Hoy es un día de relleno total. Cuando lo planifiqué, era irme un día a São Paulo o quedarme aquí y pegarme la paliza de aviones de golpe. São Paulo ya lo vi cuando llegué a Brasil y me parece bastante feo, así que preferí hacer noche en Salvador.
Esta madrugada vuelo a Medellín y tengo que hacer la locura de Salvador-São Paulo, São Paulo-Medellín con escala en Panamá. Es una locura de aviones, pero era lo que más económico me salía. Esta noche sale el avión a São Paulo, llego a las 12 y a las 3 de la madrugada cojo el avión a Medellín con escala en Panamá. Noche toledana me espera.
En diez días se viene mi pareja a Colombia y quería irme antes para visitar Medellín e irme a pajarear una semana a la zona de Caldas, en el eje cafetero, famosa por su biodiversidad de aves. A ella no le gusta pajarear, así que aprovecho y me pego mi hinchacera a pájaros yo solo.
Me he despertado a las 9. He desayunado sin prisa y me he ido a cortarme el pelo. Una peluquería chic que me ha dicho que me pase a las 11. Me he dado una vuelta por el paseo marítimo y a las 11 me he vuelto a que me corten el pelo. Me han cobrado como en España, que para ser Brasil es un pastizal.
Con el pelo cortado, me he vuelto a ducharme y me he ido a comer a un bar que hay cerca. Por la tarde me he ido hasta el centro y he estado andando sin rumbo, ni me he llevado la cámara. Más batucadas, capoeiras y demás. Me he vuelto para la zona de la Barra al atardecer y me he recorrido el paseo marítimo bebiéndome un litro de agua de coco que venden por un euro y medio y que está tremendo.
Ya cayendo la noche, he pasado a recoger mi mochila y para el aeropuerto. Fin de Brasil. 5 meses de viaje y me queda ya la recta final.
Próxima etapa: Colombia.