Después de comer y deshacer el trayecto por la carreterita de marras y pasar nuevamente por Piazza Armerina, nos dirigimos a la Villa Roma del Casale, una visita que personalmente aguardaba impaciencia, ya que soy una amante confesa de los mosaicos romanos. La Villa fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.
Foto de panel informativo con plano a la entrada.


El lugar estaba muy concurrido (no recuerdo si había aforo), pero en el interior la visita se hace bien porque buena parte de las dependencias se recorren a través de unas pasarelas desde las que se contemplan desde arriba los suelos y sus mosaicos que están totalmente libres. Allí, nos estaba esperando el guía local, que nos acompañó durante las siguientes tres horas. En este caso, mereció la pena porque el guía, además de ser un gran conocedor del sitio, hizo la visita muy entretenida, nos llevó por todos los rincones y la información que nos proporcionó fue excelente. Quien lo desee, también puede adquirir libros guía.

Un inciso para comentar que algunas de las fotografías están un poco saturadas para que se distingan mejor las imágenes y los colores, ya que los reflejos del sol molestaban un poco. Bueno, es lo que he visto que hacen en las revistas y libros que tratan sobre la villa y los mosaicos.



Durante la época imperial romana, las familias aristocráticas erigieron en Sicilia muchas villas compuestas de varios edificios para diferentes usos: la casa particular del propietario con todas las comodidades de la época, sauna privada (o pública), gimnasios, jardines, fuentes, dormitorios para los trabajadores y siervos, cuadras, talleres, hornos, almacenes para las cosechas y todo tipo de productos… Solían construirse en grandes propiedades agrícolas, latifundios, dedicados sobre todo al cultivo del trigo. La Villa del Casale es la mayor de todas las que se conservan.



Según parece, su dueño era Massimiano Erculeo, quien la construyó a finales del siglo III y principios del IV en el frondoso valle del río Gela, alcanzando su máximo esplendor entre los siglos IV y V. En el siglo XII, sufrió un incendio que la destruyó completamente. Aparte de la arquitectura, su interés se refiere sobre todo a sus mosaicos ornamentales y figurativos.



Lentamente, fuimos pasando por las diversas zonas de la villa, empezando por el exterior. De la entrada monumental, se mantienen cuatro pilas sobre las que se apoyaban los arcos de las tres puertas. En el antiguo patio poligonal, solo son originales 2 de las 11 columnas que sostenían un cobertizo para librar de la lluvia y el sol a los visitantes. Se ven también los restos de una gran letrina, utilizada por quienes no tenían acceso a la mansión y los que iban a las Termas por una entrada secundaria.



Tanto en la entrada de servicio como en las termas, ya pudimos contemplar conjuntos de mosaicos de bellos colores, formando dibujos geométricos y elipses. Se conservan algunos frescos y restos de las esculturas originales. Igualmente, vimos lo que queda de los hornos y las termas con sus distintas zonas: calidaria, tepidarium, los vestuarios, la sala de unciones, donde un mosaico muestra la imagen de un criado siriano que daba los masajes.



El frigidarium presenta una vista general estupenda, con el suelo cubierto de mosaicos, algunos de los cuales representan escenas marinas.

Yo ya estaba maravillada con lo visto y eso que todavía no había entrado a la mansión, a la que accedimos por el vestíbulo, en donde aparecen mosaicos con esquemas hexagonales y varios personajes que saludan a los recién llegados.

El peristilo porticado cuenta con 32 columnas de mármol; el jardín presenta una fuente y los suelos de la parte cubierta están cubiertos con mosaicos que representan pájaros y animales domésticos y salvajes enmarcados con coronas de laurel en diferentes colores.

En el gimnasio, los romanos no entrenaban por deporte, como los griegos, sino que era donde calentaban el cuerpo para los baños y las termas. Las paredes estaban cubiertas de frescos, algunos de los cuales se conservan. En el suelo, hay una fantástica composición de mosaicos que muestran una competición deportiva del Circo Massimo de Roma: aurigas, caballos engalanados, escudos de armas, carros… También aparecen magistrados que entregan las recompensas y personajes preparándose y entrenando para la contienda. Aquí no se podía pasar y la foto desde el exterior no permitía más detalle.

En el vestíbulo de la señora de la casa, la decoración presenta a la familia, con los hijos y los criados más próximos, lo que demuestra el carácter privado de la estancia. En las paredes, hay restos de las pinturas al fresco.


En las salas siguientes, los mosaicos forman figuras geométricas, mientras que los suelos de la cocina carecen de mosaicos. En las habitaciones de los huéspedes, la decoración de mosaicos se inspira en las funciones teatrales o danza, y figuras de mujeres y parejas, pero no todas las estampas se conservan enteras. Las salas de los criados contaban con mosaicos con dibujos geométricos.


En la que se conoce como sala de las temporadas, hay composiciones en forma de estrella, así como personajes que representan a las estaciones del año. En otra sala de huéspedes, se ven fantásticas estampas de pescadores con casas al fondo.




En el que fue cuarto de estar familiar en invierno, que se conoce como la sala de la caza menor, se contemplan unas espectaculares escenas, con cazadores y sus perros, liebres, jabalíes, ciervos, caballos, banquetes celebrando las piezas obtenidas… Una maravilla. Muy complicado captarlo bien con la cámara.


En un pasillo de la zona superior, a lo largo de 60 metros hay representadas escenas de caza mayor con los animales y las partes del mundo que se conocían entonces: panteras, antílopes, leones, caballos, elefantes, tigres, rinocerontes… Mauritania, Egipto, Indonesia, Trípoli, India… Aquí permanecí no sé cuánto tiempo haciendo fotos. Luego tuve que correr para alcanzar al guía.




Otro plus de la Villa es la sala de las chicas en biquini. En un principio, era una zona para los criados y tenía mosaicos con dibujos geométricos (aún se pueden ver en una esquina), pero posteriormente se cambió el uso y se colocaron encima mosaicos que muestran a varias jóvenes haciendo deporte en ropa interior, cuyas prendas ofrecen un aspecto bastante actual. Vamos, que los biquinis no se inventaron en los años 60 del siglo XX.


En otras salas aparecen camellos, pavos reales, el mito de Orfeo… Luego salimos a un patio porticado de forma ovoide, en cuyos suelos se distinguen perfectamente tigres, leones, lobos, toros, ciervos… Además, querubines con frutas y ofrendas.


Nuevas salan presentan figuras de caballos y caballeros, toros de Creta, escenas mitológicas, gigantes, diosas y héroes. En la sala de música de la dueña, se representa el mito de Ariane, con tritones y monstruos marinos. Más adelante, se ven coros y actores, escenas de circo, la representación del mito de Eros y Pan; Ulises y Polifemo.




Continuando la visita, vimos nuevas dependencias con personajes recolectando rosas, muchachas enarbolando velos y guirnaldas; patos y gallos, así como medallones enmarcando varios tipos de frutas.



Mención aparte merece la zona destinada a dormitorio del dueño de la casa, con suelos cubiertos de mosaicos con estampas geométricas y medallones con retratos de personajes, aunque la más conocida es una escena erótica (Eros y Psique), en la cual una mujer besa a un efebo, dejando a la vista sus nalgas.



La Basílica -donde se ejercía justicia- era la zona más amplia de la mansión, con 30 X 14,5 metros. La entrada estaba presidida por dos gigantescas columnas de granito rojo.

En fin, reconozco que me he extendido más de lo conveniente tanto en el relato como en las fotografías, pero no puedo evitarlo al tratarse de unos mosaicos tan fantásticos que, aparte de su belleza, suponen testimonios vivos de una época, como una revista ilustrada de otros tiempos.


Disfruté muchísimo en este lugar, uno de mis auténticos imprescindibles en Sicilia, aunque comprendo que va en opiniones y no a todo el mundo tiene por qué gustarle tanto como me gustó a mí.
Si pernoctáis en Piazza Armerina, no perdáis la oportunidad hasta el 14 de septiembre.
Abren desde las 20 hasta las 24 horas, aproximadamente. Según la web, la última entrada es a las 23 horas.
Visita nocturna con un encanto y magia inigualable, con apenas afluencia.
Precio reducido de 10€ (en lugar de los 17€ actuales) y parking gratis.
Parándonos bastante en cada panel informativo y mosaico, la visita da para 3 horas tranquilamente.
Por no arriesgarnos a que nos dejarán encerrados, pues éramos...