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Cuando nos despertamos a las 7h sabíamos de antemano que el suelo estaría mojado porque por la noche no paró de llover y llover. La temperatura bastante similar a la de días anteriores con 13°C.
Pocas veces nos ocurre, pero tenemos que decir que nos ha costado bastante valorar el alojamiento. Está en mitad de la nada, pero a nosotros nos resultó conveniente por la visita al faro. La habitación estaba correcta (podéis verlo en las fotos) pero los pasillos y demás estancias, sinceramente, necesitaban una renovación. El anfitrión resultó bastante peculiar. Correcto y decir que preparó un desayuno de diez.
Pocas veces nos ocurre, pero tenemos que decir que nos ha costado bastante valorar el alojamiento. Está en mitad de la nada, pero a nosotros nos resultó conveniente por la visita al faro. La habitación estaba correcta (podéis verlo en las fotos) pero los pasillos y demás estancias, sinceramente, necesitaban una renovación. El anfitrión resultó bastante peculiar. Correcto y decir que preparó un desayuno de diez.
Cuando nos instalamos la tarde anterior tuvimos la sensación de que no había muchos huéspedes además de nosotros y por la mañana pudimos confirmarlo ya que la mayoría de las habitaciones que íbamos pasando para ir al comedor, estaban abiertas. En el desayuno coincidimos únicamente con otra pareja bastante mayor. (¡Ojalá! tengamos su edad y sigamos viajando como ellos).
Para las 9h recogimos todo y mientras abonábamos la estancia (a pesar de haber hecho la reserva a través de booking.com, tuvimos que pagar en el propio alojamiento), fui adelantándome para ir metiendo las maletas en el coche. Mi sorpresa fue ver algo sobre el techo del coche y al echar mano para recogerlo ver de qué se trataba: uno de los filtros de la cámara y el adaptador. Habían aguantado toda la noche a la intemperie, pero al estar dentro de la funda, realmente sobrevivieron sin mucho percance.
Instalados ya en el coche, empezamos ruta. Hoy dormiríamos en Dornie, muy cerca de la Isla de Skye. En esta ocasión queríamos ver otro de los “pendientes”, que no es otro que Culloden.
Como os comentamos el día anterior, la opción del ferry de Corran no era viable así que para llegar a Fort William tuvimos que dar un rodeo por la A861. No se pierde mucho tiempo, unos 30 minutos, pero la desventaja es que se trata de una carretera que en la mayor parte de su recorrido es de un solo carril.
Instalados ya en el coche, empezamos ruta. Hoy dormiríamos en Dornie, muy cerca de la Isla de Skye. En esta ocasión queríamos ver otro de los “pendientes”, que no es otro que Culloden.
Como os comentamos el día anterior, la opción del ferry de Corran no era viable así que para llegar a Fort William tuvimos que dar un rodeo por la A861. No se pierde mucho tiempo, unos 30 minutos, pero la desventaja es que se trata de una carretera que en la mayor parte de su recorrido es de un solo carril.
A las 11h30, aprovechando que estábamos en Fort William, hicimos una parada técnica y compramos la comida del día, £21,40 (25€). Cuando nos pusimos de nuevo en marcha, cogimos la carretera A82 en dirección a Inverness (capital de las Highlands).
Mientras planificábamos el itinerario para este día, comentamos que sí íbamos bien de tiempo, nos gustaría volver a parar en Fort Augustus porque estuvimos las dos veces anteriores y nos apetecía recorrer sus famosas esclusas.
El canal se ve desde la misma carretera y cuando pasamos había tal gentío que nos miramos de la misma y casi sin mediar palabra porque nos conocemos muy bien, decidimos que no merecía la pena hacer la parada. Para que os hagáis una idea de cómo es el lugar, os dejaos una foto.
¡Ahhh! que no se nos olvide comentaros que Fort Augustus es el punto de partida para el que sea probablemente el lago más famosos del mundo, o uno de los más, el lago Ness. El aparcamiento de su centro de visitantes, que se ve desde la carretera, estaba completo y con un montón de autobuses.
Mientras planificábamos el itinerario para este día, comentamos que sí íbamos bien de tiempo, nos gustaría volver a parar en Fort Augustus porque estuvimos las dos veces anteriores y nos apetecía recorrer sus famosas esclusas.
El canal se ve desde la misma carretera y cuando pasamos había tal gentío que nos miramos de la misma y casi sin mediar palabra porque nos conocemos muy bien, decidimos que no merecía la pena hacer la parada. Para que os hagáis una idea de cómo es el lugar, os dejaos una foto.
¡Ahhh! que no se nos olvide comentaros que Fort Augustus es el punto de partida para el que sea probablemente el lago más famosos del mundo, o uno de los más, el lago Ness. El aparcamiento de su centro de visitantes, que se ve desde la carretera, estaba completo y con un montón de autobuses.
Poco antes de las 14h llegamos a Culloden. Como sabíamos que nos íbamos a entretener en la visita, decidimos comer antes de empezar con el recorrido.
Mientras comíamos, se puso a llover … ¡de nuevo! Esperamos un poco, esperanzados, a ver sí escampaba, pero no lo hizo. Nos fuimos acercando a la entrada porque ya de haber ido hasta allí, no queríamos dejar de hacer la visita, aunque fuese debajo del paraguas. Nos cayó un súper txaparrón. Intentamos guarecernos en la entrada del centro de visitantes, que es de pago. Y los trabajadores de allí, al ver que estábamos haciendo un pequeño embudo, nos ofrecieron pasar a la zona de la cafetería pasando de largo por parte de la exposición.
La batalla de Culloden fue el último enfrentamiento entre los jacobitas, partidarios de los Estuardo, y los británicos, partidarios de los Hanóver, en 1746.
Los jacobitas, liderados por el príncipe Carlos Eduardo Estuardo, querían restaurar la dinastía de los Estuardo en el trono británico, pero fueron derrotados por el ejército británico, comandado por el duque de Cumberland, hijo del rey Jorge II.
La batalla fue breve y sangrienta, con unas 1.500 bajas jacobitas y unas 300 británicas. La derrota de los jacobitas supuso el fin de su causa y el inicio de una represión brutal contra los escoceses rebeldes. El campo de batalla de Culloden es hoy en día un lugar de memoria y de homenaje a los caídos.
No dejó de llover del todo, pero después de 20 minutos decidimos salir al aire libre y caminar. Para comenzar, llegamos a la altura de la cabaña de piedra a la que llaman Leanach Cottage. Su tamaño no es muy grande, pero tuvo la función de hospital de campaña para los soldados del Gobierno. Con el paso del tiempo, fue deteriorándose y tuvo que ser reconstruida a principios del siglo XIX. Desde entonces se convirtió en símbolo del campo de batalla. En 1994 fue donada al National Trust for Scotland.
Los jacobitas, liderados por el príncipe Carlos Eduardo Estuardo, querían restaurar la dinastía de los Estuardo en el trono británico, pero fueron derrotados por el ejército británico, comandado por el duque de Cumberland, hijo del rey Jorge II.
La batalla fue breve y sangrienta, con unas 1.500 bajas jacobitas y unas 300 británicas. La derrota de los jacobitas supuso el fin de su causa y el inicio de una represión brutal contra los escoceses rebeldes. El campo de batalla de Culloden es hoy en día un lugar de memoria y de homenaje a los caídos.
No dejó de llover del todo, pero después de 20 minutos decidimos salir al aire libre y caminar. Para comenzar, llegamos a la altura de la cabaña de piedra a la que llaman Leanach Cottage. Su tamaño no es muy grande, pero tuvo la función de hospital de campaña para los soldados del Gobierno. Con el paso del tiempo, fue deteriorándose y tuvo que ser reconstruida a principios del siglo XIX. Desde entonces se convirtió en símbolo del campo de batalla. En 1994 fue donada al National Trust for Scotland.
A lo largo del recorrido nos encontramos con paneles explicativos narrando el desarrollo de la batalla. Los mástiles con banderas rojas y azules, señalan las ubicaciones de cada bando: rojos, los británicos y azules, los jacobitas.
El camino está salpicado de hitos con el nombre de los diferentes clanes participantes en la contienda. Como no puede ser de otro modo, uno de los más “buscados” es el del clan Fraser, al que pertenecía Jamie, el personaje de la serie Outlander.
Otro punto remarcable es el gran monumento de piedra erigido para rendir homenaje a los hombres que dieron su vida y a los que lograron sobrevivir ese 16 de abril de 1746 a las afueras de Inverness. Fue levantado en 1881 y tiene 6m de altura. En su base puede leerse en gaélico, latín e inglés la siguiente inscripción: “En este campo, el 16 de abril de 1746, el valiente ejército del Príncipe Carlos Eduardo Estuardo fue derrotado por las fuerzas del Duque de Cumberland. Aquí yacen los restos de muchos de los héroes escoceses que lucharon y murieron por su rey y su país”
Acabamos volviendo al centro de visitantes, subimos a la terraza superior para ver la panorámica del lugar que ayuda a hacerse una idea de cómo pudo desarrollarse la batalla.
Sobre las 16h15 volvimos al coche (menos mal que habíamos comido antes) y le dijimos a nuestra amiga “maripuri” que nos llevara hasta el alojamiento que teníamos reservado en Dornie, a lo que nos respondió: estáis un poco lejos, pero intentaré llevaros por la ruta más corta y segura. ¿Se me ha ido un poco la olla? Jejeje. Al final, sólo eran 2 horas…
Habíamos planificado y calculado estar en Dornie, concretamente en los aledaños del Eilean Donan, alrededores de las 18h30 porque coincidía el atardecer con la pleamar en el lago. Y aunque sorprende, efectivamente, una peculiaridad es la de tener mareas y agua salada.
A veinte minutos de llegar hicimos una parada técnica en una gasolinera cerca de Inverinate. Previendo que la gasolina sería más cara en Skye, llenamos el depósito. 29,10L x £1,579 =£45,95 (53,48 €).
Cuando llegamos al parking al lado del castillo estaba prácticamente vacío, seguramente porque el horario de visitas ya había finalizado. Quedaban los rezagados sacando fotos que era lo que queríamos nosotros también, pero el tiempo estaba bastante desapacible hasta el punto de quedarnos dentro del coche y solo salir entre txaparron y txaparron para intentarlo. Iluminaron solo un tramo de los laterales del castillo por lo que la otra mitad quedó a oscuras y las fotos no resultaron nada del otro mundo. (Supongo que os pareceremos algo excéntricos en este momento y quizás tengáis algo de razón jajaja).
A veinte minutos de llegar hicimos una parada técnica en una gasolinera cerca de Inverinate. Previendo que la gasolina sería más cara en Skye, llenamos el depósito. 29,10L x £1,579 =£45,95 (53,48 €).
Cuando llegamos al parking al lado del castillo estaba prácticamente vacío, seguramente porque el horario de visitas ya había finalizado. Quedaban los rezagados sacando fotos que era lo que queríamos nosotros también, pero el tiempo estaba bastante desapacible hasta el punto de quedarnos dentro del coche y solo salir entre txaparron y txaparron para intentarlo. Iluminaron solo un tramo de los laterales del castillo por lo que la otra mitad quedó a oscuras y las fotos no resultaron nada del otro mundo. (Supongo que os pareceremos algo excéntricos en este momento y quizás tengáis algo de razón jajaja).
Y estuvimos apostados no más de una hora cuando el cielo se tiñó de negro y dimos por finalizado el primer encuentro con nuestro emblemático castillo. (Todo viene a raíz de que soy fan de Los inmortales (Highlander) y el castillo Eilean Donan hacía de hogar del clan MacLeod, al que pertenecía el protagonista, Connor MacLeod).
Nos separaban apenas 5 minutos del alojamiento. Lo habíamos reservado a través de airbnb, así que no tuvimos ningún contacto directo con los anfitriones. Se trataba de una casa de solo una planta divida en dos habitaciones. Al llegar vimos zapatillas en el felpudo al lado de la otra puerta así que dimos por sentado que teníamos vecinos para pasar la noche.
Ya en la habitación, nos habían dejado preparado el desayuno estilo continental y además en la nevera teníamos el zumo, leche, yogures y fruta. Y sinceramente, no nos acordamos qué cenamos esta noche en concreto. Suponemos castigados no nos fuimos a la cama jajaja y como siempre nos dio medianoche cuando quisimos apagar luces. Los siguientes días los teníamos bastante repletos de actividades.
Nos separaban apenas 5 minutos del alojamiento. Lo habíamos reservado a través de airbnb, así que no tuvimos ningún contacto directo con los anfitriones. Se trataba de una casa de solo una planta divida en dos habitaciones. Al llegar vimos zapatillas en el felpudo al lado de la otra puerta así que dimos por sentado que teníamos vecinos para pasar la noche.
Ya en la habitación, nos habían dejado preparado el desayuno estilo continental y además en la nevera teníamos el zumo, leche, yogures y fruta. Y sinceramente, no nos acordamos qué cenamos esta noche en concreto. Suponemos castigados no nos fuimos a la cama jajaja y como siempre nos dio medianoche cuando quisimos apagar luces. Los siguientes días los teníamos bastante repletos de actividades.
*** final del día 5 ***
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