15 días recorriendo el Norte de la India, por el Rajastan y el Ganges, con mi madre que siempre había soñado con visitar este país. Autor:MundofilaFecha creación:⭐ Puntos: 4.8 (10 Votos)
Continuo el relato en este día porque el tren que debía haber salido desde Varanasi a las seis y pico de la tarde no apareció... hasta la una de la madrugada. Fueron seis horas de espera tirados en la estación que, si hubiera ocurrido en España, habrían dado lugar a un motín digno del telediario, pero allí todo trascurre con normalidad y sosiego. Los indios me parecieron, a riesgo de generalizar, un pueblo bastante indolente y sumiso: viven en un país con una corrupción alucinante que provoca que, de todo el crecimiento que aparece en los datos macroeconómicos de la India, no llegue absolutamente nada a la gente de a pie; el gobierno está totalmente ausente, apenas proporciona ningún servicio a sus ciudadanos tipo educación, sanidad, carreteras,...; la policía actúa continuamente con una actitud a medio camino entre lo chulesco y lo violento (excepto con los turistas a los que se trata de manera exquisita),... y sin embargo, no se observa ningún tipo de sublevación ni protesta social, y los pocos casos de personas que protestan son anecdóticos.
Además, mientras esperábamos la llegada del tren ya en el andén, una de las cientos de vacas que pululan por todos lados decidió que mi madre estaba en su camino y con un cabezazo estuvo a punto de tirarla al suelo. Por suerte, las mochilas de otros turistas consiguieron frenar su caída.
Dormimos plácidamente en nuestras literas AC3, pero el tren en su trayecto hasta Agra acumula cuatro horas mas de retraso, con lo que en lugar de llegar a las 6 de la mañana, llega a las 4 de la tarde. Evidentemente, la idea de ir a ver el Taj Mahal al amanecer queda descartada, y nos conformamos con, al menos, poder ir a verlo. En principio tenemos tiempo de sobra, ya que el tren para Jaipur sale a las 7 y media.
Tran pronto como llega el tren tomamos un rickshaw que nos acerca a la puerta sur del Taj Mahal donde, tras un pequeño malentendido con el tipo de la consigna y pagar las 750 rupias de rigor, entramos al Taj Mahal. Te dan un botellín y una especie de calcetines de papel que no nos necesarios, ya que basta con descalzarse para entrar al edificio. Afortunadamente la niebla ha levantado bastante, aunque no del todo, y nos permite ver el edificio y sacar algunas fotos. Con diferencia es el lugar de la India donde mas turistas hemos visto, la mayoría de ellos indios, y hay una espera para entrar al interior del propio Taj de cerca de una hora.
Hombre, no vamos a negar que el edificio es espectacular, todo en mármol blanco, pero en mi modesta opinión, algo sobrevalorado. Incluso me atrevería a decir que, visto de cerca, es incluso desproporcionado en la zona de la cúpula central, pero bueno, son opiniones mías.
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El famoso Taj Mahal
No hay tiempo para más en Agra, así que recuperamos la mochila y nos dirigimos sin pausa a la estación de Igdah, donde debemos tomar el tren a Jaipur. Cuando faltan escasos minutos para que llegue el tren anuncian por megafonía que viene con... ¡13 horas de retraso!. Vamos, que lo anuncian, como pronto, para la mañana del día siguiente. Los indios que están en el anden, en su tónica, se limitan a tumbarse en el suelo, hacerse un ovillo con los saris y las mantas y se preparan para dormir. Estamos un poco desconcertados ante este nuevo retraso, y me acerco a los otros tres turistas que hay en la estación a ver si han entendido lo mismo que yo. Me confirman la noticia, y me dicen que ellos llevan varias días en esa zona y que la causante de los retrasos es la niebla.
Así que cambio de planes y, por el momento, a buscar habitación en Agra donde pasar la noche. Acabamos en el hotel Shahjahan, muy cerca del Taj Mahal, en una habitación bastante cutre de 400 rupias con un baño sin luz.
Pequeña cena y a dormir, pensando en recuperar el ritmo del viaje a la mañana siguiente.
Una de las razones por las que elegimos este hotel es el hecho de que tiene un "resturante" en la azotea con vistas al Taj Mahal. Cuando subimos a desayunar las nieblas continúan ahí, así que, a pesar de estar a escasos 300 o 400 metros, no se aprecia nada.
Los retrasos de las últimas 24 horas nos han hecho perder prácticamente un día de viaje, un día que tenemos que recortar de algún sitio, y la sacrificada va a ser Jaipur. Confiamos en que, avanzando hacia el oeste, a zonas mas áridas, desaparezcan las nieblas. Así que decidimos dedicar el día a ver lo que la niebla permita de Agra y a media tarde tomar un taxi para Jaipur. Lo correcto habría sido tomar un autobús, pero a mi madre los últimos contratiempos le han bajado un poco la moral y no me parece adecuado en estos momentos meterla en uno de los destartalados autobuses que circulan por aquí, así que optamos por el lujoso, cómodo y caro servicio de taxi particular.
El hotel Shahjahan tendrá habitaciones mejores, pero la nuestra era bastante cutrecilla, incluído un ratoncito cuya presencia no comunico a mi madre hasta que ya hemos abandonado la habitación.
Salimos del hotel dispuestos a ver algo, así que nos dirigimos al Fuerte de Agra para lo cual damos un paseo entre la niebla. Al igual que Delhi y Varanasi, Agra es una ciudad sucia, ruidosa, caótica y contaminada, pero hace días que ya nos hemos hecho al ambiente, de forma que si no fuera por los mocos negros como el carbón que te salen de la nariz, ni nos daríamos cuenta.
El Fuerte de Agra es bastante grande, pero mas de la mitad de su superficie está ocupada por el ejército, así que sólo se visita una parte. 250 rupias mas un suplemento de 50 rupias por no recuerdo muy bien qué, te dan acceso a visitar el edificio, a medio camino entre el fuerte y el palacio, con distintas partes construídas en diferentes épocas. Debe tener buenas vistas, pero la niebla continúa presente; menos mal que visitamos ayer el Taj Mahal porque esta niebla sólo levanta, en parte, entre las 4 y las 6 de la tarde.
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Una de las salas del Fuerte de Agra
Tras visitar el fuerte paseamos hacia el río atravesando varios mercados y puestos de vendedores callejeros donde mi madre pica a comprar unas pulseras por las que paga tropecientas veces su precio a pesar de mis sabias recomendaciones. Un conductor de rickshaw se nos pega para ofrecernos sus servicios y, a pesar de nuestra negativa, insiste durante mas de media hora en la que nos acompaña circulando el paralelo (es lo que tiene tener que caminar siempre por la carretera).
Descartamos hacer otras visitas ante la persistencia de la niebla que no deja ver nada y tras otro paseo de vuelta, comemos en la terraza de nuestro hotel donde sólo conseguimos esbozar la silueta del Taj Mahal. Al menos nos divertimos viendo los monos que pululan por los tejados tirando la ropa tendida.
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Monos en las azoteas
A la hora acordada viene nuestro taxi para Jaipur. La carretera en ocasiones tiene aspecto de autovía, con dos carriles en cada sentido, lo que no impide que de vez en cuando aparezcan vehículos en dirección contraria dando luces o haya vacas durmiendo en mitad de la calzada. En unas cuatro horas nos plantamos en las afueras de Jaipur donde nuestro conductor hace un amago de llevarnos a unas tiendas de textiles, rápidamente cortado por nosotros. Casi todos los conductores te enseñan un libro donde la gente apunta sus experiencias con ellos, siempre maravillosas y positivas.
Le decimos que nos lleve a la estación de tren donde dejamos la mochila y nos preparamos para ver, aunque sea durante unas horas, Jaipur de noche. La primera impresión es que se trata de una ciudad algo diferente a las que hemos visto hasta ahora, un poquito mas ordenada, pero tampoco parece ofrecer nada del otro mundo, no sé, a lo mejor es que la vimos de noche. Vemos la famosa fachada del Hawa Mahal, algo decepcionante para mí, ya que yo me la imaginaba en un ambiente de una ciudad antigua con edificios similares a su lado.
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Hawa Mahal (mi cámara es muy mala)
Paseamos por las zonas de tiendas (donde mi madre tropieza y casi se abre la cabeza), vemos el elegante cine Raj Mandir, observamos unos elefantes pasar, y cenamos algo antes de ir a la estación a coger nuestro tren nocturno a Jaisalmer, confiando en que los trenes hayan recuperado su buen hacer.
Como la estación queda a unos kilómetros de donde nos encontramos, aceptamos la oferta de un ciclorickshaw para llevarnos, mas que nada porque me he quedado con la cosa de saber lo que se siente al llevar uno. Así que cuando llevamos un rato, aprovechando una parada, le digo al conductor que se baje y se suba con mi madre atrás que yo les llevo un rato. El indio no entiende nada pero al final con gestos le hago comprender lo que quiero. Y ahí estoy, pedaleando por Jaipur en un ciclorickshaw con mi madre y un indio de pasajeros (lo siento, no hay foto del momento). ¿Es duro? Sí, pero tampoco demasiado. Rápidamente me doy cuenta de mis problemas para dirigir el artefacto y es que se trata, al fin y al cabo, de un triciclo y no una bicicleta. Yo trato de girar inclinando el cuerpo como si estuviera en una bici, pero aquí el cuerpo no influye, se trata simplemente de girar el manillar. Mi madre me grita que voy torcido, que llevo medio cuerpo fuera, y es que yo erre que erre tratando de girar con el cuerpo. Al final acabo en medio de la calzada rodeado de coches y ante el inminente peligro de accidente decido apearme y dejar al profesional que continúe su trabajo. Supongo que el pobre suspira al fin tranquilo.
Al final del trayecto le damos entre sonrisas propinilla por haber aceptado el juego.
Tras el preceptivo aprovisionamiento de patatitas y porquerías varias en los puestecillos de la estación, aparece el tren que viene puntual y todo recupera su orden. Como se trata de un trayecto bastante largo había reservado, con bastante suerte, dos plazas en AC1. Una vez llega el tren, todo el mundo asalta a una especie de revisor que tiene los papeles con la distribución de las plazas (en algunas ocasiones estos papeles se pegan en unos paneles). Esta vez nos toca en un compartimento de 2, así que tras la reparadora ducha en el baño, nos disponemos a dormir plácidamente. Al final el día no ha ido tan mal.
Creo que por primera vez en mi vida estoy durmiendo en todos los trenes nocturnos que cogemos (¿me estaré haciendo viejo?), lo que me permite llegar fresco por la mañana a nuestro siguiente destino: Jaisalmer, a donde llegamos con media hora de adelanto sobre el horario previsto.
A la salida de la estación encontramos la habitual oferta de conductores, pero he visto en el mapa que no estamos lejos de la ciudad, así que decidimos ir andando. Jaisalmer es una ciudad relativamente pequeña donde se puede ir a todas partes andando, excelente ocasión para olvidarse, al menos por unos días, de los transportes motorizados.
Tras diez minutos caminando ya divisamos el fuerte y llegamos a la ciudad; subimos un poco hacia el centro con la intención de coger el primer hotelito que surja. Para cuando nos damos cuenta estamos frente a la entrada al fuerte y elegimos un pequeño hotel situado allí mismo, el Fort View Hotel, cuyo nombre hace honor a las espléndidas vistas que tiene la habitación que elegimos por 500 rupias.
Me da que el hotel está vacío, algo que será habitual en todo el viaje: gran oferta de habitaciones por una muy escasa demanda; si esto es temporada alta, en temporada baja ésto es un páramo.
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Vista del fuerte desde la habitación
Tras rellenar el farragoso impreso que te obligan a cumplimentar en casi todos los hoteles, el hombrecillo del hotel me ofrece la excursión para ver atardecer en las dunas de Sam, a unos 40 kms. Pide por la excursión mil quinientas rupias por persona, un pastizal por estos lares. Le digo que me lo pienso, pero como ya sabía que mi madre iba a querer hacerla, me paseo hasta la oficina de turismo (no fácil de encontrar) donde me ofrecen la misma excursión por 250 rupias y, aunque me da la impresión que me siguen timando, reservo dos plazas para esa tarde a las cinco.
Como tenemos todo el día siguiente para visitar la ciudad, nos dedicamos a pasear por el exterior del fuerte, hacernos una idea de la ciudad, comer, echar la siesta,... y a la hora acordada nos pasamos por la oficina de turismo para hacer la excursión.
Allí está esperándonos un todoterreno en el que, un poco apretujados, nos introducimos junto a nuestros compañeros de viaje, una familia extensa india que también realiza la excursión. Una primera parada a unos pocos kilómetros para ver el enésimo templo jainista por cuya visita quieren cobrarnos entrada, así que pasamos de entrar.
Tras media hora más de coche, llegamos a las "dunas" de Sam. Entrecomillo lo de dunas porque dudo mucho que puedan catalogarse como tales a unos simples montones de arena sin la mas mínima gracia, que nadie espere ver el Wadi Rum o un erg del Sahara. Y es que el desierto de Thar, nombre de la región donde estamos, es una zona árida de matorral bajo y no un desierto de arena.
Además, tienen montado un chiringuito donde poco menos que te "obligan" a coger la típica excursión en camello. Mi madre no quiere ni oir hablar de montarse en uno y, afortunadamente para ella, los abueletes de la familia india que nos acompaña tampoco, así que se inicia una discusión con los camelleros de la que yo me voy enterando gracias a un chico jóven que habla inglés. Al final, deciden trasladarnos a todo el grupo en una especie de carro tirado por un camello a 100 rupias por persona, donde vamos en animada conversación hasta las "dunas".
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Mi madre en el carro (aunque parezca mentira, en ese carro íbamos 7 personas)
La zona de "dunas" está a tope de gente y, para colmo, de basura. No se les pueda echar en cara a los indios porque no lo hacen a mala fe, pero algún día alguien tendrá que explicar a esta gente que no se puede ir tirando todo por todas partes y que tendrán que plantearse usar papeleras, contenedores,... y gestionar todos los residuos que generan.
Estamos allí un rato viendo el sol ponerse sobre el horizonte mientras sacamos y nos sacan fotos.
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Puesta de sol
Vuelta al carro-camello, al coche y, ya de noche, a Jaisalmer. En mi opinión, la excursión es absolutamente prescindible y nada recomendable.
Buscamos un sitio para cenar algo y nos vamos a la cama, no sin antes ver el espectáculo que supone, noche tras noche, los desfiles-cabalgatas de la boda de turno. Y es que en cuanto anochece, no hay día en que no veamos varios "desfiles" de lo que parecen ser despedidas de soltero o ceremonias de boda compuestas por:
- un ruidoso generador que produzca electricidad,
- una serie de individuos vestidos como pajes que portan en procesión una especie de grandes y horteras candelabros luminosos unidos burdamente por un cable,
- el novio vestido de gala montado en un caballo igualmente engalanado
- un grupo de hombres bailando hasta la extenuación de cualquier forma
- una carroza con un equipo de música a todo volumen (en ocaciones esto puede ser sustuido por una banda que toca música en vivo)
Me ha gustado mucho tu prologo, viaje muy interesante y yo tb tengo ganas, haber que cuantas a la vuelta y nos animamos...
Buen viaje...y esperamos fotos..
Colega eres un maquina total , acabas de aclararme un monton de dudas con respeco al itinerario . Todos me recomiendan que en 28 dias no se puede ver norte y sur , pero despues de leerte y darme cuenta que tenemos una forma casi identica de viajar y ver la vida, me lanzo a la aventura de cabeza. Muchas gracias
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Hola , quiero ir a la India con los viajes de la Comunidad de Madrid , qué agencia me recomendáis? Alguien ha ido por este medio? gracias
Puedes ir por tu cuenta perfectamente ,sin ningun problema , empieza por saber cuantos días tienes y a donde quieres ir , tienes muchos blog como el mio aquí que te ayudan mucho
Hola ,yo quiero viajar en noviembre ,voy a ir con viajes culturales para mayores de 55 años , estoy un poco indecisa por el tema de la comida ,soy un poco delicada con el estómago y me han dicho que es un país que impresiona bastante . He estado en Egipto y Marruecos ,no me impresionó aunque supongo que la India es diferente . Alguien ha viajado en este tipo de viajes o me puede hacer alguna recomendación?
IndiGo, Delta Air Lines, Air France-KLM y Virgin Atlantic se asocian para conectar India con Europa y Norteamérica
IndiGo, Delta Air Lines, Air France-KLM y Virgin Atlantic anuncian una alianza para conectar la economía india, en rápido crecimiento, con Norteamérica y Europa.
El grupo de aerolíneas firmó un Memorando de Entendimiento con el objetivo de construir una alianza líder en la industria entre Norteamérica, el Reino Unido, Europa, India y otros países.
IndiGo, Delta Air Lines, Air France-KLM y Virgin Atlantic anunciaron hoy sus planes para construir una alianza líder en la industria que conecte India con Europa y Norteamérica, con la ambición de expandirse a escala global.
India, uno de los mercados de aviación de más rápido crecimiento del mundo, es el eje central de esta colaboración. Al unir la extensa red nacional de IndiGo con la fortaleza de Delta en Norteamérica y el Atlántico, el amplio alcance de Air France-KLM en Europa y Norteamérica, y la presencia de Virgin Atlantic en el Reino Unido y el Atlántico, la alianza está preparada para ofrecer a los viajeros un acceso más amplio, viajes más fluidos y una experiencia más consistente en todos los continentes.
Al conectar docenas de ciudades en Estados Unidos, Canadá, Europa e India, las aerolíneas buscan satisfacer la creciente demanda de viajes internacionales y al mismo tiempo establecer nuevos estándares de conectividad y cooperación en la aviación global.
Recientemente, IndiGo anunció el inicio de sus servicios a Europa.
Esto, además de ampliar la colaboración existente con Air France-KLM y los vuelos transatlánticos de Virgin Atlantic, facilita una nueva oportunidad de colaboración entre IndiGo y Delta, permitiendo a los clientes de Indigo conectarse a la amplia red transatlántica de Delta.
Una vez completados los contratos comerciales y los procedimientos regulatorios que permitan a IndiGo vender vuelos de socios como propios bajo sus códigos de comercialización 6E*, los clientes de IndiGo podrán reservar vuelos de conexión en vuelos seleccionados operados por sus socios internacionales, lo que facilitará el acceso a destinos en Europa y Norteamérica. Estos incluyen:
Vuelos de KLM desde Ámsterdam a 30 puntos dentro de Europa
Vuelos de Delta y KLM desde Ámsterdam a Estados Unidos y Canadá
Vuelos de Virgin Atlantic desde Manchester a Estados Unidos
Por su parte, la nueva ruta anunciada recientemente por KLM que conecta Ámsterdam con Hyderabad ofrece una nueva oportunidad de cooperación con IndiGo. Con el lanzamiento de la ruta en septiembre de 2025, Air France-KLM comenzará a vender vuelos de IndiGo a 24 destinos más allá de Hyderabad.
Hola compañeros viajeros, este verano me voy a recorrer la India por libre 1 mes y me gustaría preguntaros por los sleeper bus. He visto que hay muy buenas opciones, mejor que muchos trenes, y me gustaría que me dierais vuestra opinión. He visto que hay infinidad de compañías y agencias que venden, pero no es nada claro. Se que se pueden comprar vía online en 12Asiago, pero no se la fiabilidad y las características de la compañías.
Si alguien los ha usado y tiene referencias me podría aconsejar?
Muchas gracias.
Pd: ya sé lo del monzón y la dureza del país, pero tengo experiencia... Leer más ...