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Habíamos reservado desde España un trekking en glaciar para las 11:00 así que madrugamos un poco y después de desayunar y pagar una pequeña fortuna, a las 9:00 estábamos en marcha. Los viajes en 4x4 de los dos días finalmente nos salieron por 140.000 ISK, un poco caro, pero no teníamos otra forma de ver el interior del país o de hacer la excursión a Thorsmork así que pensamos que nos mereció la pena.
Volvimos a pasar por Vik y los campos de Eldhraun donde paramos para hacer algunas fotos de la lava cubierta de musgo hasta el infinito.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Luego llegamos a Kirkjubaejarklaustur donde aprovechamos para echar gasolina. También queríamos ver el suelo de iglesia (una zona con columnas de basalto cortadas a ras de suelo que simulan un suelo de baldosas) pero nos costó 10 minutos encontrarlo. Se encuentran en mitad de un campo vallado al que se accede desde una puerta de madera situada en el margen izquierdo de la carretera 203 a unos 200 metros de la rotonda de la gasolinera. La guía Rother describe un pequeño recorrido en la zona (ruta 9). De todas formas si no las encontráis o no las queréis ver no pasa nada porque son bastante decepcionantes. A nosotros nos sirvió para estirar las piernas pero nos hizo ir mucho más justos de horario.
Kirkjubaejarklaustur *** Imagen borrada de Tinypic ***
Después de Kirkjubaejarklaustur se atraviesa una zona de lava formada por la erupción del Laki de la que parten muchos caminos y pistas para 4x4 muy interesantes. Tampoco pudimos parar en Núpsstaður un pueblecito con unas granjas de tejado de turba del siglo XIX.
Más adelante llegamos a los Skeidararsandur que son unas desoladas planicies formadas por sedimientos y grava provenientes de la fusión de los glaciares y que se extienden hasta la costa. De hecho la palabra islandesa Sandur sirve para describir en todo el mundo este fenómeno topográfico. Merece la pena parar un poco para sentir la hermosa desolación del paisaje.
Skeidararsandur *** Imagen borrada de Tinypic ***
Un poco más delante tomamos un desvío a la izquierda hacia Skaftafell y en 2 kilómetros llegamos al parking del camping donde están el centro de visitantes y las casetas de las empresas que organizan las excursiones por los glaciares. Hay dos empresas: Glacier Guides e Icelandic Mountain Guides pero sólo en la segunda aceptaban niños de 8 años así que habíamos contratado por internet la excursión básica Blue Ice Experience de 2 horas por 17100 ISK los tres (109 euros). Sin embargo cuando llegamos había plazas de sobra y algunas personas contrataron la excursión sobre la marcha así que tampoco es imprescindible la reserva. En las instrucciones que nos habían mandado recomendaban guantes, gorro, botas de montaña y pantalones impermeables pero a la hora de la verdad valía cualquier cosa. Nuestro grupo, formado por unas 12 personas, era bastante heterogéneo pero básicamente eran turistas en vaqueros, alguno con deportivas e incluso una pareja de jubilados alemanes.
Nuestro guía, Stefan, era otro rubio de ojos azules de glaciar que nos pareció un poco borde al principio aunque finalmente resultó muy simpático. Después de ajustarnos los crampones a nuestra talla nos montaron en una mini-van y nos llevaron al frontal de la lengua Svinafellsjökull del Vatnajökull. Al bajar de la camioneta nos dieron un casco y un pico cuya principal utilidad es quedar bien en las fotos.
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Anduvimos unos 500 metros entre la línea de morrena anterior y el frontal del glaciar que ha retrocedido unos 100 metros en los últimos tiempos por el calentamiento global según nos dijo Stefan. Tras una pequeña explicación nos pusimos los crampones y comenzamos la excursión. Andar con crampones no es nada complicado y en unos minutos ya estábamos como pez en el agua, incluido nuestro niño. La zona frontal del glaciar estaba formada por hielo muy sucio mezclado con barro y ceniza volcánica pero a medida que avanzábamos hacia el interior el color aclaraba y aparecían esos tonos blanco-azulados tan alucinantes
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El día era precioso con el sol en todo lo alto y una temperatura muy agradable aunque el frío del hielo nos impedía quedarnos en camiseta. Anduvimos unos 1500-2000 metros haciendo varias paradas para ver oquedades y riachuelos en el glaciar. Stefan también hizo un show consistente en agacharse y beber directamente de un charco un sorbo de purísima agua glaciar. El jubilado alemán era el gracioso del grupo y fue el único que se atrevió a imitarle, momento foto para enseñar a los nietos, supongo. No entramos en ninguna cueva glaciar porque no había formada ninguna en ese momento. La luz del sol se reflejaba en el suelo dándole un brillo precioso mientras que hasta donde alcanzaba la vista, todo era hielo (y pensar que ¡en movimiento!).
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La excursión duró unas dos horas de las que hora y media fueron sobre hielo. Nada peligrosa siempre y cuando no decidas salirte del recorrido y perfectamente realizable con un niño que no sea hiperactivo. Nos pareció una experiencia única absolutamente recomendable y nuestro hijo la gozó haciendo el cabra, rompiendo el hielo con el pico y poniendo poses chulescas de aguerrido glaciarista. Deshicimos el camino andado y a la 1:30 estábamos de nuevo en el parking.
El siguiente paso era la visita a Svartifoss que se encuentra en el interior del parque Skaftafell. El parque tiene unos cuantos senderos de trekking bien señalizados que figuran en un folleto que se puede conseguir en el centro de visitantes y la guía Rother describe uno de ellos (ruta 10) junto con otras excursiones en la zona (rutas 12 y 13). Desde este mismo centro parte el sendero S2, un serpenteante camino ascendente rodeado de arbustos. Bajo un sol abrasador, probablemente este fue el único momento que sentimos calor de verdad en Islandia. La subida es fácil y la zona está llena de visitantes por lo que nos cruzamos con mucha gente.
Senderos de Skaftafell
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Antes de llegar a la Svartifoss te encuentras un par de cascadas al lado del camino: la Hundafoss y la Magnusarfoss. Ninguna es espectacular pero sirven para hacer más ameno el camino. En unos 30 minutos llegamos a un pequeño mirador desde el que se vislumbraba la cascada surgiendo de espectaculares columnas de basalto. En otros 5 minutos más, éstos ya de bajada llegamos al pie de la cascada donde aprovechamos para comer mientras nos deleitábamos con las vistas. El acceso a la base de la cascada está cerrado con una cuerda y casi había que hacer cola para hacerse una foto decente pero con un poco de descaro el obstáculo se puede saltar con lo que se consiguen unas fotos mucho más bonitas y solitarias. Nuestro plan era seguir el sendero circular S2 para volver al parking por otra zona del parque pasando por unas granjas antiguas llamadas Sel pero nuestro hijo tuvo a bien resbalarse mientras saltaba de roca en roca en el río y aterrizar con la cabeza así que con un chichón de más y media hora de menos sobre el horario previsto, deshicimos el camino andado y a las 4:30 estábamos en el coche de nuevo rumbo a nuestra última parada del día: los lagos glaciares.
Svartifoss *** Imagen borrada de Tinypic ***
Los lagos están a unos 55 km del parque y la carretera es preciosa ya que bordea el glaciar y tiene el mar a la derecha. Unos 5 minutos antes del lago Jökulsárlón hay un desvío hacia otros los lagos glaciares: el Fjarsárlón y el Breidarlon. Según habíamos leído son igual de espectaculares pero mucho menos concurridos pero como íbamos justos de tiempo para coger el barco del lago no pudimos comprobarlo.
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*** Imagen borrada de Tinypic ***
Cuando pasas por la carretera junto al lago ves unas montañas de hielo entre las que se vislumbra ya el lago y sus icebergs y gente subida a ellos haciendo fotos. Luego se atraviesa un puente tendido sobre la salida del lago hacia el mar y justo después sale el desvío a la izquierda hacia el parking.
El día seguía siendo espléndido y soleado. Creo que no hay visión más espectacular en toda la isla que la de este lago bajo el sol. Está rodeado de montañas de hielo por todas partes que refulgen bajo el sol en un agua de un azul intensísimo. En ella flotan con el 90% de su volumen sumergido icebergs de todos los tamaños y formas caprichosas, algunos tan grandes como un edificio, provenientes de la lengua Breiðamerkurjökull del Vatnajökull y que también lanzan destellos en su pausado fluir hacia el mar (video).
En un día nublado la vista será preciosa pero creemos el sol le dió un toque absolutamente mágico al lugar ese día. Alrededor del lago había bastante gente para los estándares islandeses aunque en esta isla nunca se puede hablar de multitudes.
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La idea era dar una vuelta en barco por el glaciar. No hay pérdida, sólo hay una empresa que haga el viaje: Ice Lagoon. También se pueden alquilar zodiacs individuales. En el parking hay una cafetería con baños y tienda de recuerdos pero los tickets se compran en un pequeño embarcadero situado a unos 50 metros directamente a un empleado con un chaleco reflectante. Es un embarcadero pero terrestre ya que los barcos son anfibios. Al comprar las entradas te dicen la hora prevista de embarque. Nosotros teníamos 15 minutos de espera así que nos subimos a una colina al lado desde donde las vistas eras majestuosas y bajamos después a la orilla para hacer algunas fotos. El viaje en barco dura unos 45 minutos y es muy recomendable.
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Te da la oportunidad de ver los icebergs desde algo más cerca y con suerte se puede ver alguna foca nadando entre ellos. Sin embargo no se acerca al glaciar propiamente dicho ni ofrece ninguna vista general que no puedas hacer en tierra por lo que si vais justos de presupuesto, un paseo por la orilla te vale.
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Viajamos con una guía alemana que nos explicó un poco el concepto de lago glaciar (en inglés), nos habló de los icebergs y nos contó anécdotas del lago. El lago nació por el retroceso que el glaciar viene experimentando a lo largo de todo el siglo XX, tiene 250 metros de profundidad máxima y no se congela porque se mezcla continuamente con agua salada proveniente del mar con la marea alta. Nos dijo que para rodar la película de 007 Die another day, los productores pagaron para cerrar la salida al mar y en 2 semanas el lago se había congelado. Podéis ver las imágenes de la película aquí. La verdad es que ¡no se reconoce gran cosa!
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Por último un ayudante desde una zodiac le alcanzó un pequeño iceberg transparente de unos 10 kg del que partió unos trozos a martillazos que nos ofreció generosamente para que pudiéramos saborear una tapita de agua de mil años de antigüedad.
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Cuando terminamos a eso de las 6:30 de la tarde todavía había gente esperando para embarcar a pesar de que en su pagina web fijaban el último viaje a las 6 (querrían aprovechar el día tan espléndido que teníamos). Una amiga nuestra cuando vino a Islandia hizo un paseo por el borde del lago hasta la base del glaciar (ruta 14 de la Rother) y le encantó pero nosotros (como siempre) no teníamos tiempo.
Cuando nos íbamos a ir vimos desde la incorporación a la ringroad que había mucha gente en la orilla del mar en la que desembocaba el lago. Picados por la curiosidad decidimos parar para averiguar el motivo. Y es que en esa zona había un montón de pequeños bloques de hielo venidos desde el glaciar que eran bamboleados por el oleaje.
Salida de la laguna al mar *** Imagen borrada de Tinypic ***
El contraste de olas, hielo y arena negra junto con la luz del sol baja le daba al conjunto gran belleza. Si tenéis tiempo un paseo por esta playa es muy agradable. También vimos muchos fotógrafos de aspecto profesional de esos con teleobjetivos tamaño telescopio. Cuando nos fijamos nos dimos cuenta que estaban intentando hacer fotos de focas que se acercaban a 20-30 metros de la orilla. Son muy escurridizas y sin teleobjetivo es imposible hacer una foto decente pero nuestro hijo disfruto mucho tanto de las olas como de las focas mientras saltaba de bloque en bloque de hielo comiendo patatas fritas.
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A eso de las 7 volvimos al coche y en una hora recorrimos los 75 km que nos separaban de Höfn. Al principio el paisaje sigue siendo glaciar pero pronto se cruza una zona de marismas plagada de pájaros. La carretera da un gran rodeo hacia el interior antes de girar de nuevo hacia Höfn, que es un pueblo pesquero muy pequeño de poco más de 2000 habitantes sin gran interés aunque con gasolinera y supermercado y que cuando nosotros llegamos estaba absolutamente desierto.
Tras dejar la maleta en el hotel y ducharnos, salimos a cenar. Teníamos recomendado un restaurante llamado Kaffi Hornid en la calle Hafnarbraut 42. Está en un edificio de madera con decoración rústica y con cierto sabor local auténtico. El pueblo es famoso por su langosta (más bien un cruce entre cigala y langostino gordo) y aquí se puede probar preparada de varias formas. La que nosotros pedimos era a la plancha con ajo y salsa servida con ensalada y pan. Está buena pero mejor no hacer comparaciones con sus parientes gallegas. Tenían menú infantil con salchichas con forma de langosta. Al salir había caído una espesa capa de niebla sobre el pueblo (según parece la niebla es perpetua en esta zona) que acentuaba su aspecto fantasmagórico de pueblo de The walking dead. Volvimos al hotel como alma que lleva el diablo esperando que en cualquier momento un zombie islandés intentara sorbernos los sesos.
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Kilometros recorridos: 280 km
Alojamiento: Höfn Inn Guesthouse (1 noche)
Opinion: Hotel de nueva construcción o al menos recién renovado con aspecto externo de nave industrial con habitaciones muy correctas. Tenía mucha peor pinta en las fotos de Internet. En Booking constaba como con baño compartido pero al llegar comprobamos con alegría que tenía baño en la habitación. Entorno urbano soso al lado de una gasolinera con tienda. Desayuno escaso pero correcto aunque en un edificio aparte a 200 metros de las habitaciones con muebles de Ikea. Wifi gratuita. Parking gratuito en la puerta. Cortinas escasas.