Patagonia argentina Verano 2025 Primer viajecito ✏️ Blogs de Argentina

I

El viaje comenzó un día caluroso de verano en la ciudad de Neuquén, Patagonia, 35 grados de un domingo de principios de enero. Los destinos en el inicio de las vacaciones son Viedma y El Cóndor. Salgo desde Cipolletti, el colectivo se dirige hacia Las Grutas, va repleto de chicos con sombrillas y conservadoras. Se detiene en los pueblos que van hacia el mar: Allen, Roca, Villa Regina, Choele Choel, Lamarque. Me quedo dormida hasta San Antonio y llego un par de horas después a Viedma.
La terminal es pequeña, afuera se puede tomar el colectivo urbano que conecta Viedma con Carmen de Patagones, se usa la tarjeta Sube, el boleto vale 900 pesos. Averiguo que para ir a El Cóndor hay salidas a las 7, 14, 18 y 21 hs. de lunes a viernes con un tarjeta que se compra en la terminal de ómnibus o en la municipalidad. Los fines de semana también hay colectivos pero con frecuencia más reducida.
Hace algunas vacaciones empecé a preguntarme por qué los check-in se posponen más allá del mediodía, espero hasta las 14 hs. para entrar al lugar que reservé para hospedarme. Cada vez se entra más tarde a los hoteles, a los departamentos, a las hosterías, si la memoria no me falla cuando era niña las 10 era la hora para empezar algo, unas vacaciones, un día de hotel, un fin de semana en la montaña. El tiempo está corrido, pienso mientras espero y escribo en la confitería que está enfrente de la plaza principal de la ciudad.
Dos chicas que esperan también, supongo, atienden el lugar, encienden el aire acondicionado, será un día de mucho calor, dicen de 36 grados, que para Viedma es demasiado. Miran por el ventanal de la confitería que da a la plaza, las chicas, miran hacia afuera y hacen café.
Por la tarde paseo, doy una vuelta por la plaza, paso por la calle Buenos Aires, tiene negocios lindos, parece una peatonal. Me desvío un poco.
En esta ciudad o cerca en el mar, no lo sé, vive la poeta Liliana Campazzo, anda de viaje, entonces le dejo mi libro de poemas “migratorias” en la librería de una amiga, La canoa de papel, aprovecho también y dejo unos ejemplares para la venta. “Hotel triunfo” es el último libro de la poeta, impactada por su poesía de la carretera, dejamos para otra ocasión el encuentro entre nosotras, de todos modos me quedo tranquila, nuestros poemas ya se encontraron.
Voy a la costa del rio Negro, atardece, se está por ir la lancha que te lleva y trae de Viedma a Carmen de Patagones. El costo es de 600 pesos y funciona desde las 7 de la mañana a las 20:30 hs. El trayecto es breve y hermoso, el rio es profundo, caudaloso, oscuro. El lanchero me dice que vaya a Carmen de Patagones por la mañana a recorrer el casco histórico, que mañana habrá viento norte que me conviene ir a La lobería y que como el jueves estará fresquito tiene ganas de ir río adentro que tal vez haga una excursión, me dice que lo llame y arreglamos. Posibilidades de itinerarios de río y mar.
Camino por la costanera mientras termina el día, quienes nadaron dejan paso a los que pasean, andan en bicicleta, caminan y trotan. La ciudad es en el río, en la costa, en la orilla, en las lanchas, en la pesca, debajo de los sauces, en el césped.
Me gusta esta ciudad-río.
Mañana bien tempranito iré al mar.
Seguimos.

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II
Pensaba levantarme a las 6 de la mañana para tomarme el colectivo de las 7 hacia el Balneario El Cóndor pero decidí quedarme durmiendo un rato más, cuando viajás a los horarios no hay que hacerles mucho caso, salvo si tenés que tomar un vuelo, ir de excursión, entrar a un hotel.
El cambio de planes me permitió visitar la librería Don Quijote Libros de la ciudad de Viedma en la calle Buenos Aires 483. Es una librería muy amplia, cómoda, con una iluminación que te permite leer las obras sin necesidad de ponerte los anteojos de leer, la luz entra vibrante por la vidriera de una casona del siglo pasado. Tienen novedades, poesía, autores regionales, de todo. Me llevo “Abel” de Alessandro Baricco, me quedé en “Seda” y ahora muchos años después me encuentro con una historia nueva, recién salida en español. También, me llevo otra novela, “La distancia que nos separa” de Maggie O Farrell, la autora de “Hamnet”. Acá sí que tendré para pasar el tiempo, descanso de mi vida leyendo la vida de otros. Recomiendo la librería, los precios en este inicio de 2025 de los libros en Argentina son altos, Don Quijote Libros no es la excepción, tienen un valor de entre 20.000 y 30.000 pesos argentinos. No importa, viajar tiene eso, en el presupuesto para viajar van las compras del viaje: libros. En ellos después cuando los abrís te encontrás con un ticket, una servilleta de papel, un boleto de tren, un señalador, cositas del viaje en el libro, recuerdos rompecabezas en un libro.
De una escapada me tomo la lancha para llegar de Viedma a Carmen de Patagones para visitar el Museo histórico regional Emma Nozzi. En la Oficina de Informes me cuentan que la ciudad está declarada Poblado Histórico Nacional. Visito el lugar, tengo poco tiempo, quiero ir al mar aunque me tienta saber qué del genocidio del General Roca dice el museo. Es triste el lugar, hay objetos y fotos y textos de curas, militares, maestras, caciques, niños expropiados, en definitiva, los rastros de la conformación del Estado Nacional. Me voy, el mar me espera, volveré y recorreré Carmen de Patagones antes de terminar el viaje, esto solo fue una escapada.
El Balneario El Cóndor está a 30 km de la ciudad de Viedma, es un pueblito a orillas del mar con extensas playas y elevados acantilados. Es centro del Camino de la Costa viedmense que abarca 130 km de asfalto y ripio, se puede visitar además de El cóndor, La Lobería y Bahia Creek, pueblos de mar en cruce con la estepa norpatagónica y un gran campo dunar.
Para llegar a El Cóndor me tomé el colectivo de la empresa Ceferino, salimos puntual a las 14 hs. repletos de bolsos y sombrillas. Apenas llegamos varios nos acercamos a la Oficina de Informes Turísticos, nos atendieron muy bien, cuentan con folletería impresa y QR para consulta en formato digital. Los trípticos nos informan sobre el circuito de pesca, otro sobre los deportes de playa y viento como parapente, carrovelismo, kitsurf y surf. Además nos ofrecen planos del balneario y de los demás del Camino de la Costa. A diferencia de la ciudades de Viedma y Carmen de Patagones, es evidente que hay un interés mayor por el turismo en el mar que en del río Negro, hay más infraestructura, más señalética, más guardavidas, intuyo que está virando la oferta turística para esta zona dejando el río para los viedmenses.
Llego al mar del balneario, es increíble, tibio, con olas grandes e impetuosas, es un día espléndido de 35 grados sin una gota de viento patagónico, qué afortunados hoy, porque se esperaba viento norte y tormentas eléctricas. Hay varias bajadas, por sectores, el mar está lejos, a muchos metros del poblado, los autos van hasta la mitad de la playa y luego se camina. El Cóndor es rústica como las playas que me gustan, bien patagónica, sin paradores casi, con veraneantes de las cercanías, sin los grandes despliegues de la costa atlántica bonaerense. Nadie vende choclos, ni helados, menos churros, acá toman mate, algunas cervezas, el protagonista es el mar y sus bañistas.
Regreso en el colectivo de las 19 hs.Ojalá mañana pueda ver el mar bien temprano, deberé hacerle caso al despertador.
Continuará.

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III
Voy por el tercer día en Viedma, la ola de calor que afecta al país se hace sentir, es un calor soporífero mezcla de humedad y efervescencias de río, dicen que habrá una tregua y el fin de semana arremeterá con todo el calor de nuevo.
Estuve pensando en los y las viajeras que tengan deseos de recorrer la costa viedmense, les sugiero vengan en auto o alquilen uno, de ese modo podrán detenerse en los balnearios. El transporte de colectivo Ceferino diariamente sale a El Cóndor y solo recorre los 60 kilómetros hacia La Lobería los fines de semana y feriados. Además como dije en otra entrada, hay que comprar y cargar una tarjeta para poder viajar. Pregunté por excursiones en la costa, la agencia Kosten cubre varios balnearios a 118.000 pesos, a compartir con una persona o dos según el viaje programado.
Roberto Arlt allá por el 1934 inicia un viaje a Patagonia como cronista para el diario El Mundo, escribe las “Aguafuertes patagónicas” con una kodak, un saco de cuero y una pistola automática. Su intención es darle a leer a sus lectores sus impresiones sobre Río Negro y Neuquén. Visita Patagones, Viedma y Bariloche. Me causa gracia y no me sorprende que el periodista escriba: “Patagones es un pueblo donde se puede morir de muerte romántica. Patagones es niña bien. Aspira (...) Patagones es noble, rústico y severo y, al mismo tiempo, dulce como un “menino”. Y de Viedma, más escandalosa referencia hace: “Viedma, situada a la orilla del mismo río, carece de puerto. Desempeña las funciones de tal, un atracadero de madera donde se detienen las lanchas para descargar el pasaje. A lo largo del desembarcadero de Viedma corre un parque maravilloso, incomprensible de explicárselo en el abandono general que respira el pueblo, como son, en cierto modo, incomprensibles los hallazgos de cuadros maestros en desvanes polvorientos”.
Si Arlt hace 90 años vio lo que veo, ¿qué sucede con el tiempo?
Viedma es la viuda bastarda del Alfonsinismo, me dijo un historiador, recordando el intento de trasladar la capital del país a esta ciudad. Si Patagones es la niña bien, Viedma no logró el ascenso social que prometió además el Peronismo díscolo de la provincia.
Sigo luego.

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