Como ese día teníamos pensado usar bastante el transporte público, compramos abono de 24 horas, 1650 florines. Nuestro primer objetivo del día era la Isla Margarita. Cogimos la línea 3 del metro hasta Nyugati y allí el autobús 26 que recorre la isla hasta el final, desde donde empezamos nuestro recorrido hasta el extremo opuesto. Se ve mucha gente corriendo, paseando, o en unas extrañas bicis de varias plazas.
Hay un pequeño jardín japonés, que conserva su encanto pero que tuvo tiempos mejores. También encontramos las ruinas de un convento franciscano, donde estuvo enterrada Santa Margarita, que da nombre a la isla. Vimos un pequeño zoo, que hace la delicia de los niños. Nos llamó la atención que tratasen allí las cigüeñas como animales exóticos, esas aves que tan familiares son en mi tierra. Otro de los lugares destacados de la isla es la torre del agua, actualmente centro de exposiciones.
Tip sobre la Isla Margarita:

Pero lo que más nos gustó fue la fuente musical, junto al monumento al centenario, que se hizo para conmemorar el centenario de la unión de Pest, Buda y Óbuda. A las horas en punto baila al son de la música. Justo nos dieron allí las 12 de la mañana y nos quedamos a ver algunas piezas. Una de las que ponen siempre y que tienen muy bien conseguida es el vals de Strauss “A orillas del Danubio Azul”, como no podía ser de otra manera allí, en medio del Danubio (que no vi azul en ningún momento).
(Perdón por la calidad de la imagen y del sonido, pero el vídeo está grabado con el móvil)
De allí nos fuimos al inicio del Puente Margarita, en la parte de Pest, para coger el barco de la línea D11, que recorre el Danubio a su paso por Budapest. Los días de diario está incluido en el abono transporte, pero los fines de semana no. Su precio es de 750 florines. Es un barco pequeño, sin cubierta exterior, pero por las ventanas abiertas pudimos hacer fotos de los preciosos monumentos de ambas orillas del Danubio.
Nos bajamos junto al Monte Gellert, en Buda, a la altura del Balneario Gellert. Vimos el edificio por fuera, y subimos un poco, hasta la iglesia rupestre. Pero hacía calor y ya teníamos hambre, así que decidimos cruzar el puente de la Libertad para visitar el mercado. Este puente metálico verde es uno de los que más nos han gustado de Budapest.
El mercado estaba en pleno funcionamiento, y no desierto como el domingo por la tarde, cuando tuvimos que refugiarnos allí de la lluvia. Es grande y bien bonito. En la planta baja hay puestos de fruta, carne, pescado, dulces... En el sótano está el pescado y los encurtidos. Y en la primera planta está la artesanía y los puestos de comida. Hay comida para todos los gustos, a nosotros nos encantó. Comimos en el puesto número 4, berenjena rellena y hoja de col rellena, ambas con guarnición de diferentes tipos de col. Estaba todo buenísimo. La comida y dos cervezas de ½ litro de tirador nos costaron 3200 florines.
Desde allí cogimos el tranvía 6 hasta Astoria, junto a la Gran Sinagoga. Nuestra intención era un vistazo rápido, ya que queríamos aprovechar la tarde en el Balneario Szécheny. Habíamos leído en el foro que se podía entrar en el recinto hasta cierto punto sin pagar, y ya comprar entrada para visitas guiadas o más completas por libre. Pero no nos entendimos con el guarda, así que como llevábamos prisa no pagamos los 2900 florines de la entrada. Quedó para otra ocasión, que al final no llegó.
Tras un breve paso por el hotel, que nos pillaba al lado, cogimos el metro 1 para llegar a los Baños Szécheny. La entrada nos costó 4100 florines, con derecho a taquilla. Empezamos por las piscinas interiores, que son las que cierran antes (a las 7 de la tarde). Hay muchas, de todos los tamaños, formas y temperaturas. Pero las más bonitas son las primeras. Tras pasar casi una hora probándolas casi todas, salimos a las piscinas exteriores, el verdadero fuerte de este balneario. Tiene 3 piscinas, la central, a 26 ºC, habilitada para el nado, la única en la que el uso de gorro es obligatorio; la más caliente a 38 ºC, en la que te recomiendan estar un máximo de 20 minutos; y la última, que está a 31 ºC en verano y a 34 ºC en invierno, con chorros, zona de burbujas, y un círculo en el que el agua te iba llevando, muy divertido, aunque acababas cansado.
Volvimos a las piscinas interiores, y estuvimos un rato más hasta que nos mandaron para fuera poco antes de las 7. Seguimos disfrutando de las piscinas exteriores hasta las 8, cuando decidimos dar por finalizada nuestra tarde de balneario. Cuando íbamos hacia las duchas dos cosas nos llamaron la atención. Una, que las primeras piscinas interiores, no estaban cerradas, había gente bañándose, no sabemos por qué. Y la segunda es que parece ser que la zona de taquillas estaba cerrada, supuestamente desde las 7, y no nos querían dejar pasar. No sabemos si es que deberíamos haber cambiado nuestras cosas a esa hora, ni idea. Finalmente, el guardia nos dijo que si solo nos queríamos cambiar nos dejaba pasar. Y cuando salimos, por donde habíamos entrado esa tarde, cerró la puerta con llave detrás de nosotros.
Ya casi sin luz dimos un paseo por el parque de la ciudad, y la Plaza de los Héroes. Es una zona a la que nos hubiese gustado dedicar más tiempo. Una de las cosas que llama la atención es el castillo Vajdahunyard. Inicialmente se levantó en madera y cartón para la expo de 1896, pero tuvo tanto éxito que se reconstruyó utilizando piedra y ladrillo.
Teníamos pensado aprovechar el bono transporte para ir a Buda a ver Pest iluminada. Pero cuando acabamos de cenar ya era tarde, estábamos cansados y lo dejamos para otro día.