El itinerario de esta jornada me planteó muchas dudas. En principio, había pensado ir al Lago di Braies y luego girar hacia el sur, ya que esa noche nos alojábamos en el Hotel Croda Rossa, cerca del Lago Misurina, desde cuyas inmediaciones parte la carretera hacia el Refugio Auronzo, donde teníamos aparcamiento reservado el día siguiente (domingo) para hacer la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo. Sin embargo, un sábado por la mañana no era el mejor momento para ver el Lago di Braies, y para el lunes y el martes se preveían tormentas. De modo que cambié de planes y el recorrido quedó como figura en el título de la etapa, unos 122 kilómetros en total, con el siguiente perfil en Google Maps:

Passo Valparola.
Los primeros 75 kilómetros del recorrido los hicimos de una tirada, circulando por una carretera embutida en el fondo de un profundo desfiladero, a través del hermoso Val di Pusteria, dejando a nuestra derecha el río y unos inmensos bosques con bastantes pinos secos, posiblemente por alguna enfermedad, aunque también había zonas que pudieron resultar afectadas por un incendio. Vimos que los aprovechan para madera. Pasamos cerca de la Chiesa di Rio Pusteria, una antigua fortaleza de la que poco queda en pie. Y paramos también en un supermercado para comprar bocadillos para el pic-nic. Nuevamente, baratos y muy buenos.



Superamos pueblecitos con sus encantadoras iglesias, picachos resultones, bellos prados y panorámicas de postal (cualquier parecido con las fotos que tomé es mera coincidencia) que se fueron haciendo menos bucólicas y más vertiginosas según nos acercábamos al Passo Valparola, situado a 2.168 metros de altitud y cuyo nombre se debe a los hornos de hierro que existían ancestralmente en estos lugares. Para nuestra sorpresa y regocijo, logramos aparcar sin soltar un euro. En adelante, comprobamos que por aquí (provincia de Belluno ya) es más fácil que tal evento suceda.


Este Passo supone la divisoria entre las cuencas hidrográficas del Adigio, que corre hacia el oeste, y el Piave, que lo hace hacia el este. Merece la pena detenerse y echar un vistazo a las impresionantes vistas que se contemplan desde la cima, incluyendo las del cuco Lago Valparola. En toda la zona, se conservan búnkeres, casamatas, trincheras y otros restos de las batallas acaecidas durante la I Guerra Mundial.


De vuelta al coche, solo recorrimos poco más de dos kilómetros hasta llegar al Passo Falzarego, otro de nuestros objetivos del día, pues queríamos tomar el Cable-Car de Lagazuoi. Sin embargo, nos resultó imposible aparcar debido a la enorme cantidad de coches que había. Así que decidimos pasar de largo hasta nuestro siguiente destino. Ya volveríamos después.

Seggiovia (Telesilla) Cinque Torri. Giro delli Torri.
El telesilla se encuentra a unos cuatro kilómetros del Passo Falzarego. Bajando hacia allí, nos dimos cuenta de que estaban celebrando unos campeonatos de atletismo campo a través, con los atletas cruzando la carretera. La verdad es que estaba bien regulado y organizado, pero el gentío era inmenso, lo que explicaba que incluso los arcenes estuviesen copados por los coches.

Por fortuna, encontramos hueco en el aparcamiento del Seggiovia de Cinque Torri, y gratis, creo recordar. En principio, habíamos previsto hacer la ruta de senderismo que sube desde el Passo Giau a Cinque Torri, pero por los alojamientos tenía que ser el lunes o el martes, y daban tormentas para ambas jornadas. Así que preferimos no arriesgar, subir con el telesilla y hacer alguna rutilla una vez arriba, a más de 2.300 metros de altitud.


El recorrido de ida y vuelta nos costó 22 euros por persona. Una vez arriba, las panorámicas son de las que te dejan sin habla. ¡Qué maravillosa inmensidad, presidida por aquellas inconcebibles torres de piedra! Tuve que utilizar el teléfono para captar una panorámica más completa.



Las cinco torres forman parte del Grupo del Nuvolau, tienen forma de aguja y cada una tiene su propio nombre: Torre Grande, Seconda Torre (del Barancio o Romana), Terza Torre o Torre Latina, Quarta Torre, con dos dientes (Torre Cuarta Baja y Torre Cuarta Alta) y Quinta Torre o Torre Inglesa. Vimos a unos cuantos escaladores colgados de sus paredes, intentando conquistarlas.



Además de las propias Cinque Torri, las panorámicas en todas direcciones son fantásticas, al menos en un día despejado y con buena visibilidad como fue el caso. También tocó tirar de zoom con más o menos acierto. Pero eso daba igual.




Hicimos un parte de la caminata del “Giro delle Torri”, que consiste en seguir un sendero entre los picachos, dándoles la vuelta, llegando hasta el valle. Cuando vimos que picaba hacia abajo decididamente, tomamos otro camino, ya que no era nuestra intención tener que subir de nuevo a pie.



La ruta en torno a los picachos tiene su cosilla, con algunas escaleras marcadas en las rocas y demás. Salen fotos muy chulas. Había gente pero sin estar masificado. Pasamos un buen rato.





Por si trastear entre las piedras no fuese suficientemente interesante, las panorámicas que se contemplan son de las que quedan en el recuerdo.



También visitamos algunas de las trincheras, refugios y piezas de artillería que componen un museo al aire libre de los combates que enfrentaron a italianos y austriacos durante la I Guerra Mundial por el dominio de estos lugares.


Desde esta zona se obtienen otras vistas espectaculares de las Cinque Torri. En fin, todo me resultó espectacular. Otro de mis imprescindibles. No hago más que repetirme, pero… ¿cuál descartar? La verdad, no lo sé. Después de tomarnos nuestros bocadillos, volvimos a bajar en el telesilla.

