Islandia, un país que cautiva ✏️ Blogs de IslandiaRecorrido por libre de 12 días por la isla de hielo y fuegoAutor: Sergio66 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (12 Votos) Índice del Diario: Islandia, un país que cautiva
01: PREPARATIVOS E ITINERARIO
02: 05/05/22. VUELO ALICANTE-KEFLAVIK, RECOGIDA DEL VEHICULO Y ALOJAMIENTO
03: 06/05/22. REYKIAVIK, LA CAPITAL DE ISLANDIA
04: 07/05/22. EL CIRCULO DORADO
05: 08/05/22. LA PENÍNSULA DE REYKJANES
06: 09/05/22. LA PENÍNSULA DE SNAEFELLSNES
07: 10/05/22. HACIA EL SUR DE LA ISLA
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Etapas 10 a 12, total 13
Si tuviera que elegir el día más espectacular de todo el viaje, y mira que es difícil porque tengo muchos, sería este. Y eso que dicen que los viernes 13, cuidado cuidado. Jajajaja. Pues no. Un día espectacular en cuanto al tiempo y en cuanto a los sitios visitados. Sin lugar a dudas el Parque Nacional de Vatnajökull es espectacular. Para empezar, se trata del glaciar más extenso de toda Europa. Y ya eso es una buena carta de presentación. Pero vayamos por partes.
Como casi todos los días, nos levantamos muy temprano para hacer un recorrido de 103 km por los inmensos campos de lava de Eldharaun hasta llegar a Dverghamrar. Pero antes, paramos en Vik para repostar gasolina, porque nos adentramos en un territorio donde las gasolineras no existen. En este sentido hay que decir que controléis bien los lugares donde hay gasolineras. Porque no abundan en determinados territorios de la isla. Y a la hora de repostar, se realiza con la tarjeta de crédito. La primera vez cuesta, porque hay que investigar, pero después es super facilísimo.
Pues bien, como he dicho nuestra primera parada es Dverghamrar. Se trata de formaciones de columnas basálticas situadas muy cerca de otra maravilla de la naturaleza: la cascada Foss a Sidu. Se recorre en poco tiempo a través de un pequeño sendero circular. Pero realmente merece la pena parar.
Pasados 30 minutos continuamos camino y nos adentramos en el Parque Nacional de Vatnajökull. Aquí realizaremos un sendero circular de unos 8 km de recorrido visitando dos maravillas del parque: la cascada Svartifoss y la lengua glaciar de Skaftafellsjökull desde el mirador de Sjónarnipa. Dejamos el coche en un inmenso parque junto al Centro de Interpretación del Parque Nacional. Hay que decir que los islandeses se han espabilado en cuanto a los parkings, ya que casi todos son de pago. Y si se te ocurre no pasar por los cajeros automáticos donde pagas un precio fijo independientemente del tiempo que estés, hay están las cámaras que registran tu matrícula.
A partir de aquí comienza el sendero iniciándose con una pronunciada subida hasta prácticamente llegar a la cascada. A lo lejos ya se divisa el frontal basáltico de la cascada Svartifoss, que en islandés significa cascada negra. Y es lógico llamarla así, porque está rodeada de columnas basálticas negras de origen volcánico. Hay una primera vista desde el puente que se eleva sobre el rio, y luego un mirador prácticamente a pie de la cascada. Desde luego que cada cascada en Islandia tiene su peculiaridad, y esta no iba ser menos. Continuamos el sendero y nos desviamos por el sendero que está indicado con el mirador de Sjónarnipa. Hay que decir que es un sendero con poco desnivel y en algunas zonas con pasarelas de madera, rodeado de matorral bajo. Poco a poco el matorral va desapareciendo y nos encontramos con una zona de piedras y rocas, y ya se van divisando las distintas lenguas glaciares que bajan por los valles del Vatnajökull. Hasta que a lo lejos divisamos ya el mirador, y el espectacular Skaftafellsjökull. No hay palabras para describir la belleza del lugar. Y como no queremos que el tiempo en este lugar se acorte, decidimos tomarnos aquí los bocadillos mientras observamos la inmensidad del glaciar a un lado, y la extensa llanura aluvial al otro.
Proseguimos el sendero descendiendo hasta el punto de partida para finalizar la ruta y seguir camino. No muy lejos de aquí, hacemos una breve parada para observa la iglesia de Hofskirkja. Una iglesia enterrada en césped, como las casa de Keldur. Y alrededor de la iglesia montículos de hierba que seguramente sean tumbas.
A unos 30 km de aquí nos encontramos con otra maravilla del parque: la laguna glaciar de Fjallsarlon. La más famosa es la de Jokullsarlon, pero sinceramente a mi me gusta más esta. No puedo explicar por qué, pero la realidad es esa. Quizás porque es más pequeña y coqueta, quizás porque desde lo alto de una colina se puede observar toda su grandeza con la lengua glaciar, la laguna y los icebergs flotando a la deriva por la laguna, quizás por el poco número de visitantes en comparación con la hermana mayor. No lo se. Pero este lugar me cautiva.
A pocos kilómetros se encuentra la laguna de Jökullsarlon. Es enorme, con grandes bloques de hielo surcando la laguna. En ella hay barcos que realizan paseos alrededor de la laguna. Además aquí viven unos tímidos pero graciosos animales marinos: las focas.
El lago tiene su salida al mar muy próximo, como en una especie de rio por donde se precipitan los icebergs hasta llegar al mar. Y ahí se encuentra nuestro próximo destino: Diamond Beach.
La Playa de los Diamantes es una extensa playa de arena negra salpicada de bloques de hielo que en su proceso de deshielo cambian su color de un blanco inmaculado a un color transparente parecido a los diamantes. Y esa transparencia, con el fondo negro de la arena, da al lugar un paisaje mágico y nuevamente diferente a lo nunca visto.
Tras estar un par de horas en el lugar, decidimos a nuestro pesar que es hora de continuar camino. Hay que llegar Höfn, a unos 80 km de distancia, alojarnos en el nuevo apartamento, y en esta ocasión, acompañar nuestras cervezas de la noche con una estupenda pizza de la Íshúsið Pizzeria, que está a muy pocos metros del apartamento, en pleno puerto de Höfn. Me asomo al balcón durante un momento, y me digo a mi mismo que si fuera invierno, ver en ese momento una aurora boreal convertiría el día en lo que soñé que sería Islandia, un lugar donde la naturaleza brilla con luz propia. Etapas 10 a 12, total 13
Se presenta una mañana bien distinta a la del día anterior. Lluvia y algo de viento presagia un día complicado, ya que además este es el día que más kilómetros vamos a recorrer en coche. La idea a primera hora de la mañana era la de visitar la playa de Stokness y su falso poblado vikingo. Digo falso porque son en realidad decorados de una película. Pero tal como estaba el día no íbamos a ver el paraje en condiciones y nos íbamos a pillar una desilusión. Así que descartamos su visita y cogemos carretera para recorrer de nuevo los mismos lugares que visitamos el día anterior. Pasamos por Jokullsarlon, Fjallarsarlon, Skaftafell e hicimos una parada técnica en los restos de lo que queda del puente que anteriormente había en la llanura aluvial, tras la erupción subglacial que hubo en 1996, y que provoco un deshielo debajo del glacial, lo que llaman un jökulhlaup, una especie de tsunami de agua de deshielo bajo el glaciar formando una especie de lago, que al final sucumbió y se precipitó hacia el mar de una forma arrolladora y destruyendo todo a su paso.
Nuestra siguiente parada breve fue la montaña de Logmanupur, otra montaña mágica junto a la carretera, mencionada en la obra literaria islandesa de La saga de Njal. Continuamos camino y de nuevo volvimos a ver la cascada Foss a Sidu y algo más adelante, la aldea de Kirkjubæjarklaustur.
Aquí paramos a visitar Kirkjugolf, un suelo de formaciones basálticas para una habitación de unos 30 m², diría yo. Una visita breve pero muy curiosa, luchando eso sí contra las fuerzas de la naturaleza, del viento sobre todo. A continuación nos asomamos a visitar la cascada de Stjornarfoss, resguardada del viento y ya sin lluvia. Ya he comentado que todas las cascadas tienen una peculiaridad que las hace única. En este caso, su forma de cola de caballo la hace especial. Eso, y el hecho de que estuviéramos absolutamente solos en este rincón.
Continuamos camino durante 10 km más y nos dirigimos al plato fuerte del día: el cañón de Fjaðrárgljúfur. Un cañón de poco más de 2 kilómetros con sus paredes recubiertas de un verde intenso, y que se creó por la erosión de las aguas de un rio que desciende de los glaciares. La visita al cañón se realiza desde arriba a través de un sendero que atraviesa de norte a sur el cañón en su lado izquierdo conforme desciendes. Hay unos cuantos miradores metálicos que te proporcionan visualizar más en el interior del cañón y observar todo su esplendor. Anteriormente no había estos miradores y existe un sendero más pequeño y primitivo donde se accedían a miradores naturales, que hoy en día están prohibidos acceder por el peligro de caída. Ante todo la seguridad, pero he de reconocer que esos miradores, en donde están permitirían admirar aún más la belleza del lugar.
Después de recorrer todo el sendero del cañón, cogimos de nuevo nuestro vehículo de transporte para seguir a nuestro siguiente destino: el campo de lava de Eldharaun. Ya a la ida habíamos pasado por él pero no habíamos hecho la parada técnica pertinente para recorrer un pequeño sendero que se ha acondicionado para verlo. Y es que pisar el campo de lava cubierto de un denso musgo está prohibido, porque todo lo que se ve está creado a base de un proceso de muchísimos añós, que en cuanto pisas se va al traste. Lo comprobaréis en las fotos cuando veáis el sendero por donde pasa la gente.
Siguiente parada: Laufskalavarda. Es una cresta de lava justo al lado de la carretera donde tradicionalmente los viajeros dejaban pequeños montones de piedra para la buena suerte. La cantidad de mojones creció hasta formar un amplio territorio de mojones alrededor de la montaña. La verdad, no fue un lugar que especialmente me interesó. Continuamos camino y llegamos de nuevo a Vik. Volvimos a comprar comida y de nuevo carretera y manta hasta nuestro próximo alojamiento, muy cerca de Landeyjahöfn, lugar de recogida del ferry que nos llevará a las islas Vestman al día siguiente. Llegamos muy temprano al lugar, pero erá nuestra intención. Era la final de Eurovisión. No somos muy devotos de Eurovisión… bueno algunos si. Pero el estar fuera de España hacía que todos nos sintiéramos eurofans….jajajaja. Y con Chanel más. Pero cual fue nuestra sorpresa que no había ni wifi ni televisión. Menudo cabreo pillamos. Llamamos al dueño, hicimos que llegará hasta allí un sabado de fuerte viento y lluvia. Y vete tu a saber donde vivía, porque allí estábamos solos en medio de la nada. Nos dio acceso al wifi personal suyo y lo de la televisión… nada. No hubo manera de solucionarlo. Pero bueno, al mal tiempo buena cara, todos cogimos nuestros móviles, y a disfrutar de Chanel y su Slomo con unas frías cervezas, un buen picoteo y muchas ganas de reir.
Etapas 10 a 12, total 13
Penúltimo día en Islandia. El viaje va llegando a su fin, y sentimos algo de pena por no poder tener tiempo más de contemplar y admirar lo mucho que Islandia nos está dando. El destino de hoy no estaba previsto inicialmente en el viaje, pero afortunadamente lo añadimos a última hora, y fue todo un acierto. La islas Vestman (islas de los hombres del oeste), son un conjunto de islas de origen volcánico (como no), formado por 14 islotes y una isla mayor, la de Heimaey, que además es la única que está habitada. Todas ellas se formaron hace unos 11000 años, salvo una, la isla de Surtsey que se forma por una erupción volcánica submarina allá por 1963. Las islas, a parte de su economía pesquera, es famosa para el turismo nacional. Y últimamente también atrae a turistas internacionales. Desde el puerto de Landeyjahöfn, cogimos el ferry de la compañía Herjólfur que nos trasladó en unos 40 minutos a la isla de Heimaey. Con los billetes comprados por internet, pusimos rumbo a la zona de embarque de los coches. Los cinco pacientemente esperando en cola a nuestro turno. Se abre la puerta de embarque de vehículos, y un encargado de la compañía comprueba nuestras entradas, la de los cinco y la del coche. Y listo, procedemos a entrar al ferry y aparcamos en cola. A continuación subimos arriba y a disfrutar dentro o fuera del trayecto. El día amaneció lluvioso y ventoso, pero poco a poco fue mejorando. Y pudimos disfrutar mejor del trayecto en ferry a la vuelta.
De hecho, pudimos observar a lo lejos en el mar un par de frailecillos o puffins, las aves más famosas de la isla, y que nos hartaremos de ver y de disfrutar de ellas. Conforme el barco se acerca a la isla, vamos entrando por una especie de puerto natural, un fiordo coronado a ambos lados por acantilados de cierta altura, donde anidan las aves entre la cubierta verduzca de las paredes rocosas. Además pasamos junto a una gruta, que es utilizada para una excursión en lancha donde una vez en el interior, ponen música para observar la fascinante acústica del lugar. Nosotros pudimos escucharla en la lejanía. Tras desembarcar en la isla de Heimaey, nos dirigimos al sur de la isla, donde se encuentra el faro de Stórhöfðaviti. Pero había tanta niebla que fue imposible ver nada. Descendimos hasta el mirador de los frailecillos o puffins y…. bingo. Por fin vemos montones de estas simpáticas aves. Y una familia de ovejas de lana merino. Que calentitas se veían.
Hay una caseta de observación de las aves. Al principio entramos sigilosos para observarlas desde la caseta, pero poco a poco observamos que estas aves no son asustadizas, y que puedes salir de la caseta y acercarte un poco más a ellas para observarlas.
A continuación paramos a la playa negra de Víkin, muy cerca de Stórhöfði. Una playa que estaba infectada de algas de todos los tamaños y colores, no solo verde. Y en la orilla los restos oxidados de un posible barco. Seguramente llegaríamos en bajamar.
El tiempo se volvió más benévolo y ya divisábamos a lo lejos los pequeños islotes que rodean a la isla mayor. De nuevo regresamos al norte de la isla, para dirigirnos al único museo que visitaremos en el viaje: el museo Elldheimar. Aquí nos empaparemos de la historia más reciente del vulcanismo en esta isla. Y es que en 1973 la ciudad de Vestmannaeyjabær, en la isla de Heimaey, fue devastada parcialmente por la erupción del volcán Eldfell. La población fue evacuada en plena noche. Tales acontecimientos, así como un poco de información vulcanológica y la erupción submarina de la isla de Surtsey en 1963 se presentan en este museo, que se construyó alrededor de una casa familiar excavada en la lava. La visita es autoguiada con audio. Que duda cabe que esta visita nos hizo recordar y mucho lo ocurrido recientemente en la isla de la Palma.
Junto al museo hay un sendero por el que se puede acceder a la cima del cono volcánico. Por cuestiones de tiempo no realizamos más que un pequeño recorrido de ascenso, sobre todo para poder tener una panorámica mejor de toda la isla, con el pueblo de Vestmannaeyjabær a nuestros pies. Además, ese iba a ser nuestro siguiente objetivo. Comer en el pueblo y dar un paseo por él.
No teníamos previsto lugar donde comer, preferíamos dar un paseo inicial buscando un lugar que nos diera buena impresión: hasta que llegamos al restaurante Gott. Este restaurante me sonaba haberlo visto en reseñas que había leido en internet, y decidimos sin pensárnoslo mucho que aquí. Era tarde allí, así que decidido. Este fue nuestro segundo y última comida en restaurante. Y fue todo un acierto. Además nos atendió un camarero que español que llevaba ya algunos años viviendo aquí.
Tras un ameno almuerzo, toca patear el pueblo. Y lo primero fue dirigirnos al fuerte de Skansinn y la iglesia de Stafkirkjan. ¡¡¡Si una pequeña fortaleza en Islandia!!! ¡¡¡Que lujo!!! Tantas fortalezas y castillos repartidos por todo el mundo, se nos hacia raro que en Islandia no había ningún tipo de construcciones. Pues si. Hay una. En Heimaey. Se encuentra junto al puerto natural, en el fiordo. Además, aquí se puede observar como la lava se paro junto al fuerte. De hecho, fue parcialmente reconstruido. Es del siglo XVI. A unos metros de paseo está la iglesia de Stafkirkjan. Se trata de una construcción religiosa noruega. Y es que es un regalo que Islandia recibió de Noruega en el año 2000 para celebrar los 1000 años de cristianismo en Islandia. Es tan diferente a las iglesias islandesas. Pero igualmente tiene un encanto especial, máxime en un lugar en el que está. Un lugar de la isla realmente precioso al que hay que ir a visitar.
A continuación dimos un paseo por el centro del pueblo y el puerto. Hay que decir que el pueblo es grande, pero realmente, tiene poco que ver. No nos gustó. Pero eso no quita que no nos haya gustado la isla. Es tan diferente al resto de Islandia. La zona de los fiordos, los acantilados, la colonia de frailecillos, el museo del volcán Eldfell, y más cosas que no vimos pero que están ahí, son más que suficientes para visitar estas islas.
Hora de partir. Eran las 6 de la tarde. Y nos quedaba 40 minutos de trayecto en ferry y luego 175 km. hasta llegar a nuestro último alojamiento en Keflavik, al lado del aeropuerto internacional que nos llevará de vuelta a casa. Etapas 10 a 12, total 13
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