Ese día hicimos el trekking por el Glaciar Nigardsbreen. Ya habíamos caminado por el glaciar Perito Moreno, en Argentina, pero no todos los días se tiene la oportunidad de caminar sobre un glaciar, y en Islandia no pudimos hacerlo.
En el caso del Glaciar Nigardsbreen, hay dos opciones de caminata, una más corta, que se está 1.5 horas en el hielo (en total 4,5 horas) y otra más larga (2,5 horas en el hielo). Hicimos la corta, porque llevaba la rodilla fastidiada. En otras condiciones hubiese hecho la larga, me quedé con ganas de más.
Antes de llegar al punto de encuentro pasamos por el centro de interpretación, donde hay un mirador al glaciar de lejos. Después, en el punto de encuentro (parking de pago), nos dieron los crampones y el piolet y comenzamos nuestro camino al glaciar, una parte en barco y otra caminando.
El glaciar se ha retraído bastante los últimos años, por eso hay que caminar un buen rato hasta llegar al hielo. Una vez allí, nos pusimos los crampones, nos dividieron en dos grupos de 15 personas y nos ataron los unos a los otros con una cuerda. Esto me extrañó, no lo había visto en otros sitios, pero después, cuando vi la inclinación del terreno, comprendí por qué lo hacían.
El día estaba soleado y la luz reflejaba en el glaciar de manera que parecía iluminado por bombillas azules. La pena es que, debido a los días de lluvia y al calor, el hielo no estaba muy compacto, y tampoco muy limpio. Pero fue una gran experiencia. Comimos el bocadillo en el glaciar y comenzamos la bajada. Había algunos tramos peligrosos y hubo alguna que otra caída.
La experiencia nos gustó mucho, a pesar de que el Nigardsbreen, como todos los glaciares de Noruega, está perdiendo terreno año a año. No sé por cuántos años se podrá seguir caminando por el glaciar.
La tarde la pasamos en el Viki Fjordcamping, que tiene barcas de remos a disposición de los huéspedes y estuvimos disfrutando del fiordo.