3ª Parte: Ushuaia
El avión que nos llevó a Ushuaia era de Austral. Si creéis que el espacio de las low cost europeas es pequeño, esperad a viajar en Austral. No soy precisamente alto, pero mis piernas encajaban justas en el espacio entre las dos filas de asientos. Eso sí, nada mas tomar altura, nos sirvieron unos refrescos de litrona y café. La entrada en Ushuaia es realmente espectacular. El avión apenas sobrevolados los andes, se tira en picado hacia el aeropuerto de Ushuaia. Y según me han contado, ahora es una maravilla: antes era más pequeño y peor orientado. Parece ser que para operar en este aeropuerto es necesario ser argentino… y muy atrevido.
Como no llevábamos alojamiento reservado, le dijimos al taxista si sabía de algún hotel u hostería que quedase cerca del centro, para alojarnos. De camino a la ciudad llamó por radio a su mujer y antes de entrar en Ushuaia ya nos tenía un hotel para alojarnos. El hotel era un poco antiguo, pero estaba estupendamente situado, las habitaciones estaban limpias y decidimos quedarnos en él.
Como teníamos la espalda bastante maltrecha y contracturada después de más de 4.500 kms de conducción y más de la mitad en “ripio”, le preguntamos al recepcionista si había por allí algún quiropráctico para que nos diese un masaje. Nos recomendó una masajista a dos cuadras del hotel. La buena de la señora, entradita en carnes, nos dio una paliza tremenda. Se puso de pié con todo su peso, y puedo asegurar que no era liviano, encima de la espalda y por un momento creí que me dejaba tullido para siempre. Sorprendentemente el resultado fue extraordinario y salimos como nuevos.
Nos dimos el clásico paseo por la ciudad y cenamos en un restaurante de la calle principal. Por aquello de probar, pedimos la afamada centolla del Canal de Beagle, que convinimos que “ná de ná”: un bluff (hay que decir que somos de Galicia, por lo que de centollas sabemos un rato). Después de cenar nos tomamos una cervecitas y en una cafetería vimos una exposición de cuadros de una pintora local. Eran de estilo “naif”, y muy bonitos, por lo que aproveché para comprar uno de la ciudad de Ushuaia, además a muy buen precio. Pongo una foto tomada con un móvil, que no le hace justicia....
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Día 11 – El P.N Tierra del Fuego.
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Por la mañana, a la hora convenida, nos recogió el taxista para llevarnos al P.N. Tierra del Fuego. Hay que decir que los taxistas de Ushuaia tienen unas tarifas fijas para las excursiones, y que si son dos personas el coste es muy poco más que dos billetes de autobús para la misma excursión, y con tres ya sale más barato. www.parquesnacionales.gov.ar/ ...ego_PN.htm
El taxista nos iba explicando todo, a modo de guía perfecto. Recorrimos casi todo el Parque Natural, una hermosura de parque, y en algunos puntos nos dejaba al inicio de un sendero marcado, para hacer paseos a pié, y al final de dicho sendero nos estaba esperando para llevarnos al siguiente punto. Tuvimos ocasión de ver un castor, y el taxista nos contó que son una auténtica plaga. Fueron introducidos desde Canadá y han proliferado de tal forma que tienen que controlar la población. Hacen diques que encharcan el terreno, provocando la destrucción de grandes masas boscosas. Pudimos ver zonas del mismo inundadas por el trabajo de los castores, que habían sido introducidos el el s. XIX y en l actualidad sin un problema ya que no tienen enemigos naturales ni se cazan.
Al finl de la carretera hay una estafeta de correos, frente la Isla Redonda, que presume de ser la más austral del continente, (supongo que los chilenos de Puerto Williams no estarán muy de acuerdo) en la que venden souvenirs, postales, sellos de correos y te ponen un precioso cuño en tu pasaporte, aunque evidentemente nada es gratis aquí.
Llegamos a la hermosa Bahia Lapataia, en la cual se encuentra el final de la Ruta Nacional 3, que va de Buenos Aires a este punto, con un total de 3.063 kms. Es un enclave con preciosas vistas. En el embarcadero nos encontramos con 2 guardias del parque, chica y chico, con los que charlamos sobre flora y fauna, por ellos supimos la plaga que suponen los castores, y que nos dijeron que en invierno a este parque prácticamente no viene nadie.
Un inquilino del parque muy amigable es un zorro colorado que se pasea entre los turistas aceptando comida y que se deja acariciar y fotografiar sin ningún pudor. Es tambien destacable la cantidad de aves que hay en este parque y su variedad, destacando por su número los patos y kaikenes.
Regresamos a Ushuaia y después de comer visitamos el Penal de Ushuaia www.eviajado.com/ ...huaia.html . Hay que decir que alguna de las historias de los presos que allí cumplieron condena ponía los pelos de punta, como la del “petiso orejudo”. En el edificio también se encuentra el Museo Marítimo de Ushuaia, muy interesante, y en el que se puede ver una réplica del Faro del Fin del Mundo que estaba en la Isla de los Estados. Esta réplica se construyó con los restos del faro original y siguiendo fielmente los planos originales. www.museomaritimo.com/ ...sub4_4.php . Hay que decir que el actualmente llamado Faro del Fin del Mundo está situado en la Isla Observatorio un poco más al Norte, e incluso hay un faro en Les Eclaireurs al que erróneamente también le denominan del Fin del Mundo. Después de haber tomado muchas fotografías, nos tomamos un refrigerio en la cafetería del penal.
Al llegar al hotel me dí cuenta que me faltaba la cámara, con todas las tarjetas de memoria y con todas las fotografías tomadas desde El Calafate. Como la Cárcel ya estaba cerrada decidimos ir al día siguiente a preguntar si había quedado en la cafetería.
Día 12 – Lagos Escondido y Fagnano.
El plan para este día era hacer por la mañana la navegación por el Canal de Beagle y por la parte acercarnos al Lago Escondido. El día amaneció muy frío y con mucho viento, por lo que el mar estaba un poco picado, y me negué en redondo a hacer la navegación. Hay que decir que tenía muy fresca una experiencia pasada unos meses antes en una jornada de pesca en un bonitero en el Golfo de Vizcaya: eché hasta la primera papilla.
Como alternativa, llamamos a nuestro amigo el taxista e iniciamos la excursión a los lagos Escondido y Fagnano. Camino al Paso Garibaldi, pudimos ver unas enormes turberas y también comprobar los destrozos causados en los bosques por los castores. El lago Escondido es una preciosidad, y una cosa que suelen hacer los taxistas es dejar a los clientes en el Paso Garibaldi, para que éstos vayan a pié hasta la hostería Petrel a orillas del lago.
Ya antes de llegar al Paso nos cayó una abundante nevada, por lo que la caminata prevista desde el Paso Garibaldi hasta la orilla del Lago Escondido quedó para otra ocasión. Las vistas eran preciosas y el taxista nos llevó a la hostería Petrel en la orilla del lago www.tierradelfuego.org.ar/ ...o.php?id=4 .
Seguimos luego camino al Lago Fagnano, cuyas aguas están compartidas con Chile, y tras visitar Tolhuin, emprendimos el camino de regreso para comer el exquisito cordero patagónico de Las Cotorras. Justo al lado del restaurante hay un criadero de perros de tiro de trineo, con preciosos ejemplares de Huskies; y en el que se pueden hacer recorridos en trineos tirados por perros, aunque en verano con ruedas en lugar de patines. El encargado del criadero nos comento que un pr de años antes había estado con sus perros participado en la carrera de trineos Pirenna. Y que su ilusión sería hacerlo en la travesía de Alaska.
En el restaurante Las Cotorras se puede degustar el que posiblemente sea el mejor cordero asado al palo de toda Patagonia. Por un precio fijo hay un buffet libre de ensaladas y a continuación comienzan a serviros cordero hasta que les mandéis parar. Para rematar, un brebaje que consiste en un café que preparan en un gran puchero, con hierbas aromáticas y algún licor, y que está buenísimo. Deciros que los conductores de taxis y autobuses comen gratis allí, costumbre al parecer que influye en el éxito del restaurante.
Ya de regreso en Ushuaia nos encaminamos al presidio a ver si nos daban noticias de la cámara. Dijeron que no habían encontrado nada, por lo que fuimos a la Prefectura de Policía a poner la oportuna denuncia, y tras recoger los bártulos, nos encaminamos al aeropuerto para tomar nuestro vuelo a Buenos Aires. Tomamos tierra en el Aeroparque, en dónde nos encontramos con el avión del Boca Juniors que acababa de proclamarse campeón del Torneo Apertura (¡menuda fiesta por todo Buenos Aires!) y estaba a punto de salir para Japón a disputar la Copa Intercontinental..