A solo a 12 kilómetros de Shipka, nos aguardaba esta localidad, situada casi en el centro geográfico de Bulgaria y donde teníamos programadas dos visitas relacionadas con sus principales atractivos: las tumbas tracias y las rosas.
Réplica de la Tumba Tracia.
En el II milenio antes de Cristo, las tribus tracias se instalaron en la Península de los Balcanes, constituyendo una de las civilizaciones europeas más antiguas, cuyas creencias apuntan algunos autores que pudieron ser precursoras de la mitología griega. Entre los numerosos hallazgos arqueológicos encontrados en tierras búlgaras, destacan una serie de tumbas que están declaradas Patrimonio de la Humanidad por Unesco desde 1979. Una de las más importantes es la Tumba de Zalamlak, descubierta en muy buen estado de conservación por unos soldados mientras excavaban una trinchera en 1944. Está fechada entre finales del siglo IV y principios del siglo III a.C. y contiene frescos de calidad excepcional.
Está situada en una colina, dentro de un parque al que se accede subiendo un centenar de escalones, junto a los restos de un edificio otomano de ladrillo. Pudimos ver la caseta de piedra que la protege exteriormente, pero el acceso al interior solo está permitido a expertos autorizados para tareas de estudio e investigación.
En sus inmediaciones, se ha construido una réplica exacta para visitas del público en general. Junto a las taquillas, hay una antesala con un pequeño museo y diversos paneles informativos. Debido a las reducidas dimensiones de la tumba, solo pueden entrar cuatro personas a la vez.
Un vestíbulo desemboca en un pasillo largo, adornado con escenas de combate, donde se supone que se enterraba al caballo del difunto. Después, se pasa a la cámara funeraria cubierta con una cúpula acampanada de tres metros de altura en la cual está representada una pareja noble en un ágape con servidores a su alrededor. En el friso superior, hay tres aurigas compitiendo en una carrera. Lógicamente, está permitido hacer fotos.
Me gustó la tumba. De acuerdo que se trata de una réplica y que sería maravilloso poder contemplar el original, pero la copia supongo que ofrece una idea muy aproximada de cómo es al tiempo que se colabora en su protección. Después de todo, tampoco vamos a quejarnos, la Cueva de Altamira también es una réplica, ¿no?
Si bien esta es la más conocida, se han descubierto otras tumbas tracias –algunas originales- que no presentan estas restricciones.
Valle y Museo de las Rosas.
Aunque son varias las localidades que se dedican a su cultivo, Kazamlak es la capital del llamado Valle de las Rosas, donde –según los búlgaros- se produce el mejor aceite de rosas del mundo, con un 85 por 100 de la producción total. Entre mediados de mayo y mediados de junio, la recolección comienza con una gran fiesta, tras la cual un ejército de operarios arrancan a mano los pétalos, que luego se utilizarán para fabricar aceite, esencia, agua, geles, cremas, jabones y hasta mermeladas y suplementos alimenticios.
En un año normal, se pueden recoger 4.000 toneladas de pétalos, que tras el proceso de destilación se convertirán en solo mil litros de concentrado. Así que no es extraño que un litro de aceite esencial, en bruto, alcance un precio de ocho mil euros. La rosa que aquí se cultiva es la rosa oleaginosa o damascena, que, según parece, se trajo de Siria durante el siglo XV. Puede ser blanca o roja (de tono rosado, en realidad).
En el valle, cuando finaliza la campaña de las rosas, comienza un proceso parecido con la lavanda. En agosto, ya había pasado el momento de ambas floraciones.La historia y el proceso de elaboración de los productos derivados de las rosas se explican en un pequeño Museo, que visitamos y donde compré un par de jabones (aquí admitían tarjeta, se nota que hay que venden sobre todo a los turistas). Aparte de las salas, instaladas en un recinto acristalado circular, cuenta con una pequeña pero bonita rosaleda. Pasamos un rato entretenido y nos sirvió para refugiarnos del tremendo chaparrón que trajo la tormenta, pero resulta totalmente prescindible.
Almorzamos en un restaurante de Kazamlak, la inevitable ensalada de tomate y queso, y pastel de carne (mezcla de pollo y cerdo, según nos comentó la cocinera). De postre, ciruelas. Estuvo mejor que lo que parece en la foto .