Después de dormir en Plovdiv, salimos temprano hacia Sofía, donde pernoctaríamos las dos noches siguientes. La distancia entre Plovdiv y la capital es de 144 kilómetros, que recorrimos en algo menos de dos horas (con parada técnica incluida), ya que todo el trayecto se realiza por autovía y no encontramos problemas de tráfico.
Perfil según Google Maps:
Nos alojamos en el Hotel Marinela, donde ya habíamos estado el día de nuestra llegada a Bulgaria. Es un establecimiento de 19 plantas y ciertas pretensiones, aunque las estrellas con que se adorna resultan exageradas para los clientes en general, pese a las fotos de famosos y políticos que, supuestamente -y no es que lo ponga en duda-, se han alojado en algún momento allí. Cuenta con historiados salones de estilo oriental, bastante recargados, varias terrazas, piscina, sauna, bares y restaurantes temáticos, aunque lo más llamativo es su precioso jardín japonés, con frondosos árboles, pasarelas, un estanque con peces de colores y aves diversas, entre ellas cisnes negros y pavos reales. La primera noche me dieron una habitación en el piso 15 con unas vistas espléndidas.
El supuesto lujo se refleja menos en las habitaciones, que, aunque amplias y muy confortables, van necesitando una remodelación, sobre todo en los cuartos de baño y en lo referente al aire acondicionado, que no se puede regular. En cuanto al bufet, tanto en el desayuno como en la cena no está a la altura y, personalmente, lo catalogaría como “mucho de nada”. Quiero suponer que en los restaurantes a la carta será diferente. De todas formas, no es el tipo de hotel que hubiera reservado de ir por libre y no ya por el precio, que tampoco es muy elevado, lo cual explica que fuésemos a parar allí . En cuanto a su ubicación, pese a que está a una media hora caminando del centro, tiene el metro al lado, y la tercera estación es la de Serdica, el meollo de lo más turístico de la ciudad.
El metro de Sofía tiene tres líneas y es muy fácil de utilizar, ya que cada línea dispone de sus propios andenes (como en Madrid) y para acceder basta con poner la tarjeta de crédito en el lector del torno de entrada. Eso sí, no recibes ningún justificante. Yo lo utilicé tres veces. Las estaciones tienen buen diseño y son cómodas, aunque bien es cierto que solo vi tres de las más céntricas. Me sorprendió muy agradalemente que los vagones lleven aire acondicionado. De verdad, se agradecía.
Ya habíamos visto una parte de la capital la tarde de nuestra llegada, aunque sin entrar de lleno en el centro. Me pareció una mezcla de anodinos edificios de la época soviética con otros más modernos pero sin estilo definido y también unos pocos rascacielos que intentan cambiar el perfil de la ciudad, de la que están desapareciendo las esculturas que quedan todavía del antiguo régimen. Los parques son muy numerosos, pero salvo los más céntricos y emblemáticos aparecían descuidados, con el césped quemado, faltos de flores y sin agua en las fuentes. Supongo que se debe a un verano muy caluroso y con falta de lluvias; y también a que no los riegan, algo que no critico.
Con una población actual aproximada de un millón trecientos mil habitantes, Sofía se encuentra en el centro de la Península Balcánica, al oeste de Bulgaria, y está rodeada de montañas: el Monte Lyulin al oeste, las Montañas de los Balcanes al norte y el Monte Vithosa, el más emblemático, al sur. Sus 600 metros de promedio de altitud sobre el nivel del mar la convierten en la cuarta capital de Estado más alta de Europa, detrás de Andorra la Vella, Madrid y Berna. Su historia se remonta al siglo VIII a.C., cuando los tracios fundaron un asentamiento en sus alrededores.
Tuvo varios nombres a lo largo de su historia –Serdica el más conocido- hasta que en el siglo XIV adoptó el nombre de Sofía por la Iglesia de Hagia Sofía, una de las más antiguas de la ciudad. Debido, principalmente, a su posición geográfica lejos de Turquía, fue elegida capital en 1879. Su población, entonces de unos 11.000 habitantes, experimentó un rápido crecimiento y, para su embellecimiento, se encargó la construcción de grandes edificios a notables arquitectos, que se decantaron por una mezcla de estilos neobarroco, neorrococó y neoclásico. Durante la II Guerra Mundial fue bombardeada por aviones aliados.
Tras cruzar en el autobús el Puente de las Águilas, nos bajamos junto a la Mezquita, donde comenzamos una visita guiada a pie por la capital que duró más de tres horas. Como volví por mi cuenta posteriormente a varios de esos sitios, para no liar las cosas, haré un relato único de cada lugar, sin diferenciar si lo vi en un momento u otro.
La estación de metro de Serdica es el punto de referencia para visitar Sofía, pues desde allí se puede ir caminando a casi todos los sitios turísticos más interesantes. Junto a la estación, al aire libre, se halla el Complejo Arqueológico de la Antigua ciudad romana de Serdica, cuyos restos se pueden contemplar desde arriba, mediante una pasarela, o en su propio nivel. Hay paneles con información. Asimismo, en un pasaje subterráneo anexo se exponen muchos más elementos de diversas épocas, incluso los de una iglesia del siglo XVI con parte de sus frescos. Muy interesante verlo todo. El acceso es gratuito.
Muy cerca, está la Mezquita de Banya Bashi, construida en 1576, la única que se mantiene para el culto musulmán. Destaca su minarete. Me gustó más por fuera que por dentro. A sus espaldas se encuentra el Museo de Historia de Sofía,instalado en un bonito edificio que data de 1913 y fue construido para servir de Sede Central de los Baños Termales Públicos, delante del cual hay una fuente de aguas minerales. Dos calles más atrás, está la Sinagoga, la más grande de los Balcanes, con cúpula octogonal. El acceso es de pago y hay que someterse a un control estricto por cuestiones de seguridad. No la visité.
En los alrededores, hay un par de murales que me llamaron la atención, el Serdika Tulip y un viejo anuncio de Chupa-Chups. Un poco más adelante, presidiendo la Avenida Todor Alexandrov, está el Monumento de Sofía, una escultura de 23 metros de altura, elaborada con oro y bronce, que en el año 2000 sustituyó a la estatua de Lenin. Es muy llamativa y se ha convertido en un emblema de la ciudad, aunque levanta cierta controversia, pues muchos lugareños la consideran demasiado “erótica” y “pagana”, y que, por tanto, no representa los valores de la capital. Que juzgue cada cual…
Casi frente por frente, está la pequeña iglesia Sveta Petka Samardzhiiska, cuyo origen se remonta al siglo XI. Es una de las más antiguas de la ciudad y visulmente, tiene mucho encanto. Se paga para entrar, pero es complicado visitarla por su reducido tamaño y porque si hay culto no se puede pasar.
Desde aquí, se tiene una perspectiva bastante llamativa del centro de Sofía, pues en una única foto se pueden reunir varias épocas y civilizaciones: de izquierda a derecha, la mezquita, los restos romanos, la iglesia medieval y, al frente, las grandes construcciones soviéticas del siglo XX, cuyo conjunto se conoce como “Largo”, y que está formado por tres edificios de la década de los cincuenta, considerados entre los más representativos de la arquitectura estalinista del sudeste de Europa: a la izquierda, la Sede del Consejo de Ministros, en el centro, la antigua Casa del Partido Comunista, hoy Asamblea Nacional de Bulgaria, y a la derecha, la Oficina del Presidente del país. Todos están conectados mediante un paso subterráneo, donde se encuentran los restos arqueológicos que ya he comentado.
Cruzando la calle, se llega a la Catedral de Sveta Nedeyla, cuyo origen se remonta al siglo X, cuando era una iglesia de piedra y madera. Ha sido destruida varias veces y vuelta a reedificar. Tras la reconstrucción de 1867, se añadieron nuevas cúpulas. En 1925, quedó destruida por un atentado con bomba contra el Rey Boris III, en el que murieron 128 personas. Inaugurada nuevamente en 1933, fue decorada con pinturas y se le devolvió el iconostasio de la catedral anterior que sobrevivió al atentado. Enfrente, en un llamativo edificio, se encuentra la Facultad de Teología. A la izquierda de esta catedral, comienza la Avenida Vithosa, una calle peatonal sumamente concurrida, a la que me referiré después.
Caminando un par de minutos, llegamos hasta la Iglesia de San Jorge, que se encuentra entre edificios, en una especie de gran patio interior. Popularmente se la conoce como la “Rotonda”, pues es un templo de ladrillo rojo y estructura circular. Fue fundada en el siglo IV sobre un templo paleocristiano. Posteriormente, se utilizó como mezquita. Es la más antigua de Sofía y está decorada con frescos, entre los que destaca el de Cristo Pantocrátor en la cúpula. Solo pudimos echar un vistazo porque se estaba celebrando un oficio religioso; la única foto, la tomé desde el exterior de la puerta, ya que dentro no se pueden hacer.
Uno de los edificios que rodean esta iglesia es el Palacio del Presidente de la República, que ya he mencionado antes y cuya puerta custodiaban un par de guardias con uniforme blanco de verano. Realizan un cambio de guardia, pero no indagué cuándo porque no estaba demasiado interesada. En el centro de la plaza, hay una fuente. Casi enfrente, está el Museo Nacional de Arqueología, fundado en 1892 y que ocupa el edificio de la que fue la mezquita más antigua de Sofía, que terminó de construirse a finales del siglo XV. Me hubiera gustado visitarlo, pero no me cuadró el horario.
Solo a unos metros, se llega a otra de las plazas más importantes de Sofía, ocupada en su parte central por el City Garden, un gran espacio con arboleda, macizos de flores, esculturas, quiosco y fuentes, así como una oficina de información turística. Está flanqueado por varios edificios destacados, entre los que sobresale el Teatro Nacional Ivan Vazov, de estilo neoclásico, inaugurado en 1906 y reconstruido en 1929 tras un incendio.
Delante de la fachada principal, hay una bonita fuente con numerosos chorros y la escultura de una bailarina, desde donde se consigue una de las estampas más resultonas y típicas de la ciudad con el teatro de fondo. En las ramas de algunos de los árboles de esta plaza vimos unos lazos rojos y blancos, cuyo significado nos contó la guía local. El rojo representa el lado femenino y el blanco, el masculino. Se cuelgan desde marzo hasta que aparecen las cigüeñas o sale una flor al tiempo que se pide un deseo. Una tradición curiosa pero quizás no muy saludable para el árbol
En los alrededores, aparecen edificios con fachadas de colores de principios del siglo XX, en los que hoy en día se han instalado bancos, galerías de arte y hoteles, así como las sedes de varios Ministerios (Defensa, Justicia, Finanzas…). En la parte alta de los jardines -la Plaza de Battemberg-, se encuentra la Galería Nacional de Arte, sita en un edificio construido de 1982 que fue el Palacio Real de la monarquía búlgara hasta su abolición en 1946.
Esta parte del centro de Sofía está pavimentada con unas llamativas baldosas pintadas de un color amarillo mostaza, a semejanza de las que conducen a la Ciudad Esmeralda en el Mago de Oz, aunque aquí su propósito -cuando se instalaron en 1906- era unir los edificios que detentan el poder en la capital.
Sigue en la etapa siguiente.