Hemos visitado la capital de Inglaterra como una docena de veces ya, pero siempre nos parece fascinante.
Hoy es un día especialmente caluroso, así que vamos a intentar hacer actividades de interiores.
En primer lugar, vamos al Museo de Historia Natural. Parece ser que esta idea la ha tenido toda Inglaterra, porque está llenísimo.
Por suerte hemos llegado pronto, pero se va llenando por minutos.
La sala principal, llamada Hintze Hall, nos fascina por su estilo victoriano lleno de detalles naturales. Se encuentra todo tipo de flora y fauna en los arcos, las barandillas, el techo…
Del centro cuelga imponentemente el esqueleto de una ballena azul de 25 metros de largo. La especie animal más grande de la historia. ¡Ni siquiera ningún dinosaurio era así de grande!
Nos encanta la sala de los tesoros del museo: piezas históricas únicas en el mundo, entre ellas, una de las primeras ediciones del Orígen de las Especies de Charles Darwin, o uno de los primeros meteoritos que cayeron en Inglaterra o el fósil del pájaro conocido más antiguo del mundo.
Las salas dedicadas a los dinosaurios están concurridísimas con familias y es complicado moverse. Nos vamos. ¡Ya tuvimos suficientes dinosaurios ayer!
No podemos pasar de largo del Victoria & Albert Museum, que se encuentra justo al lado.
Además, a diferencia del Museo de Historia Natural, ¡el V&A sí que tiene aire acondicionado!
No disponemos de mucho tiempo, porque tenemos una reserva para comer, así que eludimos una gran parte de la colección y vamos a la sala de los cartones de Rafael, unas ilustraciones enormes que sirvieron de guía para realizar unos tapices encargados para la Capilla Sixtina.
Mediante un código QR se puede descargar una audioguía que explica con detalle cada una de las siete obras maestras de este genio del Renacimiento.
Estamos demasiado poco tiempo, tenemos reserva para comer el típico fish and chips en un elegante pub londinense, en el que nos sentimos lords por un ratito.
El Blue Boar Pub está muy cerca del lujoso centro comercial Harrods, al que entramos para huir del calor de la calle.
Alucinamos con la decoración egipcia de las escaleras, un tanto extrema.
En las plantas de perfumería nos invade un aroma a fortuna, de la cual no disponemos, así que curioseamos sin comprar nada.
Por la tarde tenemos previsto montar en el autobús hop-on hop-off de la compañía Big Bus Tours.
No es porque estemos cansados de caminar (aunque sí que lo estamos
Con expectativas moderadas subimos a la parte superior (nos da el sol en la cabeza y nos vamos a freír), bajamos a la parte interior (no hay aire acondicionado) y ahí nos resignamos.
Enchufamos los auriculares que puedes coger justo al subir al autobús para escuchar el audioguía y para nuestra sorpresa, nos explican los sitios más icónicos de nuestra ruta dos divertidos presentadores británicos que tienen mucha gracia.
Al menos en la versión en inglés.Es para todos los públicos y dan fechas y datos históricos pero también un montón de anécdotas y curiosidades.
Nos hemos montado en la ruta azul por casualidad, y la vuelta completa son tres horas y media.
A medida que la gente va bajando y subiendo del bus, poco a poco vamos cambiando de asiento hasta conseguir estar en el piso de arriba, con mejores vistas, y a la sombra.
¡Pasar por encima del icónico Tower Bridge en un autobús sin techo es toda una experiencia!
Pone en la web que el tícket “Discover”, el que tenemos, también incluye un trayecto en ferry por el Thames. Llegamos antes de la hora del último ferry en el muelle de Tower Bridge.
Y esperamos, y esperamos, pero no pasa ningún ferry ni hay nadie para darnos información.
Al cabo de un buen rato, varias familias y nosotros nos vamos decepcionados, pero bueno, no hay disgusto que no se arregle con un paseo nocturno por algunas de las maravillas de la capital, como el imponente rascacielos the Shard o el victoriano hotel Saint Pancras.