Después de comer, habíamos ido al Monasterio de Bachkovo, el segundo más grande de Bulgaria tras el de Rila y uno de los más antiguos. Se encuentra ubicado a unos 30 kilómetros de Plovdiv, en las laderas septentrionales de los Montes Rodopes, en el valle del río Chapelarska, en un entorno precioso, entre bosques y colinas arboladas, con manantiales y cascadas. Pese al calor, no me hubiese importado hacer alguna pequeña ruta de senderismo por allí. En fin, todo no se puede tener. Por el camino, también vislumbré alguna otra iglesia llamativa.
Desde el aparcamiento, para llegar al monasterio hay que subir una empinada calle en cuesta, flanqueada por decenas de tenderetes que ofrecen de todo a los turistas, por la tarde mucho menos numerosos que por la mañana.
Al final, se llega a la puerta de lo que parece una fortificación, que da paso al complejo monástico, cuya perspectiva te atrapa nada más entrar. Muy bonito; mejor al natural que en foto. Por cierto, las fotos que voy a poner están mezcladas y puede que no correspondan a la iglesia que voy citando.
Fue fundado en 1083 por un príncipe armenio al servicio del imperio bizantino. Está relacionado con las culturas bizantina, georgiana antigua y búlgara. Se convirtió en centro de peregrinación durante el reinado del Zar Ivan Alexander. Saqueado y destruido por los turcos, fue restaurado primero en el siglo XV y luego en el XVII. Del complejo original, solo se conserva el osario.
El monasterio tiene planta cuadrada con dos patios interiores separados por un edificio donde se encuentra el refectorio, que contiene valiosos murales. En el exterior, se encuentra el fresco más grande de Bulgaria del siglo XIX, muy interesante porque retrata el aspecto del monasterio desde su fundación y a lo largo de la historia.
En total, hay tres iglesias. En el patio principal, al que se accede desde la entrada, está la Iglesia de la Virgen, que data de 1604, en la que destaca el iconostasio de madera chapada en oro y cobre del siglo XVII y un icono milagroso de 1310.
Las pinturas que decoran todo el interior son del siglo XVII, están muy bien conservadas y representan escenas de santos.
En el segundo patio, se encuentra la Iglesia de los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel. El templo tiene dos plantas y surgió de la unión de dos edificios, por la cual el ábside de la iglesia más antigua se insertó en el nártex de la principal.
La tercera iglesia es la de San Nicolás, construida en 1834 y cuyas paredes fueron cubiertas de pinturas por nuestro ya viejo conocido Zahari Zograf -naturalmente-. Entre los frescos, destacan el del Juicio Final en el pórtico de la iglesia y el de Cristo Pantocrátor en la cúpula. Hay tanta profusión de pinturas que incluso pueden llegar a gobiar un poco.
Cuando salimos, faltaban solo unos minutos para cerrar el Monasterio y, por tanto, ya estaban recogiendo los tenderetes. Fue un acierto visitarlo por la tarde.