Ushuaia, la ciudad más austral del mundo ✏️ Diarios de Viajes de Argentina

Al día siguiente, la empresa Ves Patagonia fue a buscarnos al alojamiento a eso de las 10:15 para ir al aeropuerto. Muy temprano me pareció a mí, al no salir nuestro vuelo antes de las 13:00 aproximadamente. Ese día íbamos a volar a Ushuaia, uno de los destinos más apetecibles del viaje a la par que incierto, puesto que no sabía qué tiempo iba a hacer exactamente ni si íbamos a poder hacer las excursiones pensadas, sobre todo las marítimas. Nada más llegar y facturar, pagamos las tasas de salida del aeropuerto, que eran de 76 $ por persona. Por desgracia, nuestro vuelo iba a salir con retraso, más o menos una hora aproximadamente. Fue el más corto de todos los que hicimos (sólo una hora y 15 minutos), pero creo que nunca en mi vida he visto alguno más espectacular que éste . Atravesó el estrecho de Magallanes, que es el que separa la isla de Tierra de Fuego del continente americano, el lago Fagnano, la cordillera andina en su tramo final, pero sobre todo impresionó cruzar el canal Beagle, seguir hacia el sur a isla Navarino (territorio chileno), dar la vuelta hacia el norte y descender en paralelo al canal Beagle hasta aterrizar. Esto lo hace porque Ushuaia está al pie de las estribaciones finales de los Andes y es una isla muy montañosa, por lo que para aterrizar tiene que ir perdiendo altura mientras que da vueltas en torno al canal. Además, la pista de aterrizaje está en un terreno artificial paralelo al canal. Si se sale el avión, ¡al agua patos!. Lamentablemente no dejé constancia fotográfica de semejante aterrizaje, primero porque iba más preocupado de la presión en mis oídos y segundo porque cuando la azafata dijo que durante el aterrizaje no se podían utilizar aparatos digitales, me faltó tiempo para guardar la cámara. Eso sí, todo el mundo hartándose de hacer fotos.......menos yo.

Nada más llegar pillamos un taxi para que nos llevaran hasta el alojamiento, el Aparthotel del Bosque. Nos costó 50 $. Ya comprobamos que el tiempo no invitaba a tomar el sol precisamente y estaba nublado amenazando lluvia y con viento. De hecho el taxista nos comentó que ese verano había sido el peor en unos cuantos años y que era mejor que no hiciésemos demasiado caso a las predicciones meteorológicas, porque de lo contrario no íbamos a hacer ninguna actividad. Sin embargo, el tiempo sí que afecta si lo que quieres hacer es una navegación por el canal Beagle y no te deja planificar el resto de actividades.

Aparthotel del Bosque:

Está en la calle Hernando de Magallanes, como a 5 cuadras del puerto y a uno menos de la principal calle San Martín. Cuando íbamos hacia él me dio un soponcio. Ya sabía yo que había una cuesta incómoda para subir al hotel, pero no me esperaba ese pedazo de subida que no tendría nada que envidiarle a las de San Francisco.

A nosotros nos dieron un apartamento que estaba en la planta baja. Desde la recepción del hotel había que bajar unas escaleras hacia un jardín y allí mismo estaba la entrada. El apartamentito estaba bastante completo, con su salón con cocina americana (ésta no la utilizamos), su dormitorio y el cuarto de baño, su calefacción (que nos vino de perlas). La limpieza me pareció la adecuada y la comodidad también, por lo que por ese lado me parece recomendable. Dentro del hotel hay wifi y junto a la recepción también hay un ordenador para conectarse a Internet. Lo que sí me pareció flojo es el desayuno, porque el buffet era mini, mini. Casi que no sabías que coger para variar un poco y fue así 3 días. Es lo que más me decepcionó del hotel: la comida.


Excursiones:

Lo que tenía de antemano pensado hacer era la excursión a la estancia Harberton con regreso terrestre, que pasaba por el mirador del paso Garibaldi, para de esa manera ahorrarme la excursión de los lagos Escondido y Fagnano y por otra parte apuntarme también a la del Parque Nacional Tierra de Fuego.
Sin embargo, a priori no pintaba demasiado bien la cosa, porque el día que llegamos hacía viento, al día siguiente supuestamente más viento todavía e incluso con probabilidad de nieve y el viernes, que era nuestro último día completo, parecía que nublado y algo menos de viento (de 50 km/h a 20 km/h aproximadamente). Y eso en una página de pronósticos, porque en otra la cosa pintaba diferente.

Con estas premisas nos fuimos a buscar una agencia en la calle principal (20 $ el taxi). Estábamos entre Rumbo Sur y Tolkeyen y fuimos inicialmente a la primera. Allí me comentaron la posibilidad de hacer al día siguiente la del lago Escondido o navegación y al otro día la del Parque Nacional de Tierra de Fuego, pero a mí no me convencía demasiado el tiempo previsto para el jueves, así que decidí que era mejor apuntarse al parque y dejar para el viernes o bien la navegación o los lagos Escondido y Fagnano. La excursión del parque nacional fueron 380 $ por persona.

Parque Nacional Tierra de Fuego:

Pasaron a buscarnos creo que cerca de las 8 de la mañana y no había buenas sensaciones con el día. Estaba muy nublado, caía agua nieve y el viento que soplaba era un poco gélido.

Nos tiramos como una hora pasando por hoteles para recoger gente y yo estaba que me subía por las paredes. Cuando llegamos a la entrada del Parque Nacional, junto a la estación del tren del Fin del Mundo, eran más de las 9 de la mañana y hacía un frío de narices, porque seguía cayendo agua nieve acompañada de viento. En principio no tenía interés alguno en hacer la excursión en tren, porque en mi opinión el precio es abusivo. De no hacer esto, creo que había una parada junto a la bahía Ensenada, que es lo que me interesaba. Sin embargo, con el frío que hacía y por el hecho de no estar yo sólo de viaje en Argentina, no me quedó más remedio que ceder y comprar los billetes, al módico precio de 290 $ por persona. ¡Casi nada!. Menos mal que una vez más nos ahorramos la entrada al parque nacional. El trayecto es de unos 7 km. Casi perdemos el tren porque no sabíamos cuál nos habían asignado y nos tuvieron que acompañar. Nos llevaron al primer vagón detrás de la locomotora. ¡Menuda gracia! Como es un tren a vapor, de vez en cuando la locomotora expulsaba un chorro de humo y casi siempre que hacía una foto no se veía torta. La de fotos que tuve que repetir para sacar algo. Por otro lado no paraba de llover y las ventanas estaban empañadas y llenas de gotas de agua. En resumen, que la mayor parte de las fotos fueron una birria. El tren lo hicieron para poder transportar la madera necesaria desde el parque nacional hasta el Presidio. El recorrido va cerca del río Pipo y pasa por un cementerio de árboles, donde los castores han hecho de las suyas y han talado bastantes. Se hace una parada, en la estación Macarena, desde donde se puede subir a una pequeña cascada. Afortunadamente en este punto el tiempo nos respetó un poco y dejó de llover, aunque a ratos había ráfagas de viento que molestaban.

Nos reunimos después con el resto del grupo y fuimos al lago Roca. Este lago de origen glaciar está compartido por Argentina y Chile, en cuyo territorio están las 2/3 partes. El lago se forma a partir del río Lapataia y recibe el nombre del presidente Julio Argentino Roca. Cuando estábamos allí incluso llegó a salir el sol.

La siguiente parada fue en el Centro de Visitantes Alakush, junto al lago Roca. Aparte de tienda de souvenirs y cafetería, hay una exposición sobre el Parque Nacional y la isla de Tierra de Fuego, con información de la formación de los glaciares, vegetación y fauna típica del parque y de los primeros pobladores, como la tribu de los yámanas. Desde la terraza hay vistas del lago, la isla Salmón en el centro del lago y del cerro Cóndor, que separa los dos países. Aquí comenzó de nuevo a caer agua nieve.

Después de unos 40 minutos continuamos hasta el sendero de la castorera. El recorrido es muy corto y no creo que tenga una longitud de más de 300 m. Se observa como los castores han talado árboles y se han ido formando diques.

La última parada que realizamos en el parque fue la correspondiente a la bahía de Lapataia, en el punto donde finaliza la ruta nº 3 y está la senda que hace el recorrido por la costa. Cuando bajamos del autobús estaba nevando un poco y no había mucha visibilidad en la bahía, pero en menos de 5 minutos se puso a nevar con intensidad y tuvimos que volver al autocar a prisa y corriendo, con parte de la ropa empapada al derretirse la nieve y bastante frío. Yo había cometido la ingenuidad de no comprarme un pantalón impermeable.

Durante el trayecto para salir del parque nacional y hasta Ushuaia no paró de nevar copiosamente y esa tarde continuó durante varias horas.

Después de secarnos a base de calefacción en el hotel y cuando por fin hubo parado de nevar, volvimos a la agencia Rumbo Sur para ver si había posibilidad de apuntarnos a la excursión de los lagos Escondido y Fagnano al día siguiente, en caso de que las navegaciones por el canal Beagle fueran suspendidas. Tuvimos mala suerte y resulta que la excursión de los lagos no la realizaban los viernes. Luego estuvimos en Comapa Turismo y aquí me atendió una chica muy amable que estuvo preguntando en varias agencias. En Tolkeyen me comunicó que sí que organizaban la excursión al día siguiente y quedamos en llamar a dicha agencia antes de las 8:30 para que se pasaran por el hotel a buscarnos en caso de que no hiciésemos la navegación.

Estancia Harberton:

Sin embargo, el día que había previsto para hacer la navegación fuimos afortunados con el tiempo y amaneció sólo nublado y con poco viento. Pedimos en recepción que llamaran a Catamaranes Canoero para preguntar si iban a salir las navegaciones esa mañana y nos dijeron que sí. Menuda suerte, porque tanto el día que llegamos Ushuaia como el anterior, habían sido suspendidas por el viento. Para no perder un minuto de tiempo pedimos que nos hicieran la reserva por teléfono. Nos costó 750 $ por persona. Nos marchamos a prisa, voucher en mano, hacia el puerto, donde debíamos estar en torno a las 8:30. En la caseta de Catamaranes Canoero nos canjearon el voucher por un ticket y nos dieron un descuento para tomar un chocolate en una chocolatería de Ushuaia y otro papel para que nos dieran en una tienda de souvenirs de la calle San Martín un mapa del recorrido por el canal Beagle. Pagamos en el puerto la tasa de 10 $ y nos dirigimos hacia el barco.

En el rato que tardó el barco en salir del puerto, estuve entretenido haciendo fotos de Ushuaia con la cordillera andina detrás. Tras realizar el barco las pertinentes maniobras permiten que la gente salga a la cubierta. En el interior una guía va dando explicaciones sobre el canal, pero si quieres estar fuera, que es donde se ven bien los paisajes (aunque hay ventanales en el salón), es un problema, porque no hay megafonía en el exterior y no se oye absolutamente nada, así que no se puede decir que hiciera mucho caso de la guía. Según va saliendo el barco de Ushuaia a la derecha en el sentido de la navegación queda la isla Navarino, que es territorio chileno.

La primera parada que se hace en la excursión es la conocida como isla de los Pájaros, donde en un islote no muy grande hay concentrado un número enorme de cormoranes.

Más adelante hay otro islote más pequeño con la misma especie de aves,

que precede a la parada correspondiente a la isla de los Lobos (también hay cormoranes). Están amontonados casi unos encima de otros porque el islote es pequeñísimo. Estuvimos un ratillo viendo los lobos marinos desde todos los ángulos y acercándonos lo más posible. Algunos estaban en posiciones un poco raras, que ahora mismo no recuerdo si se estaban apareando (si no lo era lo parecía).

A continuación llegamos a uno de los islotes de Les Eclaireurs, donde se encuentra el archiconocido faro publicitado como faro del fin del mundo, aunque dicho faro realmente era el de San Juan en la isla de los Estados. El faro de Les Eclaireurs no tiene nada de especial realmente, pero impresiona su ubicación en un islote en medio del canal Beagle con la bahía de Ushuaia al norte y la isla Navarino al sur.

Prosiguiendo la navegación, que por cierto estaba transcurriendo con un tiempo estupendo entre sol y nubes y nada de frío, se alcanza a observar en la isla de Navarino el poblado de Puerto Williams, base militar con una pequeña población civil. Es donde se encuentra el mayor número de personas del pueblo yámana.

En el lado norte del canal Beagle se llega a la estancia Remolino, creada en el último año del siglo XIX por el misionero anglicano John Lawrence al conseguir las tierras por una donación del presidente argentino de la época, Julio Roca, en reconocimiento por la obra social realizada con los indígenas en la misión de Ushuaia. Frente a esta estancia se puede observar un barco medio hundido. Es el barco de vapor Sarmiento, que en 1912 encalló en las rocas Lawrence del área de punta Remolino. El capitán consiguió acercar el barco hasta poca distancia frente a la estancia, donde quedó abandonado. Los pasajeros y la tripulación pudieron huir en los botes salvavidas.

La siguiente parada fue en la isla Martillo, donde si bien no desembarcamos, el barco paró en la orilla de la playa. El interés de esta isla es la existencia de diferentes especies de pingüinos.

- Pingüino Rey: Se diferencia de los demás por las manchas naranjas de la cabeza. No es una especie de la isla y no tiene colonia reproductiva allí.
- Pingüino de Magallanes: Tiene manchas blancas sobre negro. Es la colonia mayoritaria y permanece en isla Martillo de octubre a abril.
- Pingüino Papúa: El pico lo tiene de color naranja. Está en la isla todo el año.

A pesar de no ser ya la mejor época, 21 de marzo, todavía vimos bastantes pingüinos. Estuvimos allí un ratillo intentando diferencia unas especies de otras y de localizar el pingüino Rey (sólo había un ejemplar), grabando su movimiento. Fue el lugar donde más frío pasamos con diferencia.

Esta isla junto con isla Gable son propiedad privada y pertenecen a la estancia Harberton, que fue la siguiente parada. La gente que sólo hace la excursión de la pingüinera sin descenso no se baja del barco y vuelven a Ushuaia. El resto enseñamos el ticket y desembarcamos a la estancia.

La historia de la fundación de esta estancia es similar a la de la estancia Remolino, en cuanto a que fue construida a consecuencia de la donación de tierras realizada por el gobierno argentino a un misionero anglicano, Thomas Bridge, por la labor evangelizadora del pueblo yámana. El nombre de Harberton proviene del nombre del pueblo en el que nació la esposa del misionero. Fue fundada en 1886 y ocupa aproximadamente 20000 Ha. Aún hoy descendientes de ese misionero viven en la estancia: Thomas Goodall (bisnieto de Thomas Bridge) y su esposa, la bióloga estadounidense Natalie.

La ubicación de la estancia Harberton es idílica. Sólo desde el muelle, junto al que se encuentran varios de los edificos más importantes, se puede contemplar la bahía Harberton. Y es sólo un pequeño rincón dentro de las 20000 Ha. Pensándolo bien, debe ser bastante duro vivir allí, con comunicación por barco con Ushuaia sólo de octubre a abril y por tierra por una carretera de ripio (en la que supongo que nevará) antes de conectar con la ruta nacional 3 que lleva a Ushuaia. El funcionamiento de la estancia es principalmente turístico y estos son los edificios que se pueden ver al desembarcar:

- Jardín botánico.

- Casa de té Mánacatush: Hay algunos paneles con información de la familia Bridges y descendientes, de los grupos nativos de Ushuaia. Por supuesto se pueden tomar algunos dulces y bebidas. Recuerdo que había tarta de manzana, de chocolate y otra de ruibarbo. Para el que quiera tomar algo más contundente, hay también un restaurante en dirección al museo.

- Museo Acatushún: Fue fundado por la esposa de Thomas Goodall, la bióloga Natalie Goodall, como resultado de varias décadas de investigación. La colección está formada por mamíferos y aves australes, como ballenas, cachalotes, delfines, marsopas, focas y lobos marinos, de algunos de los cuales se pueden ver partes de esqueletos y los correspondientes paneles explicativos. La visita del museo es guiada y dura aproximadamente media hora (o al menos es así para los que van en la excursión desde Ushuaia).

Pasadas las 3 de la tarde subimos al autocar que nos tenía que llevar de regreso a Ushuaia, presentando el ticket de la excursión. Este trayecto no es una excursión, pero se hacen varias paradas a lo largo de la ruta complementaria "J" (la carretera de ripio que enlaza con la ruta nº 3):

1ª Castorera: Para ver el efecto destructor de los castores en los bosques y ríos del entorno natural al construir los diques.

2ª Árboles bandera: Debido al intenso viento que sopla en la Patagonia, hay árboles que han crecido con las ramas en la dirección del viento.
La siguiente parada fue en la ruta nacional nº 3, en el mirador del paso Garibaldi. Desde este lugar se observa una panorámica del lago Escondido en primer plano y el lago Fagnano detrás. Sin embargo, para cuando llegamos al mirador el tiempo había cambiado radicalmente, hacía bastante frío, había niebla y llovía, por lo que la visibilidad era muy escasa y no estuvimos allí más de un minuto. Una pena, porque uno de los motivos de la excursión era poder ver los lagos, pero al menos la navegación y la visita de la estancia Harberton la habíamos realizado con un tiempo muy bueno.

La ciudad no es bonita, aunque destaca por la panorámica de la bahía de Ushuaia y la cordillera de los Andes. Tampoco es cómoda para andar, porque en cuanto te desplazas una cuadra al norte de la calle principal, las cuestas son considerables, no hay buena iluminación e incluso las calles carecen de acera en algunos casos. Para casi cualquier cosa hay que ir a la Avenida San Martín, que es donde está la mayor parte de los restaurantes, agencias de viajes, tiendas de souvenirs y ropa, etc... Por otra parte, en los días que estuvimos había huelga y se realizaban cortes de las calles con barreras, lo que dificultó en algunas ocasiones el desplazamiento en taxi o mismamente en el autocar de las excursiones.

Lo que se puede hacer en la ciudad de Ushuaia de actividades culturales es visitar museos. En los ratos que nos dejaron libres las excursiones fuimos a los siguientes:

Museo Yámana:

Cuesta 60 $. El horario es de 12 a 19, cerrado el martes. Es un museo bastante pequeño que tiene sólo 3 salas, en las que se informa sobre las tribus nativas que había en la isla de Tierra de Fuego antes de que llegaran los europeos.

Sala 1: Época de la última glaciación en la isla y en el canal Beagle. La isla se puebla con las tribus de los Selknam (Onas) y Yagan (Yámanas).

Sala 2: Llegada de occidentales a la isla y desaparición de la mayor parte de la población nativa como consecuencia de enfermedades tales como el sarampión y la tuberculosis, procedentes de los viajeros occidentales.

Sala 3: Costumbres y modo de vida de las tribus, centrada en los yámanas.

Los yámanas eran un pueblo nómada canoero que se dedicaba a la caza, recolección y pesca, que se establecieron en la isla de Tierra de Fuego hacia 7000 a.c.

Museo Marítimo y del Presidio:

La entrada normal cuesta 110 $. Los discapacitados no pagan. El horario es diario de 12 a 20.

El Museo Marítimo tiene una colección de maquetas de barcos, incluidas varias correspondientes a los que naufragaron.

La historia del Presidio se inicia en 1896 cuando atraca en Ushuaia el primer barco con 14 convictos y comienza la construcción de una carcel de reincidentes, formada al principio por casas de madera y chapa. La idea era colonizar con presos. Por otro lado, el Presidio Militar que estaba en la isla de los Estados, se trasladó a Ushuaia en 1902 por motivos humanitarios. Se comenzó a construir el Presidio Nacional ese mismo año con el objetivo inicial de formar una colonia penal con más de 500 convictos, para lo que se reservó terreno en la bahía Lapataia junto al límite con Chile. En 1911 el gobierno argentino decretó la integración del Presidio Militar con la Cárcel de Reincidentes. Fuera de la cárcel, los presos se dedicaban a hacer obras civiles, destacando la construcción del Tren del Fin del Mundo. En la década de 1920 el Presidio contaba ya con 5 pabellones de presos.

Actualmente las visitas guiadas (se puede hacer por libre si se quiere) que se realizan son en el pabellón 4, que es el museo del Presidio propiamente dicho, donde en las celdas se pueden contemplar paneles informativos o bien contienen una recreación de cómo vivían los presos allí.

Los pabellones 2 y 3 contienen galerías de arte y exposiciones temporales respectivamente. El pabellón 1 es el histórico. En el exterior, entre los pabellones 1 y 2 hay una recreación del faro de San Juan de Salvamento (el verdadero faro del fin del mundo). Nosotros hicimos la visita guiada de las 18:30 en la que nos explicaron la historia de la creación del Presidio y de alguno de los presos más violentos. Especialmente repugnante es la de Cayetano Santos, alias Petiso Orejudo.

Cayetano era hijo de un matrimonio de inmigrantes italianos que se había establecido en Buenos Aires. El niño nació con graves problemas de salud a caso de los vicios de su padre, que era alcohólico y padecía sífilis. Desde muy pequeño fue maltratado por el padre y mostraba signos de comportamiento violento, ya que con la edad de 7 años comenzó a maltratar y torturar con sadismo a niños muy pequeños. De hecho el primer asesinato de un niño lo cometió con 10 años (intentó estrangular a una niña de 3 años y tras fracasar en el intento la enterró viva). Otra de sus aficiones era matar pájaros, que los guardaba a modo de colección en su casa, e incendiar edificios. Con 16 años fue detenido y reconoció 4 asesinatos de niños (aparte del citado inicialmente, otros cometidos mediante ahorcamiento, incendiando la ropa, estrangulamiento, etc...) Inicialmente fue trasladado a un hospital psiquiátrico, pero tras atacar a varios pacientes ingresó en prisión. En el Presidio de Ushuaia pasó los últimos 15 años de vida, donde estuvo sometido a agresiones continuamente. Se dice que su muerte se produjo a manos de otros reclusos al asesinar al gato que tenía como mascota uno de esos presos. ¡Menudo angelito!.

Como el museo lo visitamos después de la excursión de la estancia Harberton y tardamos un ratillo en llegar, no nos pudimos entretener demasiado, así que aparte de ver el museo Marítimo deprisa, no nos dio tiempo a las otras dependencias: Museo Antártico, Museo Policial y Penitenciario, Museo de Arte Marino.


Restaurantes:

Como el resto de comercios, la mayoría están en la Avenida San Martín y alrededores.

Hostal del Bosque: Este alojamiento lo habíamos elegido entre otros motivos por los comentarios que habíamos leído en Internet acerca del restaurante, que en general eran muy positivos. La realidad es que nos decepcionó y no nos pareció que fuera tan bueno.

- Fetuccini con salsa de camarones: Encharcado en salsa.
- Provoleta Selkman, con queso fundido y centolla: Lo que más me gustó.
- Pesca del día: Mero con verduras.
- Crocante del Hostal: Similar a los crostinis italianos.
- Agua mineral.

La cuenta fue de 373 $. La carta es muy corta.

Tante Nina: Está en la esquina de la Avda. Maipu con la calle Gobernador Godoy. Está especializado en pescado, sobre todo en merluza negra y centolla, que son los platos que recomiendan los camareros.

- Merluza negra con salsa de puerros: Exquisito en mi opinión.
- Centolla a la húngara.
- Panqueque de manzana al ron: Muy bueno.
- Panqueque de dulce de leche: Quizás esté equivocado, pero me supo a un poco quemado.
- Agua mineral.

La cuenta ascendió 544 $. El problema del restaurante es que es muy caro y cuesta trabajo elegir platos sin que se dispare la cuenta.

Tante Sara: Es una cafetería que está en la Avda. San Martín, 701. No me esperaba mucho, pero estuvo verdaderamente bien. Merece la pena ir y es más barato.

- 2 tortillas de pollo grillado con queso y champiñones, acompañadas de ensalada: Eran enormes (supongo que serían de 2 huevos) y estaban riquísimas.
- 2 batidos de plátano.
- 1 porción de tarta de queso con mermelada de frambuesa: Rica, rica. Nada de gelatina empalagosa.