![]() ![]() Día 7: El Morskie Oko ✏️ Diarios de Viajes de Polonia
4 de agosto de 2011. Cogemos un autobús para Zakopane (18 Zl), donde nos damos cuenta que muchas de nuestras palabras tienen origen polaco: chocho, caniche, pan de zawi, racharacha o zarzicha. El viaje es otro penaero con los atascos. Tardamos...![]() Diario: Dresde y Sur de Polonia 2011⭐ Puntos: 3.6 (5 Votos) Etapas: 12 Localización:![]() 4 de agosto de 2011 Cogemos un autobús para Zakopane (18 Zl), donde nos damos cuenta que muchas de nuestras palabras tienen origen polaco: chocho, caniche, pan de zawi, racharacha o zarzicha. El viaje es otro penaero con los atascos. Tardamos tres horas en el trayecto de cien kilómetros. Tras comprar salchichas ahumadas en el supermercado de la estación, nos montamos en un minibús conducido por el abuelo de Los Simpsons a cien kilómetros/hora y adelantando las caravanas de coches por el carril contrario; nos lleva a la entrada del sendero del Morskie Oko por 10 Zl. Al llegar, nos asombra el millón de coches del aparcamiento y el otro millón de personas que inicia el recorrido tras pagar los 4 Zl de acceso al parque. El camino es la calle Sierpes con gente de todas las edades y todas las pintas. Se trata de un recorrido de montaña entre cascasas y abetos, con un aire puro para respirar profundamente (ese que hizo que Clarita volviera a andar). Tras unas dos horas y con camachos, llegamos al impresionante Morskie Oko u Ojo de Mar, lago glacial atrapado entre grandes montañas, una es el Risi (el de los gusanitos y las pajitas); nos peleamos entre la gente y sus piolets para buscar hueco para una foto. El agua es cristalina y se ven las peces con bufanda y gabardina, que huyen asustados al lanzamiento de pan. Nos comimos las salchichas sentados en una roca y partimos de regreso a las 15:30. El regreso es más rápido al ser cuesta abajo. Interrumpimos la caminata para tomar un helado de chocolate bien despachaito y entrar en unas cabinas nauseabundas para orinar. Lo mejor iba a llegar aún... al terminar la ruta, encontramos hasta las trancas la explanada del parking. La gente estaba amontonada sin orden ni concierto esperando la llegada de un minibús para Zakopane. Al ver que alguno se acercaba, la gente salía corriendo hacia el minibús haciendo señas para que parase allí, provocando carreras y empujones. Cuando algún minibús se quedaba aparcado, la gente se iba acercando en una nueva versión de The Walking Dead. Tras unas dos horas de espera, con empujones y avalanchas, conseguimos subir a uno, pero una vez montados y en marcha, se quedó parado a mitad de la carretera por el paso de la Vuelta Ciclista a Polonia. Tras unos adelantamientos suicidas, conseguimos llegar a un hueco y, tras un rodeo por caminos rurales, llegamos a Zakopane. Tras estirar las piernas por la ciudad, llenas de tiendas de souvenirs de poco gusto, quesos con cortezas labradas y zapatillas, compramos más salchichas para el viaje de vuelta. A las 20:15 la gente se apretujaba para subir al autobús y, como no, nos quedamos en tierra esperando el siguiente de las 21:00. Con este volvió a haber aglomeración, pero entramos todos: mucha gente jove, una monja, una ciega, un viejo sacado del manga japonés y una señora con peinado a lo Katowice (color caoba con permanente rizado en el tupé y sienes recogidas en un moño sujeto con una pinza del tamaño de un pinchito). Nada más salir se apagan las luces y la gente cae frita hiptonizada con el vaivén de los ambientadores con forma de frutas. A las 23:30 llegamos a Cracovia con problemas motrices. Índice del Diario: Dresde y Sur de Polonia 2011
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