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Hola a todҩs.
Retornados de nuestro largo viaje por el Cono Sur en noviembre y diciembre de 2023, os informo del mismo. Con todos los datos y consejos que he leído en «Los Viajeros», lo menos que puedo hacer es aportar a la web mis comentarios, por si pueden ser de interés para alguien.
Tocaba salir de viaje para noviembre-diciembre de 2023 (aprovechando así los días festivos de diciembre). Como llevamos muchos años viajando (rondando el centenar de países) y cada vez van quedando menos destinos de interés, en nuestra mente estaban 2 posibles escapadas: Namibia-Botswana y el sur de Chile-Argentina (Vietnam, que era otra opción, lo acabábamos de hacer en la primavera pasada).
Todos sabemos que ni las cataratas Victoria ni las carreteras de Botswana están su mejor momento en marzo, y, además, el favorable cambio «blue» en Argentina (oportunidad que como hemos visto en unas semanas con Milei, ya no parece tan interesante) invitaba a planificar una buena ruta por el cono sur. Y así lo decidimos.
La intención era visitar lo más famoso de Patagonia y Tierra del Fuego, la propia capital bonaerense y, estando tan cerca, cruzar a Uruguay y también saltar hasta Iguazú. Parece fácil para 25 días, pero en la realidad, siendo las distancias tan enormes y los transportes limitados, al final falta tiempo para todo.
Pero antes de relatar el día a día de nuestro periplo, os detallo algunos aspectos logísticos del viaje.
ASPECTOS LOGÍSTICO PARA VIAJAR POR EL CONO SUR
VISADOS, PASAPORTE Y CARNÉ DE CONDUCIR.- Ningún país de Sudamérica exige visado para los españoles si vamos a entrar como turistas (de 30 a 90 días), sino tan solo pasaporte con 6 meses de vigencia. Esto, además de un ahorro, es una ventaja. Únicamente Surinam, que tampoco exige visado, si obliga a abonar una tasa de entrada (25€).
Conviene recordar que, recientemente, la prensa especializada ha colocado al pasaporte español como el más «valioso» del mundo (superando al alemán y al de Singapur), ya que es el que más países permite visitar, tanto con visado como sin él (aviso a navegantes de alguna región española que están deseando perderlo de vista por otro que, a buen seguro, estará a la cola de dicho ranking permitiendo pasar a Andorra y poco más).
Aprovecho para comentar una curiosidad: ante las ventanillas de inmigración de Argentina, Chile, Perú, México… coincidiremos con muchos viajeros con pasaporte español, pero con raros acentos. Parece que puede haber más de un millón de españoles «de pasaporte» (que no de nacimiento) dadas las facilidades para obtener la doble nacionalidad que hay en nuestro país. En Argentina, ante nuestra falta de acento sureño, era frecuente que nos preguntaran si éramos «españoles de España».
El pasaporte con 6 meses de validez es el único documento que nos permitirá entrar en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil (no sirve el DNI), sin perjuicio de rellenar los documentos de inmigración en cada país (y conservarlos hasta la salida). En cuanto al carné de conducir, y al estar el nuestro en castellano, no es necesario el «internacional», pudiendo alquilar coches sin más requisitos que, si cruzamos fronteras, llevemos una hoja especial donde los aduaneros estamparán numerosos sellos de control (este «pasaporte del coche» conlleva pagar unas tasas, nada baratas, en la agencia de alquiler).
COVID.- En noviembre de 2023 ninguno de los países del cono sur, tiene restricciones en sus fronteras por este tema, no pidiendo certificación alguna para entrar.
Ello no quita que seamos prudentes y nos protejamos del todavía muy presente virus, usando mascarilla (mejor la FFP-II) en aviones, autobuses, barcos y lugares donde haya muchedumbres, al tiempo que llevemos nuestro propio gel hidroalcohólico para manos.
DINERO.- En Argentina se utiliza el peso argentino, moneda a la que tantas páginas se dedica en los foros de «los viajeros». Cuando empezamos a planificar el viaje (agosto-septiembre de 2023) y a comprar determinados pasajes interiores, el peso argentino tenía 3 valores interesantes para viajeros:
El cambio oficial, que estaba sobre los 360 pesos el euro; este cambio solo era testimonial y nadie lo usaba en aquel país.
El cambio MEP o «tarjeta», que en mi caso funcionó perfectamente con una VISA BBVA (normal) que cuando comprabas algo en pesos argentinos (septiembre), te cargaba inmediatamente en cuenta la compra a un cambio de unos 710 pesos por euro. Otra opción que también comprobé, fue mi Máster Card Wizink, la cual también aplicaba el cambio MEP, pero esta vez hacía la compra en pesos oficiales y a los 4 días, te devolvía en cuenta un 40-45% en euros, con lo que quedaba un cambio similar al de VISA. En mi caso solo resultó interesante utilizar la tarjeta para comprar desde España los vuelos, los ferris y el coche de alquiler antes de ir para allá, es decir en agosto-septiembre, y siempre hay que poner la web en pesos argentinos. Estando ya en Argentina no utilicé las tarjetas para nada, porque era mucho más rentable pagar todo en efectivo.
Y, por último, el «euro blue» (también en su variante dólar, pero no hace falta llevar la divisa americana porque el euro se acepta en todas partes con una pequeña diferencia a su favor; lo único que hay que tener en cuenta es que se ofrece mejor cambio para los billetes de cien y que éstos estén nuevos, sin arrugas ni marcas), que yo consultaba en diversas webs argentinas (mi preferida: dolarito.ar) y por septiembre 2023 el euro blue se vendía a unos 880 pesos por euro. A medida que se acercaba la fecha de viaje, el euro blue fue subiendo hasta los 990-1.020 pesos por euro, que es el cambio que conseguí en las «cuevas» de la calle Florida, siendo menor en otras ciudades (El Calafate o Ushuaia). Debo decir que los «arbolitos» y las cuevas me resultaron totalmente seguros y fiables.
El sistema era fácil: te paseas con cara de guiri por la calle Florida y rápidamente varias personas (arbolitos) se te acercarán para ofrecerte cambio en dólares. Solo tienes que peguntarles por el cambio en euros y aceptar el que más te convenga (no suele haber diferencias entre ellos, pues el cambio diario se fija por las cuevas). Te pedirá que lo acompañes y normalmente te llevará a un piso (a veces es algo truculento) o un comercio solo conocidos por él (recordemos que este cambio blue es ilegal, aunque los arbolitos se paseaban tranquilamente entre los policías), donde en el mejor de los casos te enfrentarás a una ventana con rejas (como en un banco, lo cual daba bastante confianza) y que, una vez entregados tus euros, meterán fajos de billetes de 1.000 pesos (los más utilizados, ya que los de 2.000, que son los mayores, casi ni se ven) en una máquina contadora automática (más confianza todavía) y te entregarán el cambio.
En el caso de los comercios, será el empleado quien te ofrecerá los fajos de 100.000 pesos ya preparados (sin máquina contadora) a cambio de tus euros. No tengas miedo de que te timen, pues, primero, falsificar billetes de 1.000 pesos (que eran más o menos 1 euro) no sería rentable, y segundo, si un fajo, por error, no lleva cien billetes, sino 99 ó 101, la pérdida (o ganancia) no afectará demasiado a tu tasa de cambio. En mi caso, cambié 2 veces en las cuevas de Buenos Aires pero solo 300 y 200€, porque en dos días, el cambio podía pasar de 990 a 1.050 y entonces hubiera perdido un 5% o más. En El Calafate el cambio era más bajo (a 900/920) pero allí me aceptaron pagar el hotel en billetes de euro (a un cambio de 1.000) y devolviéndome pesitos argentinos (incluso el dueño del hotel me cambio en blue 200€ a esos 1.000 pesos por euro). En Ushuaia encontré una tienda de souvenirs que directamente hacía el cambio blue a 1.000 pesos por euro.
Con los arbolitos, y aunque no parece que sea obligatorio, yo opté por entregarles una vez recogidos los fajos de pesos, un billete de 1.000 pesos por cada fajo, a modo de comisión, algo que agradecieron siempre.
Encontraremos billetes de mil (hay que acostumbrarse a llevar fajos de cien billetes), rarísima vez de dos mil, y normalmente los de 500, 200, 100 y hasta 50, que, aunque no lo creamos, tienen cierto valor para comprar algo (un billete de «subte» cuesta solo 80 pesos). Las monedas no sirven para nada y, por tanto, ni se ven.
[align=center]BILLETES ARGENTINOS
Retornados de nuestro largo viaje por el Cono Sur en noviembre y diciembre de 2023, os informo del mismo. Con todos los datos y consejos que he leído en «Los Viajeros», lo menos que puedo hacer es aportar a la web mis comentarios, por si pueden ser de interés para alguien.
Tocaba salir de viaje para noviembre-diciembre de 2023 (aprovechando así los días festivos de diciembre). Como llevamos muchos años viajando (rondando el centenar de países) y cada vez van quedando menos destinos de interés, en nuestra mente estaban 2 posibles escapadas: Namibia-Botswana y el sur de Chile-Argentina (Vietnam, que era otra opción, lo acabábamos de hacer en la primavera pasada).
Todos sabemos que ni las cataratas Victoria ni las carreteras de Botswana están su mejor momento en marzo, y, además, el favorable cambio «blue» en Argentina (oportunidad que como hemos visto en unas semanas con Milei, ya no parece tan interesante) invitaba a planificar una buena ruta por el cono sur. Y así lo decidimos.
La intención era visitar lo más famoso de Patagonia y Tierra del Fuego, la propia capital bonaerense y, estando tan cerca, cruzar a Uruguay y también saltar hasta Iguazú. Parece fácil para 25 días, pero en la realidad, siendo las distancias tan enormes y los transportes limitados, al final falta tiempo para todo.
Pero antes de relatar el día a día de nuestro periplo, os detallo algunos aspectos logísticos del viaje.
ASPECTOS LOGÍSTICO PARA VIAJAR POR EL CONO SUR
VISADOS, PASAPORTE Y CARNÉ DE CONDUCIR.- Ningún país de Sudamérica exige visado para los españoles si vamos a entrar como turistas (de 30 a 90 días), sino tan solo pasaporte con 6 meses de vigencia. Esto, además de un ahorro, es una ventaja. Únicamente Surinam, que tampoco exige visado, si obliga a abonar una tasa de entrada (25€).
Conviene recordar que, recientemente, la prensa especializada ha colocado al pasaporte español como el más «valioso» del mundo (superando al alemán y al de Singapur), ya que es el que más países permite visitar, tanto con visado como sin él (aviso a navegantes de alguna región española que están deseando perderlo de vista por otro que, a buen seguro, estará a la cola de dicho ranking permitiendo pasar a Andorra y poco más).
Aprovecho para comentar una curiosidad: ante las ventanillas de inmigración de Argentina, Chile, Perú, México… coincidiremos con muchos viajeros con pasaporte español, pero con raros acentos. Parece que puede haber más de un millón de españoles «de pasaporte» (que no de nacimiento) dadas las facilidades para obtener la doble nacionalidad que hay en nuestro país. En Argentina, ante nuestra falta de acento sureño, era frecuente que nos preguntaran si éramos «españoles de España».
El pasaporte con 6 meses de validez es el único documento que nos permitirá entrar en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil (no sirve el DNI), sin perjuicio de rellenar los documentos de inmigración en cada país (y conservarlos hasta la salida). En cuanto al carné de conducir, y al estar el nuestro en castellano, no es necesario el «internacional», pudiendo alquilar coches sin más requisitos que, si cruzamos fronteras, llevemos una hoja especial donde los aduaneros estamparán numerosos sellos de control (este «pasaporte del coche» conlleva pagar unas tasas, nada baratas, en la agencia de alquiler).
COVID.- En noviembre de 2023 ninguno de los países del cono sur, tiene restricciones en sus fronteras por este tema, no pidiendo certificación alguna para entrar.
Ello no quita que seamos prudentes y nos protejamos del todavía muy presente virus, usando mascarilla (mejor la FFP-II) en aviones, autobuses, barcos y lugares donde haya muchedumbres, al tiempo que llevemos nuestro propio gel hidroalcohólico para manos.
DINERO.- En Argentina se utiliza el peso argentino, moneda a la que tantas páginas se dedica en los foros de «los viajeros». Cuando empezamos a planificar el viaje (agosto-septiembre de 2023) y a comprar determinados pasajes interiores, el peso argentino tenía 3 valores interesantes para viajeros:
El cambio oficial, que estaba sobre los 360 pesos el euro; este cambio solo era testimonial y nadie lo usaba en aquel país.
El cambio MEP o «tarjeta», que en mi caso funcionó perfectamente con una VISA BBVA (normal) que cuando comprabas algo en pesos argentinos (septiembre), te cargaba inmediatamente en cuenta la compra a un cambio de unos 710 pesos por euro. Otra opción que también comprobé, fue mi Máster Card Wizink, la cual también aplicaba el cambio MEP, pero esta vez hacía la compra en pesos oficiales y a los 4 días, te devolvía en cuenta un 40-45% en euros, con lo que quedaba un cambio similar al de VISA. En mi caso solo resultó interesante utilizar la tarjeta para comprar desde España los vuelos, los ferris y el coche de alquiler antes de ir para allá, es decir en agosto-septiembre, y siempre hay que poner la web en pesos argentinos. Estando ya en Argentina no utilicé las tarjetas para nada, porque era mucho más rentable pagar todo en efectivo.
Y, por último, el «euro blue» (también en su variante dólar, pero no hace falta llevar la divisa americana porque el euro se acepta en todas partes con una pequeña diferencia a su favor; lo único que hay que tener en cuenta es que se ofrece mejor cambio para los billetes de cien y que éstos estén nuevos, sin arrugas ni marcas), que yo consultaba en diversas webs argentinas (mi preferida: dolarito.ar) y por septiembre 2023 el euro blue se vendía a unos 880 pesos por euro. A medida que se acercaba la fecha de viaje, el euro blue fue subiendo hasta los 990-1.020 pesos por euro, que es el cambio que conseguí en las «cuevas» de la calle Florida, siendo menor en otras ciudades (El Calafate o Ushuaia). Debo decir que los «arbolitos» y las cuevas me resultaron totalmente seguros y fiables.
El sistema era fácil: te paseas con cara de guiri por la calle Florida y rápidamente varias personas (arbolitos) se te acercarán para ofrecerte cambio en dólares. Solo tienes que peguntarles por el cambio en euros y aceptar el que más te convenga (no suele haber diferencias entre ellos, pues el cambio diario se fija por las cuevas). Te pedirá que lo acompañes y normalmente te llevará a un piso (a veces es algo truculento) o un comercio solo conocidos por él (recordemos que este cambio blue es ilegal, aunque los arbolitos se paseaban tranquilamente entre los policías), donde en el mejor de los casos te enfrentarás a una ventana con rejas (como en un banco, lo cual daba bastante confianza) y que, una vez entregados tus euros, meterán fajos de billetes de 1.000 pesos (los más utilizados, ya que los de 2.000, que son los mayores, casi ni se ven) en una máquina contadora automática (más confianza todavía) y te entregarán el cambio.
En el caso de los comercios, será el empleado quien te ofrecerá los fajos de 100.000 pesos ya preparados (sin máquina contadora) a cambio de tus euros. No tengas miedo de que te timen, pues, primero, falsificar billetes de 1.000 pesos (que eran más o menos 1 euro) no sería rentable, y segundo, si un fajo, por error, no lleva cien billetes, sino 99 ó 101, la pérdida (o ganancia) no afectará demasiado a tu tasa de cambio. En mi caso, cambié 2 veces en las cuevas de Buenos Aires pero solo 300 y 200€, porque en dos días, el cambio podía pasar de 990 a 1.050 y entonces hubiera perdido un 5% o más. En El Calafate el cambio era más bajo (a 900/920) pero allí me aceptaron pagar el hotel en billetes de euro (a un cambio de 1.000) y devolviéndome pesitos argentinos (incluso el dueño del hotel me cambio en blue 200€ a esos 1.000 pesos por euro). En Ushuaia encontré una tienda de souvenirs que directamente hacía el cambio blue a 1.000 pesos por euro.
Con los arbolitos, y aunque no parece que sea obligatorio, yo opté por entregarles una vez recogidos los fajos de pesos, un billete de 1.000 pesos por cada fajo, a modo de comisión, algo que agradecieron siempre.
Encontraremos billetes de mil (hay que acostumbrarse a llevar fajos de cien billetes), rarísima vez de dos mil, y normalmente los de 500, 200, 100 y hasta 50, que, aunque no lo creamos, tienen cierto valor para comprar algo (un billete de «subte» cuesta solo 80 pesos). Las monedas no sirven para nada y, por tanto, ni se ven.
A día de hoy (febrero de 2024) y tras las medidas económicas aplicadas por Milei, el cambio oficial está a 950 pesos por euro y el blue a 1.290 pesos por euro. Lo que ocurre es que la inflación sigue disparada y posiblemente los precios de todo hayan subido entre un 20 y un 30%, es decir, con nuestro euro blue compraremos menos que en noviembre de 2023.
En el resto de países visitados (Chile, Uruguay y Brasil), al no haber mercado negro de divisas, el cambio se hace en una oficina o en un banco, o se puede pagar con tarjeta, que solo cobrará la comisión de cambio de divisas, que el caso de mi Wizink es de unos pocos céntimos de euro. No utilicé cajeros automáticos.
NIVEL DE VIDA.- Argentina tenía cuando fuimos una inflación del 150%. La facilidad del idioma y la espontaneidad de los argentinos, nos permitió conocer de primera mano los siempre interesantes datos económicos del país (en noviembre). Y así supimos que un taxista cobraba unos 350.000 pesos al mes (con 10/12 horas de trabajo), un profesor unos 450.000 y un médico de la salud pública unos 700.000. Esto, traducido a euros blue, son 350, 450 y 700 euros al mes. Nos decían que para llegar bien a fin de mes, una familia con dos hijos necesitaba un millón de pesos, lo que supone estar muy pluriempleado (mejor en el sector turístico, donde hay propinas) o que trabajen ambos progenitores, incluso con dos trabajos cada uno.
Hay que considerar que con la inflación tan alta que tenían, Argentina no era un país barato, salvo que pagásemos todo en euro blue. Me explico, si un hotel de 3 estrellas costaba 45.000 pesos, si lo pagamos en blue serán 45 euros (muy interesante), pero si lo hubiéramos pagado al cambio oficial (que muchos comercios y establecimientos aplicaban, especialmente al pagar con tarjeta «no MEP» o pagando en dólares «no blue») nos supondría un gasto de 121 euros, que es una barbaridad. Lo mismo ocurría con los restaurantes, los taxis, los comercios, las aerolíneas, etc…
El 80% de los bonaerenses vive de alquiler, y un piso de 3 «ambientes», baño y cocina (sin garaje y no siempre con ascensor) en un barrio no céntrico (a una hora de transporte público del centro) suele costar unos 200.000 pesos al mes. Afortunadamente el transporte público es relativamente barato (para nosotros, claro) pues el billete de metro cuesta 80 pesos (8 céntimos de euro blue), igual que el básico de autobús (puede incrementarse el precio hasta los 300 pesos si se va al extrarradio). En Argentina no hay trenes de medio o largo recorrido, solo de cercanías, los cuales también son baratos habiendo bonos subvencionados para trabajadores, estudiantes, jubilados…
Hay muchos supermercados de barrio (tipo Día o Carrefour Exprés) que suelen tener más o menos de todo (pero ni carne ni pescado y muy poca fruta o verdura, ya que esto se compra en tiendas más específicas o mercados de abastos) pero siempre con muy poco espacio (las estanterías están pegadas unas a otras) y puede que tal o cual producto se haya terminado y no lo repongan en días. En estos supermercados un litro de leche costaba cuando fuimos unos 800 pesos, una baguette 700, una lata de cerveza 600, un blíster de «jamón crudo» (serrano, para entendernos, y con 6 lonchas) entre 2.500 y 3.000 pesos y una docena de huevos (pequeños) 1.200 pesos. A cambio, la hierba mate (la bebida nacional) es muy barata.
Un desayuno en una cafetería (café con leche como aquí, más dos «medias lunas» o pequeños croissants) costaba entre 950 y 1.100 pesos (poco más de un euro blue) y algo menos (850) aprovechando las ofertas de sitios como McDonald’s o Mostaza. Si queremos tostadas de pan (allí al pan de molde se le llama «pan de miga») con mantequilla y mermelada (o el omnipresente dulce de leche) o con una «factoría» (cualquier dulce tipo hojaldre o muffin) puede costar 150/200 pesos más.
Si paramos un taxi por la calle o lo tomamos en una parada (siempre taxis oficiales, que en Buenos Aires son negros con el techo amarillo) deberemos preguntar primero el coste aproximado (no todos llevan taxímetro o no siempre lo encienden) hasta nuestro destino. Por ejemplo, desde la terminal de ferris de «Colonia Exprés» (en Puerto Madero) hasta la Avenida 9 de Julio o Plaza de Mayo (algo más de 2 km) a nosotros nos cobraron 4.000 pesos (incluido el sobrecoste de terminal de ferry y dos maletas grandes). Estos 4 euros fueron un precio razonable, aunque podíamos haber regateado algo. Algo más baratas son las «remis», taxis-furgoneta compartidos que tienen un recorrido fijo, y que se utilizan mucho para ir a los aeropuertos (Ezeiza está a 35 km y Aeroparque a 10), lugares donde hay mucha competencia (Tienda León, Taxi-Ezeiza, Taxi-el-rápido y otros), de forma que nosotros pagamos desde Ezeiza al centro unos 6€ cada uno en bus o 10€ los dos desde el centro a Ezeiza en un taxi privado aprovechando una tarifa de ida y vuelta (el retorno suele ser más barato). También eran baratos los transportes en el resto del país, como los autobuses públicos que llevan desde el centro de Puerto Iguazú a las cataratas brasileñas (4.500 pesos ida y vuelta) o argentinas (1.100 pesos trayecto).
Las entradas a museos y otras atracciones turísticas no son caras (pagadas en euro blue, claro) y hay descuentos para estudiantes, jubilados o discapacitados siempre debidamente acreditados (éstos últimos no pagan nada en los parques nacionales y casi en ningún museo). Por ejemplo, la visita guiada al Teatro Colón, costaba 14.000 pesos (ordinaria), 2.500 (jubilados) o gratis (discapacitados) y precios similares para el Zanjón de Granados (15.000/5.000/gratis). Los extranjeros siempre pagaremos más que los argentinos o los residentes en Mercasur.
Comer en un restaurante sencillo (a la carta, incluso con carne y bebida) puede costar desde 18.000 a 25.000 pesos la pareja, llegando a 45.000/55.000 en restaurantes más lujosos.
En Chile o Uruguay, encontraremos que los precios son más altos, siendo fácil que una comida normal para dos personas en un restaurante sencillo cueste unos 50€ y el transporte público (Montevideo) suba casi a 1€.
SEGUROS DE VIAJE.- Viajar fuera de Europa (e incluso a algunos países europeos) sin un seguro complementario de viaje, es una temeridad, y no solo porque la sanidad en el país de destino sea mala o un desastre, sino porque, según la póliza contratada, tendremos aseguradas también las contingencias de anulación de viaje, repatriación o regreso anticipado, así como otras relacionadas con robo o pérdida de equipaje, responsabilidad civil, etc…
Desde hace unos diez años, nosotros venimos contratando con IATI, que tiene un teléfono 24 horas en español (y a cobro revertido), no exige anticipar cantidad alguna en destino y tiene tarifas muy competitivas. Hace un par de años descubrimos Chapka (compañía franco-española) que igualmente ofrece lo mismo que IATI y, en función del país de destino, a veces a menor precio y con más coberturas. En este viaje, la póliza «Trip Plus» de Chapka era más interesante que la estándar de IATI y costaba algo menos, así que elegimos ésta.
El viaje estaba previsto para 25 días (en los cuales 3 noches eran vuelos de ida y de vuelta vía USA), pero unos días antes de terminarlo, tuvimos que regresar anticipadamente desde Buenos Aires a Madrid por un problema familiar muy grave.
Así que estando previsto regresar el sábado 9 de diciembre por la noche volando a Nueva York (con llegada a Madrid el lunes 11), la urgencia vital nos obligó, durante el miércoles 6 de diciembre, a buscar el primer vuelo directo disponible de Buenos Aires a Madrid, consiguiendo 2 plazas en el AR1134 de Aerolíneas Argentinas de las 12:40 del jueves 7, que nos dejaría en Barajas sobre las 6 de la mañana del viernes 8, y otras dos plazas en el AVE a nuestra ciudad (¡en pleno puente! ¡increíble!).
Quiero significar que intentamos hacer uso del seguro de viaje (Chapka Trip Plus) con anulación y retorno en este tipo de casos graves, pero aunque contactamos con Chapka el martes 5, especialmente por medio de su propia APP (el teléfono no funcionó) y por correo electrónico, la respuesta de la compañía no fue la esperada. Solo respondieron mediante un e-mail con fecha 7 de diciembre (es decir, pasada la fiesta de la Constitución) donde se limitaban a enunciar las normas para regresos anticipados (algo que detalla muy bien la póliza y la web, es decir, ya lo archiconocíamos), pero sin ofrecer gestión alguna. Muy mal por Chapka, de modo que nunca más contrataremos con esta compañía. Así que, tras intentar que American Airlines nos colocara en sus vuelos para el 6 ó el 7 de diciembre (sin éxito, pues todo estaba ocupado) tuvimos que adquirir por nuestra cuenta los vuelos Buenos Aires-Madrid.
En el detalle del día correspondiente, explico la pequeña odisea bonaerense que supuso tener que ir al aeropuerto de Ezeiza para comprar estos vuelos.
En este sentido quiero informar y destacar que, pasados unos días tras la desgracia, consulté con CASER (la compañía que realmente está detrás del seguro contratado con la nefasta Chapka) sobre la posibilidad de obtener algún reintegro de los gastos por el regreso anticipado. Muy amablemente me remitieron la información necesaria para documentar la solicitud de reintegro de gastos (vuelo Buenos Aires-Madrid y AVE hasta casa), cosa que hicimos rápida y detalladamente (es lógico que pidan muchísima documentación justificativa), de modo y manera que a mediados de enero hemos recibido en cuenta los casi 1.600€ que tuvimos que gastar en los dos pasajes comprados a Aerolíneas Argentinas y los de Renfe.
Un SOBRESALIENTE para CASER por la atención, amabilidad y rapidez en su gestión, especialmente cuando el motivo es tan triste y lamentable.
ROPA Y CALZADO.- Aunque viajásemos en la primavera austral (noviembre-diciembre), realmente no tendríamos un único espacio climatológico, sino tres.
Los fríos intensos de Patagonia y Tierra del Fuego, donde además de estar a cero grados, la sensación térmica siempre es mayor por los fortísimos vientos que recorren aquellas tierras, en las que estaríamos entre nieves y, sobre todo, hielos. Ello nos obligaba a llevar anoraks que protegiesen hasta el punto de congelación (y perlados contra el agua de lluvia), polares, pantalones de pana o gore tex, gorros, guantes, botas y zapatillas que permitieran caminar sobre nieve, hielo y piedras y que repelieran el agua.
En segundo lugar, el clima primaveral que tendríamos en Buenos Aires y Montevideo, con mínimas de 10-12ºC por las noches y máximas de hasta 24-26 durante el día, con sol intenso pero sin olvidar que podíamos tener lluvias (como realmente nos pasó en la capital argentina). Para ello y considerando que estaríamos en las ciudades principales, nuestro vestuario y calzado debía ser «presentable», ligero (combinando manga larga y corta, e incluso un chubasquero) y cómodo para largas caminatas, sin olvidar que deberíamos contar con bolsillos protegidos con cremalleras para proteger el dinero y documentos.
Y por último un clima tropical en la zona de Iguazú, donde los días soleados podían superar los 35ºC, pero, sobre todo, soportando una humedad por encima del 80%, algo que obligaba a ir de corto tanto arriba como abajo, con calzado abierto y cómodo y a llevar gorra para la cabeza.
Ya contábamos con lavar al menos una vez a mitad de camino aprovechando algún apartamento y por «si no teníamos suerte» en algún alojamiento, echamos a la maleta una toalla de microfibra de tamaño medio (algo que siempre hacemos).
No hay trolley (38 litros) que pueda acoger semejante cantidad de ropa y calzado, así que una vez que vimos que nuestras maletas medianas (65 litros) tampoco eran capaces de albergar tantísimo vestuario (más las cámaras, cables, cargadores, baterías, teléfonos, gps, etc… y las imprescindibles medicinas, que a nuestra edad no son pocas) y previendo que pudiésemos comprar algunos recuerdos para familia y amigos, no tuvimos otra opción que acarrear las casi monstruosas Delsey rígidas de 119 litros. Al final no resultó tan complicado porque era más volumen que peso.
VUELOS Y FERRIS.- La mayor pega para emprender este viaje es que, en agosto-septiembre, los precios de los vuelos largos estaban carísimos (bueno, todos los del mundo lo estaban, pero el Madrid-Buenos Aires de Iberia o Latam no bajaba de los mil y pico euros por persona), así que busca buscando dimos con que American Airlines ofrecía precios competitivos, pero pasando necesariamente por los Estados Unidos, cosa que en principio no nos importaba demasiado, pues partía el larguísimo vuelo hasta Buenos Aires en dos segmentos y, a la vuelta, podríamos pasear un día entero por la Gran Manzana.
Saldríamos de Madrid a primera hora para llegar a Miami a las 13:40 hora local, y tras una corta espera (sin necesidad de preocuparnos por el equipaje facturado) despegaríamos de Florida a las 8 menos cinco de la tarde, para amanecer sobre las 7 en Buenos Aires.
Para la vuelta estaba previsto aprovechar dos noches para volar: saliendo de Buenos Aires el sábado 9 de diciembre a las nueve de la noche, llegando a JFK a las 6 de la mañana, volviendo a salir del mismo aeropuerto a las 7 de la tarde, llegando a Madrid a las 7 de la mañana del lunes 11. Eso nos permitía poder pasear unas 10 horas por la gran manzana para, en plena temporada y con permiso de las grandes nevadas neoyorquinas, poder visitar las famosas tiendas navideñas.
Todo esto en cabina turista, con una maleta de 23 kg cada uno y eligiendo los asientos (de pago). Al final la broma salió por menos de 1.600€ (los dos), bastante más económico que volando directamente a Buenos Aires. La única pega es que tuvimos que gestionar el ESTA norteamericano, algo que es fácil y barato. Era la primera vez que volábamos con AA y la verdad es que es una compañía totalmente recomendable, de nivel medio, puntual, con aviones en buenas condiciones y personal muy profesional.
En cuanto a los vuelos interiores, desechamos la idea de hacerlos en «low cost» (viendo los pésimos comentarios en «los viajeros» sobre anulaciones de Flybondi y retrasos de JetSmart), terminando por visitar la web de Aerolíneas Argentinas (no hay muchas más opciones), donde con tiempo suficiente y ajustando los horarios a los primeros o últimos de cada día (es incómodo, pero no malgastas tiempo útil en los aeropuertos y siempre es más económico), encontramos directos de Buenos Aires a El Calafate (y regreso) y, casi sin bajarnos de uno, subir al de Buenos Aires a Puerto Iguazú (y regreso), todo ello igualmente en turista, con maleta facturada y eligiendo asientos (de pago). Estos cuatro vuelos nos salían casi por 400.000 pesos argentinos los dos (hay que entrar a la web argentina de Aerolíneas y poner «pesos argentinos» en el casillero de la moneda), pero a la hora de pagar con mi VISA BBVA la web se quedaba idiota y no avanzaba de forma alguna. Siguiendo vuestros consejos, entré en la web argentina de «Atrápalo» y, de nuevo con el casillero en pesos argentinos, ahora si pude comprar con mi VISA BBVA los 4 vuelos, que al cambio MEP (y con una comisión que Atrápalo cobra) se fueron a 521€.
En relación a los ferris para pasar a Montevideo y regreso, los compré desde España en la web de «Buquebús» para la ida y de «Colonia Exprés» para la vuelta, todo ello pagado con la VISA BBVA y cobrado al cambio MEP. Estos ferris, para los trayectos que son y las condiciones en que se viaja (nada especial) no son nada baratos, por lo que considerando que el que va directo Buenos Aires-Montevideo, cuesta casi el doble, es mucho más rentable ir más lento y hacer Buenos Aires-Colonia en barco y luego en autobús hasta Montevideo (no llega a dos horas más y hay más variedad de horas de salida). El barco de ida costó 110€ y el de vuelta 65€ (más 24€ de dos billetes de autobús desde Montevideo a Colonia del Sacramento).
COCHE DE ALQUILER.- Dadas las enormes distancias argentinas, optamos por realizar vuelos internos entre Buenos Aires y El Calafate y Puerto Iguazú. Pero hasta Ushuaia queríamos llegar en coche, para poder disfrutar de la conducción por los paisajes de la Patagonia y la Tierra del Fuego.
Así que busqué entre agencias locales de El Calafate sin encontrar un alquiler que bajase de los 550/600€ para 10 días, precio que me parecía elevado. No olvidemos que no es un alquiler normal, ya que necesitábamos un coche mediano (con buen maletero), cómodo, seguro, con kilometraje ilimitado, conductor adicional y, sobre todo, con los permisos para poder cruzar las fronteras de Chile, documentos que suponen un pago extra que puede encarecer mucho el alquiler.
Al final, en la página de Hertz encontré una oferta (a principios de septiembre) muy buena, ya que nos alquilaban un Fiat Cronos (amplio, cómodo, 4 puertas y un maletero de 520 litros), con kilometraje ilimitado, conductor adicional, gasolina lleno/lleno, lector mp3 (pocas cosas hay más agradables que conducir sin límite escuchando tu música preferida), rueda de repuesto de tamaño normal y herramientas (importante, ya que los pinchazos pueden ser frecuentes, especialmente al conducir sobre ripio) y todos los permisos para cruzar a Chile y regresar a Argentina, a los que había que sumar otra autorización para poder subir el coche a los ferris que cruzan el famosísimo Estrecho de Magallanes (no hay otra forma de llegar por carretera hasta Ushuaia).
Eso nos costó 200.000 pesos, que al cambio MEP fueron menos de 300€. Desde hace años, suelo reservar los coches con seguros básicos, ya que tengo un seguro anual para todos los países del mundo que me cubre hasta 5.000€ de fianzas y daños. Y después de todo, era un Hertz, lo que supone cierta garantía de que el vehículo estuviera en buenas condiciones. Lo que no pude hacer fue reservar la retirada en el aeropuerto de El Calafate, ya que a la hora en que el vuelo tenía previsto aterrizar, la oficina ya llevaría cerrada unas cuantas horas; esto no supuso mayor problema que dormir en el pueblo y al día siguiente madrugar para recoger el coche en la oficina de Hertz en el pueblo (eso además abarataba el alquiler en otros 60€)
Pero sí que tuvimos dos problemas automovilísticos. El primero fue la falta de agilidad en la gestión por parte de los trabajadores de Hertz, ya que cuando acudimos por la mañana, a las 8, y estando la oficina abierta, nos dijeron que hasta las 9 no podían entregar ningún vehículo. Yo les comenté que tenía todos los documentos subidos a la página de Hertz (lo que se supone agilizaba la recogida) y que teníamos por delante 900 km hasta Ushuaia. No les impresionó lo más mínimo, de modo que tuvimos que hacer tiempo para regresar a las nueve menos cuarto, donde ¡sorpresa! vimos que la cola era ya de unos veinte clientes. Armados de paciencia fuimos viendo como pasaban los minutos y hasta las horas, de modo que no fue hasta las once de la mañana cuando nos entregaron el coche, con el que fuimos rápidamente al hotel a recoger el equipaje (se supone que la habitación había que dejarla a las 10) y a comprar algunas cosas rápidas para el trayecto (agua, galletas, fruta…), lo que nos puso en carretera casi a las doce del mediodía. Un desastre en cuanto a planificación ya que partíamos con más de dos horas de retraso sobre lo previsto.
El segundo ocurrió a nuestro regreso a El Calafate, donde la tarde antes de devolver el Fiat, estacionamos en la avenida principal para comprar unas empanadas para la cena. Cuidé mucho de estacionar en un lugar donde no hubiera más vehículos que el nuestro y adquirir las empanadas nos llevó menos de 10 minutos (el coche estaba enfrente de la puerta de la panadería). Cuando salimos vimos sorprendidos que detrás del Fiat había una camioneta Toyota Hilux, totalmente pegada a nuestro maletero, y detrás otra camioneta Ford (allí las camionetas de caja abierta son los vehículos más abundantes) igualmente pegada estaba vez a la Hilux, junto a varias personas hablando fuerte y gesticulando y mientras cruzábamos la calle, se personaron dos policías en moto y otros dos en coche. Resulta que la Hilux había estacionado detrás de nuestro Fiat a prudente distancia, pero llegó la Ford (a manos de una señora de edad mediana que no parecía que dominara el noble arte de la conducción) y cuando se paró detrás de los dos vehículos, se confundió y en vez de frenar (según manifestó), aceleró, de modo y manera que empujó a la Hilux varios metros hacia delante (¡con lo que pesa una camioneta de ésas!) que terminó por impactar con nuestro Fiat. Una auténtica y desafortunada carambola de la que no teníamos culpa alguna, pero que supuso tener que perder un par de horas en comisaría haciendo partes y entregando documentos, hasta conseguir un informe policial para entregar en la Hertz que nos exonerara de cualquier culpa a la hora de pagar los daños. En cualquier caso, tuve que abonar 77€ al cambio por dichos daños (no fueron más que rasguños en la pintura del parachoques trasero), factura que estoy a la espera me sea reintegrada por mi seguro anual de fianzas.
CARRETERAS Y TRÁFICO.- Al final recorrimos casi 4.000 km, siempre por carreteras asfaltadas (unas con algo de arcén y otras…), pues solo circulamos por ripio (bien aplanado y en buenas condiciones) un total de unos 250 km por dentro de los parques nacionales (P.N. Tierra del Fuego, P.N. Torres del Paine, P.N. Los Glaciares y El Chaltén) y por otros 200 km circunstancialmente. Afortunadamente no pinchamos ni una vez. Los 1.000 km de carreteras chilenas, algo mejores (al menos la pintura de las rayas) que las argentinas, excepto casi 120 km a la salida del P.N. Torres del Paine que estaban en obras y tuvimos que ir a 40-50 km/h por tierra.
Los argentinos y los chilenos conducen razonablemente bien (salvo el loco de turno) y son respetuosos con los semáforos, las señales y los límites de velocidad. Ello no quita para que, no habiendo casi tráfico en tan australes carreteras (tan solo algunos camiones de gran tonelaje) y con permiso del peligroso viento lateral, a veces circulásemos a 120/130 km por hora donde estaba limitado a 90, pero siempre con mil ojos, ya que puede haber algunos agujeros (o auténticas trampas-pozo), obras, pequeños trozos de ripio inesperado de 200 m de longitud, y sobre todo, cientos de guanacos (y otros animales menores) que campan a sus anchas y cruzan por donde les viene en gana. Ello se deriva en docenas de cadáveres de estos animales bordeando las cunetas. Recordemos que son bastante grandes, pudiendo sobrepasar el 1,60 de altura y los 100 kg de peso.
El parque automovilístico es una variada mezcla de autos nuevos (la mayoría, los de alquiler), veteranos bien cuidados y viejos para el desguace (¿frenarán?). No se ven casi coches de gran cilindrada ni marcas alemanas ni «premium», abundando los pequeños y compactos, coreanos (Hyunday y Kia), japoneses (Toyotas) y los europeos normales (Fiat, Citroën, Peugeot y Dacia, que aquí es directamente Renault…). En el sur-sur, mucha camioneta abierta y un número significativo de camiones grandes. Por las carreteras australes, también vimos bastantes motos de gran cilindrada (muchas con matrícula USA), circulando con una fuerte inclinación forzada por los vientos reinantes.
Aparcar en las ciudades (El Calafate, Río Gallegos, Ushuaia, Punta Arenas, Puerto Natales, El Chaltén…) fue relativamente fácil y casi siempre gratis (en Punta Arenas había alguna zona con parquímetro de monedas, pero con tarifas muy bajas). Nosotros buscamos alojamientos con parking incluido, pero simplemente por precaución, ya que aquellas provincias con seguras y tranquilas.
De haber sabido que se conduce bien y que las carreteras están en buenas condiciones (incluso hay autopistas rodeando Buenos Aires), hubiéramos alquilado el coche en la capital por 22 días, ya que el recorrido total de kilómetros por todo el país no hubiera pasado de 10.000 (pueden parecer muchos, pero nos encanta y relaja conducir) y el coste del alquiler, saliendo de Buenos Aires e igualmente con Hertz (también un Fiat Cronos), nos salía por menos de 400€ (incluidos los permisos para Chile).
Si a eso sumamos que la gasolina en Argentina está subvencionada (en Chile no, llegando a 1,80€ al cambio) y que, pagada en blue, suponía unos 35 céntimos de euro el litro, nos hubiéramos ahorrado muchas horas de espera en aeropuertos (incluyendo alguna noche en blanco, porque los horarios de los vuelos fueron bastante malos), remís e incluso unos buenos euros, ya que la opción «vuelos internos + coche» subió a unos 920€ (520€ de pasajes internos más 400 de coche y gasolina) por el contrario de solo 650€ de la opción «solo coche de alquiler» para recorrer todo el país (incluida gasolina), a nuestro aire y con nuestros horarios de llegada y salida, sin depender de taxistas, enlaces, aeropuertos y retrasos y visitando otras ciudades como San Carlos de Bariloche y Puerto Madryn, con posible avistamiento de ballenas en la Península de Valdés. Otra vez será.
VELOCIDAD.- Se nos advierte que hay radares, aunque es muy difícil verlos. Los límites en ciudad son 40 km/h (a veces 20), por carretera de 90 a 110 (aunque hay tramos que indican 60, 40 o menos, y que nadie respeta porque «no hace falta») y por autovía-autopista de 110 a 130. En carretera no vimos policía de tráfico y nunca nos paró un guardia, salvo los de las aduanas, claro.
Aparte la velocidad, por aquí abajo se pueden ver señales de lo más curioso y variado. Para muestra, un botón.
GASOLINA.- Solo condujimos por Argentina y por Chile. Ya he referido la enorme diferencia de precios de la gasolina en ambos países (y por ello en las aduanas argentinas hay colas infinitas de vehículos con matrícula chilena). Hay suficientes gasolineras en las ciudades del sur e incluso en las carreteras australes, si bien los horarios son bastante limitados (pueden estar cerradas), por lo que nunca deberemos llevar el depósito por debajo de la mitad. En un par de ellas (dos pueblos pequeños en la Patagonia argentina) nos limitaron el repostaje a un máximo de 20 litros. El combustible siempre lo servirá un operario (no están acostumbrados a recibir propinas) y, excepto algunas (las de grandes marcas como YPF, antes Repsol), suelen ser bastante humildes (no hay mucho que comprar ni baños a los que ir, al menos de forma cómoda). No hay casi diferencia con el gasoil (a veces era más caro) y no siempre habrá agua para los cristales o aire para las ruedas. En las grandes suele haber un taller anexo con todo tipo de servicios.
SUPERMERCADOS.- En todas las ciudades del sur, siempre tendremos algún supermercado pequeño (excepcionalmente, un Carrefour en Ushuaia, dos de «La Anónima» en El Calafate y otros en Punta Arenas) que nos surtirán de los productos que necesitemos y con amplios horarios. También hay suficientes panaderías, «dulcerías», droguerías, farmacias y un poco de todo en poblaciones menores. Y en Buenos Aires y Montevideo, los Día y Carrefour Exprés de barrio que ya he comentado, aunque pequeños, son frecuentes.
HOTELES.- Siguiendo nuestra costumbre, intentamos siempre reservar en alojamientos locales (las cadenas internacionales, además de ser más caras, dejan menos beneficios a la población del país) y cuando es para más de dos noches, por comodidad, preferimos apartamentos. Normalmente nuestra forma de reserva es por medio de Booking con cancelación gratuita.
En el caso de Chile reservamos una noche en Punta Arenas y otra en Puerto Natales y en Uruguay, un 4 estrellas en Montevideo por otro más humilde en Colonia del Sacramento. Pagamos con nuestra tarjeta en la moneda local.
Para Argentina buscamos alojamientos que pudiéramos pagar exclusivamente en efectivo en pesos (cambiados por euro blue) y solo a nuestra llegada.
El nivel de calidad y comodidad en general fue variado: muy bueno, bueno o simplemente aceptable, excepto en Ushuaia que rozó el desastre, así como los niveles de limpieza. Si no nos permitían el check-in antes de tiempo, podíamos dejar el equipaje en el alojamiento y pasear (lo mismo con el check-out). Salvo en la segunda estadía en El Calafate, el personal de los alojamientos fue amable y simpático, haciéndonos fácil las estancias.
Cuando la reserva incluía desayuno, éstos eran aceptables (nunca fueron magníficos), y cuando no, las instalaciones del apartamento permitían preparar fácilmente nuestros propios desayunos (o cenas), excepto, insisto, en la primera opción de Ushuaia.
Los baños (salvo en dos alojamientos) no destacaban por su modernidad ni comodidad (algunos eran realmente deplorables), ni tampoco las duchas (la mayoría con cortinas y escasa fuerza de agua) ni las toallas. En todo caso más adelante leeremos la descripción diaria de cada alojamiento.
Que no se me olvide informar que en los hoteles de Chile y de Uruguay (al menos en teoría) a los extranjeros no residentes que pagásemos con tarjeta de crédito igualmente extranjera, no debían cobrarnos el IVA.[/align]
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