Hoy volamos hacia Jeju, conocido como el Hawái de Asia. Es un destino tan popular en verano que la ruta aérea Seúl-Jeju es considerada la más transitada del mundo, con casi 14 millones de pasajeros al año. Vamos en la primera semana de diciembre y entre semana, así que espero que la marabunta de gente se mitigue un poco. Volamos con Jeju Air por unos 50€ ida y vuelta, compañía que 20 días después de volar nosotros pasará a la historia por el trágico accidente de avión.
El avión lo tenemos a las 9:00, por lo que hemos salido del alojamiento a las 6:30 y hemos llegado cómodamente al aeropuerto de Gimpo. El metro va de lujo, y la app de Naver clava los tiempos casi perfectos. Para Jeju hemos salido con unos minutos de retraso, mientras todo el personal de pista nos despedía con saludos y genuflexiones. Es genial la educación coreana.
Hemos aterrizado a las 10:15 junto a un avión tematizado de Pokémon. En Jeju la temperatura se siente algo menos fría, pero sigue haciendo un frío importante. Desde el avión se ha dejado ver el pico más alto de Corea, el monte Hallasan, que con suerte subiremos mañana. La primera impresión que te llevas desde el aire es que es una isla con ciudades enormes; la propia ciudad de Jeju parece inmensa, llena de rascacielos. Viendo series coreanas ambientadas en Jeju, uno casi espera que sea una isla rural, pero para nada. La mejor serie para ver antes de venir a Jeju sin duda es "Nuestro horizonte azul" y el par de capitulos de la abogada Woo que están ambientados en Jeju.
Al salir del avión, el proceso de recoger el coche de alquiler ha sido fácil. Básicamente te llevan como ganado en un transfer hasta una oficina, y de ahí sigues una línea hasta tu coche. Antes de las 11:00 ya estábamos montados en nuestro KIA. Como aquí comen temprano y llevábamos un hambre importante, hemos ido directos a comer. La conducción es la pesadilla de cualquier ansias. Hay radares, sin exagerar, cada 500 metros es literalemente imposible ir a mas de 60, el colmo es que cuando es zona escolar la velocidad es a 30 con su correspondiente radar, y toda la isla parece que sea zona escolar. Desesperante. Los semaforos encima duran una eternidad y por supuesto tienen su camara para controlar si te los saltas, lo gracioso es que se ven cochazos pero no entiendo el fuste del cochazo si nunca lo vas a poner a mas de 60. Pisando huevos hemos llegado a un restaurante que había fichado de barbacoa coreana de cerdo negro, la especialidad de Jeju. El restaurante, a la orilla del mar, está de diez: fotos con famosos en las paredes y la camarera cocinándonos la carne como si fuéramos críos. Todo buenísimo y tampoco muy caro, unos 20 € por cabeza comiendo de lujo al lado del mar y con chef.
Ya comidos, hemos ido recorriendo la parte oeste de la isla hasta Seogwipo. La primera parada ha sido en la playa de Hyeopjae. Es bastante bonita, con esculturas de las famosas buceadoras haenyeo y vistas a una isla cercana. Los coreanos son tan exagerados que en invierno cubren la playa con una especie de malla para que no se vuele la arena, pero dejan libre la zona de mareas. Qué animales. La playa tiene un paseo por zonas de acantilados y palmeras, pasando por estatuas típicas de Jeju que representan a los dolhareubang, los abuelitos felices, símbolos de suerte y fertilidad. La isla está llena de estas figuritas.
De la playa hemos parado en una ruta muy bonita que han adaptado a una zona llena de cactus que te lleva hasta un templete. Después hemos hecho otra ruta por un parque eólico marino y un puente sobre el mar que los atraviesa. Los molinos eólicos son otro símbolo de Jeju, especialmente en el norte y oeste de la isla. Otra cosa típica son las mandarinas, algo que queda claro cuando hemos visto a varios coreanos con su gorrito de mandarina. Por la carretera hay puestos de mandarinas por todas partes, y muchos campos con la mandarina por recoger en plena época. No sabía que eran tan típicas de Jeju. Las mandarinas, los molinos, las buceadoras, los abuelitos y los abulones y el cerdo negro. Saben bien como explotar los símbolos de la isla.
La ruta por la costa peste ha continuado entre acantilados, pasando un par de templos bonitos por una carreterilla rural hasta llegar a una bahía donde es típico ver delfines. Hemos echado un rato, pero ni delfines ni delfinas, aunque frío el que quieras. Al anochecer, hemos puesto rumbo a Seogwipo. Literalmente, es una ciudad; quizá no tan grande como Jeju, pero muy desarrollada. Nos quedamos en un alojamiento con vistas geniales a la bahía y al famoso puente Saeyeongyo, que aparece en Extraordinaria abogada Woo. El "Hotel Yeon" ha sido un acierto total, muy recomendable.
Una vez acomodados, hemos bajado a la zona del puente y nos hemos metido en un restaurante para pedir los platos típicos de aquí: gachas de abulón y cerdo picante con mil acompañamientos. Todo tremendo. La comida coreana, de momento, de diez, aunque también lo estoy notando por las mañanas: lo que entra picando, sale quemando.
Después de cenar, nos hemos paseado por el puente y a dormir. Mañana la previsión del tiempo es buena, así que subiremos el monte Hallasan. Según internet, mucha gente empieza a subir de noche y los aparcamientos se llenan. Tampoco vamos a ser unos ansias, pero madrugaremos para empezar a andar una hora antes del amanecer, a las 6:30. Supongo que eso de quedarse sin plazas de aparcamiento pasa en pleno verano o fines de semana. Eso espero.