilla del río. Según la info que manejamos la otra orilla discurre por una carretera de servicio, que aunque no es exclusiva para bicis, sólo la utilizan los vecinos del único pueblo que atravesaremos, que apenas tiene tres docenas de edificaciones. Tenemos la opción de deshacer el camino hasta la presa (6,2 kms) o deshacer apenas 1,2 kms y cruzar con el ferry Radfähre Engelhartszell, esta segunda opción es la mejor, sin duda, además de ahorrarnos 5 kms por cabeza, la experiencia es maravillosa y consiste en los siguiente:

Dar media vuelta desde la abadía hasta que encontramos el cartel indicador del ferry (en los próximos días veremos otros parecidos).


Descender por el camino indicado hasta la orilla del río. Allí vemos el embarcadero pero no vemos ferry alguno, es mas, vemos uno amarrado pero vacío y pensamos que el servicio ya no funciona . Por suerte los propietarios de un local de hostelería cercano, al ver nuestras caras y que nos dabamos vuelta nos señalan otro pequeño barco en la orilla contraria.


Además nos señalan una pequeña campanilla colgada de un poste de madera. El peque corre raudo a tocar la campanilla e imaginad la cara de sorpresa cuando vemos que el barco de la otra orilla se pone en marcha y acude raudo a la llamada

El viaje es cortito pero muy divertido, disfrutamos intensamente los dos minutos que debe de durar, nos cuesta 10 € y los pagamos a nuestro amable capitán encantados, nuestro primer ferry es una experiencia maravillosa


Después de la aventura, seguimos la ruta por una agradable carretera que nos hace pasar por un único pueblo, Niederrama en donde compramos unas aguas en una local con terraza situado junto al camino. Este tramo se disfruta una barbaridad porque en los 7 kms que restan hasta nuestra próxima parada (el famosísimo meandro de Schlögen) sólo vemos media docena de casas. El camino está perfectamente asfaltado, ancho, a la sombra de los grandes árboles, pegado al Donau, nos dejamos llevar arropados por el piar de los pajarillos y llegamos al meandro.

Aquí toca nuevamente cruzar el río, una porque nuestro alojamiento está en la otra orilla, y dos, porque queremos subir al mirador del meandro y también está en la otra orilla. . Para cruzar, de nuevo toca subirnos a un pequeño ferry. Este no tenemos que llamarlo pues ya está de nuestro lado. Subimos y por un precio similar al anterior, nos deja justo en el Gasthof (hotel-pensión típico austríaco) del meandro.




El paisaje en esta zona es espectacular. El río traza extensas curvas encajonado en medio de un espeso bosque, las laderas tienen una pendiente considerable y están totalmente tapizadas de arboreda. Frente al Gasthof sale un camino (podría estar mejor señalizado) que sube hasta el Schlögener Blick, un espectacular mirador al que nos dirigimos. Lara desiste, los 40 kms que lleva en las piernas le aconsejan disfrutar un refresco en la terraza del restaurante. No parece mal sitio.


Según las señales es un kilómetro cuatrocientos metros de recorrido, puede parecer un paseo pero la pendiente no es apta para todos los públicos. Un primer claro en el bosque nos muestra un adelanto de lo que veremos.


Las piernas se resienten, estamos a punto de desistir pero vemos la última señal que indica 300 metros que son en llano, menos mal. Fotos y mas fotos, descansamos un rato disfrutando de la panorámica.


Bajamos, recogemos a la niña y hacemos los últimos 4 kilómetros que nos separan del alojamiento, otra vez disfrutando del paisaje. En un cuarto de hora llegamos al Gasthof Reisinger en Inzell (140,00 €), un pequeño pueblo que consta de nuestro alojamiento, otro enfrente y media docena de casas, situadas en otro precioso meandro, rodeados de naturaleza.

Nuestra anfitriona nos recibe con una bronca, parece ser que es muy tarde y deberiamos de haber avisado de que llegabamos tarde (son las siete y media ). Dejamos la bici en un cobertizo habilitado para ello y nos subimos a nuestra habitación. Es grande, sencilla pero cómoda, es un apartamento con dos habitaciones, baño y salon - cocina. Estaremos cómodos.

A la jefa ya le ha pasado el cabreo, preguntamos si podemos cenar y nos dice que sí, pero que no tardemos. En cinco minutos estamos esperando nuestros primeros schnitzchel vienés. Marisé pide el grande, cuando vemos llegar los pequeños empezamos a reir imaginando como será el grande.



Durante la cena, uno de los barcos que hacen cruceros por el Donau aparece por el meandro, el que parece ser marido de la posadera sale corriendo hacia el interior de la casa y sale ataviado con un sombrero y un cornetín, el barco hace sonar las sirenas, el posadero responde con su instrumento, aplausos y mas risas.......

---