Una de las etapas mas duras que he hecho yo en mucho tiempo. Así se resume lo que ha acontecido.
A las 23:00 me ha despertado Ibrahim con su clásico "eat" mientras me daba una taza de té. Afuera se sigue escuchando nieve y hace un frío potente. Aquí es la primera vez (de muchas) que me he cagado un poco porque yo no veía nada claro pasar la noche subiendo un collado a 5.600 m después de dormir 3 horas siendo generoso. No me ha quedado otra, en este punto, que dejarme llevar. Después de desayunar un poco, huevos fritos, porridge y un café, nos hemos preparado.
Yo me he puesto las mallas térmicas, el pantalón de invierno, camiseta, forro y plumas, más gorro, braga y los guantes gordos. Una vez preparados, mismo ritual que ayer. Esta vez me han incluido en el círculo. Los 4 que somos, más los dos chavales del "rescue team", se han puesto con las manos para arriba a volver a cantar el mismo verso de ayer, en plena noche con los frontales y cayendo nieve a saco. La escena es tremendamente épica. No sé puede negar que a uno se le ponen los pelos de punta. Cuando han terminado el cantico me ha salido un "amén" mental por si las moscas.
La ruta ha sido una barbaridad. Hemos empezado a andar a las 12:00 de la noche. Al principio todo bien, unos dos kilómetros por piedra y nieve relativamente sencillos, sin parar de nevar, lo que arrojaba ya una estampa muy montañera con todos llenos de nieve por hombros, cabeza, mochilas y cara. Yo aquí me veía guay, hasta emocionado. A los dos kilómetros es cuando ha empezado la fiesta, lo que ha seguido hace que esto no se pueda considerar trekking, ya que la dureza de las condiciones de nieve y lo técnico lo acercan mas a una etapa de alpinismo.
Para llegar a Gondogoro La, que está a 5.585 m, hay que cruzar un glaciar importante. Vamos en fila pisando la huella del de delante. La estatura media de los pakistaníes que van conmigo será fácil 1,65 y todos muy delgados. Como peso bastante más que ellos, la nieve suelta cede conmigo aunque pise exactamente en el mismo sitio. Ellos marcan la huella, pero yo me hundo hasta la rodilla en cada paso. Tras tres días nevando no hay base dura debajo, solo nieve polvo, así que es como andar por harina. Se hace lentisimo ir andando de esta manera. Aquí he empezado a ponerme ya nerviosillo porque era un suplicio avanzar y me llevaba agotadisimo. Hay que decir que en todo momento Musa y uno de los del rescue team iban conmigo. Para colmo, en una de estas que me he hundido, lo que había debajo era agua subterránea y se me ha metido agua en la bota derecha, ni con la polaina me he librado. Aquí ya la he liado porque no habíamos ni empezado a subir.
El kilómetro que tendría el glaciar hemos tardado más de una hora en cruzarlo, lo que no me imaginaba era lo siguiente. Una vez cruzamos el glaciar, está el equipo entero y aquí empiezan a ponerse los arneses, los crampones y demás. Me colocan el mío y me dicen que piolet no hace falta porque siempre voy a ir asegurado y hay mucha nieve. El equipo empieza a subir, pero yo no soy consciente de por dónde hasta que me dan un mosquetón bloqueante, que enganchan a la cuerda y a mi arnés. Yo aquí me ha venido la frase de mis padres de "Ya has hecho la gracia". Miro el GPS y estamos a 5.200, por lo que son 400 metros de subida. Llevo el corazón a doscientos y asfixiadísimo. De repente me veo que Musa y el chico empiezan a subir por una pala empinadisima medio hundidos en nieve. He intentado seguirles y es que era incapaz de subir, me decía Musa que clavara las puntas del crampón, pero es que hay tanta nieve que, aun clavando las puntas, se me iban los pies para abajo, no había donde clavarlas y me quedaba hundido hasta la cintura sujetado por el arnés. Para nada me imaginaba este panorama. Todo esto sin parar de nevar, que lo único que ves son copos cayendo enfrente de tu frontal y el vaho de tu respiración. Me he bloqueado y he tenido que parar un minuto enganchado al arnés para recuperarme. Volver para atrás, aun siendo una opción, me parece también una locura después de la que he sufrido en el glaciar. Los guías, la verdad que de diez, me han dejado un rato y luego me han ido dando indicaciones sin ponerse nada nerviosos. Al final, tirando de brazos con el mosquetón e intentando clavar los crampones, he conseguido dar unos pasos. Dos pasos que daba y terminaba perdiendo el resuello con el corazón latiendo a mil. Al final, con dos pasos para alante y uno para atrás, he conseguido llegar al primer punto de reunión donde se cambia el mosquetón de la línea. Me he sentado como he podido y solo podía decirle a Musa "too much bro". El tío me reforzaba a saco diciéndome que muy bien, que voy muy fuerte, que esto está hecho. Tirando casi más de brazos que de piernas he conseguido llegar al final de ese tramo loquísimo que hemos subido. Aquí me han felicitado nuevamente, pero yo no podía ni hablar. La subida sigue por tramos entre pequeños llaneos y cuestas del demonio. Yo soy incapaz de dar más de dos pasos seguidos sin parar a recuperarme. Por momentos me hundo tanto en la nieve que me saca Musa. Otras, el mosquetón ese me impide que me despeñe. Encima los dedos de los pies de la bota donde se me ha colado el agua empiezan a dolerme bastante y quieras que no se te mete el runrun de que se te congele algo. Al final entras en un trance en el que vas dando pasos y enganchándote de la cuerda y tirando del mosquetón en modo automático, hasta llegar a una reunión donde me quedo a 4 patas recuperando el aliento mientras Musad me cambia el mosquetón. Cuando me caigo en la nieve y me quedo descansando estoy a gustísimo. Dan ganas de quedarse 10 minutos si no fuera porque te quedarías tieso del frio que hace, encima no puedo beber agua porque llevo la botella hecha un bloque. Los guías me han ayudado bastante y respetado que pare a recuperarme pero sin dejar que me enfrie en los descansos.
Yo no sé las horas que habremos estado porque tanto el móvil como el GPS y todo lo he guardado bien en la mochila, pero a media subida se ha empezado a hacer de día. Ya por lo menos se podía llegar a intuir algo entre la nieve cayendo. Al final los tios me han engañado porque les iba preguntando cuántas subidas quedaban y cuando estaban en la cima me han dicho una más, cuando de repente he visto la bandera de Pakistán, el collado y picos entre la niebla y me he dado cuenta que estaba arriba. Han faltado las campanas de los ángeles sonando.
A ver, claramente esto ha sido una bofetada sin avisar. No me lo esperaba para nada y lo he pasado bastante mal. Pero una vez conseguido, la sensación de orgullo que sientes es enorme. Me he quedado sin las vistas porque la nieve no ha dado tregua, pero que me quiten lo bailao. Me ahorro 5 días de vuelta por el mismo sitio. Gracias tambien al equipo que iba conmigo porque entre el muchacho del rescue team y Musa en ningún momento me he visto que la fuera algo imposible.
Nos hemos echado fotos en el collado y Musa me ha dicho que grabe un vídeo en español contando la experiencia. Tenía que haber dicho lo típico de "¡Corred, insensatos!". Viéndome que iba con mala cara y les decía que me dolían los dedos del pie derecho, me han llevado a una especie de parapeto que tienen montado los del rescue team. Me han metido dentro tumbado boca abajo, no se puede entrar de otro modo, al ponerme boca arriba me encuentro alrededor mía tres pakistaníes riendo, fumando y diciéndome "welcome" mientras hervían agua. Por fuera me quitaban las botas y los calcetines, mientras Walid (el porteador) ponía sus guantes en la olla de agua hirviendo para después agarrarme el pie helado con sus guantes ardiendo. Ha sido uno de esos momentos tan surrealistas y en los que me he sentido tan bien que, si me aprietas, soltaba una lagrimilla. Los pakistanies fumando como descosidos, el ambiente cargadísimo, mientras reparten té, se ríen y Walid me frota el pie con guantes calientes, yo los miraba con una sonrisa de oreja a oreja porque en ese momento me parecía una escena genial. Lo increíble es que los tres pakistaníes que hay dentro, duermen ahí! Se dedican a picar el hielo que se forma en la bajada y en el collado para que la gente cruce. Brutal.
Seis personas en un espacio de como mucho 1,5 metro cuadrado, mucho más pequeño que mi trastero, y sentados nos da la cabeza en la lona. Hay que pasarlo muy mal para que esta escena te sepa a gloria, pero así ha sido. Me daba ganas de abrazar a Walid cada vez que me agarraba el pie. A Dios gracias traía calcetines secos en la mochila y las zapatillas del Decathlon de repuesto totalmente secas.
Después de 10 minutos en el mini refugio, nos hemos despedido y ha tocado otro nuevo momento en el que nuevamente uno se acojona: la bajada. La bajada te repiten que hay que hacerla rápida porque es zona de desprendimiento. Cuando de repente nos asomamos, es una bajada de 800 metros, que da a un valle espectacular con el glaciar al fondo y a lo lejos se ve el campamento y los picos que lo rodean.
La bajada está llena de nieve y hielo en donde vamos encordados. Hay que bajar marcha atrás agarrándose con las manos, cambiando el mosquetón de línea cada dos por tres. Uno de los del rescue team viene con nosotros para ir primero rompiendo con el piolet las placas de hielo. Estos tíos hacen esto todos los días, acojonante. Bajando no solo me he pegado la hostia yo, todos menos Walid nos hemos caído una vez. El peligro es que cuando bajan los de arriba tiran piedras y tenemos que distanciarnos para no matarnos unos a otros. La bajada yo no sé cuánto tiempo habrá sido, pero se me ha hecho eterna. Aquí, afortunadamente, siendo bajada no perdía el resuello, y cuando tenía que parar era porque me fallaban las piernas directamente, más que por asfixia. Cuando por fin hemos dejado la parte peligrosa de desprendimientos, ya nos hemos felicitado. Walid, que casi nunca habla, ha dicho "Gondogoro very difficult today". Musa dice que sin nieve es muy accesible, en agosto suele ser mas hielo y puedes avanzar fácil, pero que hoy estaban las condiciones contra nosotros. El tío manifiestamente orgulloso de haberlo hecho y de ser los únicos de los 5 grupos que había. Por mi parte, este ha sido mi bautizo y mi despedida del alpinismo de alta montaña. Experiencia intensa, vivida y superada, pero suficiente para saber que no me van a ver otra vez en una cordada.
La parte final de la bajada ha sido una maravilla. Se entra en un valle verde, con un pico súper llamativo en su forma, Leila Peak de 6000 metros, de protagonista y el campamento a lo lejos. Una llegada idílica: mariposas, flores, caballos pastando, lagos, pajaritos... Es curioso porque el campamento de hoy, Khuspang, está a la misma altura que Concordia y, mientras Concordia era totalmente árido, esto, viendo de dónde venimos, se presenta como un vergel. Una maravilla la llegada.
Hemos llegado a las 10, después de 10 horas épicas. Soy el único turista, ya que los que vienen aquí son los que vienen de Gondogoro. Salen todos los del campamento a recibirme y me abrazan dándome la bienvenida. Yo me he dejado querer. La mañana me he echado una buena siesta y la tarde paseando por el campamento, echando alguna fotillo, viendo un capítulo y escribiendo el diario que tenía atrasado. A media tarde se ha metido un frío tremendo y ha empezado a nevar. Me han dicho que me pase a la cocina con ellos y he pasado un buen rato mientras me tomaba una sopa y un arroz. Aun sin entender el idioma, la dinámica es la misma que en todos los grupos. Ibrahim es el cachondo y no para de contar cosas que hacen que los demás se partan el culo. Al final han terminado diciéndome que me tenía que haber traído a la novia para calentarme y han empezado con la coña de que hoy Walid había sido mi novia cuando me ha calentado los pies. Todo en una cocina muy básica, sin luz, paredes de piedra, alfombra por suelo y la cocinilla dándolo todo funcionando con gasolina o algo parecido. Muy auténtico.
Al salir para la tienda el cielo estaba totalmente despejado con unas vistas de todos los picos, preciosas. Sin duda es el campamento más bonito de todos. Concordia es muy espectacular, pero este tiene un encanto entre los picos y lo verde, perfecto.
Mañana seguimos bajando hasta Saicho y pasado mañana fin del trekking!