![]() ![]() Islandia 2021 - Volcanes y Eurovisión ✏️ Blogs de Islandia
Viaje de 17 días en Agosto de 2021 dando la vuelta completa a Islandia.Autor: Omaringa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.3 (6 Votos) Índice del Diario: Islandia 2021 - Volcanes y Eurovisión
01: ¿Por qué Islandia?
02: Preparativos y planificación
03: 5 de Agosto. Llegada accidentada
04: 6 de Agosto. Visitando Reykjavik
05: 7 de Agosto. Orgullo descafeinado
06: 8 de Agosto. Reykjanes
07: 9 de Agosto. El Círculo Dorado.
08: 10 de Agosto: Landmannalaugar
09: 11 de Agosto: Conociendo el Sur
10: 12 de Agosto: Seguimos en el Sur
11: 13 de Agosto: Parques Nacionales del Sur
12: 14 de Agosto: los fiordos del Este
13: 15 de Agosto: el lago Myvatn y alrededores
14: 16 de Agosto: excursión a Askja
15: 17 de Agosto: Husavik.
16: 18 de Agosto: Norte de Islandia
17: 19 de Agosto: Península de Snæfellsnes
18: 20 de Agosto: Inside the volcano
19: Conclusión
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Etapas 7 a 9, total 19
Otra de las etapas imprescindibles en un primer viaje a Islandia es recorrer el Círculo Dorado. Se trata de una zona situada cerca de la capital y fácilmente accesible en coche, que tiene algunos de los puntos de interés más visitados del país y que puede servir como una magnífica introducción a lo que después se verá por el resto de Islandia. Las atracciones a visitar dependerán de los gustos de cada uno y del tiempo disponible, pero hay algunas que son las más conocidas y las que visita prácticamente todo el mundo:
-Parque Nacional de Þingvellir. -Geysir -Cascada Gullfoss -Cráter Kerid. Hay otras paradas más que se pueden añadir, pero ésas suelen ser las más conocidas. Este día, para variar, también madrugamos. Las diferentes paradas previstas en el Círculo Dorado no es que estén unas al lado de las otras, hay que hacer algunos kilómetros, a lo que hay que añadir el tiempo necesario para realizar las visitas y nosotros somos de tomárnoslo con calma y disfrutando del momento, así que había que aprovechar el día. Nuestra primera parada era el Parque Nacional de Þingvellir, a unos 40 km de Reykjavik. Esta parada es posiblemente la que más tiempo lleva en toda esta ruta. Esta zona fue declarada Parque Nacional en 1928, y desde luego motivos no le faltan. Se puede decir sin ninguna duda que es un lugar único y peculiar. Para empezar, está situado en la zona donde se separan las placas norteamericana y euroasiática. Esta separación divide a Islandia en dos partes, y provoca que ambas placas se separen a un ritmo de unos 2cm al año. Esta particularidad geológica es lo que provoca que el país cuente con tantísima actividad sísmica y volcánica; es una de las zonas del mundo con más actividad geológica. ![]() Esta división se aprecia perfectamente en Almannagjá, un cañón por el se puede pasear cómodamente, con la placa americana a un lado y la europea al otro. Es impresionante pasar por allí sabiendo lo que estás contemplando. El parque dispone de varias zonas para aparcar, pero nosotros lo hicimos en el Parking 1, que es el donde está el centro de visitantes. Es de pago, así que hay que entrar y registrar la matrícula del coche en una máquina que hay a en el hall, es fácil de hacer, y obligatorio porque unas cámaras graban los coches que entran y salen del aparcamiento. Si se aparca aquí, el cañón Almannagjá es lo primero que se visita, está justo al lado. Continuando paseando por Almannagjá se llega a Loberg (Roca de la Ley) el otro punto importante del parque, aunque este por un motivo histórico. Aquí es donde se fundó en el año 930 el Alþingi, o parlamento Islandés, el más antiguo del mundo. El lugar está señalado con una gran bandera nacional. También fue el lugar donde se declaró la independencia de Islandia en 1944. Siguiendo el camino se llega a la Oxararfoss, una cascada que nos hizo mucha ilusión ver ya que era la primera del viaje. Es bonita y fotogénica, pero evidentemente, hay otras más impresionantes en Islandia. Desde aquí seguimos el sendero que lleva hasta unas edificaciones que hay en la zona llana, una iglesia y unas pequeñas casas. Aquí se alojan mandatarios internacionales cuando visitan la zona. Justo delante hay un pequeño cementerio donde hay enterradas varias personas ilustres del país, supongo que no todo el mundo tiene el privilegio de ser enterrado en un parque nacional. Cerca se encuentra la sima de Silfra, donde es posible bucear entre las dos placas tectónicas, pero no la visitamos. Cerramos el círculo llegando de nuevo al parking para recoger el coche y pusimos rumbo a nuestra siguiente parada, la cascada de Bruararfoss, o cascada azul. Esta cascada queda un poco a desmano de la carretera que une Thingvellir con Geysir, así que mucha gente la ignora, pero merece totalmente la pena, nos encantó. Para llegar hay dos opciones. La primera es dejar el coche en el parking oficial, y caminar remontando el río durante media hora aproximadamente, que luego hay que deshacer. Nosotros optamos por la segunda, dejando el coche en una urbanización privada. Se supone que no se puede pasar si no eres propietario, pero nadie nos dijo nada, y aparcamos el coche en una zona de aparcamientos públicos, ni en las calles ni en las plazas que tenía un número asignado, así que no molestaba, y desde allí no hay mucho tiempo caminando hacia la cascada. Hay que buscar el río, nos guiamos por el oído, y cruzar un pequeño puente de madera. Tras eso el camino se interna por un pequeño bosque y al salir a otro camino hay que girar a la derecha. En este pequeño bosque nos encontramos a un señor al que preguntamos si íbamos bien, y nos dijo que sí, pero que faltaban 10 Km para la cascada, pero no nos cuadraba viendo el mapa, así que no le hicimos caso y seguimos andando. Menos mal que no le hicimos caso porque en unos pocos minutos llegamos y la vista es brutal. Es sin duda una de las cascadas más bonitas que vimos en Islandia. Tiene forma de herradura y no es que sea muy alta, pero el color azul del agua es espectacular. Estuvimos un rato por allí contemplando el paisaje y haciendo fotos, además con muy poca gente, así que lo disfrutamos mucho. Con nuestra sed de belleza saciada volvimos al coche y nos dirigimos al siguiente punto de la lista, Geysir. La verdad es que hay una diferencia enorme entre una zona y otra. Si en Bruararfoss estuvimos casi solos, en Geysir era todo lo contrario. Había muchísima gente, y una zona con gasolinera, restaurantes, un gran aparcamiento... se nota que es otra de las paradas típicas de la ruta. Lo primero que hicimos fue comer en uno de los restaurantes, ya que era ya la hora. Elegimos el restaurante Geysir Glima, bastante grande, y donde puedes elegir desde bocadillos, sandwiches, sopas, fish and chips, platos combinados... un poco de todo. También hay servicio de cafetería así que aprovechamos para tomarnos uno y seguir despiertos. Tras reponer fuerzas nos montamos en el coche de nuevo y nos acercamos a la zona de los géiseres. Este curioso fenómeno de la naturaleza debe su nombre precisamente al Geysir, unos de los que se encuentran por esta zona, pero que a día de hoy está apagado y no echa agua. Afortunadamente, a pocos metros de él está el Strokkur, un géiser muy regular que cada cinco minutos aproximadamente suelta un potente chorro de agua hacia arriba. La zona está delimitada para que la gente no sTEe acerque demasiado, pero se ve perfectamente, eso sí, hay que tener cuidado con la dirección del viento para no acabar mojado. La siguiente parada de nuestro itinerario era Gullfoss, a escasos 10 minutos en coche. Tengo que decir que iba con una idea bastante negativa de esta cascada. Había visto muchos comentarios en Internet hablando maravillas de ella, pero las fotos que veía no me decían gran cosa. Una vez vista puedo decir que me encantó, me llevé una grata sorpresa y me pareció muchísimo más espectacular que en las fotos. La cascada se ve desde varios niveles, y en cada uno se ve una parte diferente, es muy grande. Es también una cascada muy caudalosa, y en ciertas zonas esparce una nube de gotas que hace que acabes medio empapado. Lo bueno, el arcoíris que pudimos contemplar esa tarde, nos encantó esta visita. Acabamos nuestra estancia en Gullfoss visitando la tienda de regalos, donde compramos algunos recuerdos, y de nuevo al coche. El siguiente tramo duró bastante más, ya que teníamos que llegar a la zona de Fludir. En este pueblo se encuentra la "Secret Lagoon" o "Gamla Laugin", unos baños parecidos a la Blue Lagoon pero mucho más reducidos y rudimentarios. Sin embargo, nuestro objetivo eran los Hrunalaug Hot Springs, unos baños completamente naturales en medio del paisaje rural de esta zona de Islandia. Para llegar tuvimos que pasar por carreteras en obras, avanzado a paso de caracol. La zona que rodea los baños está formada por pequeñas colinas verdes donde pastaban a su anchas ovejas y caballos. Al llegar al parking nos encontramos una furgoneta con una señora que cobraba por entrar a los baños, 1000 coronas por persona, que no es precisamente barato. Hay que caminar unos 3 o 4 minutos y llega a los baños, no son más que dos pozas con una especie de caseta de madera donde puedes cambiarte, aunque no es que sea muy espaciosa. Estuvimos muy a gusto allí, con el agua calentita, y aunque había gente estuvimos relajados, incluso estuvimos hablando con otros españoles que habían llegado allí también. Estos baños eran relativamente desconocidos hasta hace poco, pero cada vez llega más gente atraídos por su autenticidad. Como estábamos a gusto nos quedamos un buen rato por allí, y cuando empezó a atardecer emprendimos la vuelta a Reykjavik. Se nos quedó en el tintero el cráter Kerid, otra de las etapas típicas del Círculo Dorado, pero ya no daba tiempo, así que lo dejamos. Teniendo en cuenta que a lo largo del viaje íbamos a ver más cráteres tampoco pasaba nada. Al pasar por Selfoss aprovechamos para parar en un supermercado que aún estaba abierto, el Netto, y compramos algunas cosas para cenar en el apartamento, y también unos bocadillos para el día siguiente, ya que teníamos contratada una excursión de día completo a Landmannalaugar. Al llegar a los apartamentos aprovechamos y pusimos una lavadora, sólo nos quedaban dos noches en la capital y teníamos que lavar antes de irnos, así que aprovechamos este día para hacerlo. Etapas 7 a 9, total 19
Un día más tocaba madrugar ya que teníamos contratada para hoy una excursión de día entero a Landmannalaugar. Esta zona está en el interior de Islandia, y solamente se puede llegar a ella por carreteras F, de las que hacen falta un 4x4 y cierta pericia para conducir por carreteras no asfaltadas y con un trazado irregular en ciertas ocasiones. Además, estas carreteras no son accesibles en invierno ya que quedan cubiertas de nieve y se pierde su rastro hasta el deshielo. Por todo esto decidimos internarnos en el deshabitado centro de la isla con una excursión organizada con la empresa TryIceland.
A las 8:00 estábamos puntuales frente a la puerta del Hotel Klettur, a pocos pasos de nuestros apartamentos, y que era el lugar donde nos tenían que recoger. Al final el guía se retrasó un poco y acabamos saliendo a las 8:30. El coche en el que iríamos durante todo el día tenía capacidad para 8 pasajeros más el conductor, pero iríamos solo 7, nosotros cuatro, dos suizos y el conductor-guía. Y menos, mal, porque aún así íbamos algo justos de espacio, así que mejor que no se hubieran completado todas las plazas. El camino hasta Landmannalaugar desde Reykjavik es largo y se puede hacer algo pesado. Salimos por la carretera 1, la Ring Road, y a la altura de Selfoss volvimos a parar, justo al lado del Netto del día anterior, para repostar en una gasolinera, ir al baño, comprar algo de comer si queríamos, etc. Seguimos un rato más por la carretera 1 un rato más y la dejamos para coger la 26, que ya empieza a internarse en el interior. Poco a poco el paisaje va cambiando y se vuelve más agreste. Hicimos una parada para que el guía ajustara la presión de los neumáticos para circular por las carreteras F, y desde ahí se podía contemplar perfectamente la silueta imponente del Hekla, uno de los volcanes más activos y temidos de Islandia, ya que es considerado uno de los 4 más peligrosos de todo el país debido a la virulencia de sus erupciones y su regularidad. Por suerte este día estaba tranquilo y no corrimos ningún peligro. Seguimos el viaje y al poco el conductor ya se metió por carreteras de grava, al principio relativamente fáciles y llanas pero que en algunos ratos ya se veía que se complicaban y hacía falta cierta habilidad para conducir por ahí, hasta tuvimos que vadear algún río. ![]() La siguiente parada fue junto al lago Frostastadavatn. Desde aquí pudimos contemplar todo el lago y un pequeño cráter llamado Stutur, que tiene la típica forma cónica que todo el mundo asocia a un volcán. Este cráter debe ser muy antiguo y no debe erupcionar muy a menudo porque toda su superficie ya está cubierta un musgo gris-verdoso. ![]() Unos pocos kilómetros más y llegamos por fin a Landmannalaugar, considerado por mucha gente como una de las visitas imprescindibles en Islandia. Landmannalaugar es parte de la reserva natural de Fjallabak, dentro ya de las Highlands islandesas, y es un compendio de geología que incluye montañas con vistosos colores, aguas termales, campos de lava, cañones, ríos... vamos una variedad paisajística impresionante. Pese a ser un lugar relativamente remoto se pueden encontrar ciertos servicios allí. Tienen zona de duchas, baños, e incluso es posible comprar bebidas o café. Dada la hora que era el guía nos aconsejó que primero tomáramos algo para comer, así que sentados en el suelo junto a un riachuelo nos tomamos los sándwiches que llevábamos en la mochila, contemplando el panorama que se abría ante nuestros ojos. Allí pudimos apreciar unas flores parecidas al algodón que son bastante comunes en Islandia. Tras la comida emprendimos la ruta guiada. Aquí es posible realizar diversas rutas con diferentes niveles de dificultad, pero la más típica para los que realizan la visita en un sólo día, como era nuestro caso, es una ruta circular. Hay otras rutas más exigentes para las que hay que llevar tiendas y sacos de dormir, y allí mismo hay un camping por si se quiere pasar varios días por la zona. Nuestro guía nos llevó primero por la zona conocida como Grænagil, o cañón verde, debido al color verdoso de la roca que forma sus paredes. Por aquí el camino era llano y fácil de seguir. Mientras andábamos íbamos hablando con el guía, que resultó ser polaco pero que llevaba ya muchos años viviendo en Islandia y es un apasionado de los volcanes. Tiene el record de visitas al volcán Fagradalsfjall y nos enseño algunas fotos suyas realmente espectaculares de la erupción. Además es un enamorado de Canarias, y según nos contó, le encantaría irse a vivir allí, así que ahora con la erupción del volcán en La Palma debe estar extasiado, un volcán y en Canarias!!! Un poco más adelante del cañón el camino empieza a subir y se adentra en un campo de lava. Esta parte es la más complicada, ya que el suelo es irregular y tienes que estar constantemente vigilando donde pones los pies. Para una persona con una forma física normal se puede hacer, pero no es un camino apto para todo el mundo. Tras un rato de caminata por la lava llegamos a una zona donde se veían varias fumarolas, señal inequívoca de la actividad geotérmica que aún tiene lugar por aquí, como en casi todo el país. Un poco más adelante llegamos a la zona que más me gustó del recorrido, el punto donde mejor se apreciaban las montañas de colores que dan fama a Landmannalaugar, y sus pies más campos de hierba con flores de algodón, una estampa preciosa. Según nos contó el guía en días soleados se aprecian peor los colores, es mejor que esté algo nublado, pero pese a ser un día muy despejado los vimos bastante bien. ![]() ![]() Cuando completamos la ruta, unas 2 hora de caminata con las paradas para fotos, explicaciones, etc., el guía nos dio un tiempo libre para que nos bañáramos si queríamos en las aguas termales que hay junto a la zona de servicios, a las que se llega a través de unas pasarelas de madera. Estas aguas no están controladas, son totalmente naturales, así que cada uno se mete bajo su responsabilidad. La zona de baño es amplia así que aunque había gente, no había sensación de agobio. Dentro del agua se pueden encontrar zonas más templadas y otras donde el agua está bastante caliente, y nos sorprendió sobre todo el fondo, ya que si excarbas un poco con los dedos puedes sentir el calor de la tierra. Estuvimos allí un buen rato, descansando y contemplando el espectacular paisaje que nos rodeaba allí en remojo. ![]() Cuando volvimos al coche el guía nos estaba esperando y nos despedimos de esta zona. Las dos siguientes paradas fueron muy parecidas, dos cráteres bastante grandes que albergan un lago en su interior. Son los cráteres Ljotipollur (la piscina fea) y Hnausapollur o Bláhylur (la piscina azul). Personalmente me gustó más el primero, quizá por los colores rojizos de sus paredes, pero los dos son muy recomendables. ![]() Ya era bastante tarde, y supuestamente la excursión duraba 12 horas, así que a las 20:00 teníamos que estar de vuelta en la ciudad, pero nos quedaban dos paradas aún. La primera fue en la cascada Haifoss (Cascada alta) cuyo nombre le viene al pelo. Con sus 122 metros es la tercera más alta de todo el país, pero dada su ubicación no es muy visitada. Además, al lado de ella tiene otra cascada casi igual de alta y la visión de ambas en conjunto es sobrecogedora. Las dos caen sobre un profundo valle encajonado entre dos paredes verticales. En una de estas paredes están las cascadas, y en la otra los miradores desde donde estábamos para poder contemplarlas. La sensación de vértigo es notoria, daba miedo acercarse al borde, ya que no hay ningún tipo de barandilla ni nada. Una vista espectacular, sin duda. La última visita del día era la cascada Hjálparfoss (cascada de la ayuda). Esta cascada debe su nombre a que los viajeros que pasaban por aquí encontraban un lugar fácil donde dar de comer y beber a sus caballos. Hoy en día lo que mas llama la atención es su configuración, pues consta de dos ramales que se unen en la base, como si fueran dos cascadas que se unen al caer. Además, están enmarcadas en roca basáltica de antiguas erupciones del Hekla. ![]() Tras esta visita realizamos una parada en un área de servicio, donde los suizos aprovecharon para comprar unas hamburguesas para cenar, y nosotros un café. Allí el guía reajustó las ruedas otra vez para adaptarlas a carreteras convencionales y seguimos hacia Reykjavik. Viendo la hora y que no llegaríamos a cenar en ningún restaurante de la ciudad le pedimos al guía que nos parara en la gasolinera de Selfoss donde habíamos estado por la mañana y compramos algunas cosas para cenar en los apartamentos. Al final acabamos llegando muy tarde, casi a las 12 de la noche, así que la excursión había superado con creces la duración estimada, y por lo que nos dijo es algo que suele pasarle, que se entretiene demasiado en los sitios y al final se le va el tiempo. La verdad es que en ningún momento nos metió prisa, nos dejó disfrutar a nuestro aire de los distintos sitios que vimos y eso es algo que agradecimos. Nuestra estancia en la capital del país terminaba, así que tocaba recoger las maletas otra vez, al día siguiente empezaba nuestra vuelta completa a la Ring Road. En Landmannalaugar se enmarcan lugares muy reseñables de la geografía islandesa como el cañón el lago Ljótipollur, las coloridas montañas de riolita que se alzan ante los campos de lava de Laugahraun, Hrafntinnuhraun y Namshraun, y muchos más tesoros naturales. Etapas 7 a 9, total 19
Hoy tocaba despedirse de Reykjavik, y no había mejor manera que ir a desayunar a Braud & Co, la pastelería donde ya lo habíamos hecho varias veces durante nuestra estancia en la capital islandesa. Seguro que echaríamos de menos esos desayunos con pasteles tradicionales y café mariano. Una vez bien llenos de energía cargamos el coche con nuestras maletas y las bolsas que llevábamos con comida y salimos de la ciudad por la carretera 1, la que sería nuestra compañera de aventuras durante muchos kilómetros en los próximos días.
La primera parada la hicmos en Reykjadalur, no muy lejos de la ciudad. Este valle es conocido por su fumarolas, grandes columnas de humo que se ven incluso desde la Ring Road. Al coger el desvío para entrar en el valle enseguida ves estas chimeneas de humo blanco que surgen de la tierra, suponemos que para aprovechar la energía geotermal, algo muy extendido en Islandia. Sólo esta vista ya merece la pena el desvío, pero nosotros seguimos hasta el inicio del trail que lleva hasta el valle propiamente dicho. En esta zona hay muchos invernaderos, y es donde se cultiva gran parte de las verduras y frutas que se consumen en el país. Al llegar al principio de la ruta hay un restaurante y un parking. Para poder aparcar allí hay que pagar mediante una aplicación que te puedes bajar allí mismo con el WIFI del restaurante en caso de no tener datos móviles, como era nuestro caso. Una vez hecho los trámites emprendimos la marcha. El camino de ida es casi todo cuesta arriba y la verdad que no demasiado interesante, además hacía mucho calor. Yo llevaba un pantalón desmontable, de los que se puede quitar la parte de abajo y convertirlo en uno corto, y al cabo 15 minutos ya estaba en camiseta y pantalón corto. Fue uno de los momentos que más calor pasé en todo el viaje. Tardamos unos 50 minutos en llegar a la zona de baños, que se encuentra en un río. El agua está caliente, y hay varias pozas donde puedes bañarte. Hay una pasarela de madera para poder moverte cómodamente por allí, pero no hay ningún tipo de servicio. Cuanto más remontas el río, más caliente está el agua. No nos bañamos, pero no pude evitar la tentación y al final acabé metiendo los pies para disfrutar un poco de la experiencia mientras contemplaba el paisaje. ![]() La visita en sí me gustó, como zona de baño está mejor que otras que vimos, pero lo malo es la caminata que hay que darse para poder llegar, porque el camino es lineal, así que los 50 minutos que hicimos a la ida había que volver a andarlos a la vuelta. Así que si se va muy justo de tiempo es algo de lo que se puede prescindir, salvo que te guste mucho andar. Al acabar el recorrido aprovechamos para ir al baño en el restaurante y nos tomamos algo allí, tiene unos grandes ventanales y puedes estar contemplando el paisaje que te rodea. Volvimos a la carretera, con la intención de ver alguna de las cascadas más famosas de esta zona sur de Islandia, pero teníamos una excursión reservada para la tarde con salida desde Vik y teníamos que estar allí a las 4:00 así que no podíamos parar para ver nada. Lo más óptimo hubiera sido hacer esa excursión al día siguiente por la mañana, ya que dormiríamos cerca de Vik, pero cuando hicimos la reserva no había plazas para ese día y tuvimos que cambiarlo a este día por la tarde. Esto nos obligó a deshacer parte del camino al día siguiente por la mañana para ver las cosas que teníamos pendientes, pero no pudimos arreglarlo de otra forma. En el camino hacia Vik tuvimos que repostar por primera vez gasolina. Al recoger el coche nos dieron un llavero que servía para tener un descuento en gasolineras OLIS y OB, así que paramos en una de ellas. Por suerte abundan por todo el país, así que casi siempre echamos gasolina en ellas. Paramos en una gasolinera cerca de Hella y fue complicado entendernos con la dependienta, una señora mayor que iba justa de inglés y que no pudo explicarnos bien cómo era el prepago con unas tarjetas que teníamos que comprar allí. Al final conseguimos llenar un poco y continuamos. Menos mal que en el resto de gasolineras el procedimiento fue mucho más sencillo, ponías la cantidad y pagabas con la tarjeta de crédito, pasando previamente el llavero por un lector para que te aplicaran el descuento. Un poco más adelante de Hella el paisaje cambia y adquiere un tono verde intenso. Es una gozada conducir con el mar a un lado y esas montañas verdes al otro. Creo que paisajísticamente es la zona de Islandia que más me gustó. Además, desde la carretera vas viendo muchas cascadas, incluyendo las más conocidas como Skogafoss o Seljalandfoss, pero también muchas más de las que no sabíamos el nombre. El día seguía despejado pero cuando llegamos a Vik había refrescado bastante y el cielo estaba nublado. Lo primero que hicimos fue buscar un sitio para comer. Elegimos el Halldórskaffi, que estaba situado muy cerca de punto de encuentro de la excursión. Es un café anexo al Kötlusetur , el centro de visitantes del Katla. Los cuatro optamos por una hamburguesa, sólo tienen dos tipos pero muy buenas las dos. Nos gustó mucho el sitio. ![]() Después de comer fuimos al punto de encuentro, que era el parking del restaurante "The Soup Company". Allí vimos un vehículo con el logo de la empresa con la que habíamos reservado y preguntamos, y para nuestra sorpresa nos dijo que habían cambiado la hora de la excursión y había pasado de las 4 a las 6. Al parecer había algún problema con el correo y había muchos clientes que no recibieron la notificación, como nosotros. Si lo hubiéramos sabido podríamos haber aprovechado la mañana para ver algunas cosas que nos habíamos saltado... Pero bueno, decidimos aprovechar el tiempo visitando el pueblo de Vik. Realmente es un pueblo pequeño, con una iglesia muy fotogénica presidiéndolo y que es su marca más identificativa, y por supuesto, la playa negra. Antes de viajar a Islandia Víctor y yo vimos la serie Katla en Netflix, una serie islandesa de misterio paranormal ambientada precisamente en Vik, así que algunos de los hitos del pueblo nos sonaban mucho por haberlos visto en la serie continuamente. Eso sí, en la serie todo es gris plomizo y la gente muy seria, pero afortunadamente, en directo el pueblo es mucho más bonito y colorido y la gente más amable. ![]() ![]() Primero nos dirigimos a la playa. A estas alturas hacía ya un frío considerable y había bastante viento, el mar estaba muy revuelto. Según dicen estas playas son muy traicioneras, incluso con el mar en calma, así que con un día ventoso más aún, hay que guardar las distancias con el agua. Lo que más llama la atención son las tres agujas de piedra que se alzan en el mar en el extremo occidental de la playa. Según la leyenda son tres trolls que salieron de noche a capturar el botín de un barco que estaba en el mar, pero se les hizo tarde y el amanecer les pilló en plena faena, y cuando los rayos del sol les alcanzaron se convirtieron en piedra. Además de ser una de las estampas más conocidas de Vik por su belleza, nos hizo ilusión verla porque en la serie salen muchísimo. El siguiente punto fue la iglesia, blanca y con el tejado rojo y situada en un alto. Desde allí se puede ver todo el pueblo y su playa, una vista magnífica. De camino pasamos por el consultorio médico... que también sale en la serie. El resto del tiempo aprovechamos para tomar un café en el The Soup Company, y de paso echamos un ojo a la carta para ver si cenábamos allí esa noche. A las 6 salimos al parking y ahora sí, ahí estaba nuestro superjeep para la excursión. Esta tarde tocaba visitar la cueva de hielo del Katla, así que íbamos bien abrigados, ya que en su interior la temperatura es de 0 grados. El Katla es otro de los volcanes más temidos de Islandia por su poder destructivo. Está oculto bajo el glaciar Myrdalsjökull pero está ahí, y el día que entre en erupción es posible que el pueblo de Vik sufra las consecuencias, ya que está muy cerca. Hay más cuevas de hielo por el país, pero ésta es la única que se puede visitar en verano, así que la incluimos a última hora tras ver la serie Katla y por eso tuvimos que modificar el planning de estos días. ![]() La excursión tiene una duración de unas 3:30 horas. Primero te llevan con el jeep hacia la parte más oriental del glaciar Myrdalsjökull, atravesando caminos de grava y piedras. Una vez allí bajas y te ponen unos crampones para seguir la ruta a pie. Durante un rato, no mucho, vas caminando por encima del hielo del glaciar, algo que nunca habíamos hecho antes, así que estábamos entusiasmados. La imagen que se suele tener de un glaciar es una enorme extensión blanca o azulada, pero en este caso el paisaje que nos rodeaba era negruzco y gris, con partes blancas que asomaban entre el polvo. Esto es debido a la ceniza y tierra que lleva el hielo, lo que le da un aire más amenazante incluso, más parecido a la serie. La cueva no es muy grande, así que hay que entrar en grupos reducidos. Mientras unos pocos entran, el resto pueden estar fuera haciéndose fotos o picando en el hielo con un pico que han puesto allí para entretener al personal mientras tanto. Para entrar en la cueva hay que subir una pequeña cuesta sobre el hielo, pero han puesto una cuerda a la que te puedes agarrar y facilita mucho la tarea. Por dentro nos gustó muchísimo, nos volvimos locos haciendo fotos, y eso que, como dije, no es muy grande, pero es algo completamente diferente a otras cosas que hayamos visto antes y lo disfrutamos un montón. ![]() ![]() Una vez que todo el grupo ha visto la cueva se vuelve hacia el jeep, pero por otro camino diferente para ver el glaciar con más perspectiva y todo el entorno que lo rodea. Es un paisaje único, que combina el verde intenso de las montañas, el negro de la ceniza y la tierra y el blanco del hielo. Sin duda algo que merece muchísimo la pena hacer y ver si estás por la zona. En el viaje de vuelta en el jeep aprovechó para darnos otra vuelta y llevarnos a otro punto donde había unas vistas fantásticas para seguir con las fotos. ![]() Ya en Vik aprovechamos para cenar en The Soup Company, un restaurante especializado en sopa. Hay varios tipos de sopa: de cordero, picante, de champiñones, de nachos, vegetariana... y también está la opción de elegir un menú degustación con tres tipos diferentes y que además puedes repetir. Con el fresquito que llevábamos en el cuerpo apetecía algo caliente y los demás se pidieron sopa para cenar, pero yo no soy muy sopero así que me pedí una ensalada falafell. Después de la cena nos fuimos ya al hotel que teníamos para esa noche, el Hotel Dyrholaey, a unos 15 minutos de Vik. Es un hotel grande, con varios edificios y habitaciones muy amplias, no está mal. Al llegar nos dijeron que las habitaciones no estaban pagadas y que teníamos que abonarlas entonces. Las pagamos, pero cuando ya estábamos en la habitación Víctor repasó los pagos hechos en la cuenta bancaria y ya lo habíamos pagado cuando hicimos la reserva así que tuve que salir a recepción a decirlo. El señor que estaba me dijo que lo mejor era que lo habláramos al día siguiente con la chica que nos había antendido cuando llegamos, que ya había acabado su turno, pero que a las 8 de la mañana estaría allí de nuevo. Lo dejamos estar y nos acostamos, que estábamos rendidos pero también muy contentos con lo que habíamos visto ese día. Etapas 7 a 9, total 19
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