![]() ![]() La sonrisa de un Templo ✏️ Blogs de Tailandia
Todos sabemos o creemos saber muchas cosas sobre Thailandia, y cuando llegamos a ella, nos damos cuenta de que es infinitamente mejor de lo que nos hubiéramos imaginado.
El bullicio de sus calles, la sonrisa siempre presente en la cara de sus gentes, el contraste de sus creencias milenarias al abrigo de la modernidad imperante, sus imponentes templos, su comida, sus mercadillos, pero sobre todo,
su sonrisa…
Thailandia es mucho más que un destino turístico,
es mucho más que unas vacaciones.
Thailandia es el nombre que nos transmite miles de sensaciones.
Pero hasta que no se visita, nadie puede saber lo que es el antiguo reino de Siam.
Thailandia es una sonrisa, es un templo.Autor: Lwrence Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (14 Votos) Índice del Diario: La sonrisa de un Templo
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JUEVES 12 DE AGOSTO 11º DIA NAVEGACION POR EL CHAO PRAYA
EL DIA DE LA REINA Antes de las 6, los móviles/despertadores, ya habían empezado a sonar. Yo me desperté de los primeros y en un periquete ya estaba en pie, gastando alguna broma a los demás. Había que ir deprisa, pues los monjes no esperaban, y si no se estaba a la hora acordada, pues adiós. Con la cara medio adormilada, y sin apenas tiempo de asearse demasiado, ya estabamos en tierra firme, divisando a lo lejos, por nuestra derecha a unas figuras anaranjadas, que iban caminando al lado de la carretera y la gente del pueblo se les acercaba para darles sus ofrendas en forma de comida. Eran los monjes. 5 monjes algunos de edad avanzada que sin dirigirnos la mirada, ni mucho menos palabra alguna se acercaron a donde estabamos nosotros. Wandy nos fue dirigiendo sobre cómo y que hacer. Tuvimos primero que descalzarnos, y evitar las risas que a más de uno se nos escapaban. Uno a uno, todos nos fuimos acercando y depositando nuestras ofrendas en unos cuencos que cada monje llevaba. Había uno solo de arroz, y los otros se iban llenando de lo que cada persona les daba. Pastelitos, frutas, galletas, de todo menos dinero. Cuando todos acabamos de darles algo, Wandy nos hizo arrodillar, mientras el que iba el primero empezó a recitar una oración, o cántico, en un mismo tono, sin inmutarse, como si fuera un robot que repetía unos sones automáticamente. Nosotros, en silencio, nos mirábamos los unos a los otros, intentando que la sonrisa no se nos notara demasiado. Thailandia es el país más budista del mundo. El 95% de la población practica el budismo, además esta es la religión oficial del estado, y el rey debe ser obligatoriamente budista. Pero el budismo, contra lo que yo pensaba no es una religión uniforme. Hay varios tipos de budismo y el que impera en Thailandia es el llamado budismo Theravada. La otra gran rama del budismo es el budismo Mahayana. Los preceptos de una u otra clase se recogen en unos textos llamados Sutras. Se dice que este es el más fiel a la enseñanza de Buda y que lleva más de 2000 años inalterado, petrificado. El fin del budismo es el alcanzar el Nirvana, el estado puro, la reencarnación, el paso a una vida mejor. Ser un buen practicante “asegura” una reencarnación mejor. El budismo cuajó en Thailandia allá por siglo VI de nuestra era, y desde entonces los monasterios se utilizaron como hostales para viajeros, asilos de ancianos y sobre todo como centros educativos. En la actualidad el monasterio también ejerce como escuela universitaria en algunos casos, con una educación que es gratuita y en la cual a los alumnos tan sólo se les pide que colaboren en las tareas domésticas. Los monjes budistas son los encargados de transmitir el código ético del budismo Theravada: 5 preceptos: no matar, no robar, no abusar del sexo, no mentir y no envenenar bebidas. Estos preceptos no forman ninguna ley escrita, tan solo son las recomendaciones que el budismo ha llamado la recta conducta. En algunos monasterios Thailandeses, algunos monjes complementan estos preceptos con otros más que son; no comer después del mediodía, no usar adornos, no asistir a espectáculos, no utilizar dinero y no dormir en camas blandas. Después de la ordenación los monjes deben practicar más de 200 normas más. Pero sobre Buda y el budismo, aún aprendí más cosas. El budismo se basa en las cuatro nobles verdades: “la verdad del sufrimiento”, “la verdad del origen del sufrimiento”, “la verdad del cese del sufrimiento” y la verdad del camino”….La explicación abreviada de las mismas es la siguiente: Buda descubrió que la vida se halla repleta de sufrimiento, en especial del sufrimiento provocado por el inevitable dolor provocado por el fallecimiento o desaparición de las personas u objetos que se aprecian. Buda se dio cuenta de que el origen del dolor, reside en el deseo, y el deseo viene de una concepción errónea, basada en la ignorancia de las cosas. El sufrimiento se elimina si se evita el deseo y la ignorancia…con ello se puede alcanzar el Nirvana, el fin de todo sufrimiento. Regresamos al barco a desayunar, y a ducharnos los que no lo habiamos podido hacer antes. El desayuno estaba más que bien. Tostadas, mermeladas, café, leche y fruta, siempre teníamos mucha fruta a nuestra disposición. Hoy era el día de la Reina, su cumpleaños, y era el día, en que debíamos de mostrar nuestras interpretaciones artísticas, y también decidir Encarna y yo, si nos íbamos al rió Kwai o no…Mª Carmen, estaba a ratos como ausente, triste, y como por la noche se había levantado de la cama, y había salido a cubierta, pues yo le hice broma, sobre a quien habría ido a buscar…más tarde me entere de la tristeza de Carmen y de su salida nocturna. Aun no habiamos terminado de desayunar y las bicicletas ya estaban preparadas. Había una para cada uno, y entre todos las bajamos del barco y allí nos las repartimos, o mejor dicho, cada uno cogió la que quiso, o pudo. Pilar Two, no sabía ir en bici, y Jordi, la llevo todo el rato a ella en la parte de atrás, sin rechistar, sin inmutarse… Empezamos a movernos por la plaza, intentando coger confianza a las bicis, o al menos, no caernos demasiado con ellas, y despues de hacernos un montón de fotos con ellas, nos adentramos por las calles del pueblo. Wandy iba delante de guía con nosotros, y uno de los “marineros” del barco también nos acompañaba. Parecíamos los de Verano Azul, pedaleando, chillando, y adelantándonos los unos a los otros. Por los caminos, la gente nos miraba y nos sonreía, siempre nos sonreían. La sonrisa forma parte de la cultura Thai, lo que ellos llaman “Sanuk”, o diversión. Para un Thailandes, todo debe hacerse con “Sanuk”, con alegría, con diversión: trabajar, caminar, contemplar a los demás. Todo ello es Sanuk, y por eso casi siempre sonreían. El saludo Thai, el saludo que siempre nos ofrecían y que nosotros intentábamos imitar con más o menos gracia, era el juntar las manos con las palmas abiertas, e inclinar ligeramente la cabeza mientras les decíamos “Saban di ha” o “Saban di Krup”. El saludo Thailandés se llama “Wai”. Mientras pedaleábamos, también contemplábamos la flora del lugar, y Wandy, nos iba indicando que clase de arboles eran los que nos encontrábamos por el camino. Las bicis no es que fueran último modelo, pues la que no frenaba bien, hacía ruido, o se le salía la cadena con suma facilidad. La mía emitía un chirrido cada vez que quería frenar, que se me oía a varios metros de distancia. Al cabo de unos minutos de pedaleo, paramos en un taller que fabricaba cuchillos y adornos de acero inoxidable. Recipientes para la sal y la pimienta, bandejas, cuchillos, cucharas, marcos de fotos,…todo en un acero brillante y según Wandy mucho más barato que en las ciudades, pues aquella fabrica, servia a las principales tiendas del país. Y lógicamente casi todos terminamos comprando algo, o bien un salero, o bien un juego de cucharas… Seguimos un rato más en bici, y nuestra próxima parada fue un lugar donde vendían champiñones; los cultivaban y los vendían. Lo que más atrajo nuestra atención del lugar, fue un enorme cerdo que dormitaba encima de unas hojas…ni con los ruidos de todo el grupo lo conseguimos despertar, y cuando salimos de comprar los champiñones, que por cierto no los compramos nosotros sino Wandy, el cerdo se había metido en su cobertizo, y seguía durmiendo. De vuelta a la carretera, a pedalear. A veces uno se adelantaba para hacer una foto al resto del grupo; otras veces lo hacía otro…en una de estas escapadas Marta Two se fue lejos, para intentar captar una foto de todo el pelotón, pero…pero…nos desviamos y tuvo que regresar. Marta Two, era Delineante. Tarde tiempo en averiguar su profesión y se lo pregunté abiertamente, pues lo necesitaba saber para mi “redacción” nocturna. Marta, tenia esa fina y simpática ironía, que solía acompañar a varias de sus frases. Cuando te miraba fijamente, podías notar como su mirada te traspasaba. Intensa, un pelin coqueta, jugando siempre con las combinaciones de color de su ropa, y sobre todo su pose fotográfica. Cuando quería realizar una instantánea, daba la impresión de ser una profesional, no ya por la cámara grande que llevaba, sino por la manera en que lo hacia. Podías tardar en acercarte a ella, pero cuando llegabas, su picadura de escorpión te envenenaba positivamente. En el desvío que Wandy, nos hizo realizar, fuimos a ver un templo; el Wat Chedi Nakorn Loung. De todos los templos, por cientos que hubiésemos visto, siempre podíamos destacar algo, y de este, unas imponentes escaleras, que conducían al altar, donde una puerta de cristal, impedía la entrada al Buda en cuestión. Wandy, con ayuda de alguien del lugar, nos abrió la puerta, y después de descalzarse, entramos. Era tan solo un Buda más, cierto, pero un Buda que estaba en un templo, con unas columnas de un azul intenso, que destacaban sobre el dorado del techo…sobrecargado de ornamentación, con imágenes de Buda esculpidas en lo alto del templo… Al lado de este, había una casa o vivienda, donde en el patio de la entrada, una dorada imagen de Buda, presidía la puerta principal. Muchos Budas, tienen en su cabeza una especie de sombrero de varios pisos, o mejor dicho de su cabeza les sale un largo palo, en el cual hay unos aros dorados. El que está más cerca de la cabeza es el más grande, y a medida que se llega al final del palo, es más pequeño. Representa la llegada al Nirvana, al paraíso, a la meta final de todo budista. Y el de este Wat, lo tenía. Según el idioma sánscrito, que era el que se hablaba en la zona en la antigüedad, un Wat, es un recinto budista, morada para pupilos, donde también se suelen ordenar los monjes. Esto era en la antigüedad. Actualmente un Wat es cualquier templo…y un Wat tiene multitud de salas, destinadas cada una a diferentes usos; vivienda, salón de estudio, biblioteca, lugar de oración, e incluso lugar donde se guardan las cenizas de los diferentes monjes que han vivido en el lugar, aunque nosotros le encontramos otra utilidad…pero eso ya lo veremos más adelante. Antes de partir de nuevo, vimos a un grupo de monjes, que en silencio subían a una furgoneta, y que según nos dijo Wandy, iban a recoger limosnas. Estos nos miraban en silencio, sin pestañear, y nosotros les mirábamos a ellos con curiosidad y alboroto. Y otra vez a pedalear…habiamos hablado de dar un “premio”, a la caída más simpática…y creo que se lo tuvimos que dar a Carmen. Mª Carmen se cayó de la bicicleta, pero sin hacerse daño, y Pilar One, que iba detrás suyo, casi se tropieza con ella. El percance fue motivo de bromas, pero nadie se hizo nada…además Carmen, llevaba un día… Siguiente parada: abastecimiento. Compra de agua, y descanso…el agua era el bien más preciado en aquellos momentos; el calor, el sol, el esfuerzo…agua….”naam”, en Thailandés. Siguiente parada: fábrica de dulces. Wandy, nos llevo a una fabrica que hacían dulces con cacahuetes, miel, azúcar…y todo artesanal. En el lugar había una sala donde una docena de personas, cortaban y envasaban los dulces que se iban fabricando. Una mujer al fondo de todo, con un tamiz, iba sacudiendo los cacahuetes; en una pequeña olla que daba vueltas, un fuego los iba tostando, y más adelante, otra anciana mujer, iba removiendo la mezcla de pasta con unas palas enormes en una especie de paellera enorme, pero con más fondo. Y todo ello mientras nosotros, los turistas íbamos incordiando, haciendo fotos y preguntando al guía. Las mujeres del lugar nos sonreían…siempre nos sonreían…. Y claro, despues de la visita, había que comprar algo…creo que todos nos llevamos dulces de aquel lugar. Tenían unas bolsas con 10 tortas de cacahuetes, mezclados con azúcar, miel y sésamo que se llamaban Khao Kay Sart, y que creo que compramos todos. Habían mas especialidades de la casa, pero creo que la mayoría nos llevamos la misma. De vuelta una vez más a la carretera, y tras un paron forzoso, porque Pilar One tuvo un reventón en la rueda, llegamos al final de la aventura ciclista del día. El barco nos estaba esperando en una zona, llena de arboles, coches y Thailandeses, que se miraban con curiosidad nuestro barco. Al ir a subir a él, mientras me estaba bajando de la bici, Encarna se dio cuenta de que llevaba mi mochila abierta….-“ ¿ y la cámara, donde está?”….Glupsssssss…¿dónde estaba la cámara?…Enseguida me vinieron todos los temores…que si se me había caído por el camino…o quizás me la habría dejado en la tienda de cacahuetes, al ir a pagar los dulces….pense en volver con la bici, a la tienda…eran unos 10 minutos en bici, pero daba igual…debía de recuperarla…más por las fotos, que no por la cámara en si, pues aun que la cámara no era barata, la podía reemplazar, pero las fotos que llevaba en ella, los recuerdos, eso era irremplazable. Wandy, muy hábilmente, consiguió el teléfono de la fabrica, despues de pedirlo en la central de la empresa…llamo a ella, y SI!!!!...efectivamente la cámara estaba allí. Uno de los detalles más hermosos de todo el viaje, lo tuvo un Thailandes que estaba hablando con un grupo, y que enterándose de lo ocurrido, se ofreció en llevarnos con su coche, a buscarla. Nos llevo en un 4x4, con asientos de cuero, precioso y bastante nuevo, mientras nos iba contando en medio inglés, que era el maestro de la escuela, y que tenia como alumnos a niños de todas las edades. Encarna que se sentó detrás, me iba traduciendo lo que me decía mi chofer, y en 5 minutos llegamos a la fabrica. Salte literalmente del coche, y corrí hacia la tienda…un señor ya mayor, y con un chico en brazos, tenia mi cámara en sus manos, jugando con ella….Daba igual…la recogí… creo que les di las gracias cientos de veces, y les fui lanzando besos a todos, mientras ellos se reían…pero yo ya tenia mi cámara. Cuando regrese al lugar donde nos esperaba el grupo, quise darle a mi chofer una propina, o un regalo a modo de gracias por el favor…y no quería…creo que incluso se molesto por ello…me dijo que no, cientos de veces, y yo al final me escabullí de él, y le deje unos cientos de Baths en el asiento de su coche…para la escuela, le dije, para que comprase algo para los chicos de la escuela… al menos así lo acepto… Sin más contratiempos, embarcamos ya de nuevo, y casi nos pusimos a comer, pues era el mediodía ya….como pasa el tiempo a veces… Después de comer, tocaba ensayar….La actuación era por la noche, y aun no habíamos ensayado la coreografía en el lugar de la actuación…y las chicas igual… o sea que les dijimos a las chicas que nos dejaran la cubierta, y ellas se fueron al camarote a ensayar…Con casi todas las ideas que aportó Jossel, pues alguna no la aceptamos, habíamos preparado una actuación más que sorprendente, y el que más nos sorprendió a todos fue Jordi, por la desenvoltura, la improvisación y lo bien que lo hacia, diantre… Despues del ensayo mutuo, más relax…por el río, veíamos a nuestra izquierda, un pueblo, que tenía toda su fachada marítima engalanada y con un montón de personas, subidas en una especie de barco, o de mirador marítimo, también adornado. Predominaban los colores azul y amarillo, y una música festiva que llegaba a nuestros oídos….Era la fiesta de la reina…su cumpleaños. Wandy se reía de nosotros y de nuestros ensayos. La mayoría de las veces estaba leyendo en español, pues nos contó que hacía poco que lo hablaba. Y no lo hacía nada mal. Otras veces leía la prensa del país. Thailandia tiene una prensa que se considera de las más libres del sudeste asiático, aunque la censura y sobre todo si es sobre la familia real, está muy extendida. La prensa internacional llega sin problemas al país y los periódicos más populares son el Bangkok Post y el Nation, que se editan en inglés aunque posean una edición en Thailandés. Intentar leer la prensa en Thailandés era lógicamente imposible…el alfabeto Thai, contiene 76 letras, pero repartidas en 21 sonidos vocales y en varias entonaciones, dependiendo del sexo al que uno se dirigiera. Eso sin contar con las entonaciones del norte del país, que son distintas de las del sur… Al cabo de un rato, a nuestra derecha, avistamos las ruinas del parque histórico de Ayutthaya, y lo primero que vimos fue la torre blanca, preciosa, imponente del Wat Chai Wattanaran, que en cierto modo me recordaba a la torre de las aguas que se está construyendo en Barcelona. Siguiendo el cauce del Chao Praya, fuimos observando varios Wats, que componían el parque histórico de la ciudad, y en uno de ellos, un grupo de japoneses, ataviados con paraguas, estaban contemplando las ruinas. Al menos ellos no se mojaban. Wandy, entonces pidió al grupo una fianza para encargarles la excursión del río Kwai. Encarna y yo, ya habiamos decidido que no iríamos, y que por el contrario intentaríamos ver el Gran Palace y si podíamos algo más, como el palacio de mármol, etc. Mª Carmen se había ido al solarium. Llevaba todo el día triste, y un pequeño rumor sobre la salud de su padre, ya había empezado a circular. Me fui hacia el solarium, y Carmen estaba allí, sola con los ojos humedecidos, y casi le obligué a que me contara lo que le pasaba. Me comentó que llevaba tiempo sin poder hablar con su padre, y que había tenido un mal presentimiento, y que por eso ayer por la noche, se levantó y hasta que no pudo hablar con él, no paró. Su padre había tenido como un pequeño infarto, y lo habían ingresado para observarlo, pero ya estaba mejor, y como ella, había podido hablar con él, ya se tranquilizó…me abrazó llorando mientras yo intentaba animarla…siempre la llamaba Bisbalina por su melena rubia rizada. Mª Carmen era casi siempre el blanco de nuestras bromas; siempre se prestaba a ello, pues jamás salía un no de su boca. Trabajaba cuidando niños con alguna dificultad psíquica, y nos comentó que este trabajo la llenaba, que era algo vocacional. Quizás no fue la persona con la que más intimé, pero no por ello dejé de darme cuenta, de que era alguien de una gran emotividad, sencilla, a la que le gustaba a veces evadirse de todo y tener su rato de tranquilidad, de soledad, como buscando su espacio propio…podía pasar desapercibida, pero cuando no estaba se notaba su ausencia. Una chica especial. Despues del pago de la fianza de la excursión, nueva parada. Ahora tocaba visitar el templo Wat Phutthaisawan, que también formaba parte del parque histórico de Ayutthaya, aunque estaba en la otra parte del río. En el recinto se alternaban construcciones restauradas con otras que seguían estando de la misma manera que cuando lo saquearon. Subimos un montón de altos escalones, para entrar en una torre, en la cual dentro había una imagen de un Buda…y un par de murciélagos en el techo, a los cuales Wandy, consiguió hacer mover un poco, con la luz de su linterna. Una enorme plaza, y en cada lado de ella, una fila de más de 40 Budas dorados y sentados, perfectamente alineados…quizás habría más de 150 imágenes en toda la plaza…en el exterior, una pequeña construcción de madera, elevada del suelo, con ofrendas de comida en su exterior…era una ofrenda para la diosa fertilidad, y un tronco de madera, en forma de falo, lo simbolizaba. Entramos en el templo en sí, y además de otra imagen inmensa de un Buda dorado, hubo algo en ese templo que lo hizo diferente. Al entrar a mano derecha, había un pequeño pasillo, donde al final de él, estaban 2 monjes sentados, callados, sin moverse. Yo me acerqué hacia ellos, con disimulo…me moría de ganas por hablar con uno de ellos, por comunicarme, y no se me ocurrió mejor cosa, que detenerme a escasos metros de ellos, contemplando unas fotos de un calendario que tenían en la pared. En una de ellas estaba la foto del abuelo del actual Rey…Una institución en el país. Al cabo de un rato vino Encarna, y le indiqué las fotos, la del abuelo, y la de un monje, que imagino que era alguien importante para ellos. Los monjes nos miraban. Al cabo de unos instantes se acerco Marta One, y le repetí lo mismo…los monjes empezaron a mirar que era lo que yo enseñaba a todos los que venían. Luego vino Pilar One, y lo mismo…entonces fue cuando uno de ellos, se levantó y despues de mirar la foto del abuelo del Rey, nos dijo…”Grand Father”….SI…SI…asentimos nosotros, …habiamos entablado comunicación con unos monjes…ahora ya nos miraban y sonreían y se pusieron a hablar entre ellos…. No es que fuera un gran dialogo, pero luego también nos indicaron una foto del monarca actual…quizás no entendían el echo de que mirara tanto las fotos, pero yo al menos, había comprobado que los monjes también hablan…aunque sea poco. Al salir del templo, en el exterior había un gran Gong, y una maza muy pesada, que si se sacudía con fuerza en el gong, emitía un sonido escandaloso…y los Thailandeses que salían del templo, nos animaban a que lo tocásemos con más fuerza…y lo tocamos… Después de este templo, y de navegar un poco más, paramos en un lugar que Wandy, nos indicó que era un cementerio de portugueses. Que la mayoría habían muerto de cáncer en los huesos, y que ahora estaban restaurando el lugar, y convirtiéndolo en un museo Lo visitamos, pero un poco a la carrera, pues a pesar de que algunos de nosotros, nos adentramos por entre las ruinas, no creo que fuera de los lugares que más nos gustaron. De nuevo nuestro barco causaba admiración, y cada vez que parábamos, un montón de gente, sobre todo niños, se acercaban para verlo. Vuelta al barco, navegación, mientras aprovechábamos para tumbarnos en las colchonetas y beber una cerveza, y despues nueva parada. Esta vez nos detuvimos en el pueblo de Babg Pa In, y lo primero que fuimos a ver y rápido, pues empezaba a llover, es el Wat Niwet Thamaprawat, y que es un templo Budista, dentro de una estructura de iglesia católica de estilo gótico. Dentro del templo, observamos a las primeras monjas budistas…al menos las primeras que yo vi. Muchas mujeres en Thailandia, cuando enviudan, se ofrecen para monjas…llevaban el pelo corto, muy corto, casi rapado al cero, y una túnica blanca…En el templo había 3, que hablaban entre sí, y nos observaban. Algo que vi en aquel templo y en otros mas, era a familias enteras, padre e hijos, sentados frente a la imagen, como el que va a pasar un rato en el templo…tan solo estaban sentados, hablando entre si, sin hacer escándalo, como dejando pasar el tiempo, como buscando una paz. Había un libro cerca de lo que podría ser el altar, para todo aquel que lo quisiera, firmara en un libro de felicitaciones que luego era enviado a la Reina. Supongo que la Reina no leería todos los libros de todos los templos del país, a pesar de que Wandy nos dijo que si. Pilar One y yo le deseamos un feliz cumpleaños. Saliendo del templo, caminamos un poco hasta la otra orilla del río, donde frente a nosotros, estaba un conjunto de palacios de los Reyes, aun que no eran muy utilizados. Wandy, nos contó anécdotas del palacio, y de las visitas que se hacían en él. Caminamos por la orilla de una especie de paseo, y nos dirigimos hacia un transporte muy original. Para cruzar el río, había una especie de Tirolina, que era accionada por unos monjes en lo alto de la torre. Nos subimos en dos grupos, pues no cambiamos todos en él, y nos fuimos al otro lado del río…y todos nos las quisimos ingeniar para hacernos fotos en la Tirolina, pero no fue tarea fácil. En el otro lado del río, estaba lo que parecía que iba ser un baile, o una fiesta en honor a la Reina. Había dos escenarios que se estaban limpiando y un montón de sillas, que varias personas intentaban secar de la lluvia que había caído antes. Los tenderetes de comida y bebidas se estaban preparando, y un ambiente de pre-fiesta se respiraba en el aire. Pero esa no era nuestra fiesta. Y regresamos a la Tirolina, al barco y a navegar otra vez, para ahora si, ir en busca, sin saberlo, de nuestra fiesta. La propia y a la que nos invitaron. Antes por eso, compramos unos “pinchos” de una especie de pollo caramelizado en un puesto de comida. Despues de un breve paseo en barco, llegamos al lugar donde pasaríamos la noche. No estabamos siguiendo la ruta que nos marcaba nuestro planing, ni mañana tampoco la íbamos a seguir al cien por cien, pero como lo que hacíamos, y las cosas que veíamos, estaban más o menos bien, tampoco protestamos demasiado. Al llegar al pueblo, fuimos hacia la plaza principal que se divisaba desde el barco. Había un montón de gente, y dos escenarios en la plaza; uno de frente a nosotros y otro a nuestra derecha. Las personas del lugar nos miraban con cara de curiosidad. Ellos iban a celebrar la fiesta, el homenaje a su Reina, y de pronto aparecían unos turistas despistados que no tenían la menor idea de lo que se celebraba allí. Abundaban las mujeres con vestidos azules, pues el azul es el color de la Reina. Los reyes en Thailandia, son considerados como semi dioses, se les idolatra. Existe un culto al Rey muy extendido, y los Thailandeses no soportan que nadie hable mal de su Rey. Su nombre es Bhumibol Adulyadej, nacido en EEUU en 1927, o sea que ya tiene 77 años, y su esposa Sirikit, cumplía hoy 70…aunque en toda Thailandia no vimos ni una foto de la Reina con su edad actual, y si muchas de más joven…y es que como nos dijo Martín al principio, en Thailandia, se hace mucho la pelota. El rey de Thailandia es de la dinastía Chakri, y lleva el nombre de Rama IX. Sustituyo lógicamente a su padre, que tan solo llego a reinar un año, y es sobrino de Rama VII, un personaje elevado a la categoría de Dios por los Thailandeses, pues es el monarca que más cosas hizo para el país. Los Reyes tienen 4 hijos, y según un real decreto debe heredar el trono el primer hijo varón o en su defecto el hermano. El heredero del país, ya tiene 52 años….A los Thailandeses no les gusta nada que se les nombren las películas del Rey de Siam, pues según ellos, ofrecen una imagen del país que no es cierta. Hoy íbamos a celebrar el cumpleaños de la reina, fiesta oficial en todo el país. Sin saber el que hacer, Wandy, poco a poco nos fue informando de lo que se hacía en el lugar. A las 7 y 10 de la tarde, (hora en que nació la reina), era el momento cumbre de la ceremonia. Mientras estabamos hablando entre nosotros nos empezaron a dar velas, una a cada una, para que las encendiéramos en el momento que nos indicaran….¿Nos estaban dejando incorporar a su fiesta? Nos apartamos a un lateral, mientras todas las personas que estaban en la plaza, empezaban a agruparse y formar filas, como si fuera un desfile militar. Estaban las autoridades del pueblo, gente normal, policías, y un grupo de bailarinas vestidas con unos vistosos trajes Thailandeses. Sigilosamente me acerqué hasta donde estaban las 8 chicas, y me puse cerca de ellas, para hacerme una foto. Wandy me animo a que me acercara más y al final me arrodillé al lado de ellas. Lo que no sabia es que ellas, se habían puesto detrás de mí, haciendo un semi circulo, y yo en plan estrella, delante de todas ellas…. PRECIOSO… Pero los duendes del lugar hicieron que aquella foto que debía ser preciosa, saliera borrosa…mecachis… Despues Wandy nos llevo al lado de las chicas, y todos nos pusimos en formación de a dos, al lado de ellas. Ibamos a ser cómplices de su celebración…¿pero que teníamos que hacer? Los mosquitos nos acribillaban por todas partes, y yo volví con las piernas masacradas de picaduras. Al cabo de unos instantes de estar en la formación, empezó la ceremonia. Lógicamente no entendíamos nada de nada, pues el idioma no ayudaba demasiado, pero primero unas personas empezaron a llevar ofrendas a una foto gigante de la reina que estaba en el escenario. Wandy nos iba haciendo de maestro de ceremonias, mientras que nosotros no podíamos más que reír y hacernos bromas…a pesar de que la ceremonia no la entendíamos, o como mínimo no la valorábamos lo suficiente, lo más importante, lo realmente digno de elogio, es que aquellas personas, nos invitaron a participar en un acto que para ellos era importante; Y no era un acto turístico, era un acto oficial, real, importante para ellos…y un grupo de catalanes, estaban siendo partícipes de todo. Nos sentíamos muy observados, pues varias veces se acercaban personas a hacernos fotos. Despues de unas cuantas ofrendas, nos pusimos serios para escuchar el himno Thailandés. Encendimos las velas y supongo que cantaron una especie de cumpleaños feliz. Terminado el himno y con alguna ofrenda más, que Wandy nos iba diciendo quienes eran y que hacían, llego el momento de los bailes. En el escenario de las ofrendas, cuatro de las chicas con las que me había hecho la foto, bailaron una especie de baile del país, muy lento, con movimientos suaves. Despues se dirigieron al otro escenario que estaba al lado, y entonces las ocho, realizaron otro baile algo más movido, pero no mucho. Seguidamente otro grupo de bailarinas, adornadas con un traje con plumas, bailaron una canción que una chica interpretó. El himno Thailandés, lo emiten todas las emisoras de radio y televisión un par de veces al día e incluso en los cines suena antes de las películas. Los Thailandeses dejan todo lo que están haciendo cuando suena su himno, y les gusta que los extranjeros hagan lo mismo. Animada, no es que fuera una fiesta muy animada, y nos decíamos a nosotros mismos, que en Cataluña, las celebraciones son más movidas. Un policía del lugar, me preguntó de donde éramos en un inglés bastante atípico, pero como el mío, tampoco era muy eficiente, terminamos por entendernos bastante bien. Como que la fiesta, por así decirlo iba decayendo, decidimos ir al barco, cenar, y preparar nuestra fiesta particular. Wandy se quedo un rato más en la plaza, mientras nosotros, cenando, veíamos como la celebración iba decayendo de intensidad y de gentío. Aun así, los bailes no pararon aunque en la plaza no hubiera más de 6 u 8 personas. Ahora nos tocaba a nosotros. Despues de cenar, apartamos sofás, hicimos espacio…y el show empezó. Todo el grupo sentado en una hilera, frente a mí, y el escenario para mi sólo. Entonces empece a leer y a ratos recitar el escrito que me había preparado. Y lo que leí, fue algo en lo que todos nos sentíamos participes. “Fabricar” una Reina, a través de los trabajos de cada uno. Terminada la lectura, aplausos y algún abrazo…había pasado la primera parte del show. Ahora les tocaba el turno a las chicas, y primero de todo a cambiarse en el camarote. En cinco minutos estaban todas arriba, vestidas sólo con un pareo y descalzas. Nos ubicaron a nosotros, y empezaron ellas su show. Nos iban a cantar la chica yeye, pero con una letra propia, mientras bailaban y nos sonreían. Alguna de ellas, perdió bastante la timidez en esto, y se colocaron de manera, que ninguna de ellas, tuviera delante suyo a su pareja. Y nos sorprendieron…vaya que sí. Y aunque la canción que cantaron era la que me esperaba, pues gracias a las indiscreciones de algunas de ellas, me lo intuí, lo habían hecho mas que bien… En la parte final de su canción, nos levantaron a nosotros y nos pusieron a bailar con ellas. Nos habían puesto el listón muy alto, pero los chicos íbamos confiados en nuestras posibilidades. Les hicimos algunas fotos a todas juntas y luego empezamos la tercera parte del show. Primero hicimos un simulacro de sorteo para decidir quien iba a colaborar con nosotros, y le “toco” a Mº Carmen, a la que hicimos bajar a las literas, para buscarnos unas cosas que previamente ya le habríamos dejado a la vista. Despues Enric, Jossel y yo nos bajamos abajo mientras Jordi ejercía de maestro de ceremonias. Y hay que destacar a Jordi. Lo bien que lo hizo todo, y sobre todo la gracia que le ponía. Habiamos preparado como un pequeño casting y que después de el, empezaríamos a cantar. El primero en salir, fui yo, intentando simular a Darth Vader. Me dirigí a Angels, y le hice una salutación que Enric me pidió que le hiciera. Despues salió Jossel imitando a RoboCop, y finalmente Enric imitando a un protagonista de la película Días de Fútbol. Eramos tres, faltaba el cuarto y ese era Jordi. Nos fuimos a cambiar y también subimos solo con un pareo, y la cara pintada por unas rallas, con un pintalabios que había comprado Enric. Despues cada uno canto un par de frases de una canción, mientras los demás lo desacreditamos, hasta que al final Jordi, con un LEFT-RIGHT, nos dio pie para que nos pusiéramos todos en línea a su lado…left-right…. Ayutthaya y la canción de mecano, Hawai-Bombay. Genial…nos aplaudieron, pero aún no estaba todo. Nos pusimos en circulo y empezamos a tararear muy suavemente, Amigos Para Siempre, y cuando la melodía estaba entera, nos acercamos a las chicas y las sacamos a bailar. Fue un fin de fiesta perfecto, sensacional. Nos dimos todos una lección a nosotros mismos, de saber hacer bien las cosas, con humor, venciendo a la timidez…llevábamos un montón de días de viaje, y en todo él, ni siquiera habiamos hablado de política, o de temas que daban mas al debate…tan solo reíamos, observábamos, viajábamos, y nos entreteníamos preparando un show como aquel. Quizás era la magia de Thailandia, o quizás era la magia de un grupo de personas que aunque diferentes, compartían varias cosas en común. Nos hicimos mas fotos, comentamos lo bien que nos había salido, y sobre todo reímos…pero nos dimos cuenta de que el personal del barco quería dormir, por lo cual, bajamos a las literas a seguir la fiesta… Nos hicimos fotos en las literas, y aprovechamos para intercambiarnos las letras de las canciones. A veces en un nuevo ataque de humor, nos poníamos a cantar pero sin bailar. El día de la reina, fue también nuestro nuevo super día…y llevábamos varios así… Con el eco de las Ladys y los Rambos, pasamos pagina a otro día. Mañana debíamos de llegar a Bangkok, y finalizar la travesía en el barco. El barco del humor. VIERNES 13 DE AGOSTO 12º DIA NAVEGACION-BANGKOK EL FINAL DE NUESTRO MINI CRUCERO No madrugamos tanto como el día anterior, pero de nuevo algún móvil nos hizo de despertador. Varios de nosotros nos llevamos el móvil a Thailandia, pero yo quise dejarlo en casa, y pasar unos días sin estar pendiente de él. Ducha y a desayunar. Algunos empezamos a recoger un poco el equipaje, pues hoy a media tarde debíamos estar ya en Bangkok. Despues del desayuno, tocaba excursión en bici, y de nuevo tuvimos que hacer todo el ritual de bajar las bicis, por la pequeña pasarela del barco. Esta vez Wandy nos llevó al principio por carretera, y con un pequeño desnivel en un puente, que costó un poco de pasar. Luego nos internamos por un camino de tierra donde unos metros mas adelante, todos nos paramos pues creímos ver una serpiente entre las hojas de unos arbustos. El paseo de esta mañana fue corto, muy corto; no vimos nada curioso, y tan solo en la parte final del paseo, llegamos al embarcadero donde ya estaba el barco, y para acceder a él, tuvimos que cruzar por una construcción de madera que unos operarios estaban haciendo. Y debíamos pisar por el suelo, que estaban poniendo en ese momento. A todos nos extraño lo corta de la excursión, pero como los planes se iban cambiando casi sobre la marcha… O sea que la mejor tarea posible era el tumbarse en las colchonetas y charlar o simplemente vaguear. Al cabo de un buen rato el barco se detuvo de nuevo, y esta vez íbamos a visitar un mercado local de alimentos. De mercados ya habiamos visto algunos, pero siempre nos sorprendía alguna cosa del que estabamos viendo. Entramos en una tienda pequeña de música, que cuando estuvimos los 13 dentro, ocupábamos toda la tienda, y empezamos a curiosear los cientos de Cds que estaban expuestos. Queríamos comprar música actual Thailandesa… Siguiendo por el mercado, nos partimos en dos o tres grupos y durante mucho rato perdimos a Jossel y a Wandy. Compramos dulces, galletas y frutas, curioseamos los puestos de venta, dejamos que las gentes del lugar nos miraran con curiosidad, sonreíamos, caminamos…. Y volvimos al barco. Al salir del mercado reencontramos a Jossel y Wandy, que se habían quedado en la tienda de música comprando algunos discos. Y el juego que nos dio el disco de Jossel!!!!!!!!! En el barco, mientras los cocineros preparaban la comida, el grupo nos dedicamos a no hacer nada, que era lo que mejor hacíamos en momentos como aquellos…y de fondo escuchábamos la música que Jossel había comprado. De todas las canciones que escuchamos, había una muy pegadiza, movida y hasta de melodía divertida que enseguida nos gusto a todos, y Wandy nos la repitió alguna vez, pues vio que esa canción nos alegraba…pero eso fue por la mañana…la fiesta musical, fue por la tarde. Despues de comer, paramos en la isla de Ko Kred, una pequeña isleta en medio del Chao Praya, que está habitada por personas de la etnia Mon. Los Mon, fueron los que dominaron toda la región central de Thailandia entre los siglos VI y X, y se distinguen por ser muy buenos alfareros. Paseamos por en medio de aquellas muy estrechas calles, contemplando las tiendas que permanecían abiertas, y en la mayoría de las cuales, se vendían figuras de cerámica, arcilla o porcelana. Continuamente debíamos apartarnos, para dejar paso a las Moto-Taxis, que sin parar pasaban por el lugar. ¿Qué si nos gustó la isla?…Bueno, no demasiado. Su único encanto por decirlo así, era la estrechez de sus calles y el calor que hacia. Además los artículos que vimos en las tiendas, primaban más la cantidad que no la calidad. En la isla también hay (y no la vimos) una escuela de ciegos, en la cual se les enseña masaje-terapia, y un templo budista que estaba en la parte final de nuestra visita a la isla, pero del cual tan solo vimos la entrada, pues creo que la desgana con la que estabamos haciendo la visita, no nos invitaba a entrar en él. De nuevo de vuelta al barco, y tan solo unos instantes despues, empezamos a ver las siluetas de los altos edificios de la capital. La isla está a tan solo 10 Km, de Bangkok. Le dimos una propina a Wandy y a todos los miembros de la tripulación, y una vez más creo que les dejamos sorprendidos, pues quizás no todos la esperaban. Pero aún tuvimos tiempo para una última mini fiesta. Estábamos todos en el suelo, o en los sofás charlando, tranquilos, cuando Wandy, nos puso la canción Thailandesa que tanto nos gustaba y que nos daba siempre pie para movernos. Como por arte de magia, o como dotados de un mecanismo de arranque automático todos nos pusimos a bailar, sentados moviendo los brazos, o de pie…Wandy nos ponía la canción una y otra vez, y en una de ellas hicimos venir a bailar a una de las cocineras, que también se incorporó a la fiesta. Era algo que teníamos. Podíamos estar en silencio, pero en un segundo, estar en la juerga más movida. Varias veces nos puso Wandy la canción, hasta que ya por cansancio, dejamos de bailar. Contemplando la suciedad del Chao Praya, los rascacielos confundiéndose con las casas de madera y a otras embarcaciones que surcaban el río, llegamos al embarcadero donde nos debíamos apear. El subir las maletas por la escalera, fue otra proeza, sobre todo la de Pilar One, que abultaba y pesaba una barbaridad. Nos dividimos en dos coches, y hacia el hotel, a descansar…o lo que apeteciera. Al caer la noche, nos encontramos en recepción para ir a cenar por última vez todos juntos. Mañana nos íbamos a la isla de Ko Samet, pero Jossel y Silvia se quedaban en Bangkok, pues por la noche regresaban a Barcelona. Decidimos ir a un restaurante cerca del hotel, que hacían pescado, y así poder probar las gambas que habiamos visto los primeros días…y creo que nos desilusiono un poco la comida. La carta era mayoritariamente de pescado, gambas, langosta, crustáceos y peces de varias maneras. También habían los típicos platos Thai, que fuimos comiendo durante todo el viaje. La cocina Thai, está considerada una de las mejores del mundo. Suelen aderezar sus platos con especias picantes, curry la mayoría de veces, pero siempre que pedíamos sin picante, se nos respetaba. La mayoría de platos se acompañaban de arroz. El arroz vendría a ser como el pan, siempre esta presente en todas las comidas. La leche de coco, los platos con cacahuetes, la salsa de soja, los noodels, las verduras finamente cortadas, el jengibre, guindillas…aprendimos y disfrutamos con las comidas. Aquella noche, por ser una cena especial, por la despedida de Jossel y Silvia, pedimos vino. Primero bebimos 2 botellas de vino francés, y luego otra de Rioja. El vino en Thailandia es proporcionalmente carísimo. La mayoría nos pedimos un plato de gambas, que compartíamos con la pareja y está una especie de calamar gigante. Si todas las cenas nos costaban sobre entre los 200-300 baths(4 –6 euros) esta nos costo 1250 por cabeza. Durante la cena, el vino hizo algún efecto en la locuacidad de Marta One, y los comentarios sobre su Wat particular, nos hicieron reír un buen rato…jugando con los horóscopos, le hice una carta astral a medida a Marta Two, diciéndole cosas de su carácter, que ella se asombró al ver que lo acertaba plenamente. Lo mejor de aquella cena, las conversaciones con las Martas…lo peor, que Jossel y Silvia se iban…y el precio claro. Saliendo de cenar, la actividad obligada eran las compras. Y todos nos embullimos en la vorágine del mercadillo, y como era de esperar, terminamos separándonos, pues cada uno iba lo suyo, lógicamente. Las imitaciones de todo tipo, se vendían sin problemas. Bolsos de las mejores marcas, y que la mayoría no estaban expuestos, sino que eran enseñados por catalogo; relojes de todo tipo y de cualquier marca, a precios baratisimos; Discos y Dvds de cualquier película, incluso las que aun no sé habían estrenado en Cataluña, (la terminal, por ejemplo), prendas de todas las marcas…Lacoste, Hugo Boos, Ralph Laurent, etc…camisetas de Thailandia…muchas camisetas del país, jarrones de madera, Budas de todo tipo y forma, y mil artículos de regalo más…si alguna vez volvemos a Thailandia, vendremos con la maleta vacía, pues la llenaremos en los mercadillos. En una de las travesías que salían de la calle principal, estaban los bares de alterne, alternándose con los puestos del mercado. Si uno se despistaba, era agarrado por los porteros del local e introducido dentro del bar. Las chicas, o mejor dicho, las niñas de 14, 15 o quizás 16 años, bailaban en bikini, en una tarima que estaba siempre enfrente de la puerta de entrada, por lo cual desde la calle se veía el espectáculo… La prostitucion en Thailandia, o el llamado turismo sexual, lo teníamos en toda su crudeza delante de nuestros ojos. Si bien es cierto que cuando alguna vez vimos a algún hombre entrar en un local de estos, casi siempre era de nacionalidad anglosajona. ( Inglés, estadounidense, australiano). Los españoles suelen ir a los países latinos. El idioma hace mucho. Tenias que quitarte a los captadores de encima, y cuando lo hacías siempre te ofrecían carteles con posturas, o Dvds de sexo. Sexo para hetero sexuales, gays, lesbianas…había para todos…casas de masaje en los pisos superiores de los locales y que en los letreros de la entrada indicaba Body Massage. Delante de los locales, habían unos enormes carteles con los precios de las bebidas que se cobraban en el interior, y eso también era un motivo de reclamo. Los precios super baratos para un local de estas características. Un Chivas, 3 euros; una cerveza entre 1 y 2 euros… La prostitución en Thailandia a pesar de ser una lacra social, también tiene otras visiones. Hasta mediados del siglo XX, los grandes hombres del país, o los más acaudalados, tenían a su esposa, y luego a otras mujeres adiestradas en el sexo, que eran las llamadas concubinas. Estaba también socialmente bien visto, que los hombres tuvieran 2 esposas. Una para la casa y los hijos, y otra siempre más joven para el sexo. Los inmigrantes chinos que llegaron a Thailandia, fueron los primeros que crearon los burdeles o las zona de alterne, y aunque esta practica fue prohibida en 1950, el numero de mujeres que la ejercían aumento rápidamente. En la guerra de Vietnam muchos soldados se desplazaban a Thailandia para alternar, y crearon una nueva clase de prostitutas que solo atendían a extranjeros. Thailandia se la clasifica como el paraíso del sexo; Quizás es de los países más conocidos, sin embargo en Filipinas, el turismo sexual es mayor que en Thailandia. Muchas de estas mujeres son analfabetas, emigran de sus aldeas, dejando atrás familia y muchas veces miseria. Cuando regresan, generalmente con bastante dinero, son tratadas con respeto, son consideradas “alguien”…pues para algunas personas el ser concubina era ser de un rango social elevado…y la prostitucion era para ellas, como un concubinato. Volvimos hacia el hotel, encontrándonos con parte del grupo, y con Jossel y Silvia…nos despedimos de ellos, con la sensación de haber conocido a dos personas encantadoras, y con el amargo recuerdo de no saber cuando los volveríamos a ver. Antes aún tuvimos tiempo de comprar una maleta, pues una de las que llevábamos ya estaba pidiendo a gritos la jubilación, y como suponíamos que nos faltaría espacio para las compras, optamos por comprar una un poco más grande. Llegamos a nuestra habitación, arreglamos un poco las maletas…y a dormir…mañana de nuevo iríamos en barco, pero solo un trozo. El trozo que va desde tierra firme hasta la isla de Ko Samet. Nuestra isla. Nuestro nuevo destino. Etapas 4 a 6, total 6
SABADO 14 DE AGOSTO 13º DIA BANGKOK-KO SAMET
LA ISLA Por penúltima vez nos íbamos del Narai, y después de dejar parte del equipaje en la consigna del hotel, nos subimos a un mini autobús, o mejor dicho a una furgoneta con asientos que nos debía llevar hasta Ban Pe, y desde allí coger una embarcación hasta Ko Samet. Nos repartimos como pudimos, y emprendimos otra travesía. Pilar One, iba delante, al lado del conductor, pero no creo que hablaran mucho; primero por el idioma y luego porque el conductor no parecía muy conversador… Marta Two le dio una cassette suya al chofer para que la pusiera, pues era de música algo más actual, y ello nos dio pie para ponernos a hablar de gustos musicales…descubrimos que la mayoría de los chicos teníamos en nuestra casa un disco de Luis Miguel. Nuestro destino, Ko Samet estaba a unos 238 Km de Bangkok. Casi unas 3 horas de viaje a través de varias autovías que nos llevaban primero hacía Rayong, y en ella tomar un desvío de unos 10 minutos que nos llevaba al pueblo de Ban Pe. Ban Pe es utilizado mayoritariamente como puerto de embarque para Ko Samet. A la hora y media de viaje, paramos en una gasolinera con autoservicio para quien quisiera ir al baño, o comprar cualquier cosa. La parada de 15 minutos, y de vuelta al coche. En una hora y media más llegábamos a Ban Pe. El coche nos dejó en la terminal del Ferry, donde se cogían los billetes para la isla. Nos recogieron las maletas a todos los que íbamos al mismo hotel, y las pusieron todas juntas para llevarlas a la barca. Como teníamos tiempo, aunque no mucho, decidimos ir a comer algo en una calle que estaba al lado de la oficina y que se veía llena de tiendas y de puestos de comida. Tras andar unos metros nos decidimos entrar en un establecimiento que era algo así como una cafetería, pero que también hacia platos combinados, e incluso bocatas. Mientras comíamos, veíamos un canal de deportes en la televisión del lugar. Había que comer rápido, pues el tiempo no nos sobraba. De vuelta al recinto de los billetes, al cabo de unos minutos, llamaron a los de nuestro hotel y nos subieron en un trenecito, para llevarnos a la barca. Al menos nuestras maletas estaban, pues las veíamos apiladas en un lateral. Entramos en el transbordador y nos sentamos en la parte de atrás, todos juntos. Puntual la barca se fue. No íbamos demasiadas personas en el barco; aparte de nosotros 10, unas 2 o 3 parejas mas y un grupito de japoneses. Queríamos hacer una foto desde la parte delantera del barco, para así poder tener una vista de la llegada a la isla, pero el balanceo de la barca por el oleaje, hacía presagiar que o nos agarrábamos, o caeríamos al agua. En una de las sacudidas, termine dentro de la cabina de mando, mientras los que estaban dentro se reían. Al final Marta Two y yo, sentados en unas sillas de la parte delantera, pudimos hacer una foto de la isla, Ko Samet. Ko Samet es una pequeña isla de tan solo 13 Km², parecida en forma a una T. Al llegar a la costa, o mejor dicho al “puerto”, la primera impresión no era la de una playa paradisíaca que todos nos imaginábamos. Nos bajamos de la lancha para subirnos en una furgoneta descapotable que nos iba a conducir a nuestro hotel. El Sai Kaew Beach Resort… El nombre sonaba bien y por las fotos que algunos habíamos visto en Internet, o en los folletos del embarcadero, parecía que íbamos a estar en una especie de paraíso, ideal para descansar de todo el ajetreo del viaje. El clima de la isla era casi perfecto. Sol…mucho sol alternado con ráfagas matinales de viento y con escasez de lluvia. En todos los días que estuvimos en Ko Samet, no nos llovió ninguna vez. De camino al hotel, pasamos por varias zonas de vegetación, pero sin vida “comercial”, hasta que al final llegando ya cerca del hotel, cruzamos una calle con multitud de tiendas, bares, restaurantes…y gente… Nuestro hotel, estaba dentro del Parque Nacional Laem Ya-Ko Samet. Para entrar al parque se paga una entrada, que valía 200 baths, pero nosotros llevábamos un ticket que nos permitía entrar y salir de él sin pagar…teníamos la entrada pagada en el viaje…al menos por ahora. Tuvimos que esperar unos minutos a que nos dieran las habitaciones, y la primera impresión del lugar, quizás no fue la que esperábamos. Las hermosas casitas con vistas a la playa, no estaban, y si acaso no eran las que nos dieron a nosotros. El agua no era tan verde como nos habíamos imaginado…pero había sol, y arena, y un bar al lado del mar, que también hacía de restaurante con mesas de madera, blancas, algo gastadas. Cuando al fin nos dieron las habitaciones, no estábamos todos juntos. A Encarna y a mí, nos dieron una en la segunda fila, casi justo detrás del bar. En nuestra misma fila, estaban Jordi y Pilar Two, y más en la esquina Carmen y Pilar One. Las dos Martas y Enric y Angels los pusieron algo mas atrás, en una tercera fila. La habitación, con suelos de piedra y una cama inmensa, parecía de diseño….de ese diseño moderno, en que falta de todo. El baño no tenia repisas para dejar los neceseres. El suelo del baño, de cemento puro. Y por si no hubiera bastante, las arañas se paseaban por las paredes del baño tan tranquilas. La ducha también era original….sin comentarios. Creo que tuvimos una pequeña decepción, pero no por las condiciones, porque en peores sitios habiamos estado, si no por que quizás nos habíamos creado demasiadas expectativas. Y como en la isla habíamos venido a descansar y a tomar el sol, pues eso hicimos. Tomar el sol. Al cabo de unos instantes de habernos instalado, ya estábamos en la playa. Enric y Angels no bajaron pues querían descansar un rato. El sol era más que implacable, y a poco rato que se estuviera expuesto a él, ya quemaba. Lo peor de toda la playa, era la constante presencia, y a veces hasta molesta de las masajistas que venían constantemente a ofrecerse. Un masaje en la playa!!! Sonaba bien. Pero menos mal que no lo hicimos. Marta One, lo probó y no nos lo aconsejó. No tenían ni idea, y estaban más pendientes de charlar las masajistas entre ellas, que no de dar un masaje. Encarna y yo nos fuimos a pasear por la arena. Toda la playa estaba llena de hamacas, con diferentes bares, al menos hacía nuestra izquierda que fue al primer lugar que fuimos. Después de unos 300 metros, en que se terminaba la arena, y que para seguir caminando había que sortear unas pequeñas rocas en forma de acantilado, vimos una pequeña construcción con un Buda dentro. Nos resultó chocante que en aquel lugar de diversión, hubiera una imagen de Buda. Por el interior de la playa, casi ocultas entre algunos arboles, había unas casitas de madera, que se intuían que debían ser de más lujo que las nuestras. Volvimos hacía atrás, dirigiéndonos hacía la otra parte de la playa, y comprobamos que toda la arena estaba llena de cojines, hamacas, sillas, mesas… de los bares que suelen emplear la arena como extensión de sus locales. Aquello prometía, pues pensamos que por la noche, debería de haber un ambiente estupendo, con los bares al lado del agua, luces tenues y música…empezamos a maquinar lo que debería ser estar sentado en aquel lugar, contemplando el cielo despejado y lleno de estrellas, con el mar a nuestro lado, el murmullo de las olas, el aire marino, música acorde al momento, una buena cerveza, sentados o tumbados, y como no, con la compañía de todo el grupo. En algún momento parecía que el hotel se terminaba y con él los bares, y en unos pocos metros más aparecían más bares y con otro nombre de hotel a su lado. Siguiendo por la arena, llegamos al “final” de la playa, y en la cual, en lo alto de unas piedras, estaba una estatua…una estatua que tenía que ver con el lugar. Una leyenda relata la historia de un príncipe, que estaba exiliado en un reino submarino, y que ese reino estaba gobernado por una mujer gigante enferma de amor. Una sirena ayuda al príncipe a escaparse a Ko Samet, donde derrota a la giganta tocando una flauta mágica. De lo alto de aquella roca, veíamos toda “nuestra” playa, y como por detrás de las rocas, seguía habiendo más playa. Alguna pareja de Thailandeses, se refugiaba entre las rocas, buscando un lugar de tranquilidad. Regresamos al hotel, mientras veíamos que a medida que cae la tarde, los Thailandes aprovechan para bañarse ellos en el mar, pero vestidos. Pantalón corto, camisetas, pero no en bañador, o en bikini. Al menos la mayoría. Llegaba el momento de la cena. Y como teníamos un mapa, que habíamos conseguido en la oficina de Turismo, con un montón de direcciones y locales de varios lugares de la isla, pues decidimos que por un día podíamos dejar la cocina Thai, y optamos por una pizzería. Pero como con el mapa vimos que estaría algo lejos fuimos hacía lo que aparentemente era el centro del pueblo a buscar transporte, taxi. Después de regatear un poco y cuando creíamos que nos tendríamos que desplazar a pie, al final conseguimos una furgoneta que nos llevó hacía el pueblo, o mejor dicho hacía la localidad de Vongduernbeach. El camino era particularmente horroroso. A oscuras, lleno de baches. Casi me recordó el último día del rafting, en aquel auto loco, pero esta vez la principal diferencia es que íbamos algo más limpios. El taxi nos dejó en el inicio de una zona de bares y restaurantes, y luego tuvimos que andar unos minutos para localizar la pizzeria, la cual nos pasamos de largo, y tuvimos que volver hacia atrás para encontrarla. Al final allí estaba; Tompizzabeach…sentado al lado del mar, en una mesa y sillas de madera, tomando una cerveza, y esperando unas pizzas que tardaron 1 hora en servírnoslas…ya nos lo advirtió el camarero con una sonrisa que tardarían bastante…pero no le quisimos creer. Como había hambre, Enric y Marta One, se fueron a un puesto cercano a buscar unos pinchos, pero también tardaron lo suyo, tanto que enseguida fueron blanco de nuestras bromas… Fue la primera vez en todo el viaje, que abandonábamos la cocina Thai. Pero daba igual. Las pizzas nos supieron a gloria. Para regresar tuvimos que contratar un nuevo taxi, y aunque regateemos un poco, no había mucho donde elegir, pues el lugar estaba bastante apartado y los taxis no abundaban. De regreso quisimos parar en un bar musical donde se anunciaba una fiesta nocturna, pero cuando llegamos a él, no había demasiado ambiente, por no decir casi ninguno, y nos fuimos hacia el hotel. Queríamos tomar una copa, seguir con la noche, y nos fuimos a pasear por la playa contemplando los bares que permanecían abiertos, con sus mesas y sillas en la arena, o las colchonetas. Había Karaoke, bares de música reggae, y despues de caminar unos instantes, nos sentamos en uno que ofrecía además buena música. El colmo del relax. Estábamos sentados o semi estirados en la arena, con unas velas en la mesa, y oyendo el ruido del mar, que se mezclaba con la música de los altavoces, y en cielo un montón de estrellas. Una copa y nuestras risas…ideal. Pero lo curioso, es que los bares cierran pronto, o al menos para nosotros. Aun no eran las 11 de la noche, y estaban ya recogiendo. Pero en fin, no se podía tener todo… Había que continuar la fiesta en la habitación de cada uno. O al menos intentarlo. Los que pudiéramos. Mañana queríamos alquilar unas motos para recorrer la isla. Pero eso seria mañana. DOMINGO 15 DE AGOSTO 14º DIA KO SAMET MOTOS Y BICIS POR LA ISLA El sábado noche pasó, y después de la particular fiesta de cada uno, el domingo llegó como llegan todos los domingos cualquiera. Nos levantamos con la inercia propia vacacional y nos fuimos a desayunar frente al mar…Hummmmm…casualidad o no, todos los miembros del grupo habíamos tenido la misma idea, y poco a poco fuimos ocupando las mesas libres que quedaban. Lo único que rompía la magia era el aire molesto que se empeñaba en acompañarnos. El desayuno del hotel era muy completo, como casi todos los que tuvimos en el viaje; la fruta nunca escaseaba y si queríamos nos hacían una tortilla con multitud de ingredientes al momento. Este domingo habíamos decidido que alquilaríamos unas motos e iríamos a conocer la isla, pues al ser tan pequeña, creíamos que tendríamos tiempo de sobra de verla entera, y además podríamos aprovechar para detenernos en cualquier cala que nos apeteciera y tomar el sol como si estuviéramos en una isla desierta. A una de las personas del hotel que siempre estaba por ahí, le dijimos que nos consiguiera 5 motos, pues al principio todos queríamos ir en moto, aunque nos diera un poco de respeto. Poco a poco fueron llegando unos chicos con unas motocicletas de color azul y rojo, con marchas, de bastante buen aspecto, pero si he de ser sincero me daban más miedo que otra cosa. Me apetecía mucho ir con ella, pero como llevaba más de 13 años sin subirme a una, y además siempre me habían causado un miedo importante, pues no las tenía todas conmigo. Enric fue el primero en subirse y dar una pequeña vuelta para familiarizarse con ella. Luego Jordi y después lo hice yo. Primero sólo, pero luego le dije a Encarna que se subiera, pues ir con un pasajero no es lo mismo que ir solo… Aunque me costó girar la moto, me atreví…¿ cómo no iba a atreverme?…Pilar One dudaba entre coger una moto, o una bicicleta, y creo que a raíz de lo mucho que le insistí se decidió por la moto…-¿cómo no te vas a atrever Pilar?…Tú nuestra valiente capitana…una vez más, Pilar, fue aquella mujer valiente y atrevida que nos había enseñado que era durante el trekking. Carmen se decidió por ir en bicicleta, pues no sabía ir en moto, y las dos Martas también optaron por pedalear. Hacer todo el recorrido que hicimos pedaleando, con las constantes subidas y bajadas, con los baches…creo que se ganaron el reconocimiento de todos por el cansancio que les iba a representar. Despues de inmortalizar el momento con una foto, empezamos la excursión. Siempre les dejábamos a las ciclistas algo de ventaja, pues nosotros con un golpe de gas, nos poníamos a su altura. Nos dirigimos hacia el sur de la isla, hacia la punta, a través de la misma carretera sinuosa que habíamos hecho la noche anterior. No había planing hecho. Donde nos apeteciera nos pararíamos, y tomaríamos el sol, el agua, o lo que fuera. Y en Thailandia se conduce por la izquierda. Poco a poco fuimos dominando la moto, y lentamente nos íbamos atreviendo a cambiar de marchas, a adelantarnos, etc. en algunas subidas, y al ir dos en la moto, si no tomábamos empuje, o poníamos marcha corta, se nos paraba la moto en medio de la subida, como nos paso a Jordi y a mi alguna vez. A veces teníamos que decidir hacia que dirección ir, pues la carretera se dividía en dos caminos, y además como no queríamos separarnos mucho de las ciclistas, pues las paradas eran frecuentes, y sé tenía la sensación de que íbamos muy despacio. Al cabo de un buen rato de subidas, bajadas, baches, coches que aparecían en medio de la carretera, justo cuando te parabas, y alguna caída sin consecuencias, optamos por parar en una pequeña playa que parecía bastante desértica. Lo único que la playa estaba al final de una fuerte bajada, y había que hacerla con los cinco sentidos. En aquella excursión estaba echando de menos a Jossel y Silvia, sobre todo por las risas y comentarios que me imaginaba que hubiera hecho Jossel….Un poquito no más!!!! Llegamos a la arena, y al agua. Después del esfuerzo motero, la recompensa fue un baño en unas aguas limpias, transparentes y con una playa casi desértica. Quienes de verdad se merecían una recompensa eran las Martas, y sobre todo Carmen, pues su cara roja, extasiada, era un poema. Al cabo de unos instantes decidimos beber algo y acercarnos al bar, al chiringuito playero que estaba detrás de nosotros. Jordi y Marta One me acompañaron, y lo mejor del bar, sus camareros. El bar estaba regentado por dos Ladys Boys, dos travestis que a Jordi le desnudaron con la mirada; Y eso que de ropa llevábamos poca. Yo también me lleve alguna mirada, pero Jordi acaparo el interés de los dos…del lugar. Y claro, las risas de la situación, fueron la comidilla del día con el grupo. Terminado el paréntesis, de nuevo a las motos, o a las bicis, y a seguir. Queríamos llegar al final de la isla. En circunstancias normales, supongo que en media hora se podía hacer todo el recorrido, pero con tantas paradas que hacíamos, el tiempo paso más rápido de lo normal. A ratos mientras íbamos en moto, veíamos a ambos lados el mar, señal de que el final de la isla estaba cerca y nosotros íbamos por el pedazo de tierra que separaba las dos partes de la isla. Después de alguna peripecia más llegamos a una bajada impresionante, y que optamos por bajar sin nuestra pareja, pues además de lo empinada que era, el terreno no estaba precisamente llano. Al final de la cuesta, había un restaurante, donde despues de preguntar si nos daban de comer, nos quedamos a hacer el avituallamiento del día. Seguíamos estando en un ambiente de relax total. Ahora íbamos a comer al lado del agua, y despues a hacer la siesta en la arena. En el bar tenían una televisión en la que estaban transmitiendo algunas pruebas de natación de las Olimpiadas. Mientras nos preparaban la comida, Encarna y yo paseamos un poco por la playa donde descubrimos un columpio sujeto con unas largas cuerdas en la rama de un árbol. Despues de comer, la siesta. Un mini baño, y a descansar…pero no había que confiarse, pues aún queríamos hacer un montón de cosas, y ver muchos sitios. Dejamos las bicis y las motos aparcadas y nos fuimos andando hacia la punta de la isla, bueno todos no, pues Mª Carmen se quedó tumbada en la arena, haciendo la siesta, o buscando algún momento de tranquilidad. En el restaurante nos dijeron que no se podía hacer en moto, porque el camino era peligroso, o sea que en vez de ir en motito, tocaba ir a patita. Pero al cabo de unos minutos de andar, el camino se empinaba y no parecía que la punta de la isla estuviera cerca, por lo cual dimos media vuelta. Bueno, todos no, pues Encarna se empeñó en que quería ver el final de la isla, y yo un poco a regañadientes la acompañé. Quedamos con el grupo en no entretenernos demasiado y ellos mientras empezaron a volver hacia el hotel. Varias veces estuvimos Encarna y yo tentados de volver hacia atrás, pero más por su empeño que no por otra cosa, al final, al cabo de unos 15 minutos de andar, llegamos a una caseta que parecía un puesto de guardia, y despues de saltar la verja que impedía su acceso, detrás de la caseta, estaba nuestra recompensa: El final de la isla…respiramos con un aire de satisfacción, nos hicimos unas fotos, aunque el lugar no era quizás lo idílico que hubiéramos podido suponer. Unas rocas y un acantilado parecido a cualquiera de la Costa Brava, era el paisaje que vimos, pero si algo lo hizo más interesante fue él hecho de que por nuestra tozudez, o quizás más por la de Encarna, llegamos a la punta de la isla. Despues de unos instantes de contemplación, emprendimos el camino de vuelta hacia las motos. Mientras caminábamos una motocicleta con gente del lugar, subía por aquella cuesta tan empinada que antes, nada más verla a todo el grupo se nos quitaron las ganas de subirla en moto. El camino de vuelta fue mucho más rápido que el de ida, pues en principio no debíamos paramos para nada. No obstante si que hicimos alguna parada, algo forzosa. Nos fuimos encontrando a todo el grupo. Uno tras otro. Primero vimos a Angels y Enric parados en un lado de la carretera. Se habían quedado sin gasolina. Según parece su indicador no funcionaba bien, y no tenían el deposito lleno como la mayoría. Ya habían pedido ayuda. Unos chicos del lugar, se ofrecieron para irles a buscar gasolina. Insistí varias veces en quedarme con él, pero Enric me dijo que no, que a no ser que se hiciera de noche, y no regresara, no le hacía falta ayuda. Al cabo de un rato encontramos a Carmen. Ella se había parado en un bar para pedir un taxi para regresar al hotel. No podía más. Estaba roja como un tomate. Sin embargo más adelante encontramos a las Martas, que se habían propuesto llegar al hotel en bici, y creo que tuvieron un malentendido con Carmen, pues no se vieron y no sabían si Carmen había pedido un taxi o no. Luego vimos a una furgoneta que de carga llevaba a Jordi. Él iba a buscar a las Martas y estaba sentado en la parte de atrás de la furgoneta. Más adelante, en el pueblo que estaba mas cerca del hotel, nos encontramos a las dos Pilares, sentadas en un bar, tomando un refresco, esperando a la reorganización del grupo. Despues de contarles las novedades, y de esperar a Jordi, emprendimos los cinco regreso al hotel. Aunque como la carretera estaba en mejor estado, e íbamos algo embalados, casi nos pasamos del sitio. La llegada al hotel fue más rápida que la ida; sin embargo no habíamos visto la parte norte de la isla, pues nos había faltado tiempo. Y eso que creíamos que lo veríamos todo. Poco a poco fuimos llegando todos. Enric y Angels también llegaron bien, y nos contaron que el chico que les trajo la gasolina, no se la quiso cobrar…ni tampoco quería propina…aunque lógicamente se la dieron…hospitalidad Thailandesa. Despues de dejar las motos, nos fuimos a pie, hacia las afueras del hotel, pues queríamos encargar una excursión en lancha para mañana. La encargamos, y después Encarna y yo nos fuimos a un local donde había conexión a Internet, pues queríamos saber si el hermano de Encarna, ya había sido papa, y también mandar algún email más a la familia. En nuestra habitación, el servicio de lavandería había echo su encargo, y nos habían devuelto toda la ropa perfectamente lavada y planchada, ropa que por error, no quisimos dejar que nos limpiaran en Chiang Mai. Toda la ropa asquerosamente sucia del trekking, volvía a estar lista para usar de nuevo. Para cenar habiamos decidido ir al pueblo que estaba mas cerca del hotel, y en alguno de los muchos lugares que había, buscar uno que nos gustara para comer. El pueblo se llamaba Ao Hin Krong, y estaba a unos cinco minutos a pie de nuestro hotel. Decidimos cenar en un restaurante donde lo más llamativo del lugar, eran los pinchos enormes que hacían. El restaurante de los pinchos lo llamábamos. Todos nos pedimos uno o dos de ellos; había de cerdo, ternera, pescado, salchichas y todos ellos con verdura, salsas y como no cerveza. Después de la cena, alguien dijo de ir a bailar, o mejor dicho, primero a tomar algo en uno de los locales que había cerca del restaurante y que daba aspecto de estar más animado. Y entramos en el Naga. Aquel disco bar de playa estaba bastante bien. Se podía estar sentado en una mesa, frente al mar, o bailar, o simplemente contemplar a los numerosos especímenes raros que pululaban por el sitio. A Enric no le apetecía mucho el quedarse, pues no le gustaba demasiado bailar, pero como a Angels si, al final accedió a quedarse, aún que se pasó la mayor parte del tiempo sentado en la barra, contemplando un partido de fútbol que se emitía por la televisión del bar. El resto nos pusimos a bailar; la música no es que estuviera mal, pero tampoco era para echar cohetes. Varias veces le pedí al DJ. música española, y él lo más parecido que nos puso, fue la Shakira y en inglés. En el bar, había un personaje particular. Un chico del lugar, vestido de negro, con unas gafas de sol puestas, y sin decir ni una palabra, se nos ponía en medio de nosotros, intentando imitar a algún movimiento de Michael Jackson. Si al menos hubiera tenido gracia… Mas que nada, nos provocaba risa, y hasta algo nos molestaba, pero como él iba y venía sin que nadie le dijera nada, pues le dejamos hacer. Si intentaba impresionar a alguna de las chicas, creo que no lo consiguió. Poco a poco, el local se fue animando más y muchos turistas se dejaron caer por el local. Los que más llamaban la atención eran unos enormes chicos de color, que iban acompañados de unas rubias igual de altas que ellos. Al final Enric se unió a nosotros y también se puso a bailar un rato. Pero poco a poco el cansancio fue haciendo mella en nosotros y decidimos regresar al hotel. Dejamos el bar en el momento en que había más gente y lentamente emprendimos el camino de regreso al Sai Kaew. El día había sido intenso: motos, arena, playa y baile. Todos regresamos sanos y salvos, a excepción de Pilar One, que tenia la pierna algo estropeadilla; entre las quemaduras que se dio con el tubo de escape, y los arañazos de la caída con la moto, fue la que peor lo paso. Pero siempre se puede rematar el día, con una buena noche…y mañana más. LUNES 16 DE AGOSTO 15º DIA KO SAMET POR LAS CERCANIAS DE KO SAMET Era lunes. Señal inequívoca que estabamos en la última semana del viaje, o mejor dicho, en los últimos días de nuestra aventura. Y de nuevo lo primero era desayunar, frente al mar, con la brisa marina azotando las tostadas de mantequilla… Hoy tocaba excursión en barca. Enric y Angels no vinieron. A Enric el tema de la navegación no le atraía demasiado y además no podía mojarse los oídos, por lo cual el atractivo del Snorkel, que íbamos a realizar, tampoco lo podía disfrutar. Se les echo de menos. Acostumbrados a las peripecias de los 12, ahora íbamos a ser 8. Angels y Enric no tenían plan establecido para ese día, y no sabían si alquilar una moto, descansar, o pasear por la isla. A la hora acordada nos dirigimos hacía el lugar de embarque, que estaba muy cerca del hotel. De hecho todo estaba siempre bastante cerca. Tuvimos que esperar unos minutos a que viniera la lancha a buscarnos, y mientras nos dedicamos a curiosear las tiendas que estaban abiertas, llenas de souvenirs, de comida, de bañadores y sobre todo de pareos. En la lancha no íbamos solos. Aparte de nosotros 8 nos acompañaban un grupo de japoneses, que siempre querían ser los primeros en todo; en subir a la lancha, en coger los equipos de Snorkel, en comer, y en ser impertinentes. Como no, ellos se sentaron en la parte delantera de la lancha, y nosotros nos quedamos en la de atrás, y como teníamos más espacio, también nos reímos bastante más. Dirigiéndonos a la isla, desde el mar, la imagen que veíamos, era preciosa. El agua verde, muy verde, mezclada con el blanco de la arena, y con las palmeras y la vegetación detrás…era la típica imagen de playa paradisiaca que todos habíamos visto alguna vez. Y lo que era mejor…estábamos prácticamente solos. Nuestra primera parada al cabo de unos 30 minutos de navegación fue otra isla, en la que íbamos a practicar Snorkel, y más tarde comer. Cuando los japonesitos terminaron de coger los equipos, nosotros nos apropiamos de lo que quedaba, y menos mal que había para todos. El equipo por así decirlo, no era más que unas gafas de buceo con su correspondiente tubo de aire. Teníamos un aspecto de risa. Ataviados con las gafas de buceo, y los tubos de respiración, nos dirigimos a “inspeccionar” el fondo marino y a ser aprendices de buceadores. Primero había que tener cuidado con los erizos. En las rocas que era lo que más cerca y con más cantidad estaban de nosotros, se encontraban unos erizos negros, con unos pinchos larguisimos, y que en algunos casos sus púas median más de 40 cmts. Había que tener bastante cuidado, pues en una roca inofensiva, podía aparecer un pincho en el momento más inoportuno. De peces, no es que viéramos muchos. Cuando alguien avistaba unos cuantos, chillábamos como si hubiéramos encontrado un tesoro, y si la cantidad vista era enorme y encima de colorines, aquello ya era una fiesta. Algún pequeño pez, de color azul, o de rayas blancas y negras; otros transparentes, otros de color verde…pero sin abundar demasiado. Si esperábamos la imagen de bancos de peces pasando por nuestros ojos, esa no llegó. Si queríamos ver algo, debíamos alejarnos bastante de la orilla, y como a casi todos el agua se empeñaba en entrar por donde no debía, abandonamos pronto la practica acuática. Quienes se llevaron la peor parte fueron Mª Carmen y Pilar One. A Carmen, un erizo se empeñó en juntarse con ella de souvenirs, y tuvo que ir a ver al guía, él cual golpeándole el dedo donde tenía la púa clavada y aplicándole después una pomada, le solucionó el percance. Pilar One, al nadar, se rozó la pierna en una roca, y llevaba toda su pierna llena de arañazos…ayer se lastimó la pierna con la moto, y hoy se la volvió a machacar con las rocas…aún así, ni un reproche salió de sus labios, tan solo los gestos espontáneos de dolor, juntados con el cachondeo que ella hacía de sí misma, fueron las únicas quejas que dijo sobre las excursiones. Era nuestra valiente capitana. Todos tomamos la opción de dejar el buceo y dedicarnos al vagueo…a hacer el vago…tumbarse a tomar el sol, o como mucho a darnos algún bañito sin aventuras. Las dos Martas, juntamente con Encarna y yo, nos fuimos hacía unas rocas para hacernos unas fotos e intentar divisar algún paisaje encaramados en lo alto de unas rocas. Hacía el mediodía, tocaba comida. Nuestro guía nos llamó a la mesa, y en ella aparte de los de nuestra lancha, estaban los de otras embarcaciones. La mesa larguisima, estaba llena de piña, sandía, unos pocos calamares y arroz, aparte de agua claro. Y estaba preparada para que a todos nos llegara de todo, un plato de cada cosa para 3 o 4 personas. Lo más asombroso, fue ver a los japoneses, que despues de terminarse su comida, fueron a buscar más a los extranjeros que teníamos a nuestro lado. Pero que no se acercaran a nosotros!!!!!. Y no se acercaron….¿notaron que les miramos con cara de asombro y desprecio?. Después de la comida, nos montamos de nuevo en la lancha, para dirigirnos hacía otra isla. La barca, daba unos botes en el agua impresionantes. A veces parecía como si por unos segundos se despegara del agua para volar por encima del mar. Lastima que los golpes que daba cuando se posaba de nuevo en el mar, eran igual de espectaculares, y o nos agarrábamos fuertes, o alguna vez nosotros mismos hubiésemos volado por los aires. Eso sin contar, con los golpes que nuestro trasero iba soportando. Supongo que en un intento de fanfarroneo, y de asombrarnos, el guía, que llevaba unas gafas de sol negras, y que no se quitaba para nada, se dedicaba a subirse por los palos de la lancha y a dejar que su cuerpo fuera azotado por el viento, como una veleta, como un trapo…a veces se apoyaba en el exterior de la lancha y se movía colgado de la embarcación, por el exterior, como si estuviera haciendo Sky acuático. Imagino que lo habría hecho cientos de veces, aún así nos sorprendió. Paramos en una pequeña islita, en la que había un pequeño monte, que todos nos empeñamos en subir. Unos tras otros, fuimos siguiendo a los que iban delante de nosotros, sin saber muy bien para que, o que íbamos a encontrar en la parte más alta de la roca, y después de estar unos 10 minutos subiendo, llegamos a lo que se suponía que era la parte más alta e hicimos algunas fotos de las panorámicas que veíamos. Ciertamente, no valía mucho la pena, pero bueno, al menos caminamos un poco, observando, las hormigas de diferentes colores que íbamos encontrando a nuestro paso. Al bajar, encontramos unas vistas preciosas y todos nos fuimos hacía un rincón donde había una buena perspectiva de dos pequeños islotes unidos por un pedazo de tierra, y que desde donde estábamos hacían una foto preciosa. De nuevo a la lancha, a los botes, a los golpes, y a las risas. Ahora la excursión nos llevaba a una piscifactoría en la que debíamos ver crías de tiburón, tortugas y peces varios. Caminar por aquel lugar era tener muy buen equilibrio. Los estanques estaban protegidos por unas mallas, pero para caminar por entre ellos, había unas maderas de unos 40 cmts de ancho, y en la cual tan solo se podía caminar uno tras otro, y si venía alguien por la misma dirección, había que hacer marcha atrás, y buscar un cruce, para desviarse y dejar pasar al resto. En la piscifactoría vendían comida para los peces por si alguien quería darles de comer. Nos subimos de nuevo a la lancha, con cuidado, pues tanto para subir como para bajar, se tenía que vigilar un poco, y nos dirigimos a otra piscifactoría cerca de la primera. Aunque lo descubrimos más tarde, estábamos en Ko Samet, en la occidental de nuestro hotel. Lo mejor del lugar, era el bar en el que nos sentamos a tomar algo. No cabíamos todos juntos y nos sentamos en dos mesas. Mesas de madera con unas colchonetas que tenían un cojín en la espalda, y con los pies colgando por el agujero que había debajo de nuestras mesas. Realmente se estaba super relajado. De fondo se escuchaba música actual, y nos entreteníamos charlando y contemplando a todos los turistas que por ahí se acercaban. Pero el relax se terminó y de nuevo a la lancha. Antes el guía se acercó a una de las “peceras” y extrajo un pez globo…lo cogió con la mano, se lo puso en la boca, y simulando que lo hinchaba, aquel pez que era de un tamaño normal, se convirtió en una pelota de baloncesto. Su aspecto era similar a un gran erizo de color blanco, pero el tacto era parecido al de una esponja, no pinchaba, y cuando lo dejó de nuevo en el agua, se deshinchó y volvió a perderse entre las aguas La excursión llegaba a su fin; nos volvimos a subir por última vez a la lancha y nos dirigimos ya hacía la playa de nuestro hotel, a la que llegamos en unos 5 minutos. Al caminar por la arena de regreso al hotel, tuvimos una sorpresa. El grupo de Fletcher, que habíamos visto en Chiang Mai, nos vieron llegar y una de las chicas se dirigió a nosotros. Parecía que hubiera encontrado a unos amigos que hacia años que no veía, y más por educación que no por otra cosa, estuvimos un rato hablando con ella; luego se acercó una más del grupo para contarnos lo bien que se lo habían pasado en el Treking, y lo “super, super Guay”, que había sido todo…. ¿ Que hubiese ocurrido si en vez de ir con el grupo actual, hubiésemos ido con el de los “pijos”?…Creo que todos estamos convencidos de que no hubiera sido igual. Si este viaje estaba siendo tan especial, era por la buena sintonía que todos teníamos, y aunque siempre podíamos encontrar más afinidad con uno que con otro, nunca tuvimos ninguna desavenencia con nadie. Y eso era importante. Despues de la excursión tuvimos tiempo libre, de relax, o de playa. Por la noche íbamos de nuevo al mismo sitio que ayer, a comer de nuevo pinchos. Angels y Enric, se habían dado un día de relax total. Sol y playa…y piscina…descubrieron la piscina del hotel. De camino al restaurante, nos encontramos a todo el grupo de Flecher que estaban cenando en otro restaurante. Solo con mirarlos se intuía una diferencia abismal con nosotros. Mientras les íbamos contando a Enric y Angels las aventuras del día nos dirigíamos hacía la cena. Los camareros del lugar se acordaban de nosotros, y volvimos de nuevo a comer pinchos, como ayer. Luego decidimos tomar de nuevo una copa, en el mismo lugar que la noche anterior, pero esta vez no nos íbamos a quedar todos. Las dos Martas, Mª Carmen, Pilar One, Encarna y yo nos quedamos. Enric y Angels y Pilar Two y Jordi, se fueron hacia el hotel…se perdieron la noche más…¿digamos sexy? de todas. Nos sentamos en una mesa los 6, escuchando la música, hablando y bebiendo. Por primera vez desde que estaba en Thailandia probé una bebida con hielo. Me pedí un Chivas, que me supo a gloria, tanto por la compañía, como por el lugar. Observaba el agua, y me entraron unas ganas locas de bañarme en el agua, y así lo comenté…estoy seguro que si alguna de las chicas se hubiera apuntado nos habríamos bañado en ese momento. Encarna tuvo que ir al baño, y para ir a los servicios, era toda una odisea. Se tenía que salir del bar, caminar unos metros por la calle completamente oscura, hasta llegar a otro bar que estaba cerrado, y en el cual los baños también estaban algo faltos de luz. Además las cámaras frigoríficas y las sillas que estaban en medio del paso, eran los obstáculos que a oscuras, nos empeñamos en tropezarnos con ellos. Un poco más tarde de la medianoche, decidimos regresar al hotel, dando un paseo por la playa. En el camino nos encontramos a parte del otro grupo de Flecher que se estaban bañando en la playa. Una de las chicas del otro grupo, ( la más pija) nos contó lo bien que se lo habían pasado en un restaurante, y que toda la noche les pusieron música española. Mientras hablábamos con ella, parte de los chicos de su grupo, vinieron a saludarnos mientras salían en calzoncillos del agua. Los dejamos a todos en otro bar, y seguimos paseando hasta el hotel. Al llegar frente a él, en la arena, Marta Two dijo la frase…. ¿Nos bañamos o que? ….mientras lo decía se iba descalzando…a mi me sobraron segundos, para aceptar, y antes de que todos dijéramos algo, yo ya estaba desnudándome….¿ pero en pelota picada?, preguntó Marta One….Cada uno como quiera, respondí yo, aún que mis palabras se perdían por la velocidad en la que yo me estaba dirigiendo al agua, completamente desnudo…si he de ser sincero, soñaba con un baño nocturno, solo o en compañía, pero me apetecía muchisimo. Poco a poco, todas las chicas fueron llegando al agua….y yo era el único chico. Ellas se bañaron en ropa interior, menos Mª Carmen, que dejo que sus pechos fueran observados por la luna... Apenas se veía nada, y como estábamos dentro del agua, ninguna parte “íntima” quedó demasiado al descubierto…la sensación de completa libertad, estando dentro del agua desnudo, es única. Al cabo de unos minutos de olas, baños, bromas, etc.…tocaba salir…y aunque reconozco que suelo ser bastante atrevido en todo, también conservo mi dosis de timidez, por lo cual a la que decidimos salir, emprendí una veloz carrera hacía la ropa, para vestirme el primero, y no tener demasiadas cosas al aire libre durante mucho tiempo…. La ropa interior mojada, insinuaba algunas formas, pero aunque todo tuvo su dosis de picardía, en ningún momento nadie se sintió incomodo. Ahora tocaba otro gesto de valentía…Había que ir a recepción que estaba frente a nosotros, a buscar las llaves de las habitaciones…. ¿Pero quien iba, tal como íbamos? …Por votación popular a dedo, me tocó a mí, y con tan solo una camisa que me llegaba justo para tapar la mitad de mis slips me fui a recepción. El pantalón puesto por encima de los hombros, y todo yo empapado de agua y arena…una pareja ya mayor, que estaba sentada en una mesa en el bar, nos miraba y se reía, mientras todas las chicas fueron desfilando sigilosamente hacía las habitaciones, y un chico con un aspecto horrible, pedía las llaves de las Ladys… Fue un broche de oro a nuestra última noche en la isla, y lo mejor sería él contárselo mañana al resto del grupo…aún nos quedaba un poco más de agua que recibir; ahora había que ducharse para que toda la arena se quedara en la ducha, aunque por toda la habitación dejamos restos de arena… Una ducha y relajados a la camita….mañana regresábamos a Bangkok…el viaje estaba tocando a su fin…aunque aún tuvimos tiempo para hacer más cosas…en los días que nos faltaban claro… Etapas 4 a 6, total 6
MARTES 17 DE AGOSTO 16º DIA KO SAMET-BANGKOK
…Y DESPUES DE LA CALMA… La estancia en la isla tocaba a su fin, y ahora venían dos días de regresos…regreso a Bangkok, regreso a Barcelona, regreso a la cotidianidad de cada día…pero aún nos quedaban horas de viaje, por lo cual había que aprovecharlas al máximo. Preparamos las maletas, y nos fuimos a desayunar…creo que todos los que participamos en el baño nocturno, teníamos ganas de contarlo al resto…y también de observar si alguien nos señalaba con el dedo…. Pero no, nadie nos señaló. En el restaurante estaban desayunando también los del otro grupo de Fletcher, y poco a poco todos nosotros nos incorporamos a la mesa. El baño de la noche anterior, fue el tema de conversación durante todo el desayuno y las bromas y las ironías sobre ello, fueron constantes. Como no había mucho tiempo para organizar nada, decidimos pasar un último día de sol y playa. Primero nos fuimos a la arena frente al hotel. Enric y Angels decidieron ir a pasear un rato los dos solos, y se fueron hacía el pueblo. Mª Carmen se dirigió hacía la piscina ella sola. Mientras estábamos tumbados en la playa, vimos algo extraño. En la arena de la playa cada mañana aparecían unos agujeros en el suelo, como si estuvieran hechos con palos, profundos, rectos, y bien elaborados, y se veían por toda la playa…los agujeros los hacían unos pequeños cangrejos blancos, que salían de ellos, y correteaban por la arena…Jordi fue el primero en verlos y todos nos levantamos de la toalla, para irnos hacia ellos y verlos más de cerca, pero cada vez que nos acercábamos, estos se escondían en los agujeros y por mucho que esperábamos, no salían. Tan solo cuando nos alejábamos de los agujeros, volvían a salir. Quizás al oír las vibraciones de la arena de nuestros pasos, estos no salían, y solo cuando notaban que no estabamos cerca, volvían a salir. Varias veces intentamos él verlos de cerca, pero nunca los alcanzábamos. El sol no quemaba…ardía, y decidimos irnos hacía la piscina del hotel, para al menos verla unos minutos…teníamos aún tiempo de estar chapoteando en el agua sin prisas…sin prisas…eso creíamos. La piscina del hotel, está justo detrás de todas nuestras habitaciones. Andando se tardaban unos escasos 5 minutos, aunque también había un cochecito parecido al transporte que hay en los campos de golf que te llevan cómodamente sentado. La piscina no es que fuera muy grande, pero era una piscina. Nos metimos en el agua, y nos dedicamos a jugar con una pelota que había en el agua, pasándola del uno al otro. Mª Carmen estaba sentada en una mesa escribiendo postales. Al cabo de unos instantes de jugar, chapotear, reír y demás, todos decidieron irse a duchar tranquilamente, excepto Encarna y yo que nos quedamos aún un rato más en el agua. Mª Carmen también seguía escribiendo. Al cabo de unos minutos, vimos aparecer a Marta Two, corriendo. Teníamos que irnos ya…. Marta One se había confundido de hora, y el transporte para coger el barco, salía en breve tiempo… empezaron las prisas…dejamos el relax de la piscina, para ir corriendo a ducharse, recoger, y hacer el Chek-out…pero empecé a preocuparme por Enric y Angels. Ellos estaban de paseo, y debían de aparecer más tarde…¿y si no conseguíamos avisarlos? …Por fortuna, a veces las casualidades existen y habían decidido regresar antes del paseo y entre unos y otros les avisamos. Con algo de prisas, pero lo hicimos… a la hora acordada pero antes de lo previsto, ya nos estábamos yendo hacia la lancha que nos debía de llevar a Bang Pe. El trayecto fue el mismo que a la ida, sin embargo, un cierto aire de tristeza flotaba sobre las olas… Llegamos a tierra sin problemas y después de dejar nuestros equipajes en la oficina del Ferry, nos fuimos a comer, pues nuestro transporte a Bangkok, aun no había llegado. Marta One, se dio cuenta que con las prisas, o por un descuido de los botones del hotel, le faltaba una bolsa con unos zapatos. Se llamó al hotel, pero nadie sabia nada y como íbamos a comer, pues le dejamos el encargo a la chica de la oficina para que averiguara donde estaban los zapatos de Marta. Fuimos a comer al mismo sitio que cuando llegamos a Bang Pe, pero esta vez todos pedimos un “bocata”…creo que nos apetecía probar un simple bocadillo…¿o es que estabamos ya pensando en Barcelona?. Nos tuvimos que poner en dos mesas, pues no cabríamos todos juntos; el local era algo pequeño y además estaba todo lleno; Después de comer, al regresar a la oficina, tan solo tuvimos que esperar unos minutos, pues nuestro transporte enseguida llegó…de los zapatos de Marta, nada de nada. Nos distribuimos en el coche, aunque esta vez fue Mª Carmen la que le tocó delante con el chofer y emprendimos el camino de regreso a Bangkok. Paramos a mitad de camino, en el mismo sitio que a la ida, y al cabo de unas 3 horas mas o menos, llegábamos al caos de la capital. Las calles estaban llenas de tráfico, de coches, de gente…volvíamos a sentir el caos de una gran ciudad. Bangkok estaba llena de carteles; de carteles con las imágenes de los candidatos a las elecciones a la alcaldía de la capital del próximo día 29 de agosto. El sistema electoral Thailandes es complejo. El estado está dividido en 76 provincias; cada una de ellas subdividida en distritos; cada distrito en grupos de poblaciones y en municipalidades. El alcalde de Bangkok es excepcionalmente el gobernador de la provincia, pues en el resto los elige el gobierno. Para la alcaldía de Bangkok se presentaron 23 candidatos, de los cuales tan solo dos eran mujeres. Los carteles electorales eran distintos que en Cataluña. Por lo pronto no vimos ningún cartel pegado en ninguna pared. Los carteles se colgaban en unas planchas como de madera y que eran atadas a los árboles o postes de la ciudad. Cada cartel tenía la foto del candidato y un número, aparte de su nombre en Thailandes y alguna frase que lógicamente no supimos traducir. El candidato que más veces se veía o más carteles tenía era el número 15: Chuwit Kamolvisit. Nuestro primer guía, Martín, me aclaró que no es que fuera el favorito o el más popular, sino que era el que tenía más dinero pues tenía tratos con la mafia Thailandesa y estaba permanentemente en disputas con el gobierno. El ganador de las elecciones fue el numero 1: Apirak Hosayodhin. Un chico joven que aparecía siempre en sus carteles con unas imágenes de rascacielos a sus espaldas. Ser alcalde de Bangkok era administrar una gran cantidad de dinero y tener bastante poder. El sueldo de un alcalde era de 102.000 baths. (unos 2000 euros brutos al mes), bastante más de los 60 euros que era el salario base en el país. Ahora tocaba zafarrancho de compras, pues era la última noche que teníamos para ello. Pilar One quería ir a unos almacenes que nos habían dicho que vendían ropa de calidad a buen precio, y pensamos que seria una buena opción, pues podríamos comparar precios, y también ver tiendas diferentes de la ciudad. Y así lo hicimos. Nos dividimos en tres taxis e intentamos ir hacía los almacenes… En la puerta del hotel, había un señor que se encargaba de parar los taxis en la calle, para que así no tuviéramos que pararlo nosotros, pero también se encargaba de negociar el precio a nuestras espaldas y de establecer una tarifa fija, sin utilizar el taxímetro que llevaban. Enric, Angels, Carmen y Pilar One, se fueron en el primer taxi. Las dos Martas y Encarna se fueron en el siguiente. Jordi y Pilar Two, y yo nos fuimos en otro. Bangkok era un caos. Un enorme caos. Con el taxi atravesamos una gran avenida. La Th Sathon Thai, que es una inmensa calle en la que están casi todas las embajadas de Bangkok. Mucha policía en ellas, y semáforos…comprobé lo que debe ser la paciencia Thailandesa. Nos detuvimos en un semáforo de 15 minutos de duración. Supongo que por algún tipo de ordenación del trafico que desconocemos, en esta avenida, hay un semáforo que esta en rojo más de 15 minutos, mientras los coches de los otros cruces, tienen el verde permanente. En algunos semáforos de Bangkok, también hay unos relojes digitales, que van marcando el tiempo que lleva el semáforo en verde…no el que falta para que cambie, si no el tiempo que lleva en ese color. A pesar del caos circulatorio que se respira, rara vez, muy rara vez oímos un claxon de algún coche…o se han adaptado muy bien al caos de circulación, o han comprobado que no por mucho hacer sonar el claxon, se avanza más rápido. Al final de esta avenida se llega al Lumphini Park, un parque inmenso que tuvimos que rodear para llegar a los almacenes que queríamos. Jordi y Pilar estaban arrepintiéndose de haber decidido ir a los almacenes, y yo casi también…pero ya estaba hecho…ahora lo importante era localizar al resto del grupo. En una esquina de los almacenes divisamos a Encarna y a Marta Two…su taxi no les quería cobrar por taxímetro, sino que les dijo que había pactado el precio con el del hotel y quería más…Marta One fue más hábil, y tan solo les pagaron lo que ponía el taxímetro. Pero habíamos perdido al resto del grupo, pues su taxi les llevó a otros almacenes. El centro comercial era como un Corte Inglés, pero asiático. De precios infinitamente más caros que en los mercadillos y al cambio con muy poca diferencia con Barcelona. Subimos rápidamente por todos los pisos, detendiendonos a veces en algunas prendas de ropa, pero con unos precios que no nos atraían. Por ultimo llegamos a la planta de electrónica e informática, en la que los precios eran a veces incluso más caros que en Barcelona. Creo que estábamos en los almacenes más caros de todo Bangkok, o bien no nos habían llevado al lugar correcto, o quizás tan solo nos habían tomado el pelo. Creo que lo mejor era regresar, ir a cenar y después de compras por la zona que ya conocíamos. Y así lo acordamos. Esta vez Encarna y yo nos fuimos en un taxi y las Martas, Jordi y Pilar en otro. Debíamos de quedar en una esquina que conocíamos para irnos los 6 a cenar…pero tampoco pudo ser. Los dos taxis nos dejaron a cada uno en un sitio diferente, y no nos encontramos. Por el camino de regreso, Encarna y yo, pasamos por delante de otro mercadillo, de aspecto más Hindú, y al cual deberíamos de haber ido, pues desde dentro del taxi se veían algunos puestos preciosos, y con mercancías muy distintas a las que veníamos viendo. Durante todos los días que estuve en Thailandia no vi en ningún lugar ningún grafiti en ninguna pared. Supongo que los habría, pero o bien estaban muy escondidos, o quizás la cultura artística callejera no había arraigado tanto. Al llegar al puesto acordado, ni rastro del grupo. Fuimos arriba y abajo, nos metimos por callejuelas, y no los encontramos, y mientras decidíamos hacia donde irnos a cenar nosotros dos, en el mercadillo nos encontramos con Angels, Enric, Pilar One y Carmen, y con ellos nos fuimos a cenar. Cenamos en el mismo restaurante que la primera noche en Bangkok; el Mango Tree…a nuestro lado teníamos a una familia de japoneses que nos miraban y nos sonreían. Eramos tan solo la mitad del grupo, y eso se nota. Acostumbrados a ser un montón, ahora tan solo éramos seis. Pero la cena fue agradable. Después de la cena, sin tregua, sin respiro, a las compras. Encarna y yo, podíamos dejar algo para mañana, pues pasábamos el último día en Bangkok, pero el resto, no. Ellos se iban de excursión al mercado flotante y al Río Kwai. Empezamos a caminar por la Th Silom, llena de puestos; La mayoría ya vistos, pero esta vez, íbamos tan solo a coger cosas concretas. Y cargamos, vaya si compramos cosas…mientras estábamos paseando nos encontramos con las Martas, Pilar Two y Jordi…su taxi les había dejado en otro lugar y al no vernos, optaron como nosotros en cenar y buscarnos después por el único lugar donde sin duda estaríamos. El mercadillo. Volvimos a pasar por la calle de los bares de alterne, y esta vez al ir los dos solos, pudimos contemplar más detenidamente el triste espectáculo. Casi sin darnos cuenta, las manos se nos empezaron a llenar de bolsas y más bolsas…y empezaban a pesar…de regreso al hotel, nos encontramos a Pilar One y Carmen e hicimos el último trozo los cuatro juntos…pero aún hubo tiempo de que Pilar y Encarna compraran alguna cosa más… Llegamos al hotel, y debíamos de hacer las maletas, pues las habitaciones las teníamos que dejar a las 12 en punto, y como nadie estaría al mediodía en el hotel, teníamos que dejar los equipajes en la consigna, y el hotel, más tarde, nos facilitaba una habitación de cortesía para cambiarnos, ducharnos, etc. pues el avión no salía hasta la medianoche. Preparar todo el equipaje intentando que nada se rompa, que todo llegue en buen estado…dando casi por finalizado un viaje encantador…en aquella habitación, también dejamos una maleta rota…y algún momento especial… Mañana nos iríamos solos por la ciudad de los ciruelos. MIERCOLES 18 DE OCTUBRE 17º DIA BANGKOK LOS DESCUBRIMIENTOS DE ULTIMA HORA El miércoles amaneció de una manera especial. No por el clima que era el habitual en Bangkok, sino por la sensación de fin de algo, mezclado con la ilusión de estar caminando por última vez por la ciudad. Y esta vez íbamos a estar solos. En ningún momento en todos los 16 días que llevábamos de viaje, la presencia y la compañía del resto del grupo nos molestó o incomodo. Pero hoy casi teníamos ganas de estar solos, a nuestro aire y recorrer los últimos recodos que merecían ser vistos de Bangkok. Sin madrugar tanto como el resto del grupo, nos levantamos también pronto y cerramos maletas. Las compras estaban hechas y los equipajes preparados para regresar a Barcelona. Antes de dejar la habitación y aprovechando la altura de la misma, aún hicimos alguna foto al paisaje que nos ofrecía nuestra ventana, sobre todo a la estación del Sky Tren, que teníamos justo enfrente de nosotros. Bajamos nuestras maletas a recepción, y mientras nos daban un resguardo por ellas, le pedimos al conserje, que nos las juntaran con las del resto del grupo; en ese momento uno de los conserjes nos preguntó si le podíamos cambiar monedas….¿¿¿???. En un perfecto envoltorio, tenía 10 euros de diferentes monedas y quería que nosotros se lo cambiásemos por un billete de 10 euros, pues era la única manera de que en el banco se lo cambiasen por Baths. Supongo que algunos clientes le iban dejando monedas a modo de propina de céntimos y de euro, pero a él si no era con un billete no le servían de nada. La alegría del conserje fue para verla. Aquellos 10 euros representan casi 500 Baths… el sueldo medio de tres días en Thailandia. Teníamos previsto coger un tuk-tuk e irnos con al apeadero fluvial, para coger el barco y que navegando a través del Chao Praya, nos dejara en las cercanías del Grand Palace. Pero no fue así. Paramos a uno de los muchos que pasaban por delante del hotel y cuando ya nos habiamos subido en uno, después de enseñarle y de hacerle comprender a donde queríamos ir, pues al cabo de un par de calles después, se detuvo y nos dijo que no nos llevaba al embarcadero, pues las barcas ya habían salido, y que no llegaríamos al Grand Palace hasta muy tarde…o lo hizo muy bien, o nos dejamos engañar muy fácil, pero lo cierto es que le creímos y entonces el se “ofreció” a llevarnos al Gran Palace pero subiendo la tarifa primera que nos había dicho claro…nos negamos y nos bajamos; Entonces supongo que por no perder la carrera, el chofer aceptó y nos condujo hasta el recinto…o casi… como muestra de su enfado porque no le quisimos pagar más, nos dejó en la parte posterior de la entrada principal y tuvimos que dar un rodeo de varios metros para entrar. A su manera se había vengado…no deberíamos haber bajado hasta que no nos dejara en la entrada… El recinto del Grand Palace esta rodeado por una imponente muralla. En la actualidad el palacio solo se utiliza en ciertas ocasiones ceremoniales, aunque alberga a más de 100 edificios, muchos de ellos cerrados y que no pudimos visitar. Tiene una extensión de 945.000 metros cuadrados y fue construido en 1782. No tuvimos ningún problema para entrar y después de asegurarnos que la capilla del Buda esmeralda estaba abierta, penetramos en el recinto por la puerta Viseschaisri, la puerta principal. Todo turista que viaje a Bangkok debe visitar el Grand Palace. Nada más entrar, un montón de gente en la entrada nos prevenía de que aquella visita sería la más multitudinaria que realizaríamos en todo el viaje; había que pedir turno para fotografiar cualquier cosa, sin que ningún turista despistado se cruzara entre la cámara y el objetivo de la foto. Dos imponentes estatuas, parecidas a los Samurais, pero con cara de dragón, flanqueaban el acceso al interior del recinto. Enormes palacios, templos con sus techos dorados, ligeramente curvados hacia el cielo en sus extremos, parecidos a los que habíamos visto en varios lugares, pero si algo los hacían, especiales era su magnitud. No era un templo solitario, sino un conjunto de preciosos templos, unidos por el espacio…unidos por la multitud que los contemplaba. Quizás las estatuas de los guerreros de la entrada, estaban puestas en ese lugar por un motivo simple, o por un motivo estratégico, o quizás tan solo eran para proteger alegóricamente al Buda más venerado, respetado e idolatrado de toda Thailandia. El Buda esmeralda. Sin ninguna duda el Wat Phra Kao, el templo del Buda esmeralda, es el santuario más venerado, con sus Chedis dorados, los relucientes tejados, pilares de mosaico y fachadas de pedrería, y todo ello rodeado por una galería cubierta de más de un kilometro con impresionantes murales, inspirados en pasajes de la vida de Buda. Cuando el Rey Rama I, convirtió a Bangkok en la capital del reino, ordenó levantar un templo para instalar la imagen del Buda esmeralda que había recuperado en una guerra con Laos. Este Buda, de 66 cm de alto y 48 de ancho es de jade, y ha tenido una historia muy agitada. También se le conoce por el Buda viajero. Se halló en 1434 en el norte del país, en Chiang Rai, fue robado por Laos y recuperado más tarde. Antes de que el rey Rama I lo recuperara, también estuvo en Vietnam, y por varias ciudades Thais. El monarca actual del país, es el encargado al inicio de cada estación de cambiarle el vestido que lleve puesto. Al llegar a la capilla del Buda esmeralda lo primero que había que hacer era sortear a la gran cantidad de personas que sin ningún tipo de orden intentaban entrar. Descalzarse, dejar los zapatos en unos interminables estantes blancos llenos de todo tipo de calzados, mojarse los pies con la humedad del suelo y por fin, buscar un hueco entre el enorme gentío y entrar en la sala. El Buda esmeralda visto neutralmente no es gran cosa; pequeño, parecido en tamaño a la imagen del Pilar que esta en Zaragoza, sin embargo la devoción que despierta no es proporcional a su estatura. No sentamos en el suelo contemplando aparte de todo el retablo, recargado de varios Budas las imágenes de la vida de Buda que adornaban las paredes del recinto. Un grupo de escolares estaba haciendo una visita y el maestro les iba narrando y enseñando cosas del lugar. El trasiego de gente era enorme, sin embargo un mezcla de bullicio y paz inundaba el lugar. En un descuido mío me senté con los pies mirando al Buda. Inmediatamente un vigilante uniformado con un reluciente traje blanco vino hacía mi y me corrigió la postura. Nadie debe mirar a un Buda con los pies hacía él. Se considera una gran falta de respeto y desaprobación. Salimos de la capilla y proseguimos nuestra visita al Grand Palace. Una muchedumbre cada vez más numerosa hacía cola para entrar y cola para salir. Nos dirigimos ahora hacía unos enormes Chedis que eran visibles desde el exterior del recinto. Sobre los Chedis y las Stupas siempre me hacía un lío. Al final aprendí que un Chedi es cualquier recinto, casi siempre torre, en la que se alberga la imagen de un Buda; como una capilla del Catolicismo. Los Chedis podían tener numerosas formas, pero cuando terminaban con un techo en forma puntiaguda, como si de una boya se tratara, pues eso era una Stupa. La mayoría de Stupas que vimos en todo el país eran de color blanco, con algún ribete de color dorado en lo alto. Muchas de las Stupas están llenas en su interior de ofrendas, textos, huesos y cenizas de algún monje que haya vivido en el lugar y al que se le quiera rendir un recordatorio. Había Stupas de varios colores, pero con un dorado predominante, azul y mármol…mucho mármol…la mayoría de los templos estaban cerrados y tan solo podíamos hacernos fotos en los exteriores de ellos. En uno de los más grande y que estaba rodeado de columnas de mármol, habían unas estatuas doradas preciosas, mitad mujer, mitad pájaro: eran las Kinaris…directamente aceptadas en el budismo pero que provienen de China. En algún momento tenía la sensación de que volvía a estar caminando por el Wat Pho, el primer templo que vimos en Bangkok. Sus torres ornamentadas de mosaico, me recordaban a ese templo. Descubrimos en la parte más occidental del recinto una maqueta inmensa de un templo que nos recordaba a los que habíamos visto en Ayutthaya. Tuvimos que encaramarnos en una torre sin que nos vieran para poder hacer una foto del lugar. Por una de las pequeñas “callejuelas” del recinto llegamos a un edificio precioso y que era el Panteón Real: el Prasat Phra Dhepbidorn. Estaba su exterior casi vacío de visitantes y en una de sus esquinas estaba un pedestal con la imagen de Buda, rodeado de varios elefantes de piedra. Poco a poco fuimos llegando a lo que se podría considerar el centro del lugar y en el que esta el salón del trono o salón de las audiencias reales: el Dusita Phirom Hall. Para acceder a él se entraba por una puerta que estaba flanqueada por dos estatuas de mármol de aspecto chino, con largas barbas y forma intimidante. No sé de donde salieron pero un camión con jóvenes militares pasó por delante de nosotros, mientras algunos más que iban a pie, desfilaban en una especie de desfile. Una de las imágenes extraordinariamente más bellas de todo el Grand Palace, es el Chakri Maha Prasat Hall, el gran vestíbulo Chakri… el más amplio de todos los edificios. Su belleza era más por su exterior, que no por el edificio en sí. Una plaza perfectamente cuidada, con unos arboles en cuyas ramas estaban exquisitamente elaboradas, unas enormes bolas verdes…de un verde parecido al césped…como si en la punta de cada rama, unos frutos gigantes hubiesen brotado de sus extremidades para adoptar una forma verde ovalada y se hubiesen empeñado en rivalizar con el colorido del blanco del edificio…la imagen era precisa, linda, inédita…los arboles estaban dentro de unos pequeños jardines de césped, invitando a descubrir las cientos de tonalidades que se albergaban en todo aquel recinto… Unos guardas uniformados, como si estatuas fuesen, se encargaban de dar un toque distinto al palacio. Acercarse a una de aquellas estatuas vivientes, para hacerse una foto, y comprobar que ni pestañeaban, era algo curioso. Rodeando a los jardines y a los los árboles estaban unas macetas enormes en las que había una figura recortada de seto, de aspecto humano pero sin sexo definido. Este recinto contiene todas las cenizas de los reyes de la dinastía Chakri, la actual, y también la de sus príncipes…anteriormente una de aquellas salas era utilizado por los monarcas para la ubicación de sus harenes, mujeres entrenadas para el combate…y para el placer. Entramos en la parte del edificio que se podía entrar, y vimos un pequeño museo de armas…sables, espadas, fusiles, pistolas y espadas de corte oriental, que estaban expuestas en las vitrinas. Saliendo del edificio nos encaminamos hacia la parte final de nuestro trayecto, el Dusit Maha Prasat Hall y que lo más destacable de él, es que sus paredes exteriores estaban todas llenas de figuras alegóricas, de imágenes de ejércitos luchadores contra demonios, de dibujos de hombres pájaro, de cientos de dibujos a cuál más extraño y que formaban parte de toda una tradición milenaria llamada Ramakien; una especie de leyendas importadas de China, pero que sé habían mezclado en una especie de sincretismo con las tradiciones y leyendas Budistas. Recorrer todo el Grand Palace, es una labor ardua y cansada. Si hubiesen estado abiertos todos los recintos, necesitaríamos un día entero para verlo todo, pero al estar la mayoría cerrados, pasear por el exterior de ellos es un digno sucedáneo de la visita. Salimos del recinto intentando esquivar a las decenas de vendedores que te asaltaban al salir…a uno de ellos le compramos una especie de paraguas hecho de papel, y adornado con dibujos occidentales. Empezamos a caminar por la Ratchadamnoen Nai Rd, atravesando un enorme parque, mientras otro de los vendedores de paraguas nos empezó a ofrecer otro más, pero a mitad de precio del primero… Y nos fuimos con dos paraguas…aunque como unas gotas de fina lluvia empezaron a caer, no nos vinieron mal aquellos paraguas. Siguiendo por la Ratchadamnoen, una cosa curiosa nos atrajo…en la acera, en la ancha acera estaban unos puestos de venta ambulante. Bien hasta aquí nada extraño…lo curioso es que había decenas, creo que más de un centenar, y unos puestos al lado de otro…y todos vendían lo mismo…LOTERIA… Vendían unos cupones parecidos a los de la Once, con un numero, y que formaba parte de algún tipo de lotería estatal…todos vendiendo lo mismo…¿pero como preguntar que era? Aquellas personas no creo que dominasen otro idioma que no fuera el Thailandes… Siguiendo por la avenida, nos dirigíamos hacía el monumento a la Democracia, y antes de llegar a él, a escasos metros hay una galería abierta con imágenes de periódicos sobre un acontecimiento importante en la reciente historia de Thailandia. En 1997 se aprobó la constitución del país: la constitución del pueblo como se la conoce, y es la primera que se aprueba por un gobierno civil. Establece la obligación de votar y dotó al país de una calma política que hasta entonces no tuvo….unos años antes, en 1992 y con varios años de golpes de estado, juntas militares, corrupción, compra de votos, etc, se produjeron en el país y especialmente en Bangkok varias manifestaciones que se terminaron con más de 50 muertos y cientos de heridos…a raíz de estos incidentes, varias dimisiones y presiones internacionales condujeron a un periodo de calma democrática…en esta galería están varias fotos de periódicos y artículos a modo de recordatorio para que nunca jamas se vuelvan a producir semejantes situaciones. El monumento a la democracia que esta formado por cuatro estilizadas figuras, simulando a las alas de un ángel, fue erigido en 1932, para conmemorar el paso de la monarquía absolutista a la monarquía parlamentaria…en su interior están enterradas 75 balas de cañón. Como el mediodía ya se acercaba quisimos entrar en un restaurante frente al monumento para comer. El local era de los que podríamos considerar de lujo. Los camareros iban vestidos con un uniforme que recordaba al de los marineros y de fondo se oía a una cantante de música, que interpretaba sus melodías con la compañía de un pianista. Eramos los únicos occidentales en el lugar, y la seriedad del restaurante causaba una cierta incomodidad. La comida, genial, como siempre en Thailandia. Después de comer, nos dirigimos a pie hacia la montaña de oro, contemplando una vez más que las calles de la ciudad permanecen más limpias que algunas ciudades occidentales…tampoco vimos demasiada gente fumando en las calles, ni publicidad de tabaco… Pero la picaresca si que está en todas partes. Preguntamos a un grupo de personas, de conductores de Tuks-Tuks, por la montaña de oro, y nos dijeron que estaba cerrada, que los monjes estaban haciendo sus rezos y no se podía ir, y por ello se nos ofrecieron para llevarnos a otro lugar por poco dinero…pero como estabamos cerca, pensamos en como mínimo hacer una foto de su exterior… Pero no…sorpresa!!!! El templo de la montaña de oro, estaba totalmente abierto. El Wat Saket esta en lo alto de una pequeña montaña. Unos escalones suben serpenteando por una colina artificial sombreada por arboles y tumbas. Al llegar a la cúspide se ofrece una hermosa vista de Bangkok…pero para poder contemplar mejor las panorámicas hay que pagar unos 10 Baths por persona que es lo que te da derecho de subir hasta la terraza del templo, desde donde las vistas son bastante mejores. Enormes edificios alternados por humildes casas se divisaban desde lo alto…y templos, y parques, y un aspecto enorme de ciudad inmensa, a la cual nuestros ojos no alcanzaban en ver el final. En lo alto de la terraza una enorme Stupa dorada coronaba el lugar. De fondo los cánticos, rezos o palabras de algún monje que siguiendo una dialecto uniforme, sin altos ni bajos, penetraba finamente en nuestros oídos. Estabamos viendo la mayoría de cosas que deben verse en la capital, pero aún nos quedaba una ultima parada. Si mirásemos en un plano de Bangkok, estabamos relativamente cerca del Wat Benchamabophit, o templo de mármol que era a donde queríamos ir ahora. La realidad es que estabamos bastante lejos, algunos cientos de metros o incluso más de distancia. Empezamos a caminar intentando buscar un tuk-tuk que nos llevase, aun que antes nos detuvimos en unos setos con forma de elefantes que estaban en el medio de una gran avenida. Y cogimos un taxi…bueno, creo que hicimos un mal negocio. Descartamos un tuk-tuk por que nos pareció caro, y el taxi nos cobro casi el doble…a pesar de que le enseñamos una y mil veces el lugar a donde queríamos ir, el taxista no nos entendía y varias veces tuvo que parar a preguntar a otros taxistas. Siempre nos llevaba por las cercanías de donde queríamos ir, pero no al lugar concreto…dimos vueltas y más vueltas, pasando por los jardines del palacio real, y al final, divisamos nosotros mismos el templo y le obligamos a parar. Además empezaba a llover, por lo cual nos íbamos a despedir de las visitas con lluvia. Para acceder al templo de mármol hay que pagar también una entrada de 20 baths por persona. Primero se accede a una gran plaza de mármol desde la cual se tiene una preciosa panorámica del recinto desde el exterior, y luego ya si, se entra en el templo. Fue construido a finales del siglo XIX, y esta realizado con mármol de Carrara. En el interior y mientras íbamos alternando periodos de lluvia con otros de sol, hay un gran patio con mas de 50 imágenes de Buda, de distintos estilos y países. Toda una lección de iconografía. Por la parte posterior se accede a un recinto en el que da la sensación de estar de nuevo en la calle. Un pequeño río cruza el interior, y para sortearlo hay varios puentes metálicos, de color sonrosado. Los monjes del lugar iban y venían sin pararse en nada, sin inmutarse por la presencia de ninguna persona. Al final del paseo una campana, y un enorme tronco de madera en posición horizontal invitaba a tocarlo, como si de un enorme tambor fuera…invitaba a realizar el saludo final de nuestra visita a Bangkok. Pero nuestras aventuras aun no se habían terminado. Quedaba regresar al hotel y estabamos bastante lejos de el, por lo cual había que conseguir transporte. Fuera del templo había varios taxis parados y al indicarles donde queríamos ir, nos dijeron que no, que era muy mala hora y que por esa zona había mucho trafico…vaya…¿y ahora que?… empezamos a caminar por la avenida con la esperanza de encontrar otro tuk-tuk. Y al cabo de unos minutos uno se detuvo, y juraría que era uno de los que estaba con los taxistas de antes. Negociamos y ok, al hotel… Tuvo que ser precisamente en ese momento que el mayor aguacero de todo el viaje se decidiera a hacer acto de presencia…rayos, truenos y agua…mucha agua…decir que llegamos mojados era quedarse corto…llegamos empapados, completamente mojados como si acabáramos de salir de una piscina con la ropa puesta. En la puerta del hotel nos encontramos con Marta Two, que nos dio las indicaciones sobre el que hacer. Teníamos una habitación para cambiarnos, ducharnos etc,.. El resto del grupo estaba haciéndose un masaje en uno de los muchos locales que había cerca del hotel. Y después se había quedado para cenar en otro de los locales cercanos al Narai. Subimos a la habitación en la que estaba Mª Carmen terminando de arreglarse y allí pudimos quitarnos la ropa completamente empapada y ducharnos…que bien que nos supo aquella ducha. Despues nos fuimos a darnos él ultimo capricho asiático: Un masaje. Y el que nos quedaba por probar era el Thailandes. El masaje Thailandes era el más autentico y más heavy de todos. Nos pusieron una especie de fino pijama, y nos tumbaron en la colchoneta. La chica aparte de masajearte, subirse encima, clavarte los pies en la espalda, estirarte las extremidades hasta el infinito, clavarte los codos, levantarte por la espalda mientras ella estaba sentada en mis piernas, y un montón de torturitas mas, también se reía. En el local también estaban Pilar One y Marta One, pero en unas cabinas enfrente de las nuestras. Mi masajista se rió bastante de mí, y me pregunto si era mi primer thailandes…le dije que si, que era el primero y el último….Siendo sincero, fue una delicia. Saliendo del masaje con el cuerpo entumecido por los tirones y demás, había que encontrar al resto del grupo, y despues de buscar por los restaurantes colindantes del hotel, los localizamos en el restaurante del mismo hotel, en la ultima mesa, al fondo, esperando sus pizzas. Nos contamos las anécdotas del ultimo día, y sobre todo ellos pues también los habituales de la prensa rosa viajaban por aquellos lugares, y en una de las barcas del mercado flotante, divisaron a la Jesulina, con su madre y alguna persona más. Quisieron hacerme una adivinanza para ver si sabia de quien estaban hablando, pero yo jugaba con ventaja. Mª Carmen, antes en la habitación nos lo había contado todo. Despues de cenar, hubo quien aún tuvo unos instantes para realizar las ultimas compras, mientras el resto del grupo bajábamos los equipajes y esperábamos que nos vinieran a buscar para llevarnos al aeropuerto. En unos minutos apareció Wandy con dos furgonetas y después de cargar el equipaje, dijimos adiós a un hotel y a una ciudad. De camino al aeropuerto, con las luces de la noche iluminando la ciudad, tuvimos que pararnos unos minutos en la autopista, pues debíamos de dejar paso a la princesa que circulaba con sus escoltas por la vía. Había retención de tráfico y para entrar al aeropuerto también tuvimos que pararnos; además una fina lluvia añadía un poco de nostalgia al momento. Nuestro avión AY 098, debía de partir a las 00.20 de la madrugada del día 19, con destino a Helsinki… Wandy, tan eficiente como los días que estuvo con nosotros en el barco, nos acompañó a pagar las tasas de salida, nos ayudó a facturar…todo llegaba a su fin, pero aún hubo tiempo para gastar los últimos Baths. En las tiendas del aeropuerto uno tras otro fuimos dejando las últimas monedas: agua, galletas, te…cualquier cosa valía para desprenderse de un dinero que en Barcelona no nos servía para nada. Y antes de que dieran las 12 de la noche, ya estabamos embarcados en el avión. De nuevo no estabamos juntos, pero al menos, las parejas respectivas si que estaban al lado de cada uno…había que decir adiós Thailandia, adiós. JUEVES 19 DE OCTUBRE 18º DIA BANGKOK-HELSINKI-BARCELONA EL FINAL DE LA CUENTA ATRÁS Por delante teníamos más de 12 horas de vuelo nocturno, y un enlace que debía de ser más rápido que a la ida. En estos momentos pocas cosas tienen ya interés, y tan solo se desea llegar cuanto antes, volver a ver a la familia y amigos y el contar impacientes las aventuras vividas. Pero antes teníamos que irnos de Thailandia. El avión puntual se alzó pasadas las 12 de la noche, y al cabo de unos minutos, cuando la altura ya era importante, nos sirvieron la cena. En la televisión del avión se proyectaban imágenes y alguna película, pero lo mejor que podía hacerse despues de cenar, era dormir…un viaje nocturno tan largo, durmiendo se hace algo más corto, y creo que todos, incluso los que no están acostumbrados a dormir en el aire, hicimos alguna cabezada. La noche se hizo corta, al menos para mi, y cuando las luces del amanecer ya estaban entrando en el avión me desperté, y me puse a mirar la tele. Despues vino el desayuno, y unas cuantas horas despues de despegar, aterrizábamos en Europa, en Helsinki. Nuestro próximo vuelo con destino a Barcelona salía a las 7.55 horas y despues de pasar el control de pasaportes nos sentamos en la sala de espera a que nos dieran la orden de embarcar. Nuestras caras eran un poema. Cansados, con ojos adormilados, sin ganas de otra cosa que no fuera el final del trayecto…tan solo algún comentario sobre lo que haríamos nada mas llegar a casa, interrumpía la somnolencia del momento. Y ya por última vez, un nuevo embarque. El vuelo AY 905 con destino a Barcelona iba a despegar para llevarnos a casa. En el viaje de ida, mientras estábamos sentados en la terminal de Helsinki, esperando el embarcar hacía Bangkok, todos nos estábamos haciendo preguntas a nosotros mismos sobre como iba a ser el viaje y sobre todo como nos llevaríamos con nuestros compañeros. En el viaje de vuelta, las preguntas que nos hacíamos eran sobre si las maletas llegarían en perfecto estado. Y despues de unas 4 horas más de vuelo y de dar un pequeño giro sobre el Mediterráneo, la silueta de Barcelona aparecía en nuestras ventanas. Estabamos en casa. Las maletas tardaron, pero llegaron todas, y en principio intactas. Había propuesto despedirnos en ese momento, pues era seguro que después a la salida, todos nos perderíamos con nuestros familiares. Y llegó la hora de las despedidas. En algún momento y en algún abrazo concreto, los ojos se me nublaron, y no fui el único… no era una despedida para nunca jamas, pero era una despedida. Unos más alegres que otros, otros más callados, o más detallistas, otros más solitarios, otros más emotivos…cada uno muy diferente, pero todos muy iguales y aunque es normal que siempre se acabe intimando mas con uno que con otro, todos sin excepción formábamos parte de 18 días preciosos. En la terminal del aeropuerto mis padres ya estaban esperándonos para llevarnos a casa. Contarles las primeras cosas, anécdotas, preguntas y al llegar a nuestro hogar, abrir las maletas, comprobar que todo estuviera en orden…y a dormir…a dormir y recuperarse del viaje…y a pensar, en cuando nos volveríamos a ver…cuando volveríamos a sentir las voces y las risas de 12 personas que fueron tan solo, 8 Rambos y 4 Ladys en Thailandia… En la memoria, risas, pareos, templos, raftings, elefantes, relé, mercadillos, lluvia, Budas, arroz, islas, compras, cervezas, barcos, trekking, guías…vacaciones… Al dormirme, pasé mi mano por encima de Encarna. Lo más precioso de todo el viaje, dormía a mi lado. Etapas 4 a 6, total 6
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