Buenos Aires Argentina Otoño 2025 Segundo viajecito del año ✏️ Blogs de Argentina

IV.

El plan de hoy de mitad de mañana, tomarnos el subte de la línea E hacia el barrio de Boedo de la ciudad de Buenos Aires. ¿A qué vamos? A conocer una esquina, pero eso lo dejo para dentro de un rato...caminamos unas cuadras y llegamos a la Avenida Juan de Garay al 3900. Allí mi bisabuelo materno José G. junto a su esposa Balbina Q. venidos de España, levantaron una herrería importante en las primeras décadas del S. XX. Quedan estructuras, rejas y ornamentos en algunos sitios de la ciudad. S. me señala el lugar, desde la década del 40 hay una escuela. “La esquina del herrero, barro y pampa/ tu casa, tu vereda y el zanjón” dice “Sur” de Manzi, escrito en 1948 con música de Anibal Troilo.
Entre calles empedradas y muchos negocios de venta de cueros, insumos para la fabricación o reparación de calzado, venta de máquinas de coser, mercerías, curtiembres, llegamos a la esquina más famosa.
Boedo nos dice un chico orgulloso, es barrio, tango y fútbol. También, le digo, es poesía, ¿no? Nos reímos. El tango “Sur” de Homero Manzi está dedicado a esta zona de la ciudad en la que el tango es parte de sus habitantes, así de manera natural, porque claro no es San Telmo ni La Boca pero muchas actividades están ligadas a este género musical y danza rioplatense: talleres, clases, shows, milongas y el Festival de Tango de Boedo.
Cuando estudiás Literatura Argentina te presentan una de las tensiones de este país experto en contradicciones: el grupo de Boedo y el grupo de Florida. Estos últimos eran los vanguardistas, los del arte por el arte: Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, etc.
En cambio el Grupo de Boedo, representaba a los obreros, en los suburbios de la ciudad, el grupo era de izquierda. Algunos escritores: Raul Gonzalez Tuñón, Álvaro Yunque, César Tiempo y mi preferido Roberto Arlt.
En la esquina del arte, la poesía, la música, almorzamos muy rico, vemos fotos de la historia del tango, escuchamos milongas de fondo, vemos pasar a la gente que viene y va, preguntamos sobre bodegones y parrillas para ir a comer, disfrutamos del mediodía en un barrio singular.
Luego nos volvemos a descansar, nos espera una tarde de paseo por la zona de Florida, Callao y regresamos, somos unas verdaderas paseantes en la ciudad.
Seguimos.

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V.
Me dicen que allá hace mucho frío, el primero del año, acá también, el día está nublado, suave y parece triste.
Me voy en la línea B del subte y combino con la H que me lleva hasta la estación Facultad de Derecho, cruzo la Avenida Figueroa Alcorta, me saco una selfie al borde de los autos y entro al Museo Nacional de Bellas Artes.
Para ingresar pagás un bono contribución con débito o crédito y si no, tenés la opción de entrada liberada.
Entro y la luz blanca de afuera se convierte en azulada, roja, cálida oscura…me olvido del frío y de las referencias inmediatas del tiempo en el que vivo.
Busco a Goya, entro a las formas de Rodin, me encuentro con Cándido López, Berni, Noé, Xul Solar, me detengo en lo cinético, veo a Picasso y me escondo en el último piso.
Hay una muestra temporaria, con obras del acervo del Museo. Me gusta el montaje, es errático, iluminadísimo. Las referencias están colgadas como catálogos al borde de las paredes, se llama Museo secreto_de la reserva a la sala_.
Es mediodía, S. me espera con el almuerzo, regreso en silencio.

Museo Nacional de Bellas Artes.
Av. del Libertador 1473.

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VI.
Después de compartir unos mates con S. y de escuchar las noticias de la mañana, responder mensajes, camino, cerca, voy a una librería, El Ateneo, en calle Florida. Ayer ya había ido a una de libros usados, un amigo historietista me recomendó ir a una especializada en historieta nacional en la zona de Congreso, una amiga a Eterna Cadencia, otra a El Ateneo Grand Splendid que está en lo que fue en el pasado el Teatro Splendid. Hay muchas, todas diferentes pero el tiempo empieza a acabarse y voy a la que tengo más a mano.
Los precios comparados con Neuquén están mejor. Me llevo el libro de cuentos “El buen mal” de Samanta Schweblin, está recién salido y espero con ansias leerlo, me gusta mucho esta escritora argentina contemporánea, toma lo mejor de la fantástica de por acá más lo suyo, por supuesto. Además compro un librito breve de Annie Ernaux, “La ocupación” y un calendario del ilustrador y humorista argentino Quino, que O. adora. Es muy amplia la librería, en el segundo piso están los vinilos y los cómics. Doy vueltas, me saco fotos, veo libros imposibles de comprar y de leer, también.
Busco a S. y nos vamos a Av. Corrientes a almorzar a “El palacio de la papa frita”,
qué tal! Pedimos papas soufflé y empanadas de carne, cerveza y vino, brindamos.
Acá tenés papas de todo tipo: papas rejilla, papas noisette, papas soufflé, papas hervidas, papas fritas, papas chiquitas, es el sitio de las papas. ¡Deliciosas!
El almuerzo fue un poco una excusa para ir hasta el hall del Teatro San Martín también en la Av. Corrientes 1530 para ir a escuchar una hora a la Orquesta de Tango de Buenos Aires. Llegamos unos minutos después de las 13 hs. estaba lleno el lugar, mesitas con gente tomando café, personas sentadas en el piso, en las escaleras. El concierto gratuito, recorrió milongas secretas y tangos consagrados. Para mi alegría, tocaron “La muerte del ángel” de Astor Piazzolla.
Luego nos fuimos a dormir la siesta porque el día continuará después de la pausa y porque esas melodías tienen que atesorarse, detenerse un rato para que queden en nuestro recuerdo.

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