Sábado: Diani Beach ✏️ Travel Journeys of Kenya

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Sábado 26 de agosto de 2017

Ayer nos dijeron que el desayuno se servía de 7:30 a 10:30 y como llevamos toda la semana acostumbrados a levantarnos a las seis, y estamos hambrientos porque ayer no cenamos, pues nos personamos en el chiringuito de la playa a las 7:30 para el desayuno.
El camarero nos dice que el desayuno empieza a las ocho. Preguntamos a qué hora abre la recepción y nos dice que en diez minutos.

Volvemos a la habitación y a las ocho regresamos. La recepción sigue cerrada. En el chiringuito nos dicen que el chico que prepara el desayuno todavía no ha llegado. Esperamos aún media hora más. Oh, esto sí que es algo distinto de los hoteles de los que venimos. ¿Nada ni nadie es puntual en Kenia si no vas a sitios de lujo?

El desayuno completo consta de una tortilla, una salchicha, un pancake y unas tostadas, con café o té y zumo. Lo devoramos.

Hoy es nuestro día de descanso. Después de tanto tute, nos vamos a tomar el día con calma. Preguntamos en recepción qué actividades ofrecen para poderlas contratar desde allí. Nos hablan de hacer snorkel en una excursión de día en la isla de Wasini. He leído en el foro un diario de hace años de una familia a la que le costó 65€. A nosotros nos dicen 90€. Pedimos un descuento y la recepcionista argumenta que este coste es debido a que ella garantiza calidad, que podemos ir a comparar con agencias por ahí y quizás nos cueste 80€ pero quizás no nos guste tanto. En fin, aceptamos.

Le pregunto sobre la reserva marina de Chale porque hemos leído que también se puede hacer snorkel y nos dice que nos puede reservar un taxi para acercarnos, pero ellos no ofrecen ninguna actividad de ocio allí.

Le pregunto por el Kaya Kinondo Sacred Forest porque también lo he leído en un diario y me dice que puede reservarnos un tuktuk pero no conoce qué visitas se hacen.

Por hoy acabamos sólo pidiéndole que nos llame a un tuktuk para dentro de un par de horas para ir al popular bar Forty Thieves. De mientras pasamos la mañana en nuestra playa privada.

La playa de Diani Beach es de arena fina y blanquísima. El agua es de un bonito azul cielo. Tiene la peculiaridad que la marea hace retroceder mucho el mar en dos momentos del día, en esta época del año sobre las doce del mediodía y de la noche.


El agua está fresca y limpia. Me doy un par de baños y el resto del tiempo estoy entre la tumbona al sol o a la sombra de una frondosa palmera. La temperatura es muy agradable y se está de maravilla.

Hay varios clientes del hostel también disfrutando de la suave brisa. La mayoría parejas. Algunas más jóvenes, pero la mayoría de mediana edad.

Llega la hora concertada para que nos recoja el tuktuk. En recepción nos dicen que estará al caer. Pasan quince minutos. No aparece. Hacen una llamada. Que nos esperemos un rato más. Pasan quince minutos más. Nos dicen que el Forty Thieves está a una media hora caminando. (yo en google he visto que eran 15 minutos en coche, así que no me cuadra) Nos cansamos de esperar y decidimos ir caminando por la playa. Pues resulta que la distancia es de unos seis o siete kilómetros y tardamos una agotadora hora y media.

Caminar por esta playa es aburridísimo, todo es exactamente igual, la playa es interminable. A un lado, el mar, al otro lado, la vegetación que esconde las tumbonas de los resorts colindantes. Los edificios ni se ven. Como cada turista tiene su zona de tumbonas privadas, nadie está tomando el sol tumbado en la playa.


Hay muchos chicos locales que nos saludan, sabemos que van a la caza de turistas para intentar vendernos algo. Varios de ellos van vestidos con los típicos pañuelos rojos a cuadros de los maasai, llevan pulseras y otras artesanías en la mano. Todo el rato estamos “No, thank you”. Hay que tener paciencia porque son realmente insistentes.

Llegamos finalmente al Forty Thieves Beach Bar & Restaurant. Tienen mesas y sofacitos encarados al mar. La carta es amplia con comida internacional: pizzas, pasta, fish and chips… y los precios son aceptables. La clientela es variada, hay turistas blancos, turistas negros, familias, parejas… El local no tiene ningún atractivo especial. Sólo entiendo la fama porque no tiene apenas competencia. Sólo hemos encontrado otro restaurante por el camino.

Decidimos volver al hotel porque sabemos que a las seis de la tarde subirá la marea. De hecho, son las cuatro de la tarde y ya ha subido muchísimo. Al menos ahora el sol ya está escondido detrás de las palmeras y estamos fresquitos. Al cabo de media hora de caminar nos encontramos con que en un determinado punto ya ha desaparecido por completo la playa. Es un punto en que la edificación está mucho más adelante que el resto de resorts. No nos queda más remedio que buscar un taxi o tuktuk en la carretera principal, de la que hemos leído que no es del todo segura.

No hay ningún camino que comunique la playa con la carretera así que nos colamos dentro de un resort para atajar. Finalmente nos ayuda un miembro de seguridad y nos consigue un taxi. El trayecto a nuestro hotel solo son diez minutitos. Cenamos en el chiringuito. La comida es igual de buena que en el Forty Thieves y los precios son aún mejores. Cuecen el pollo en una barbacoa y tienen un horno de leña para las pizzas.

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