Capítulo 24 - Bangkok express ✏️ Diarios de Viajes de CamboyaEl vuelo de retorno salía por la tarde hacia Abu Dhabi, así que disponíamos de medio día para ver Bangkok, muy poco tiempo dadas las dimensiones de la capital, aunque eso no fuese un handicap para los conductores de tuk-tuk… Nos levantamos y...Diario: Camboya, más allá de los Templos de Angkor⭐ Puntos: 5 (56 Votos) Etapas: 24 Localización: CamboyaEl vuelo de retorno salía por la tarde hacia Abu Dhabi, así que disponíamos de medio día para ver Bangkok, muy poco tiempo dadas las dimensiones de la capital, aunque eso no fuese un handicap para los conductores de tuk-tuk… Nos levantamos y desayunamos al lado mismo de la guesthouse, en la zona de Rambuttri. Nada mejor que empezar el día con un desayuno tailandés Justo allí delante habían aparcado unos cuantos tuk-tuks con los que nos pusimos a negociar nada más terminar de comer. El precio que nos ofrecían era de risa (30 baths), pero el problema ahora era acordar el número de paradas en tiendas entre visita y visita. Y es que los conductores en Bangkok consiguen bonificaciones en gasolina por cada cliente que traen a las tiendas, lo malo es que no eran tiendas de souvenirs sino tiendas lujosas de joyas o de ropa en las que ni por asomo se nos ocurriría comprar algo, por lo tanto eran visitas de compromiso. Al final aun salieron ganando y tuvimos que aceptar hacer 3 paradas, pero la sorpresa fue que el hombre con el que estuvimos negociando, nada mas terminar la conversación se giró hacia un chaval que esperaba a escasos metros y le dijo: “ale, que te toca a ti!” y nos lo adjudicó como nuestro conductor. Ya se le notaba en la cara que el chico muy serio no era y nada más arrancó el tuk-tuk lo pudimos comprobar. Sin cinturón de seguridad, el instinto de supervivencia nos hacia sujetarnos de cualquier sitio y es que el chaval, que para más inri miraba por el retrovisor para ver que cara poníamos, pisaba el acelerador como si tuviese un coche de fórmula uno sin tener en cuenta un pequeño detalle: que llevaba un tuk-tuk vetusto que en cualquier momento podía desmembrarse. Así que, a esa velocidad, visitamos los lugares más emblemáticos y las tiendas acordadas en un tiempo record. La primera parada fue en Golden Mountain, un templo construido arriba de una montaña cuyas vistas de la ciudad son impresionantes. Entrada a Golden Mountain Tuvimos que subir la montaña por unas escaleras con el tremendo calor que hacía a esas horas. A nuestro paso nos encontramos en varias ocasiones con una retahíla de campanas que teníamos que hacer sonar y teniendo en cuenta que no paraba de pasar gente el alboroto era atronador. Un tramo de campanas Arriba del todo estaba el templo, y encima una azotea desde la que el paisaje era más bonito todavía. Lo que menos nos gustó fue que nos habíamos quitado los zapatos para entrar al templo y el suelo de la terraza estaba hirviendo, así que tuvimos que ir corriendo de punta a punta de la azotea buscando las esquinitas con sombra para poder apoyar los pies. La gran cúpula dorada de la cima Después de la primera parada turística nos tocó hacer la primera de compromiso, una joyería colosal custodiada por un agente de seguridad armado con una metralleta para hacer el recibimiento más agradable. Dentro, unos pasillos que me parecieron larguísimos, tenían a ambos lados enormes vitrinas con todo tipo de joyas en su interior: collares, pulseras, anillos, de oro o de diamantes, que nos resultaron tan indiferentes como inasequibles y al final lo mas interesante que encontramos en toda la tienda fue una pecera con un tiburón dentro que, inteligentes como son, debió pensar lo absurdos que éramos para que con las cosas que hay para ver en Bangkok estuviésemos perdiendo el tiempo mirando joyas… Salimos de allí con las manos vacías para fastidio de los dueños y seguimos con las paradas que mas nos interesaban, esta vez el buda gigante que ampara el Wat Intharawihan; un buda de 32 metros de altura que íbamos viendo crecer a lo lejos a medida que nos acercábamos al templo. El buda gigante de 32 metros de altura Al entrar al recinto pudimos hacer fotos de la majestuosa estatua desde los pies y seguidamente visitamos el interior del wat. Como no, la siguiente parada fue otra tienda, pero esta vez una con más variedad. Aquí vendían souvenirs (más caros que en cualquier otro sitio) y ropa. Había incluso catálogos con fotos de famosos en la alfombra roja para poder hacerte trajes iguales a medida. Tras mucho insistir tuvimos que acceder a ver uno de ellos tras la mirada atenta de una dependienta que con la mirada presionaba para ver si lograba convencernos. Cerramos la revista y con cara de “lo siento, pero es que no me veo con ninguno…” se lo devolvimos. No es el tipo de recuerdo que suelo comprar cuando salgo de viaje, además, no se si tendría sitio en la mochila para cargar una réplica del traje de Penélope Cruz en la entrega de los Oscars… Muy a nuestro pesar, después aun tuvimos que dar la vuelta a toda la tienda haciendo como que nos interesaba, tal y como nos había dicho el conductor del tuk-tuk; vamos, que hiciésemos el paripé para que le diesen el ticket pero esta vez mas rápido. Volvimos a subir al tuk-tuk de fórmula uno, y después de comprobar que girando el vehículo en las curvas a una velocidad de vértigo esas ruedas que parecen de juguetes se agarran fuerte al suelo, paramos en otro templo: Wat Benchamabophit, o también llamado “The Marble temple”. Unos jardines con pequeños riachuelos y puentes rodeaban este wat, al que tuvimos que pagar algunos baths para entrar. Bonito estanque de los jardines Dentro se oficiaba una ceremonia en la que tuvimos la ocasión de grabar algo mientras rezaban sus oraciones los fieles. Cuando salimos a ver los jardines nos sorprendió un hombre que conducía un pequeño ciclomotor con una nevera adosada en un lateral a modo de sidecar, aunque parecía más bien uno de esos vehículos que alquilan las familias enteras en los sitios turísticos para dar paseos. Era “el polero” y con una tremenda sonrisa en la boca y al son de una canción que a Toni le recordaba a su infancia vendía helados a los turistas. Con la boca seca por el fuerte calor no pude resistirme a comprar un helado de limón, y éste aprovecho para preguntarnos de donde éramos. Que gracioso el hombre al enterarse que éramos de Valencia y pronunciando las erres no sin hacer grandes esfuerzos dijo “¡¡¡Oh Valencia Futbol, Ruben Baraja!!!” El simpático heladero con su vehículo-nevera Dimos una vuelta e hicimos algunas fotos y algo cansados decidimos volver a Khaosan a tomarnos una cervecita, pero no sin librarnos de hacer una última visita a otro comercio. Esta vez fue más difícil disimular que no nos interesaba nada de nada, pues la tienda era muy pequeña y el dependiente nos atosigaba con prendas de ropa. Hartos de hacer el tonto salimos de allí rápidamente para decepción del joven conductor. Me supo mal, pero la verdad, yo prefiero pagar un poco mas y no tener que hacer la pamplina. Además el tiempo es oro. El chaval nos volvió a dejar en el sitio donde nos recogió y de allí fuimos a una terracita a pedirnos nuestras birras. Poco quedaba ya por hacer en este viaje, ahora ya solo esperar a la hora del avión. Dedicamos esas horas a pasear y ver las tiendecillas, a picar algo y a descansar, igual que lo hacía un gatito naranja que estaba estirado encima de la mesa de al lado y era tratado como al mejor de los clientes. Toni tomándose una Tiger Beer Se hizo la hora y cogimos un taxi. El último, el definitivo, el que empezaba la vuelta a casa. Estábamos tristes pero el cansancio, que ya hacía mella, convirtió la melancolía en ganas de llegar, así que en ese momento yo ya pensaba en recostarme en el asiento del avión, taparme con la manta, ponerme los tapones y echarme a dormir. En media hora llegamos a Suvarnabhumi, el espectacular aeropuerto de Bangkok, momento que significó para mí el verdadero final del viaje. Se acabaron los tuk-tuks, las calles repletas y las constantes lluvias. Volvíamos a Valencia. El siempre impresionante aeropuerto de Bangkok El viaje de vuelta fue para mí el más largo y pesado que recuerde. No pude llegar a dormir ni 10 minutos. Quería descansar porque el mismo día de llegada tenía que coger el bus con destino Zaragoza para seguir con mis estudios pero nada, todo el viaje despierta, así que se me hizo eterno… Muchas horas de avión, muchas horas en Abu Dhabi, mas horas en otro avión, mas horas en Milán, mas horas hasta Valencia… Volar.... Y como todo llega a su fin y para no perder costumbre, al llegar a casa: lluvias!!!!! El monzón se tomó la molestia de acompañarnos hasta el mediterráneo para que la vuelta no fuese tan brusca y nos diese tiempo a aclimatarnos. Si algo había estado unido a nuestro viaje por Camboya sin duda alguna fue la lluvia, las mismas lluvias que nos hicieron reflexionar sobre nuestro periplo por el país puesto que, si con 25 días de lluvia y 5 de sol había sido maravilloso, ¿qué hubiese ocurrido con 25 días soleados? ¿qué otros lugares hubiésemos visitado? Quizá algún día lo comprobemos… quizá. Carme Si queréis ver vídeos del viaje, así como más fotos e información de Camboya no dudéis en visitarnos en www.conmochila.com Índice del Diario: Camboya, más allá de los Templos de Angkor
01: Capítulo 1 - Viaje a Camboya
02: Capítulo 2 - Camino a Bangkok
03: Capítulo 3 - Bienvenidos al reino de Camboya
04: Capítulo 4 - Phnom Penh y el genocidio de los jemeres rojos
05: Capítulo 5 - Los campos de exterminio de Choeung Ek y el palacio real
06: Capítulo 6 - Kompong Cham, entrando en la Camboya más profunda
07: Capítulo 7 - Kratie, más Mekong y los delfines Irrawaddy
08: Capítulo 8 - Excursión en bicicleta por Koh Trong
09: Capítulo 9 – Camino a Siem Reap y las tarántulas fritas
10: Capítulo 10 – Primer día en los templos de Angkor
11: Capítulo 11 – Grandes paseos por los templos de Angkor
12: Capítulo 12 – De la jungla a la república de los monos
13: Capítulo 13 – La playa de Serendipity
14: Capítulo 14 - La playa de Otres
15: Capítulo 15 - Kampot
16: Capítulo 16- El Parque Nacional de Bokor y la fantasmagórica Estación de Montaña
17: Capítulo 17 - Escapada en moto por los alrededores de Kampot
18: Capítulo 18 - Despedida de Kampot y vuelta a Phnom Penh
19: Capítulo 19 - Paseando por Phnom Penh
20: Capítulo 20 - Visita al centro escolar de la ONG “Por la sonrisa de un niño”
21: Capítulo 21 – Les paillotes y las casas del vertedero de Phnom Penh
22: Capítulo 22 - Adiós Camboya
23: Capítulo 23 - La noche de Bangkok
24: Capítulo 24 - Bangkok express
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