NORUEGA EN 15 DÍAS, FIORDOS E ISLAS LOFOTEN ✏️ Blogs de Noruega

Bergen es la segunda ciudad más grande de Noruega (250.000 habitantes) pero también dicen que es la más bonita. Por eso merece la pena dedicarla una visita y al menos un día para pasear por sus calles, su puerto y subir a la cima del monte Floyen (320 metros), que ofrece unas buenas vistas panorámicas de Bergen, el fiordo y las montañas.

Para moverse, lo mejor es ir caminando a todos los sitios. Los puntos de interés están cerca unos de otros y desde el albergue, que como os dije está en el centro, se llega a todos los sitios en pocos minutos. Lo primero que hicimos fue visitar la zona de Bryggen, el antiguo barrio medieval de la ciudad que además está considerado Patrimonio de la Humanidad.


*** Imagen borrada de Tinypic ***

Desde el puerto, esta es la tan fotografiada imagen que hay de las casitas de Bryggen. Una auténtica maravilla.



Continuando por la zona del puerto se llega a la torre de Rosenkrantztarnet, residencia y puesto defensivo de un antiguo gobernador de Bergen. Se puede subir, pagando, hasta arriba de la torre. Nosotros dimos un paseo por allí y vuelta. Comenzamos a callejear y caminando caminando llegamos a un parque en el que señalizaba que por ahí se podía subir al monte para ver las vistas de Bergen. En principio íbamos a haber cogido el funicular, como hace todo el mundo, pero empezamos a andar por los senderos... y como parecía que no estaba muy lejos, pues al final subimos hasta arriba. La verdad es que agota un poco, pero si el día sale bueno y se tiene tiempo, está bien. El camino es a través de un bosque, todo bien señalizado, y hay mucha gente caminando por allí y haciendo footing. El viaje en funicular cuesta 135 NOK por cabeza ida y vuelta (aunque se puede comprar solo la ida o la vuelta). Por el camino, las vistas ya iban siendo bastante bonitas y hay alguna que otra sorpresa.

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Una vez arriba, todo turista que se precie se hace la foto con este enorme trol. Después ya habrá tiempo para disfrutar de la panorámica de Bergen. Muy bonito, sí señor.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Un rato después bajamos otra vez por los senderos (elegimos otro para variar el camino) y en 40 minutos estábamos abajo. Como ya era la hora de comer nos fuimos derechitos al mercado del pescado (frente al puerto y a 1 minuto del albergue) que no hay que perdérselo por dos motivos: por la variedad de pescado fresco que se puede encontrar allí y por la gente que atiende. Hay tantos españoles que te sientes como en casa!!!

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El rey del mercado del pescado es el salmón, por supuesto, y os aseguramos que no sabe igual que el que compramos en España. Allí lo ponen de diferentes formas. El que más nos gustó fue el salmón salvaje. Lo mejor es ir mirando diferentes puestos para ver lo que tienen y comparar precios. Venden bocatas de salmón y gambas (unos 15 euros) así como platos preparados con varios pescados (salmón, gambas, etcétera) y costaban más de 20 euros cada uno. Viendo esos precios, al final nos decantamos por un puesto en el que nos dijeron que nos ponían una mariscada por unos 200 NOK (25 euros) por persona. La verdad es que viendo los precios que había por allí pensábamos que nos iban a poner cuatro gambas y un poco de salmón, pero estuvo muy muy bien y os la recomendamos. Un chico de Madrid que trabajaba allí durante el verano nos explicó todo lo que había en los platos: arenque, buey de mar, cangrejo real, anguila y un plato entero lleno de gambas que estaban deliciosas!! No habíamos comido gambas como esas en nuestra vida!! Ah, y nos dejamos lo mejor. Probamos también las tres clases de salmón que venden allí y por supuesto la ballena. En resumen, que nos pusimos las botas. Fue el único 'lujazo' que nos dimos en el viaje, el resto de los días tocó volver a la realidad...y a comer bocadillos!!

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Después de comer, y con el estómago a reventar, decidimos comprar en ese mismo puesto salmón y ballena para llevar a casa. Por cierto, mucha gente nos pregunta a qué sabe la ballena... La que comimos y la que hemos traido a casa está ahumada (como el salmón) y sabe a cecina. Se come cruda cortada en trocitos o también en carpaccio, echándole por encima un poco de aceite, rúcula, limón y queso parmesano. Está muy rica. En el mercado te envasan al vacío la cantidad de pescado que te quieras llevar y lo meten en unas bolsas térmicas. Sin frigorífico, aguanta en buenas condiciones algo más de una semana, aunque si durante el viaje puedes refrigerarlo te aguantará mucho más. Por cierto, si podeis llevadlo en la maleta que vayais a facturar. Nosotros en uno de los vuelos llevábamos la ballena en la mochila de equipaje de mano y nos la registraron a fondo. No te la quitan, pero es que la bolsa térmica tiene una especie de papel de albal que las maquinas del aeropuerto no reconocen.

La tarde la dedicamos a pasear por el centro de Bergen y la zona comercial. Estuvimos en un parque muy chulo con un estanque enorme y había mucho ambiente. A las 8 ya nos recogimos que al día siguiente había que levantarse temprano.

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El día comenzó temprano porque a las 9.00 horas partía un autobús a Stryn, nuestro siguiente destino. Los billetes se compran en el mismo autóbús (se puede pagar con tarjeta y hay más horarios a lo largo del día). Gracias al carné de estudiante nos ahorramos un dinerillo. Nos costo 748 NOK (100 euros) entre los dos.

El recorrido dura unas seis horas, y aunque el autobús va a 80 ó 90 km/hora, no se nos hizo nada nada pesado. Por el camino pasamos por varios fiordos, las vistas fueron una vez más espectaculares. De hecho, en cada curva te volvías a sorprender por el paisaje, nos quedábamos embobados mirando por el cristal... una maravilla, vamos. La pena era no poder bajarse a hacer fotos.

El autobús tuvo que coger un ferry para atravesar el Sognefjord (el fiordo de los sueños). El trayecto fueron apenas 20 minutos y muy bonitos, la verdad. Os dejamos algunas fotos.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Sobre las 14.30 horas llegamos a Stryn, un pueblecito situado en medio de la montaña de apenas 2.000 habitantes y que aparte de su buena situación para ver el glaciar de Briskdal no tiene mucho más. Con la mochila al hombro, tocó entonces subir la cuesta hasta el albergue, que está a unos 2 kilómetros.

El albergue de Stryn es sin duda el mejor de todos los que hemos visitado en este viaje, la pena es que justo el día que nos marchamos cerraba para siempre, aunque parece ser que de cara al próximo verano abrirán otro en otro punto del pueblo. Una lástima, porque era super acogedor y el chico de la recepción, finlandés, un encanto. Además en el precio estaba incluido el desayuno y a lo largo del día podías tomarte gratis todos los tés, café y leche que quisieras... y nos es muy común encontrar algo así por aquellas tierras. El precio, 2 noches, 135 euros.

Las vistas desde el albergue eran una pasada. Nos alojaron en una habitación doble. Abrías la puerta y salías directamente a la calle... con toda la montaña frente a ti. Muy muy bonito. Esta es una foto del albergue, y nuestra puerta era la primera.

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En esta foto se ve la terraza que tenía el albergue, justo en frente de la habitación.

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Nuestra intención era dedicar el día siguiente a hacer una excursión caminando por el hielo del glaciar de Briskdal. Para ir, se puede obtener información en la oficina de turismo de Stryn (bajamos por la tarde pero estaba cerrada) o simplemente reservar plaza desde el propio albergue. La excursión costaba 600 NOK (unos 80 euros). Al final, después de darle muchas vueltas, decidimos no reservar porque estuvo toda la tarde jarreando y tenía toda la pinta de seguir así el día siguiente. Como alternativo, nos dijeron que se podía ir a visitar la lengua del glaciar. Y eso hicimos. El resto de la tarde la pasamos en el salón del albergue en plan tranquilo, leyendo un poquito y tomando tés y colacaos. Fue muy agradable.

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El día prometía ¡¡¡Era primera vez que nos íbamos a acercar a un glaciar!!!! Al final decidimos no contratar la excursión para caminar por el glaciar (estas rutas las dirigen las empresas Briksdal Adventure y Olden Aktiv) porque llovía, así que después de disfrutar de nuestro primer desayuno gratuito en este viaje, nos abrigamos bien y bajamos a la estación de autobuses acompañados de una chica francesa que también estaba allí alojada y que se vino con nosotros. De Stryn salía a las 9.30 horas el Glacier bus que nos llevaba allí directamente (126 NOK- 16 EUROS entre los dos con carné de estudiante). También hay excursiones y autobuses que salen desde Olden, que está más cerca del glaciar. Quizás es más interesante alojarse aquí que en Stryn si lo que se quiere hacer es ver el glaciar.


Una vez allí nos dimos cuenta de lo turístico que era aquello. Había un montón de jubilados montados en una especie de carritos de golf que te acercaban al glaciar, aunque la mayoría de la gente sube andando, se tarda menos de una hora. Nuestra compañera de viaje no tuvo más remedio que subir en uno de ellos porque tenía dolorido el tobillo, pero nosotros preferimos subir caminando y disfrutar del paisaje. Y vaya si lo hicimos, porque todo aquello era también espectacular. Os dejamos una muestra de los primeros minutos de subida, en los que vimos varias cascadas enormes. Precioso. Por cierto, subir andando al glaciar es gratuito. Sólo se paga si subes en el cochecito.




Durante el trayecto subes unas cuantas cuestas. Pero tranquilos, que se sube bien... aunque nosotros después de subir al Preikestolen ya hacemos lo que nos echen!! jajajaja.



A la hora de subir hay un camino alternativo que señala una cascada. Nos metimos por allí y el camino era a través de monte, más complicado. Estuvimos andando un rato, nos metimos por barro y todo para poder continuar, pero al final nos dimos la vuelta. Nos quedamos con ganas de seguir por allí (eso sí, no había ni un alma) porque era muy chulo pero no sabíamos qué distancia nos quedaba para llegar y el camino se estaba complicando demasiado con riachulelos y un montón de piedas. Así que, media vuelta, y al camino de toda la vida. En el camino nos encontramos hasta ovejas y cabras.



Poco a poco fuimos subiendo, y cuando llegamos allí lo que más nos llamó la atención fue el color azul del glaciar....y también lo grande que era. Y es que si ya nos parecía grande, eso era sólo la lengua, así que imaginaos cómo tiene que ser entero. Eso sí, a lo lardo del camino unos carteles explicaban hasta dónde había llegado el glaciar....y en los últimos años ha ido derritiéndose y reduciendo su tamaño de una forma escandalosa. El calentamiento global y la mano del hombre tendrá mucho que ver en todo esto... Estas son algunas de las decenas de fotos que hicimos allí. ¡Estábamos solos, había que aprovechar! Por cierto, había una señal que prohibía acercarse más al glaciar y también grupos de chavales en botes hinchables yendo de excursión al glaciar. La verdad es que también tenía que ser una experiencia chula. Nos apenó mucho no haber podido hacer la excursión para caminar por el glaciar porque realmente es una pasada!!



Nos dimos la vuelta y a las 13.40 horas cogimos el autobús a Olden. No hay autobuses directos a Stryn, así que en Olden había que esperar unos 15 minutos y entonces llegaba otro bus de línea y te llevaba a Stryn. Hasta ahí bien. La teoría la entendimos, pero en la práctica hubo un pequeño problema. No entendimos bien al conductor dónde paraba el siguiente bus y pasó delante de nuestras narices y ni siquiera paró porque no había nadie en la parada, y ninguno la habíamos visto. El caso es que el siguiente bus pasaba a las 18.30 horas y no nos quedó otro remedio que sacar la cartera y coger un taxi. Mientras venía, aprovechamos para hacer estas fotos de Olden. Si ya es bonito en foto, imaginaos en la realidad!!!!





Por un recorrido de 18 kilómetros hasta Stryn nos cobraron 330 NOK (44 euros) y como éramos tres, cada uno pagó 110 NOK (15 euros). Para un día que pensábamos que no íbamos a gastar mucho...!!!
Como seguía lloviendo, la tarde la pasamos calentitos en el acogedor salón del albergue, charlando, leyendo y en internet. Una delicia. Estuvimos muy a gusto.

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