Hoy nos hemos dado un buen madrugón. Nos hemos levantado a las 05:30 porque anoche quedamos con la recepcionista en que nos llamara a un taxi a las 06:00. Vamos a coger el tren que nos llevará a Taiyuan y de ahí a Pingyao.
El del taxi es puntual. La de recepción es un chocho mareado: no tiene preparada la cuenta, todo está escrito en papel a mano, no encuentra nada, ni nos entiende ni la entendemos, ...
En media hora llegamos a la estación de tren. Es enorme y muy moderna. Cada andén tiene su propia sala de espera. Entramos en la nuestra. Menos mal que en Pekín todos los carteles, además de en caracteres chinos, están escritos en pinyin. El pinyin es la transcripción del chino en caracteres latinos por lo que, lógicamente, se entiende mejor.
Al poco de estar en la sala de espera abren la puerta para acceder al andén. La entrada en el andén es más de lo mismo: empujones y gente apretujándose sin ningún sentido. Se empujan aunque no hayan abierto la puerta. Pero por qué? A dónde pretenderán ir?
El tren, que es de alta velocidad, está muy bien, muy occidental. Durante el viaje en tren la gente se va cambiando inexplicablemente de sitio. Cada media hora o así, se cambian de asiento.
Al igual que en la estación, hay un sitio para hervir agua y es que están continuamente bebiendo té. Casi todo el mundo lleva un bote alargado de plástico con el té.
Llegamos a la estación de Taiyuan. Aquí tenemos que esperar una hora para coger el tren que nos llevará a Pingyao. Esta estación no es tan grande ni tan moderna como la de Pekín. Eso sí la sala de espera de nuestro andén está lleno de gente, todos chinos. Somos los únicos occidentales. Qué cantazo damos!!! Anuncian que nuestro tren sale con retraso. Nosotros nos damos cuenta porque en un cartel ponen nueva hora. Tenemos que esperar otra hora y media más. Así que nos sentamos en uno de los pocos asientos que quedan libres y a esperar. A las 13:00 compramos algo de comer en un puesto que hay en la sala de espera. Son cosas dulces chinas. Una especie de rosquillas o pan de leche. La otra opción es un bote de noogles, tallarines con salsa. Todos los chinos a nuestro alrededor están comiendo. La verdad es que están comiendo cosas raras durante todo el día.
Por fín entramos en el tren. Este viaje dura hora y media. No conseguimos asientos (y lo compramos con casi un mes de antelación), así que tenemos que viajar en cama dura. Al entrar en nuestro vagón vimos lo que es cama dura. Yo flipé. José se quería morir. Era super cutre y estaba lleno de mierda, con las sábanas y las almohadas hechas un gurruño. Sentarse en las camas daba un poco de mal rollo así que nos sentamos en unas sillas cutres que hay al otro lado de las literas.
Después de un rato, y cuando la revisora echó a un chino que estaba roncando en una de nuestras literas, nos sentamos en la cama. Yo, al final, hasta me eché una cabezada.
Preguntamos por gestos a la revisora a qué hora llegábamos a Pingyao. Nos lo dijo y, antes de llegar, vino a avisarnos que ya llegábamos y a devolvernos el billete que se había quedado cuando subimos al tren.
Al salir de la estación, un chino nos estuvo dando la turra un rato ofreciéndonos algo. Pingyao es una ciudad pequeña (unos 40.000 habitantes) con una muralla que rodea el centro. Encontramos esta parte amurallada sin problemas pero encontrar el hotel nos costó más porque las calles no están escritas en pinyin. Al final preguntamos a una china y lo encontramos.
El hotel no está mal. Está en una típica casa china con patio interior. La habitación está limpia y tiene una cama también típica china.
La chica de recepción, al contrario de lo que pensábamos, sabe hablar inglés. Salimos a dar un paseo y nos damos cuenta de que esta ciudad es muy turística. Hay bastantes guiris y un montón de tiendas y restaurantes. Eso sí, es una ciudad preciosa.
Tanto de día...
... como de noche.
Esta ciudad es muy tranquila. Viniendo de Pekín, nos parece un paraíso.
Nos tomamos una cerveza en una terraza. El dueño del bar sale a hablar con nosotros para ofrecernos un tour por los alrededores. Sabe hablar muy bien inglés.
Después de otro paseo, vamos a cenar. Pizza y hamburguesa. Qué rico!!! Después nos vamos al hotel porque estamos cansados y empieza a hacer frío.
Reflexión del día: Nos vamos acostumbrando a China. Hoy ha sido un día más tranquilo. Mañana nos toca día de relax aquí y por la noche cogeremos un tren para ir a Xiam.