7 días alrededor de Bulgaria ✏️ Blogs de Bulgaria

En lo profundo de Bulgaria

Kazanlak

Partimos de Plovdiv a eso de las 9:00 con rumbo a Kazanlak. El viaje duró unos 90 minutos. Allí, visitamos la réplica de la tumba tracia de Kazanlak, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, ya que la original está cerrada al público. Y no me extraña, ya que es realmente pequeña, 12 metros de largo, y bastante estrecha. Si se viene de paso, vale la pena verla ya que sus pinturas están bien conservadas y, tal vez, sea la mejor tumba tracia del país, pictóricamente. Si se tiene base en Plovdiv durante varios días, se puede hacer la excursión de un día (y aprovechar para ver la zona de Shipka y su paso).
Por otro lado, tampoco considero un destino indispensable, a menos que venga de paso, ya que Kazanlak solmente ofrece esto -y un mercado que no visitamos porque tampoco somos muy de mercados y, además, no era el día fuerte según Lonely Planet-. La ciudad de Kazanlak, en sí, es obviable, bastante fea.

Recomendación: Aparcar en la parte de arriba del parque donde se sitúa la tumba. Se llega fácil, subiendo por las calles de casas que hay. Además, está a 5 minutos bajando andando por el parque, ahorras subir escaleras. Por otro lado, puedes evitar pagar por el párking.

Valle de los Reyes Tracios

En nuestro camino a Kazanlak, vimos un letrero que ponía "Valle de los Reyes Tracios". El nombre era atractivo (esas resonancias a necrópolis egípcia...) y buscamos información sobre el sitio, ya que en nuestra edición de Lonely Planet no aparecía nada (edición 2013), y mira que ellos a veces ponen como Puntos de Interés cosas con menor relevancia. Paramos para ver lo que era: un complejo de tumbas tracias naturales, ubicadas en sus montículos habituales. El complejo era reciente (tal vez de 2013 o 2014), por eso no aparecía en la guía. Allí, puedes visitar de una hasta tres tumbas tracias. Nosotros visitamos una, la principal (Helvetia), la cual conserva unas puertas de piedra. Cada visitante (o grupo) tiene un guía que le hace una explicación de la tumba. Nuestro guía nos la hizo en español, ya que tenía nociones (no espéreis un gran dominio). Pero, para tratarse de Bulgaria, es muchísimo, así que bienvenido sea. La tumba, en nuestra breve visita, nos gustó.

Recomendación: Si se va a Kazanlak, merece la pena pasar por el valle, para completar la inmersión en el tema de las tumbas tracias. Kazanlak tiene valor pictórico ; pero no deja de tener un poso artificial. Estas no tienen pinturas, pero tienen el valor del enclave natural.

Shipka

Desde la carretera de Kazanlak hacia Shipka, se divisan las torres doradas de su iglesia rusa. Subimos hacia el templo, cuyo interés reside en su exterior, mayormente. Es una "rara avis" en las iglesias de Bulgaria, ya que es más ostentosa que las otras (normal, es rusa). Aún así, si se ha estado en Rusia, esta no deja de ser una iglesia más, así que no merece la pena ir a verla expresamente, tan solo si se está de excursión por la zona, con otras paradas y visitas. El interior no ofrece nada relevante.

El pueblo de Shipka, salvo por la iglesia, es otro pueblo de la Bulgaria profunda por donde pasa la carretera. Es decir, no tiene nada. Y apenas tiene 3 restaurantes donde poder comer (pese a ser un sitio con atractivo turístico), 2 de ellos claramente enfocados para el turismo. Nosotros comimos en uno que no estaba enfrente de la iglesia, sino abajo de las escaleras, en la calle principal que atraviesa el pueblo. La comida estuvo bien y era muy barato (12 € por un plato de Tarator -bastante bueno-, dos de pollo de con salsa y unas cervezas de medio litro).
También me gustaría reseñar que, antes de ir al restaurante, fuimos al "Shipka It Hotel" porque Lonely Planet nos había dicho que se podía comer. Llegamos y no sólo no había nadie en el restaurante (probablemente, sólo eran cenas), sino que no había nadie en la recepción. Llamamos con la campanilla 3 veces a lo largo de casi 5 minutos y no apareció nadie. Solamente vimos los huéspedes en la piscina.
Lo escribo porque, a pesar de no alojarme allí, creo que no tener nadie en la recepción, sin una nota informativa al menos, no justifica el 9.2 de puntuación que pone que tienen en Booking.

Paso de Shipka

Tras comer, cogimos el coche carretera arriba y subimos por el paso de Shipka, célebre por su batalla en la liberación de Bulgaria contra los otomanos. En la cumbre, llegamos al monumento nacionalista. Una torre cuadrangular, arriba del todo de unas escaleras (todo muy soviético). No subimos a la torre porque se tenía que pagar entrada y consideramos que las vistas desde la montaña ya eran suficientes. Las vistas merecen la pena, ya que se observa a un lado la llanura sur y, al otro lado, la norte, con una cordillera de montañas a lado y lado. Además, se tiene una fantástica vista de Buzludzha al fondo.
Todo aderezado con marchas militares y un desfile sin final de búlgaros haciéndose fotos con la bandera con cierta épica: viento en la cara y tierra a sus pies.
Vale la pena subir por las vistas.

Recomendación: Evitar subir las escaleras y llegar hasta el párking que hay arriba del todo.

Buzludzha

Aprovechando que ya estamos arriba de la cordillera, nos dirigimos por la carretera que conecta el Monumento Nacional con el Buzludzha. Son pocos kilómetros (12), pero se hacen por la peor carretera que hemos encontrado en el viaje. Llena de huecos, allí casi que el criterio es pasar por el sitio menos dañino. De hecho, todo el mundo se pone en contra dirección para pasar por el mejor lugar. 30 minutos para hacer el recorrido, más o menos, por una carretera que, al menos, es bonita.
El abandono de la carretera es proporcional al abandono del edificio en si mismo. Es decir, eso tal vez no se toca desde 1989.
Antes de llegar a Buzludzha, nos topamos con una estátua de dos manos que se estrechan, con el edificio alzado al fondo. Merece la pena bajar para echar una foto y tener una bonita perspectiva.
Tras unos minutos, llegamos a Buzludzha. Un espacio que considero IMPRESCINDIBLE visitar por ser un vestigio histórico único que ejemplifica la materialización de las ínfulas de grandeza y el derroche de unos pocos, mientras la mayor parte del país no tenía nada. La decadencia de un lugar donde antes hubo poder y ambición. Además, aunque los materiales sean feos, hay atractivo arquitectónico: ¿cuántas veces has visto un OVNI? ¿Y cuántas veces lo has visto en la cima de una montaña?
Aunque encontramos una entrada clandestina abierta por los visitantes -debido al deterioro, el gobierno lo cerró para evitar accidentes-, no entramos porque nos dió reparó ya ver como el techo estaba abierto y había algunos agujeros en las partes del suelo. Por no hablar de las humedades. Pero lo había visto anteriormente por dentro en vídeos y, sin duda, me hubiera gustado acceder.

No es un sitio turístico. Es un espacio repelente y atrayente a la vez, por todo lo que significa. A mi me provocó sensaciones y, además, creo que el concepto de la relación edificio-forma-ubicación es bastante único. Para mí, un lugar muy especial, que forma parte de lo mejor de Bulgaria y que todo aquel que pueda y se considere un viajero, debe acudir.

Recomendación: Simplemente, ir.

Nessebar

Saliendo de Buzludzha, ponemos rumbo a Nessebar, donde dormimos. El camino de bajada de Buzludzha es algo pesado por la carretera, pero una vez abajo, tenemos casi 3 horas de viaje que se llevan bien, debido a que el estado del camino es decente y, además, rascamos algo de autopista, hasta Burgas.

Una vez en Nessebar, nos hospedamos en "The Mill", el hotel que está enfrente del puente del centro histórico. Fue el hotel más caro en el que dormimos (82 €) una doble, pero para ser la costa y el sitio donde se encuentra, me parece asequible. No obstante, el trato deja un poco a desear, para ser un hotel de su categoría, ya que mientras hacíamos el check-in, la recepcionista se pasó el 80% del tiempo hablando por el móbil con otra persona. Una falta de respeto.
La habitación bien y limpia. El desayuno de la mañana siguiente, irregular. Tenía variedad, pero algunas cosas no estaban muy buenas.

Tras asearnos, salimos a dar una vuelta por la ciudad vieja de Nessebar, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estaba bastante llena de veraneantes y turistas, y aún más de tiendas de souvenirs de costa. Creo que deberían limitar un poco la presencia de esas tiendas, o al menos que se camuflen un poco más con el lugar, ya que a veces las luces y toda la decoración terminan por comerse la gracia del casco antiguo. Anduvimos un rato, viendo algunas iglesias por fuera.

Cenamos en la mehana "Pri Shopite". No está a primera línea de mar, está una calle por detrás, pero tiene una agradable terraza. El servicio es atento, y el dueño bastante simpático. Fue la comida más cara, pero estábamos en la costa, en un sitio muy turístico, y contábamos con ello. Y el precio aún fue competitivo. Comimos "musclos", una pieza de pescado cada uno (Brema) y bebimos agua y un litro de vino. Todo por unos (39 €). Todo estaba bueno y bien preparado, así que absolutamente recomendable. Y, probablemente, un sablazo menor (en comparación con el nivel del país) que en otros sitios.

Recomendación: Dar el paseo por la noche, a partir de las 21 h, cuando la gente cena o se empieza a retirar.

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Pueblos luminosos en la negra costa

Nessebar

A la mañana siguiente volvimos a Nessebar para ver de día lo que habíamos caminado por la noche, y otros espacios que no pudimos ver. Además, entramos en la iglesia de San Esteban, célebre por el estado de sus pinturas. Si se viaja a Nessebar, creo imprescindible entrar en alguna de sus iglesias, y esta es la más relevante y bella de todas, así que es indispensable verla. Dimos la vuelta por el centro, compramos algunos recuerdos en tiendas de artesanía (que las hay entre tanta porquería prefabricada, y al menos tenían los souvenirs más bonitos que vi en todo el viaje).
Si se tiene ganas de salir del paisaje agreste del interior de Bulgaria y se necesita ver el mar, el casco antiguo de Nessebar creo que es de lo mejor donde se puede ir.

Recomendación: Ir a ver las iglesias entre las 9:00 y las 11:00 h, antes de que lleguen todos los tours y las abarroten. Nosotros vimos San Esteban con 3 o 4 personas más dentro, y hasta estuvimos algunos minutos solos.

Regresamos al hotel y pusimos rumbo a nuestra siguiente parada: Sozopol.

Sozopol

El trayecto de Nessebar a Sozopol duraría 1 hora, pero en verano siempre hay algún atasco en Aheloj o entrando en Burgas, así que tardamos 95 minutos, o así.

Antes de visitar el centro histórico, y a pesar de que el día estaba nublado, fuimos a la playa de Harmanite, la más grande de la ciudad. Si hubieramos tenido tiempo, habríamos buscado alguna playita más pequeña y acogedora, pero entre el día y nuestro timing, optamos por lo fácil. La playa es correcta, grande, y tampoco es que sea el levante español, así que hay espacio. Nos bañamos en el Mar Negro, cosa que nunca habíamos hecho. El agua estaba algo más caliente que aquí y en la orilla había muchas algas. Pero más adentro, ya se diluían. Fue un baño agradable.
La playa de Sozopol es más tranquila que la de Nessebar, así que es una buena opción para darse un chapuzón. Ah, y sin perder de vista desde el agua nuestras pertenencias, nos bañamos todos a la vez, no hicimos turnos, por lo que la playa parece bastante segura.

Tras el purificador baño, fuimos al centro de Sozopol. Menos masificado que el de Nessebar (pero sin sus iglesias, me pareció más agradable para pasear. Comimos una pizza cada uno en Ezposito, buena y tampoco demasiado cara para ser de costa.

Dimos un paseo, transitamos por las murallas (arregladas con ayudas de Noruega, Islandia y Liechtenstein) y visitamos alguna iglesia. En general, me dejó más buena sensación que Nessebar por su mayor tranquilidad (aunque también hay turistas). Comimos un helado de melón y nos metimos en el coche para ir hacia Veliko Tarnovo, donde dormíamos.

Veliko Tarnovo

Tres horas más tarde, llegamos a Veliko Tarnovo. Nos alojamos en el Hotel Tsaverets, a pocos pasos de la fortaleza. Una habitación correcta, aunque con una distribución un tanto rara (hay otras mejor planteadas en el mismo hotel). Bien de precio (50 € la noche, tal vez se podía rebajar algún euro, pero se tiene que tener en cuenta que está al lado de la fortaleza y tiene párking incluído (en el centro se paga de 9:00 a 17:00).

Coincidimos con el espectáculo de luz y sonido de la fortaleza. Si se hace noche en la ciudad, se tiene que ir a ver. A continuación, comimos en un restaurante de al lado, recomendado por el hotel que tenía terraza. Pagas algo la ubicación, pero tampoco es caro. Comimos por 9'5 € cada uno un plato de pasta y cerveza.
Después, nos fuimos a dormir.

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Un pasado glorioso, un presente mediocre

Veliko Tarnovo (fortaleza Tsaverets)

Sobre las 9:15, salimos de nuestro hotel y en un minuto nos plantamos delante de la taquilla de la fortaleza y accedimos a ella. A lo poco que llevábamos dentro del recinto -pasado el puente, de lo mejor del espacio-, empezó a llover. Fue una lluvia búlgara, es decir, que iba a ráfagas cuanto a intensidad. Momentos de lluvia fina nada molesta con gotas más gordas y críticas. En todo caso, no cayó nada importante y pudimos visitar la fortaleza sin interrupciones, aprovechando los momentos menos intensos para ir por fuera y, en los ratos más pronunciados, yendo a alguna de sus torres o subiendo a la iglesia. En todo caso, estuvo así sólo unos 40 minutos, así que nada grave.

De la fortaleza, visitamos todo lo posible. No tiene mucho de valor artístico ni tampoco hay muchas explicaciones. Es un paseo por un monte lleno de restos de iglesias y casas medievales (de las que queda la base, en la mayoría de los casos). Subimos a la iglesia, con murales religiosos de estilo socialista en su interior, uno de los sitios esenciales de la visita, en la cima del recinto. Debo decir que, de no ser por las vistas y por la peculiaridad de su decoración, el edificio no aporta nada. Hay también una torre panorámica a la que se puede subir pagando. Cuando fuimos estaba cerrada, pero ya hay suficientes buenas vistas desde abajo, así que también es prescindible. A continuación, fuimos a lo que más me gustó de la fortaleza Tsaverets: el resto de monasterio y la roca de las ejecuciones. No por nada en especial, posiblemente por el morbo de ver por donde lanzaban a los castigados al río. La roca está bien, en un extremo de la fortaleza.
Finalmente, fuimos a la torre del Balduino, a la que subimos y contemplamos la torre desde otra perspectiva. Lo que más me gustó de la fortaleza fueron sus murallas y las torres, su mayor gracia.

La fortaleza es el único atractivo de Veliko Tarnovo y, si bien el recinto es bonito, la visita deja a desear, ya que no aportan mucha información ni del contexto histórico ni del lugar. Deben trabajar más este aspecto. Por otro lado, si no te interesa visitar la fortaleza, no pases por Veliko Tarnovo y sáltatelo.

Recomendación: Para la gente en la franja de edad que no goce de ningún descuento (es decir, de 30 a 65 años), adquirid la entrada combinada con 10 museos por 20 levas (10 €), ya que también incluye otros lugares de Veliko Tarnovo y Arbanasi. Lo digo porque con la entrada a 4 lugares ya se amortiza y, yendo a la fortaleza, las dos iglesias de Arbanasi y a la casa Konstantsalieva queda amortizada. Estudiantes y otros, no vale la pena. Tenéis que pedirla, ya que tan sólo aparece dentro de las tarifas, pero no ofrecen un folleto explicativo sobre los museos visitables.

Arbanasi

Después de la visita imprescindible, pero decepcionante, subimos a Arbanasi, pueblecito situado a 3km de Veliko Tarnovo. Antiguo destino señorial de vacaciones, ahora también hay varios hoteles. Sus atractivos son sus múltiples iglesias y espacios religiosos (para lo grande que es el pueblo, hay bastantes) y la casa Konstantsalieva.
Antes de todo, debo advertir que, para ser un pueblo de interés turístico, es el que tiene las peores indicaciones, ya que prácticamente no tienen carteles indicativos. Y los pocos mapas que hay, son muy vagos y poco descriptivos.

Dimos con uno de nuestros intereses, la casa Konstantsalieva, gracias a Google Maps y al bendito Roaming que nos ha ayudado mucho en este viaje. La casa Konstantsalieva perteneció a un mercader y es de carácter señorial. Bastante grande para la época, el interior está cuidado y ofrece varias estancias. En 15 minutos se visita perfectamente y, además, hay folletos en varios idiomas (entre ellos español) a lo largo de la casa. Si subes a Arbanasi, merece la pena visitarla, aunque si ya has visto las de Koprivshtitsa, tampoco te pierdes mucho. Sólo algo un poco más antiguo y más grande.

Recomendación: Bajar a la tienda de recuerdos que hay en la planta baja, para poder bien también la planta donde se alojaba el servicio.

Después de la casa, fuimos en busca de la iglesia más famosa del pueblo: la iglesia de la Natividad. Si se viene de la casa Arbanasi, se debe tomar la primera calle bajando a mano izquierda y subir recto, se dará con ella. Está algo escondida dentro del pueblo y el edificio tiene aspecto de casa, un poco. El interior es lo que cuenta, y realmente es impresionante su envolvencia, con todas las paredes pintadas. Una visita indispensable si se está por la zona. Si has visto Boyana, pues tampoco te impresionará tanto (yo la vi primero, pero luego Boyana, en Sofía, me maravilló más).

Antes de la visita a la Iglesia de los Arcángeles, comimos en la mehana Arbat, en la plaza principal (donde hay otras tabernas también). Comimos una sopa, pan y dos platos de conejo al horno, con verduritas y una capa de huevo por encima por unos 20 € (con la propina que ya se encargan de cobrarse ellos mismos). La comida estaba deliciosa, el trato fue correcto, aunque no hablan mucho inglés. Eso sí, se les tiene que insistir un poco para que dejen pagar con tarjeta de crédito (no deben querer pagar comisiones y prefieren el efectivo). Buen sitio para comer, pese a sus pequeñas triquiñuelas internas.

Subimos a la iglesia de los Arcángeles, otro de los puntos de interés del lugar. Está por la parte de arriba del pueblo, recóndita en una callejuela. Aunque está también bien conservada y tiene un innegable atractivo pictórico, la de la Natividad es más impresionante. Está, habiendo visto la otra, es más prescindible, pero no está de más pasar 10-15 minutos allí. Si se va con prisas, priorizar Natividad.

Monasterio de la Transfiguración

Era temprano, más temprano de lo que esperaba (15:30). En la planificación, había espaciado más los tiempos e íbamos con tiempo de sobra. Contemplado ya el día anterior, pudimos visitar el Monasterio de la Transfiguración, situado a 7 km de Veliko Tarnovo. Desde Arbanasi, se debe regresar a la capital y tomar otra carretera (la de al lado que transcurre por otra montaña) durante 5 km. Luego, tomar el desvío que lleva hasta el monasterio. 2 km de una carretera en mal estado y más vale tomarse con calma. Una vez arriba, vislumbramos el cuarto mayor monasterio del país. Esto no es garantía de que sea grande, al contrario, es pequeño. Entre el tamaño del tercero (Troyan) y este, hay bastante diferencia.
El monasterio está destartalado, con una parte de la residencia abandonada. No ves a monjes andar por allí como en los otros, y está bastante decadente. Pero, si se está en Veliko Tarnovo, está bien dedicarle una hora de tu vida para ir a verlo, ya que muestra una vertiente más precaria de la institución eclesiástica en Bulgaria. Pese a todo, la iglesia se mantiene en pie. El exterior tiene pintadas ventanas a modo decorativo. El interior, está lleno de murales, más o menos decentes. Es viejo, hay sillas de madera antiguas y le falta una restauración, pero sus velitas y su tamaño le dan un aire acogedor. Por cierto, mucha gente comenta que no hay nadie para cobrar la entrada. Yo sí que tuve que pasar por caja, aunque el estado del monasterio ya me habría impulsado a dejar mis levas allí también.

Además, contiene una anécdota interesante. Hubo un desprendimiento de rocas y varias cayeron muy cerca de la iglesia, pero ninguna cayó encima del edificio. Para recordar y agradecer que la iglesia no fuera dañada, esas rocas aún siguen así. Una se encuentra a poco más de una persona con los brazos extendidos de distancia.

Una parada, a groso modo, prescindible; pero si se tiene tiempo no está de más subir. Tiene su aquél, y es más interesante que el centro de Veliko Tarnovo.

Recomendación: Cierra a las 19:00 h en principio, así que se pueda dejar como uno de los puntos finales del día.

Veliko Tarnovo (centro)

Casi las 17:00 h y ya hemos visto todo. Tanteé la opción de ir a ver algo de las ruinas de Nicopolis ad Istrum, pero a la hora que llegaríamos seguro que lo encontrábamos cerrado. Entonces, pensamos que lo más sensato era visitar Veliko Tarnovo. Y así quemamos la tarde, visitando el olvidable y nada interesante centro de Veliko Tarnovo.
Primero fuimos a la catedral, decente por fuera, mal conservada por dentro. Y aquí nos persiguieron un poco para que diéramos el donativo. Era un 1 leva por persona, entregamos 50 céntimos, ya que si no teníamos que entregar demasiado en efectivo. No merece la pena parar para verla, pero si se tiene tiempo muerto, es de lo mejor que puedes ver en Veliko Tarnovo.
Luego fuimos a por el puente Stambolov, un puente de hierro que, la verdad no tiene nada de atractivo, más allá de las grietas en uno de los extremos que auguran un gran futuro para el susodicho puente. Vimos un monumento socialista, como cualquier otro y el edificio de la galería de arte. Cerrado, pero que podría devenir un buen pasatiempo para el visitante atrapado en esta ciudad.

Después, dimos una pequeña vuelta por el pequeño parque central, de pequeño atractivo. Sólo tiene gracia una gran fuente escalonada, de no hace muchos años, pero que ya tiene algunas baldosas rotas. Si es que estos búlgaros no saben tratar bien las cosas. Lo digo porque, en mi visita, veía a niños empotrándose con patinos a dichas baldosas.

Finalmente, subimos a la zona del bazar antiguo, tras visitar otro memorial del montón y la casa del mono (una casa antigua cualquiera con una estatuita de un mono en la fachada), puntos señalados de interés en el mapa de la oficina de turismo de la ciudad, para que véais lo que hay. El bazar es la calle más bonita del centro histórico, pero tampoco es nada del otro mundo.

Tras el paseo, fuimos a cenar al renombrado por este foro restaurante Shtastliveca, habiendo reservado una mesa ya hacía 45 minutos. El restaurante tiene una decoración bastante buena, el interior más bonito en el comimos en Bulgaria.
No obstante, tuvimos un pequeño problema. Era martes por la noche y había mucha gente, por lo que la cocina se colapsó y, a la hora de pedir, nos dijeron que tendríamos que esperar 40 minutos para los platos que deseábamos. La solución que nos dieron fue pedir pizzas. Nos quedamos con ganas de probar sus suculentos platos de carne o un vegetariano búlgaro que tenía buena cara, pero las pizzas también son muy buenas. Con una de 500 gramos cada uno tuvimos suficiente, pero hay enormes de 800 gr que eran pedidas por varios comensales en el restaurante. El precio, para el lugar que era, era adecuado (cenamos por 14 € los dos). Y, a pesar del inconveniente, nos sirvieron rápido y nuestra camarera fue muy atenta y estaba por la labor. No me extraña que sea tan concurrido, es un muy buen establecimiento para frecuentar en la ciudad.

Tras la cena, regresamos al hotel para poner en orden nuestras maletas, ya que al día siguiente volvíamos a casa.

Recomendación: Reservar en el restaurante "Shtastliveca". Con ver la fortaleza, Arbanasi y Monasterio de la Transfiguración, es suficiente. Haciendo una noche allí, y luego visitando todo eso por la mañana, es suficiente, así que propongo que, en lugar de volver a dormir a Veliko, marquéis otro punto en vuestro recorrido para dormir. Haréis camino, invertiréis mejor el tiempo y, tal vez, descubráis algún pueblo más bonito. Lo dicho, Veliko como ciudad no vale demasiado.

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