Descripción: En esta etapa relato los preparativos (que no fueron fáciles) y el itinerario por el que finalmente nos decidimos para nuestras vacaciones de diez días en las Islas Azores, visitando Sao Miguel y Terceira.
Fecha creación: 29/12/2019 19:33
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PREPARATIVOS E ITINERARIO.
No fue sencillo preparar este viaje de 10 días de vacaciones en las Islas Azores. Debido a diversos problemas añadidos a una intervención quirúrgica a la que me sometí a finales de marzo, las vacaciones veraniegas estuvieron bastante inciertas hasta mediados de junio, con lo cual nuestra capacidad de maniobra se vio bastante reducida pues, harta de anular viajes con casi todo organizado, decidí esperar hasta el último momento. Y eso tuvo sus consecuencias, fundamentalmente a la hora de precios en tarifas aéreas y alojamientos.
Ubicación de las Islas Azores según capturas en Google Maps.
Después de pensar en varios sitios, al final me decanté por las Islas Azores, a las que tenía ganas desde hace algún tiempo, sobre todo una vez vistos varios diarios en el foro, con fotografías de paisajes espectaculares. Y según veía nuevas imágenes y recababa otra información, más me apetecía ir allí. Pero en cuanto me puse a mirar, me di cuenta de que el asunto no iba a ser sencillo porque mediados de julio son ya unas fechas caras y de alta ocupación en las islas.
Su situación respecto a la Península Ibérica, Canarias y Madeira.
Desde un principio tuve claro que una de las islas escogida sería Sao Miguel (San Miguel), la más atractiva para el turista según comenta casi todo el mundo, y donde se puede pasar una semana o incluso más tiempo sin aburrirse lo más mínimo. Sin embargo, como íbamos a estar 10 días (aunque el último se perdía en viajes), me pareció que podíamos visitar alguna otra isla. Mi primera opción era Flores, que me llamaba y me sigue llamando mucho la atención, pero tuve que desistir enseguida. A esas alturas resultaba imposible encontrar vuelo y alojamiento allí. Entonces pensé en Faial, desde la que podríamos ir a Pico en barco, pero me quedé perpleja al ver los precios de los vuelos de regreso de Horta a Madrid en las fechas escogidas, con lo cual tuve que descartarla también. La única posibilidad viable sin arruinarnos era combinar Sao Miguel con Terceira. Aunque no era lo que más me apetecía, tampoco quería pasar todo el tiempo en un mismo sitio. Intenté probar algún viaje combinado con buscadores o agencias, porque a veces los paquetes salen más económicos, pero nada, mucho peor aún. De modo que me decidí por lo siguiente:
- Vuelos con TAP Madrid/Oporto/Ponta Delgada (San Miguel)
- Vuelo interno con SATA: Ponta Delgada/Angra do Heroismo (Terceira)
- Vuelo con TAP: Andra do Heroismo/Lisboa/Madrid.
Los vuelos ya estaban por las nubes y subían de día en día. Al final conseguí unas plazas en tarifa “económica” por 245 euros por persona. Después tuve que incluir una maleta facturada por 15 euros. Los vuelos internos con SATA me parecieron muy caros, teniendo en cuenta que duran poco más de media hora: 90 euros por persona y vuelo (en este caso sí que estaba incluida una maleta en bodega por billete), pero ahí si que no había nada que rascar: o eso o no había combinación de islas porque utilizar la vía marítima resulta sumamente complicado, ya que no suelen haber buenos horarios y tampoco los barcos salen todos los días, excepto el de Faial/Pico y viceversa, que es poco más que un paseo. Los que no tengáis problemas de fechas podéis mirar si os compensa el vuelo gratis que se ofrece entre islas al llegar a Azores. Sin embargo, hay que volar desde territorio portugués y solo funciona para el primer y el último desplazamiento y con condiciones. Resulta un poco engorroso de explicar, pero se trata de una opción que puede interesar sobre todo a quienes viven cerca de Lisboa o de Oporto, para viajar en coche propio y dejarlo en los parkings de larga estancia de sus aeropuertos. A nosotros no nos traía ninguna cuenta, por no mencionar la pérdida de tiempo y la incomodidad de tanto trasiego. Y con los hoteles, más de lo mismo: poca oferta y precios muy elevados ya a mediados de julio. Además, no había nada disponible en el tipo de establecimientos que nos gustan, pequeños y con encanto o de arquitectura tradicional; sólo quedaban habitaciones en hoteles grandes. Así que, a través de booking.com, reservé cuatro noches en el VIP Executive, un cuatro estrellas no muy céntrico, pero estratégicamente situado junto a una zona comercial y en las inmediaciones de la autovía y, más importante aún, con garaje gratuito para los clientes, lo cual en una ciudad resulta muy importante. En principio, había reservado allí las seis noches que íbamos a pasar en San Miguel, pero, para evitar tantas idas y vueltas, anulé las dos últimas y las trasladé al Hotel Lince Country and Nature de la localidad de Nordeste, en el extremo noroccidental de la isla. En Terceira, reservé tres noches en la capital, Angra do Heroismo, en el Hotel Cruzeiro. En cualquier caso, a los hoteles me referiré más adelante.
Ya solamente faltaba arreglar la cuestión del coche de alquiler, lo que también me hizo mirar largo y tendido por internet. Los coches, al menos en esas fechas, me parecieron carísimos en Azores, sobre todo teniendo de referencia los de las Islas Canarias. Hubiésemos podido ahorrar un poco reservando con seguro a terceros, pero preferí no escatimar en favor de la tranquilidad y tampoco estaba dispuesta a transigir con depósitos de ¡mil euros! o franquicias de más de 500. Después de consultar compañías locales como Ilha Verde y ver que los precios se subían por las nubes, terminé alquilando con Goldcar (nunca había alquilado con ellos), que ofrecía seguro a todo riesgo, sin franquicias ni depósitos. Reservando on line me aplicaron un descuento de un 10 por 100 (hay que esperar unos momentos en su web, como si se estuviera meditando sobre los precios y te sale el descuento reservando en ese momento). Tuve que hacer por separado las reservas de cada una de las islas, con recogida y devolución en los respectivos aeropuertos. Al final, cada día completo nos salió por 41 euros. Bastante caro, pero Azores como se disfruta más es disponiendo de coche, yendo y viniendo a voluntad, según cuadre el tiempo.
Todos esos gastos supusieron más de 1.500 euros, pese a lo cual suponía un buen ahorro respecto a los paquetes de vuelo+hotel que encontré en las agencias, en los que no estaba incluido el coche de alquiler. Todo este rollo lo he sacado a colación para concluir que conviene reservar con bastante antelación si se quiere ir a Azores en época de máxima afluencia, como son los meses de julio y agosto. Y no es que sea algo que no suceda en otros lugares, pero en estas islas me pareció más significativo si cabe.
Una vez hechas las reservas, preparé los itinerarios, si bien con bastante prudencia ya que, según asegura todo el mundo y con mucha razón por cierto, la meteorología influye mucho en las islas del eterno anticiclón y te puede arruinar los planes de una jornada en un abrir y cerrar de ojos, con lo cual hay que llevar planes A, B y C por si acaso.
De modo que elaboré una lista de lugares imprescindibles para ver en cada isla y los itinerarios quedaron definitivamente así después de algunos cambios necesarios que ya comentaré. Por cierto que no incluí ninguna excursión para ver cetáceos (algo que suele hacer casi todo el mundo) porque ya habíamos ido anteriormente, en Noruega y Canarias.
ISLA DE SAN MIGUEL.
DÍA 1. Vuelo desde Madrid con escala en Oporto. Llegada al aeropuerto de Ponta Delgada a las 13:30. Recogida del coche de alquiler. Check in en el hotel. Tarde en Sete Cidades. Mirador de la Candelaria y Vista do Rei, Lagoa do Canario, Miradores de la Boca del Infierno, de Cerrado das Freiras, de Lagoa do Santiago y Lagoa das Sete Cidades. Mirador da Ponta do Escalvado, Mosteiros, Punta Mosteiros y cena en el restaurante 4 Plátanos de San Antonio. Alojamiento en Ponta Delgada.
DÍA 2. Lagoa do Fogo. Miradores de las Antenas Repetidoras, Pico da Barrosa, Lago do Fogo y Bela Vista. Caldeiras de Ribeira Grande: ruta senderista del Salto do Cabrito. Baño en las cascadas de Caldeira Velha. Cena en Rabo de Peixe (restaurante O Pescador). Alojamiento en Ponta Delgada.
DÍA 3. Ribeira Grande. Miradores Do Castelo, Do Palheiro y Ponta do Cintrao. Comida en Sao Antonio (restaurante 4 plátanos). Miradores Sao Antonio, do Navio, Pedras Negras y otros. Mirador do Carvao. Aparcamiento de Lagoa do Canario para hacer la ruta senderista de Serra Davassa, Lagoas das Empadadas y Mirador do Pico do Paul. Alojamiento en Ponta Delgada.
DÍA 4.Furnas. Mirador do Pico do Ferro. Caldeiras. Cocido en Tony’s. Jardín Botánico Terra Nostra con baño en su estanque de aguas ferruginosas. Miradores do Salto do Cavalo, Salto do Farinha y Pedra dos Estorninhos. Visita de Ponta Delgada.
Día 5.Vila Franca do Campo. Ruta Senderista de la Lagoa do Congro. Comida en Vila Franca do Campo. Mirador de la Capilla de Nuestra Señora de la Paz. Parque Natural da Ribeira do Caldeiroes. Miradores. Alojamiento en Nordeste.
DÍA 6.Nordeste. Miradores del Faro de Arnel (bajada a pie hasta el Faro), Ponta do Sosego, Ponta do Madrugada y otros. Faial da Terra con la ruta senderista hasta el Salto do Prego con vuelta por Sandinho. Povoaçao. Mirador Pico dos Bodes. Alojamiento en Nordeste.
DÍA 7.Mirador de Santa Iria. Fábrica y Plantaciones de Te de Gorreana. Vuelo a Terceira. Recogida de coche de alquiler en el aeropuerto. Check in en hotel. Visita, cena y alojamiento en Angra do Heroismo.
DÍA 8.Ruta senderista Rocha de Chambre. Grota Natal. Algar do Carvao. Vuelta a la isla desde Vila Nova hasta Angra do Heroismo. Cena y alojamiento en Angra do Heroismo.
DÍA 9.Fuerte de San Bautista y Miradores del Monte Brasil en Angra do Heroismo. Mirador emblemático de la Serra do Cume. Comida en Altares (restaurante la Caneta). Ruta senderista Pasagem das Bestas. Playa de la Victoria con el Mirador del Sagrado Corazón. Miradores por el camino hasta llegar a Angra do Heroismo. Atardecer en el Mirador del Alto de la Memoria. Cena y alojamiento en Angra do Hroismo.
DÍA 10.Devolución del coche de alquiler. Vuelo de regreso a Madrid, con escala en Lisboa.
Antes de empezar con el relato del viaje, voy a hacer una pequeña introducción sobre nuestro destino vacacional.
Las Azores es un archipiélago portugués que forma parte de la Macaronesia, ubicado en mitad del Océano Atlántico, a 1.400 kilómetros al oeste de Lisboa, y que cuenta con estatus de Comunidad Autónoma. Está compuesto por nueve islas, que se agrupan según su situación y cuyos nombres son: Flores y Corvo, las más occidentales; Terceira, Graciosa, Sao Jorge, Pico y Faial forman el quinteto central y Santa María y Sao Miguel son las más orientales. El archipiélago tiene tres capitales: Ponta Delgada (Sao Miguel), Horta (Faial) y Angra do Heroismo (Terceira). La población total se acerca a los 300.000 habitantes y su superficie suma 2.332 Km2.
Sao Miguel es la isla más grande (759 km2, 65 kilómetros de largo por 16 de ancho) y la más poblada (más de 135.000 habitantes), mientras que Corvo es la más pequeña (18 km2) y la menos poblada (no llega a 500 habitantes). Su clima es oceánico subtropical suavizado por la Corriente Cálida del Golfo, con temperaturas suaves todo el año, que no suelen bajar de los 13 grados en invierno ni subir de los 24 en verano. Sin embargo, la abundante lluvia, el viento y la niebla incrementan bastante la sensación de frío, en especial durante el invierno, por lo cual no es un destino turístico que pueda resultar equivalente a las Islas Canarias, por ejemplo, en cuanto a esquivar los rigores climáticos peninsulares. No obstante, atractivos como las cascadas, los estanques y las piscinas naturales de agua caliente pueden contribuir a que la sensación térmica sea más agradable. Estadísticamente hablando, julio es el mes más cálido y menos lluvioso, diciembre el que presenta mayor cantidad de precipitaciones y febrero el de temperaturas más bajas.
De origen volcánico, las islas Azores destacan por unos paisajes variados, de perfiles suaves, montañoso pero sin cimas demasiado altas (excepto en la isla de Pico), con muchas lagunas que han copado antiguos cráteres y donde reina el color verde en todos sus tonos gracias a la multitud de especies endémicas, muchas de ellas protegidas, entre las que destacan la laurisilva y una gran variedad de helechos y arbustos, como las hortensias, cuyas flores constituyen un verdadero espectáculo de color que alegran la vista no solo en los parques y en el campo sino también en las cunetas de las carreteras, especialmente en la isla de Sao Miguel, si bien se trata de una especie foránea, introducida por el hombre, y que, aunque bella, se ha llegado a convertir en una auténtica invasora del medio.
En la cuestión gastronómica, no habrá muchos visitantes que se sientan decepcionados en las Islas Azores, puesto que su gastronomía es rica y variada. Entre sus platos más conocidos están la ensalada de pulpo, la caldeirada de pescado, la morcilla con piña, la alcatra, la sopa de pescado, el atún, el "cozido" de Furnas, el caldo verde, las lapas y su fantástica carne de vaca.
Dejando aparte algunas leyendas, que sitúan en su entorno tierras míticas, como la Atlántida, lo cierto es que estas islas entraron en la historia a finales del Medievo, con los viajes de los navegantes portugueses a principios del siglo XV. Por entonces, estaban deshabitadas y su colonización no se inició hasta 1439, con la llegada paulatina de colonos portugueses, franceses, flamencos, árabes y judíos. En 1493 Colón desembarcó en la Isla de Santa María. En 1583, Felipe II, rey de España y Portugal, envío una flota para expulsar a los franceses, que resultaron derrotados definitivamente en la batalla que se desarrolló en la isla de Terceira, donde se conservan bastantes detalles de la dominación española, que se prolongó hasta mediados del siglo XVII.
Descripción: En esta etapa cuento nuestra primera tarde en Sao Miguel, que dedicamos a visitar el entorno de Sete Cidades con sus famosos miradouros sobre las lagunas: Vista do Rei, Lagoa do Canario, Boca del Infierno, Cerrado das Freiras, Lagoa do Santiago, etc. También un pequeño recorrido por la zona noroeste, con Ponta do Escalvado y Mosteiros.
Fecha creación: 29/12/2019 19:43
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DÍA 1. ISLA DE SAO MIGUEL (SAN MIGUEL).
La isla de Sao Miguel está dividida en seis concelhos o municipalidades (Ponta Delgada, Ribeira Grande, Nordeste, Lagoa, Vila Franca do Campo y Povoaçao), que iríamos conociendo a lo largo de nuestro viaje, cuyo]primer itinerario quedó así.
HOTEL EN PONTA DELGADA/MIRADOR DE LA CANDELARIA/MIRADOR VISTA DO REI/LAGOA DO CANARIO/MIRADOR DE LA BOCA DEL INFIERNO/MIRADOR DO CERRADO DAS FREIRAS/MIRADOR DA LAGOA DO SANTIAGO/LAGOA DAS SETE CIDADES/MIRADOR DA PONTA DO ESCALVADO/MOSTEIROS/RESTAURANTE 4 PLATANOS (SAN ANTONIO)/HOTEL EN PONTA DELGADA.
Unos 82 kilómetros y dos horas de viaje en coche según Google Maps.
LLEGADA A PONTA DELGADA Y CHECK IN EN EL HOTEL.
Los vuelos transcurrieron sin incidencias dignas de mención, de Madrid a Oporto y de Oporto a Ponta Delgada, en TAP, con duración de una y dos horas, respectivamente. Nos dieron un aperitivo en el primero y una comida muy ligera en el segundo, creo recordar que fue un emparedado, un quesito y alguna cosa más que se me ha olvidado. Habíamos tomado unos sándwiches en el aeropuerto de Oporto (la escala duró hora y media), con lo cual pudimos aguantar bien.
Antes de bajar del avión, retrasamos nuestros relojes dos horas, diferencia horaria que hay entre Azores y España. Recuperábamos ciento veinte minutos en un segundo, ¡qué bien! Tras recoger la maleta, en la salida nos estaba esperando una empleada de Goldcar. No tienen oficina en el aeropuerto de Ponta Delgada, así que la empleada nos llevó en una furgoneta al lugar de entrega de los coches, que se encuentra a unos cuatro o cinco kilómetros del aeropuerto. Allí nos entregaron el vehículo de tarifa económica que habíamos elegido, un Fiat Punto, si bien previamente quisieron hacernos un “up grade” con precio especial a un coche superior. Ni queríamos un coche superior, ni mucho menos nos apetecía pagar más (ya estaba bien subidito el precio), así que declinamos educadamente, dándoles las gracias. Previa petición, nos facilitaron un mapa turístico de carreteras que nos vino muy bien.
Mapa turístico que nos dieron en Goldcar.
Acto seguido, utilizamos el Google Maps del teléfono móvil para llegar al hotel (a 6 kilómetros del aeropuerto), que se encuentra muy bien situado para hacer excursiones ya que está cerca de la salida a la autovía (vía rápida) EN1-1A. Tampoco pilla mal para ir al casco histórico, aunque después comprobaríamos de primera mano que no apetece nada caminar veinte minutos tras los largos trasiegos de la jornada.
Vistas desde la terraza del hotel, que también tiene una pequeña piscina que no utilizamos porque no nos dio tiempo. Había muchas otras cosas que hacer en la isla.
SETE CIDADES Y SU ENTORNO.
Con el comecocos que te mete todo el mundo respecto a las variaciones del tiempo en Azores, una vez hechas las reservas y demás, lo primero que se suele hacer antes del viaje es consultar páginas sobre probabilidades de lluvia y niebla con el fin de llevar preparados itinerarios y alternativas. Para ello, me fueron muy útiles las páginas web visitazores.com y spotzores.com. Ambas proporcionan información turística, del tiempo y cuentan también con cámaras web en vivo, cuyas imágenes resultan muy útiles para saber si interesa o no visitar determinado sitio dependiendo de la meteorología; por ejemplo, no conviene ir a Lagoa do Fogo o a Sete Cidades si hay niebla porque no se apreciarían sus fantásticos paisajes.
Desde unos días antes, estuve muy pendiente del tiempo para decidir qué podíamos hacer de acuerdo con las previsiones. Uno de los lugares imprescindibles, la foto emblemática de las Azores, corresponde sin duda a Sete Cidades, pero no a la población en sí, sino a su entorno y, en especial, a sus lagunas, una Azul y otra Verde, que se pueden contemplar desde varios miradores, siendo los más destacados el de Vista do Rei y el de Cerrado das Freiras. En muchas de mis consultas a las webcam, las lagunas aparecían tapadas por la niebla, así que en cuanto vi que el día de nuestra llegada haría buen tiempo (no es que estuviera despejadísimo, pero hacía sol y las nubes, aunque algodonosas no estorbaban a la visibilidad), decidí que esa misma tarde la dedicaríamos ya a Sete Ciudades, no fuera que tal ocasión no se repitiese otro día. Así que en cuanto hicimos el check in en el hotel, dejamos la maleta y volvimos al coche para iniciar nuestra excursión a la zona noroeste de la isla de Sao Miguel.
Por la autovía EN1-1A tomamos dirección Relva, hasta que nos desviamos a la derecha, por la EN9-1A, hacia Sete Cidades. Está indicado, así que no tiene pérdida. Inevitablemente, por el camino lo primero que nos llamó la atención fueron los enormes macizos de hortensias de espectaculares flores azules y blancas, que atestaban las cunetas de la carretera, y que al alternarse y mezclarse también con grandes extensiones de violetas africanas proporcionaban un fantástico toque de color al verde paisaje, aunque sin estridencias por la falta de tonos rojos y amarillos.
Enseguida vimos por primera vez la señal de carretera más característica de la isla, que se convertiría en el terror de mi marido con el transcurrir los días: Miradouro (Mirador). Los hay a docenas y a cual más espectacular. Me referiré a ellos más adelante. En realidad, no dejaré de referirme a ellos en todo el diario porque los “miradouros” forman parte de la esencia turística de las Azores y son un elemento imprescindible para conocer sus paisajes. Sin embargo, los de Sao Miguel son bastante más que simples balcones para contemplar el horizonte. Y es que muchos albergan sorprendentes merenderos, con bancos y mesas a cubierto de la lluvia o del sol, algunos cuentan con agua corriente, fregaderos, cocinas y parrillas, incluso con leña; los que hay que disponen de servicios y otros constituyen auténticos jardines botánicos. Además, suelen estar muy cuidados y, por regla general, sumamente limpios.
De inmediato, nos topamos con el Miradouro de Candelaria, un aperitivo ligero, con una vista sesgada de la costa. Sin embargo, uno de los platos fuertes de Sao Miguel no tardó en aparecer, tras divisar a nuestra derecha la mole ruinosa del famoso hotel abandonado, un establecimiento de cinco estrellas con fantásticas panorámicas de la Lagoa de Sete Cidades que se fue a pique precisamente por su ubicación, ya que aparte de las vistas, el lugar no es el más apropiado para alojamiento turístico por la abundancia de lluvias y las frecuentes nieblas. Desde la azotea se divisa un panorama espectacular y, aunque el acceso está prohibido por el peligro cierto de sufrir algún accidente en su interior, no falta gente que sube en busca de la mejor foto. En estos casos, si bien sé que no tiene por qué suceder nada, yo prefiero no arriesgar. Que cada cual decida.
Desde el Miradouro da Vista do Rei (el más concurrido de toda la isla sin duda alguna), el panorama es increíble, aunque falte un trozo de la Lagoa Verde que sí se ve desde la azotea del hotel. Pero no hay que desesperar porque un poco más adelante, desde la carretera que va a la Lagoa do Canario, también se pueden divisar las dos casi al completo.
Además de las lagunas, que cubren el fondo de los cráteres de antiguos volcanes actualmente extintos y cubiertos de vegetación, los bosques, las plantas y las flores proporcionan una estampa de postal, de las que no se olvidan y que nos gustará repasar bastantes veces. Imprescindible parar aquí y, a ser posible, hacerlo sin que las nubes o la niebla estorben. Si es preciso, habrá que intentarlo las veces que haga falta pues sólo dista 28 kilómetros (poco más de media hora) de la capital, Ponta Delgada.
Continuamos hasta el primer cruce, donde tomamos la carretera que por la derecha lleva hasta el aparcamiento de la Lagoa do Canario. En la explanada pudimos ver los indicadores de la ruta senderista de Serra Davassa, que teníamos previsto hacer otro día. Enfrente hay una verja (ojo que hay horario de apertura y cierre si se pasa en coche) con una pista de tierra que en pocos metros lleva a la Lagoa do Canario y en un par de kilómetros a las proximidades del Miradouro da Grota do Inferno, otro de los imprescindibles, en mi opinión. Nosotros fuimos caminando, pero nada impedía avanzar con el coche por la pista de tierra algunos cientos de metros más, hasta llegar a las escaleras que conducen a este mirador, otro de los emblemáticos de Sao Miguel, que aparece en multitud de guías y carteles turísticos de esta isla y de todas las Azores.
Acceso al Mirador de la Gruta del Infierno. Ningún problema.
Las vistas sobre las aguas añiles de la Lagoa Azul y las verdes de la Lagoa do Santiago y otras lagunas más pequeñas son preciosas, enmarcadas por el verde fosforito de las lomas onduladas que se yerguen alrededor y con la curiosa presencia de una costura de asfalto increíblemente ribeteada por enormes setos de hortensias blancas y azules claros y oscuros. El acceso es muy sencillo y, tras subir unas escaleras, un camino de tierra conduce a la punta de un cerro que depara un panorama espléndido, cuya verdadera dimensión solo se aprecia contemplándolo in situ. Realmente un sitio fantástico, aunque bastante concurrido, eso sí. Como curiosidad, decir que en muchas fotos he visto el camino bordeado por protecciones laterales de madera que ya no están. Ignoro si era por estética o por seguridad, pero en situaciones normales no existe ningún peligro.
De regreso, todavía a pie seguimos un indicador hacia la Lagoa do Canario, que nos mostró sus aguas tranquilas, rodeadas por una vegetación exuberante.
Ya en el coche, retrocedimos al cruce anterior, donde continuamos en dirección hacia Sete Cidades, circulando ya entre verdaderas paredes de hortensias, los arbustos en ocasiones más altos que los propios coches. ¡Qué bonito!
En continuo descenso, llegamos al Miradouro do Cerrado das Freiras, otro de los imprescindibles pues proporciona una perspectiva diferente, pero más cercana y también fantástica de las Lagoas Azul y Verde.
Un poco más adelante, se puede parar en el Miradouro da Lagoa do Santiago, que ofrece en primer plano la visión de sus aguas verdes, copando un cráter verde, enmarcado por montañas verdes. Vamos, el colmo del verde.
Un ratito después, alcanzamos las lagoas y nos aparcamos junto al puente que las cruza para pasear un rato por las orillas. En sus inmediaciones vimos jardines, un merendero y una pista paralela a las aguas por la que se puede caminar o ir en bicicleta. Ignoro si el sendero permite bordear las lagunas completas, aunque no era nuestra intención. De todas formas, el encanto de estas lagunas, en mi opinión, está en el paisaje que conforman más que en ellas en sí.
El pueblo de Sete Cidades no nos pareció especialmente interesante, así que no nos detuvimos porque el reloj corría deprisa y queríamos ver todavía algunas cosas más. Menos mal que en julio, en Azores no se hace de noche hasta las ocho y media, más o menos. Un día largo, por tanto.
EXTREMO NOROCCIDENTAL DE SAO MIGUEL.
La carretera EN9-1A nos condujo hacia el extremo occidental de la isla y tras pasar varios miradores que vimos sin bajarnos del coche, llegamos a otro de los que merecen la pena, el Miradouro da Ponta do Escalvado, que nos proporcionó una bonita panorámica de la costa oeste, hacia el norte y hacia el sur.
Seguimos hacia el norte, a la Punta de Mosteiros, y alcanzamos las piscinas naturales de Caneiros, con su agreste paisaje de rocas volcánicas ocres, rojas y negras. Pese a lo avanzado de la hora, había bastante gente bañándose.
Después de ese punto, el más al noroccidental de Sao Miguel, recuperamos la carretera EN1-1A y seguimos ya hacia el este, no sin antes detenernos en otro mirador que nos ofreció unas bonitas vistas de la costa y del pueblo de Mosteiros, con sus casitas de colores y su iglesia, la fachada blanca rematada por bordes de piedra volcánica negra, tan típica de las iglesias de estas islas, muchas de las cuales veríamos a lo largo de nuestro viaje.
La tarde caía deprisa y no pudimos acercarnos al Miradouro das Comeeiras, que ofrece otro punto de vista de las Lagoas de Sete Cidades. Una pena. Pensamos ir en otro momento, que ya no se presentó. Queríamos cenar en un sitio majo y buscamos el restaurante 4 Plátanos, en San Antonio, recomendado en el foro. Y no nos defraudó. El establecimiento está situado en un paraje espléndido, vislumbrando la costa. Se puede cenar o, simplemente, tomar algo en su terraza, contemplando el atardecer sobre la costa nororiental de la isla. Muy bonito el panorama. La cena estuvo bastante bien: pan con ajo, lapas, morcilla con piña y el típico bacalao con garbanzos y verduras. Para beber, cervezas. Todo rico y en cantidad suficiente por 38 euros.
Descripción: Durante nuestro primer día completo en San Miguel visitamos la Lagoa do Fogo y varios de sus Miradores. También hicimos la ruta senderista do Salto do Cabrito y nos dimos un bañito en el espectacular sitio de Caldeira Velha. Terminamos la jornada cenando en Rabo de Peixe.
Fecha creación: 29/12/2019 19:57
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ITINERARIO DEL DÍA 2: PONTA DELGADA/LAGOA DO FOGO/ MIRADORES DE LAS ANTENAS REPETIDORAS, PICO DA BARROSA, LAGOA DO FOGO Y BELA VISTA. CALDEIRAS DE RIBEIRA GRANDE: RUTA SENDERISTA DEL SALTO DO CABRITO. CALDEIRA VELHA. RABO DE PEIXE. PONTA DELGADA.
Unos 70 Km. Hora y media de coche, aproximadamente
Perfil del día en Google Maps.
No llevábamos incluido el desayuno en el hotel porque era bastante caro y, además, vimos que en los alrededores hay un área comercial con todo tipo de servicios. El primer día fuimos a una cafetería próxima, donde pedimos unos croissants con relleno de jamón y queso, dos cafés con leche y sendos zumos de naranja. Los croissants nos los pusieron cortados por la mitad; eran enormes (quizás por eso los cortan, para compartir) y un poco mazacotes, aunque lo peor fue que tardaron una eternidad en cobrarnos los 5,65 euros de los dos desayunos. Como no nos convenció, decidimos cambiar de lugar la mañana siguiente.
Aparte de desayunar, la primera tarea del día fue consultar el pronóstico del tiempo y cotillear las diferentes cámaras web para comprobar cómo se presentaba la jornada. Cumpliendo las previsiones, haría sol y buena temperatura en el destino fijado de antemano: la Lagoa do Fogo, donde no es fácil encontrar unas condiciones favorables pues las nieblas son frecuentes, lo que puede estropear la visita. Así que decidimos aprovechar y salir “pitando” para allá, no fuera a torcerse la cosa en otro momento.
LAGOA DO FOGO.
De camino, seguimos conociendo los paisajes de Sao Miguel, a la que llaman la isla verde por la fertilidad de su suelo. El terreno es volcánico y montañoso, aunque no se trata de un gran número de elevados y puntiagudos picos como en Madeira, sino de conos basálticos que alcanzan alturas de entre 200 y 500 metros, especialmente en la parte central de la zona oeste de la isla. El punto más alto es el Pico da Vara, con 1.150 metros de altura sobre el nivel del mar.
Por la autovía de circunvalación R1-1A enlazamos con la EN1-1A y enfilamos en dirección a la población de Lagoa hasta que encontramos un indicador que marcaba hacia la Lagoa do Fogo, tomando la EN5-2A, a la izquierda. La carretera empezó a ganar altura rápidamente en su ruta hacia el norte, atravesando la isla en un trayecto de unos 20 kilómetros. Tras media hora de viaje, alcanzamos el primero de los Miradores sobre la Lagoa do Fogo. Está muy cerca de las antenas repetidoras y merece mucho la pena detenerse aquí: las vistas son fantásticas, bueno, al menos lo eran aquella mañana, con el cielo casi despejado. Una maravilla. Estábamos frente a una laguna de aguas azules, de dos kilómetros de largo por uno de ancho, rodeada de montañas y vegetación. Como muchas otras de la isla, la Lagoa do Fogo ocupa el fondo de un cráter de un volcán ya apagado, cuya caldera se formó tras la erupción de 1563.
Desde este amplio mirador, muy concurrido ese día, también se contemplan unas vistas preciosas hacia el sur de la isla, salpicada apenas por alguna nube blanca dispersa. Caminando un poco en ambas direcciones, la perspectiva cambiaba y la máquina de fotos echaba humo. Una suerte. No es fácil ver con tanta claridad la Lagoa do Fogo.
Seguimos la carretera hasta llegar al Miradouro do Pico da Barrosa, que ofrece otra estupenda perspectiva, algo más cercana sobre la lagoa, aunque se pierde parte de uno de los márgenes.
Unos centenares de metros después llegamos al Miradouro de la Lagoa do Fogo propiamente dicho, con unas vistas espléndidas. Desde aquí salen varios senderos. Uno sube hasta el borde superior del cráter y permite caminar contemplándola a vista de pájaro. Hice un poco de ese camino, pero pronto lo dejé porque no teníamos pensado entretenernos allí demasiado. Otro de los senderos desciende hasta la misma laguna, que cuenta con algunas playas, aunque la zona es Reserva Natural y está prohibido el baño en ellas, tal como anuncian numerosos carteles, aunque había gente que no lo cumplía. Aquí hay un aparcamiento bastante grande al ser un lugar al que acude en gran número todo tipo de visitantes en Sao Miguel, incluyendo autocares de excursiones organizadas.
Otra forma de acceder a la lagoa es hacer la ruta senderista que parte desde la localidad de Praia, a la que se llega por el sur, con 11 kilómetros y cuatro horas de duración aproximada. No era una ruta prioritaria para nosotros, si bien la llevaba en mente por si se presentaba la ocasión de hacerla, lo cual no ocurrió. Por cierto que vimos unas cuantas gaviotas volando sobre nuestras cabezas, aunque no se mostraron agresivas, lo que, según he leído, sí que sucede en periodo de anidación.
Más adelante, paramos en el Mirador de la Bela Vista, que ofrece una perspectiva diferente hacia la costa.
Continuando por la misma carretera, pasamos junto al acceso al Monumento Natural de Caldeira Velha, cuyo aparcamiento estaba hasta los topes. Pasamos de largo pues pensábamos volver por la tarde, cuando hubiera menos gente. Nuestro destino inmediato era Caldeiras de Ribeira Grande, de donde sale la ruta de senderismo que teníamos previsto hacer esa jornada.
CALDEIRAS DE RIBEIRA GRANDE.
En Caldeiras encontramos una zona de servicios, con bar y restaurante y, además, un antiguo balneario. En unas pozas se puede ver el agua termal hirviendo. En las proximidades, hay un mirador con una zona para hacer los “cozidos”, de los que comentaré más largo y tendido en otra etapa.
RUTA SENDERISTA DEL SALTO DO CABRITO.
También vimos los carteles informativos de la ruta que pensábamos hacer: Salto do Cabrito, PRC29-SMI.
Oficialmente, la ruta comienza ahí y sus datos son: 7,5 kilómetros, 2 horas 30 minutos de duración, fácil y circular. Sin embargo, hay alternativas que luego comentaré.
El día era caluroso y a la una de la tarde el sol apretaba de verdad. Empezamos a caminar en dirección “Monte Escuro” y “Lombadas”, según marcaba la ruta, pero enseguida nos dimos cuenta de que tendríamos que ir casi dos kilómetros por una pista empedrada y sin sombras por la que podían circular los coches sin problemas. De hecho, un par de vehículos pasaron a nuestro lado y decidimos que aquel extra de pasos, solanera y calor no tenía sentido. Así que volvimos al coche, que nos llevó cómodamente al lugar donde comienza la verdadera ruta a pie. No tiene pérdida porque hay paneles informativos y sitio para aparcar. Desde aquí se puede ir en dos direcciones: al Salto do Cabrito o a lo que se llama “Barragem Dam”, que ya explicaré lo que es. Nosotros empezamos yendo hacia el Salto do Cabrito.
De inmediato nos encontramos siguiendo una gran tubería en medio de un espeso bosque con una vegetación exuberante. Entonces nos acordamos de nuestras rutas por Madeira.
Entre una maraña de hojas enormes, el estrecho sendero dio paso a una pista de tierra más amplia, que bajaba hasta el cauce del río, mostrando una variedad espectacular de árboles y arbustos que formaban una tupida masa boscosa, parte de la cual se vislumbraba desde algunos claros. A final de la bajada, llegamos hasta la Central Hidroeléctrica de Faja do Redondo, que está fuera de servicio, aunque se puede visitar concertando una cita previa.
Subimos unas escaleras metálicas y cruzamos el río por una pasarela con suelo de rejilla que va por encima de la tubería. Aquí comienza el trecho más interesante de esta ruta pues se camina sobre dicha pasarela, flanqueada por árboles y vegetación, a veces sobre el cauce del río, a veces entre las rocas, en ocasiones a ras de suelo y otras a una altura bastante considerable, que quizás pueda dar vértigo a algunas personas.
Por fin, tras bajar una empinada escalera metálica con gran número de peldaños (no sé cuántos) y otra con escalones de piedra llegamos al lecho del río y a la Central Hidroeléctrica del Salto do Cabrito.
Nada más sobrepasarla, ya teníamos ante nosotros la preciosa cascada del Salto do Cabrito. Desde que dejamos el coche, tardamos menos de 40 minutos en llegar allí.
Había siete u ocho personas frente a la cascada y aprovechamos para ponernos en primera fila y tomar nuestro bocadillo mientras contemplábamos caer el agua. Entonces nos fijamos en que la pasarela metálica por la que habíamos venido pasaba por encima de las rocas sobre las que se desliza la cascada. Daba casi más vértigo desde abajo que desde arriba.
La pasarela, arriba a la derecha, sobre la roca.
Disfrutamos de lo lindo haciendo esta ruta según la he comentado, pero quien solo quiera ver la cascada, tiene otra posibilidad mucho más corta y fácil: acceder por la carretera EN5-2 (la que traíamos desde la Lagoa do Fogo), ya en las proximidades de Ribeira Grande. Está indicado. Una pista lleva a un aparcamiento, desde donde apenas se tarda 10 minutos andando hasta la cascada. Sin embargo, no es lo mismo.
Se puede continuar por la carretera, haciendo la ruta de senderismo oficial, que es circular, pero no nos apetecía nada andar sobre pista empedrada o asfalto, así que regresamos por el camino que habíamos traído, lo cual no nos importó en absoluto por lo bonito que era el paisaje.
BARRAGEM DAM.
De nuevo en el coche, fuimos hacia el otro lado, siguiendo el indicador que ponía “Barragem Dam”. Llegamos a una especie de aljibe o piscina con aguas burbujeantes de las que emanaban grandes nubes de vapor (estaban hirviendo, claro), aunque no despedían mal olor, el típico a huevos podridos que notamos en otros lugares.
Flanqueados por una vegetación lujuriosa, seguimos la levada que llevaba el agua y alcanzamos una presa. Continuamos un poco más siguiendo la indicación del “sendero· y llegamos al río, a cuyo lecho bajamos y donde pudimos contemplar otro precioso par de cascadas, con el agua enmarcada por unas hojas gigantes dignas del mejor film de dinosaurios. Un sitio agreste, solitario y fácil de alcanzar, aunque puede haber barro en época de lluvias. Apenas se tarda un cuarto de hora en llegar desde donde habíamos aparcado.
CALDEIRA VELHA.
Deshicimos el camino y regresamos al coche para ir a Caldeira Velha, donde teníamos intención de tomar un bañito en sus piscinas naturales de agua caliente.
Cuando llegamos, ya por la tarde, había muchos menos coches aparcados que por la mañana. El acceso a este Monumento Natural está restringido a 250 personas simultáneamente y el tiempo máximo que cada visitante puede permanecer en el interior es de dos horas. El precio de las entradas es de 3 euros la de paseo y de 8 euros si también se quiere tomar un baño. En la taquilla te dan instrucciones y te ponen una pulserita según la modalidad elegida. Nos aseguraron que con dos horas tendríamos tiempo suficiente para verlo todo con tranquilidad, incluyendo el baño. Y fue cierto. En el interior hay vestuarios, servicios y duchas.
Además de muy bonito, este lugar es sumamente especial, con una vegetación fantástica, que parece trasladarte a un Parque Jurásico, con árboles de todo tipo, helechos gigantes, líquenes y flores de lo más variado. Y a la sorprendente masa vegetal hay que añadir las pozas de agua caliente ferruginosa de origen volcánico, convertidas en piscinas naturales, cuya temperatura supera los 30 grados. Un aviso: que nadie espere unas pozas enormes cual piscina olímpica. Son charcas pequeñas, que cubren algo más de un metro como mucho. Además, se debe tener precaución porque el piso puede estar resbaladizo, pero teniendo cuidado no existe ningún peligro y se disfruta un montón.
Aunque el día era caluroso, la verdad es que fue un gustazo meterse en las aguas templadas de la primera piscina. Las aguas de la segunda estaban más calientes y las de la tercera ya casi quemaban, aunque no tanto como las de una de las charcas, en la cual un cartel advierte de que nadie se atreva a meter ni un dedito porque el agua está en punto de ebullición, entre 60 y 100 grados, lo cual se apreciaba a simple vista por las burbujas y el vapor de la fumarola.
Para recorrer el parque hay un sendero de unos 350 metros y, aunque en continuo ascenso, se llega tranquilamente a la guinda del pastel, es decir la fuente termal o nacimiento, que cae en forma de cascada sobre una amplia poza con mirador incluido, en la cual pudimos relajar la mente y el cuerpo tras haber recibido en la cabeza el grato impacto del agua templada (26 grados) de la cascada. ¡Qué bonito era todo y qué bien se estaba allí!
Si da tiempo, también se puede visitar el Centro de Interpretación Ambiental, que está junto a la zona principal de servicios y vestuarios. Sin embargo, lo más importante es disfrutar del sitio natural, que es una maravilla. Aunque la mano humana ha habilitado el entorno como es obvio, lo que no sucede en otros lugares de la isla, la Caldeira Velha tiene un gran encanto y, en mi opinión, es de visita obligada en Sao Miguel, pudiendo combinarse fácilmente con la visita a la Lagoa do Fogo.
RABO DE PEIXE.
Para rematar la jornada, fuimos hasta Rabo de Peixe, una localidad eminentemente pesquera como bien apunta su nombre. Nos habían recomendado el restaurante “O Pescador”, y allá que fuimos. Llegamos pronto, lo cual fue un acierto, ya que la dueña nos atendió estupendamente bien. Aunque tenía otros pescados y mariscos, nos aconsejó la caldeirada, una especie de caldereta de marisco y pescado cocinada con capturas de la zona. Nos enseñó los pescados en cuestión, pero nos quedamos tal cual, ya que no los habíamos visto nunca antes (los mariscos, sí, claro) y sus nombres no nos decían gran cosa. En cualquier caso, tanto el caldo como el propio guiso estaban para chuparse los dedos.
Cuando terminamos de cenar, dimos una vuelta por el puerto, que estaba casi desierto. No tardó en hacerse de noche y volvimos al coche, para poner ya rumbo al hotel y dar por concluida una jornada muy intensa.
Hola, meha. Como siempre, me da mucha alegría leer tus comentarios. Muchas gracias. Y el tiempo, muy bueno, sí. Algunas nubes, pero lluvia dos gotas un día. El paraguas ni lo abrimos.
Los vuelos fueron reservados por mi agencia, así como los coches.
La agencia de viajes me tramitó un seguro para los coches (con Allianz) como si fuera a todo riesgo. Así pues, para los del rent-a-car, yo llevaba seguro a terceros; algunos te ofrecen ampliar su cobertura y tu les tienes que decir que no, que ya lo tienes solucionado (y por eso te explican que si tienes un desperfecto ellos lo cobran del depósito y yo lo tengo que reclamar a la agencia / Allianz cuando vuelvo).
Te confirmo yo también la belleza de Flores, pero le dedicaría más de un solo día. Es pequeña pero tiene mucho para ver y también hay que tener en cuenta que como vayas un día con niebla quizás no veas nada, así que es mejor maximizar opciones.
Así es AnnieMoon. El tiempo en las Azores no es de fiar. Viento, nubes, niebla, lluvia, sol, todo mezclado. Ellos dicen que tienen las 4 estaciones del año en 1 solo día.
pipiyol68 Indiana Jones Abr 06, 2011 Mensajes: 1515