Karnak
Primer día de visitas y primer madrugón, nos levantamos a las 4:30 , después de haber dormido sobre dos horas. Bajamos al comedor y nos pegamos un buen desayuno tipo buffet, pues la cena picnic no era gran cosa, y a las 5:30 fuimos al Hall del barco para salir a la aventura con Hassan.
El autobús que nos llevo todo el tiempo era bastante grande y venía equipado con una nevera (vendía aguas 2x1€). Salimos del muelle que está en las afueras de la ciudad y la atravesamos por completo para llegar diez minutos después al Templo de Karnak. Durante el recorrido el guía nos habló sobre la historia del antiguo Egipto para situarnos un poco antes de la primera visita.
Al bajar, Hassan nos avisó de la situación del país y de que ahora los vendedores estaban algo pesados, ya que al bajar el turismo a la décima parte, no tenían ventas. Nos recomendó tener cautela a la hora de hablar con ellos y mantener siempre los modales y la compostura.
Atravesamos una gran explanada donde los primeros niños venían para vendernos llaveros, marcapáginas y cosas pequeñas, pero de momento nos decidimos a no comprar nada y atender a las explicaciones del guía.
Mapa del recorrido del día
Vista aerea de la zona
Nos dirigimos a la entrada, donde los controles son nulos y atravesamos una sala donde se encuentra una maqueta del Templo.
Un croquis del lugar...
Situado en la Antigua Tebas, fue durante siglos el más influyente centro religioso egipcio. Aunque de forma principal dedicado al dios Amón, en realidad era un complejo de templos donde también se veneraban a otros dioses (Montu, Mut, Jonsu, Opet, ó Ptah). Unos treinta faraones contribuyeron con sus edificaciones a convertirlo en el lugar religioso más antiguo y grande de la historia de la Humanidad, de la que es Patrimonio declarado por la Unesco desde 1979.
Este es el ticket para entrar al recinto, que ya iba incluido en el precio del viaje contratado, por lo que fue el guía el que se encargó de comprarlos y repartirlos al grupo.
Una vez atravesada la gran explanada nos reciben la avenida de esfinges y el primer pilono.
El pilono lo forman dos pirámides truncadas que a modo de gruesos muros flanquean la entrada al templo. En realidad, Karnak lo constituyen muchos templos construidos a lo largo del tiempo desde el corazón del complejo hacia afuera, por lo que se pueden contar hasta diez pilonos en total. Este que vemos primero es el más “moderno” de todos, pues cierra la última de las construcciones realizadas.
Nuestro guía Hassan comienza con sus entretenidas y didácticas explicaciones con un repaso a los faraones más importantes de la historia del Egipto Antiguo: Menes (el unificador del Alto y Bajo Egipto), Zóser (y su gran arquitecto Innhotep, el que pasó de la construcción con adobes al uso de la piedra), y otro de la Dinastía XI, Monthuhotep Neb Hebt Ra, que se encargó de reunificar Egipto.
El templo de Karnak se encuentra a unos 4 kilómetros del Templo de Luxor y ambos estaban unidos por una larga avenida de esfinges ó “dromos”, gran parte de la cual se encuentra hoy día bajo el suelo y en proyecto de ser sacadas a la luz. Para ello, el gobierno egipcio expropia poco a poco las casas y edificios situados encima.
Las Esfinges tienen cabeza de carnero, en representación del dios Amón, y cuerpo de León. Entre sus patas, una pequeña estatua del rey en su forma de Osiris y portando el Anj entre ambas manos.
Aqui teneis un mapa de lo que vamos a ver:
Despues de atravesar la gigantesca puerta llegamos al Primer Patio:
Por la parte interior de los pilonos podemos ver la tierra y bloques que servian para subir los bloques hasta lugares mas altos. Tambien hay un reloj solar medio escondido.
A ambos lados podemos ver unas columnas de capitel papiriforme cerradas , además de algunas de las Esfinges que continuaban a las exteriores y que fueron retiradas para despejar el patio una vez que éste fue construido.
En el centro del Primer Patio se encontraba el denominado Quiosco de Taharka, del que tan sólo queda en pie una de las diez columnas papiriformes de que constaba el edificio, y un bloque de alabastro que se usaba para posar la barca del Faraón en su paseo hasta Luxor.
Al fondo se divisa la Capilla Tripartita, construida por Seti II para las barcas sagradas.
La nave central, destinada al descanso de la barca de Amón en su recorrido, consta de 3 nichos para albergar estatuas reales, mientras que las capillas laterales albergaban la barca de su esposa, la diosa Mut y la de su hijo, el dios Jonsu. Amón, Mut y Jonsu constituían precisamente la denominada Triada de Dioses Tebanos.
En la siguiente foto, desde fuera y en un lateral del patio vemos el pequeño Templo de Ramsés III. Flanqueado a su entrada por dos estatuas del rey, su estructura es casi idéntica a la del gran templo de este Faraón que se encuentra en Medinet Habu. Un pílono da entrada a un patio con pilares osiríacos representando al rey. Una sala hipóstila de dimensiones reducidas y con columnas de capiteles papiriformes cerrados.
Interior del templo de Ramses II
Frente al Segundo Pílono quedan los restos de uno de los dos Colosos de Ramsés II que en su día lo flanqueaban. También, otra escultura de este rey que sí se conserva puede verse aquí, representado de pie y entre sus piernas una pequeña estatua de la princesa Bent-Anat.
La Sala Hipóstila
Es la parte más impresionante de todo el recinto, con unas dimensiones de 102x53 metros. La sensación es la de estar admirando un bosque de piedra. El techo, actualmente desaparecido, reposaba sobre 134 columnas en forma de papiro, de las cuales 12, pertenecientes al pasillo central, son mayores (15 metros de circunferencia) y con capiteles de distintas formas. Fueron construidas por Amenhotep III. Estas 12 columnas elevan el techo en esta zona hasta los 23 metros de altura. El resto de columnas, unidas por los cimientos, son obra de Horemheb y tienen una altura mucho menor. Constan de capiteles papiriformes cerrados y la decoración se debe a Ramsés I, Sethy I, Ramsés II y Ramsés IV. Los relieves decorativos de la sala son obra de Sethy I y Ramsés II. El exterior está decorado con escenas de la batalla de Qadesh y campañas militares de Sethy I en Palestina y Siria y contra los libios y los hititas. Cada columna de la sala representa a los juncos que poblaban las aguas primigenias de las que nace la colina primordial.
La Gran Sala Hipóstila fue obra del gran faraón Seti I, aunque su hijo, el vanidoso Ramsés II se apoderaría de su memoria a lo largo y ancho de las paredes del “Bosque”.
Aqui podemos ver como los colores se conservan perfectamente, ya que esta a unos 20m de altura y ahí no llegaró ni el agua ni le da el sol.
Y también vemos ya un importante símbolo que se nos aparecerá por doquier a lo largo de nuestro viaje: la Cruz Egipcia. Comienza aquí una interminable lista de analogías entre la religión egipcia y la cristiana, muchas de las cuales se nos manifiestan de forma evidente en estos días.
“El Ank, cruz Ankh, cruz egipcia, cruz de la vida, cruz ansata, la llave del Nilo, cruz copta, cruz cíclica, cruz de Isis…era portado por muchos dioses en su mano. Emblema de Isis, Thot y Ptah en los monumentos egipcios. Cruz de la divinidad y lo ilimitado. Símbolo de la vida y de contener la sangre de Isis, se le atribuyen grandes virtudes mágicas, por lo que fue fabricada en muchas veces en piedras encarnadas, jaspe o ágata. En el momento de la creación, el poder divino porta el Ank, abre las puertas del año, preside e inaugura las ceremonias rituales asociadas con la vida, la muerte y la vida después de la muerte. Conecta el tiempo de los humanos con la eternidad. Se asemeja a una llave no sólo usada por dioses y diosas sino también por su representantes. Su bóveda superior se correspondería con el tiempo cíclico, su barra horizontal con el tiempo rectilíneo (pasado, presente y futuro) y el trazo vertical o tallo sería la estancia de los muertos. La bóveda también se relaciona con la gestación del Universo, la creación, lo intangible, el resto con lo material, lo humano, unidos por la llave de un Dios encarnado. Amuleto de buena suerte y protección frente a energías negativas. Controla las aguas subterráneas del Nilo o también sea representación de su curso (tallo) y sus ramificaciones previas a la desembocadura. Donadora de energía vital: aire, respiración, vida, origen sagrado de la vida. Importante papel en la meditación egipcia, donde se alude al Ank de luz”
El interior de los muros de la Gran Sala Hipóstila muestran escenas de rituales como el de la fundación, procesiones (transporte de la barca sagrada de Amon-Ra) y el rey junto a los dioses otorgando ofrendas. La Zona Sur fué decorada por Ramsés II con relieves huecos. En la foto faraón Ramses vierte incienso al paso de la Barca Solar de Amón. El recipiente es dibujado de forma repetida para recrear la idea de movimiento.
Los muros exteriores muestran escenas de batallas, expediciones militares de Seti I (zona norte) relatando las campañas de siria y de Palestina contra libios e hititas y Ramsés II (zona sur) en Palestina, incluida la batalla de Qadesh. Al final de cada campaña se consagran los trofeos a la tríada tebana cerca de las puertas.
La Batalla de Qadesh: Conocemos esta batalla gracias a fuentes literarias y arqueológicas, pues el faraón Ramsés II lo convirtió en el tema principal de su reinado; en todos sus templos existen relieves narrando dicha batalla. ¿Contra quien luchaban? contra los Sirios, en especial contra el mayor enemigo para Ramsés, el Hitita Muwatalli; hay que tener en cuenta que en esa época, Palestina estaba ocupada por los egipcios. La estrategia del rey hitita para acabar con la ocupación, era de lo más simple; consistía en rodear y aislar al ejército de Ramsés. Para despistar a las tropas egipcias, los hititas enviaron falsos desertores, que se apresuraron a confesar que su ejército estaba desplegado cerca de Alepo. Pero mintieron, el ejército egipcio se dirigió hacia allí, los hititas dejaron pasar al faraón con su guardia y esperaron a que el primer batallón se situara cerca de Qadesh. Entonces asaltaron al segundo batallón y cerraron el cerco a posibles refuerzos. En pocos minutos, la mayoría de los egipcios quedaron aniquilados. Ante semejante situación, Ramsés no vio más salida que lanzarse a la batalla, pero cuando todo lo tenían perdido llego un destacamento especial, los Nearin, que salvó al ejército de una muerte segura. Aun así, Ramsés II no consiguió ni tomar Qadesh ni derrotar al ejército hitita, pero para su pueblo era el vencedor, y así lo relata el poema de Pentaur que compuso el escriba principal del soberano. Ramsés II y el rey hitita Muwatalli firmaron un tratado de paz después de 17 años de sucesivas guerras, en el que se comprometieron a que ni en el futuro ni sus sucesores entrarían mas en conflictos; de hecho el rey hitita puso a disposición de Ramsés el matrimonio con una de sus hijas.
Tras tantos años de guerra entre hititas y egipcios, se escribió muchísimo sobre vencedores y vencidos, y claro está, cada uno de ellos lo contó a su manera. Ramsés II dejó constancia de su victoria en el Papiro de Pentaur, escrito por el escriba personal del monarca, mientras que la batalla interpretada por los hititas, es muy diferente. Los archivos de Muwatalli, descubiertos en su capital Bogazkoy, proporcionan una versión más real de lo ocurrido. Narran que solo participaban en la ofensiva los carros de combate, que la infantería quedo aislada en la orilla del Oronte, detrás justo de Qadesh y que el pánico de Ramsés al ver tal multitud de enemigos permitió a los hititas romper el frente egipcio y saquear el campamento. Cuando los Nearin acudieron en busca y ayuda de Ramsés también quedaron rodeados y tuvieron que retroceder hasta el río. Otros escritos dicen que al final, llegaron a un acuerdo por el bien de sus pueblos y así firmaron el tratado de paz.
El Dios Amón fue en su origen una deidad tebana, cuyo culto se popularizó cuando la ciudad de Tebas pasó a ser una de las más influyentes de Egipto, tras la expulsión de los hicsos a manos de los príncipes tebanos que darían origen a la Dinastía XVII (comienzo del Nuevo Imperio). Los Sacerdotes de Amón se convertirían poco a poco en el sector más influyente de la sociedad egipcia durante este periodo.
Representado como un hombre de piel negra o azul, o en forma de animal, con cabeza de carnero. En cualquiera de las dos representaciones anteriores lleva sobre su cabeza un tocado compuesto por dos plumas, divididas en secciones, y un disco solar en la base. Podía llevar cetro uas y anj. Amón representa un conjunto de conceptos abstractos asociados al aire, pues se encuentra en todo lugar y en todo momento, de ahí procede el título de "el oculto", ya que no podía verse, pero sí sentirse, y era el que atendía generosamente las peticiones que el pueblo le hacía llegar mediante súplicas y ofrendas. Amón se encuentra asociado a otros dioses, como a sus esposas Amonet y Mut, y a su hijo Jonsu.
La Barca Solar de Amón
A veces, sobre todo en el Nuevo Imperio, Amón recogía los atributos de Min, dios lunar, de la fertilidad y la vegetación, dios de la lluvia, protector de los comerciantes y los mineros. Min representaba la fuerza generadora de la naturaleza en la mitología egipcia. Con su miembro erecto, se destacaba su potencia fecundadora. Entre nosotros lo llamaríamos desde ese momento el dios de la “Minga”.
El Santa Santorum
Atravesando el tercer pílono, construido por Amenofis III, se accede a un espacio particular que marcaba el punto de encuentro de los ejes sagrados del mundo: aquí el eje celeste se cruzaba con el eje terrestre y este encuentro se marcó con cuatro obeliscos que mandaron construir Tutmosis I y II. De los cuatro obeliscos hoy sólo queda uno:
Entre el cuarto y quinto pílono se encuentra un vestíbulo transversal llamado antiguamente Uagit (“el verdeante”), adornado en su origen con grandes columnas y hoy día prácticamente en ruinas; aquí la reina Hatshepsut mandó levantar sus dos obeliscos de granito rosa, de los cuales sólo permanece uno in situ:
"La función de los obeliscos parece vinculada al culto solar de Heliópolis, al identificarse esta construcción con el primer punto en el que se posaron los rayos del Sol durante la creación del mundo. De hecho, la palabra “tejen” (txn) usada por los egipcios para denominar a estas enormes agujas, significaba literalmente “rayos de sol”.
"¿Cómo trasladaron los egipcios miles de toneladas de piedra sin romper la frágil estructura de los obeliscos? Hoy día a ningún constructor moderno se le pasa por la cabeza realizar un bloque de piedra de tan descomunales proporciones. Nuestros camiones de mayor carga pueden transportar apenas 50 toneladas¿Cómo lograron los egipcios, entonces, cargar manualmente lo que hoy no podemos hacer con nuestras mejores máquinas? Tradicionalmente se ha interpretado que el traslado de un gran obelisco se realizaba arrastrándolo hasta el río, donde era embarcado en un gran barco de papiro y madera. La lógica nos lleva a pensar que el objeto saldría totalmente acabado de la cantera. Así, sería mucho el cuidado que, a lo largo del trayecto, se debía de dar al piramidión y a las aristas del obelisco para no deteriorarlas".
"Sin embargo, son muchos los enigmas que nos inquietan a la hora de plantear esta teoría. ¿Por qué pista o camino fueron trasladados? No se ha conservado ninguna infraestructura parecida y los aledaños de la cantera de Asuán hasta el río no son, precisamente, una superficie rocosa como pueda ser la meseta de Gizéh. ¿Cuanta gente pudo colaborar en su traslado? Lo ignoramos; e intentar pensar en un cálculo aproximado parece a todas luces inútil, toda vez que no sabemos el método ni el camino que pudieron utilizar. Sobre el procedimiento de traslado sucede otro tanto. Los célebres rodillos o trineos de madera -de estos últimos tenemos algunos buenos ejemplos en relieves legados por los propios egipcios- se aplastarían bajo el peso del obelisco y, según investigaciones actuales , ni los más modernos cilindros de acero aguantarían el peso y movimiento de un objeto de estas características".
Supongamos, haciendo un alarde de imaginación, que hemos llegado finalmente al río con alguno de los métodos anteriormente expuestos. ¿Qué barco del año 1400 a.C. podría aguantar 1.200 toneladas? En algunos de los relieves del templo de la reina Hatshepsut se observan algunos relieves en donde se representan barcos que trasladan obeliscos por el Nilo.
La altura de estas piezas superaba los 20 m, aunque en el dibujo aparecen más pequeños en proporción con los tripulantes, norma muy común en los relieves egipcios. Pero más que una respuesta a nuestra pregunta, el relieve parece ofrecernos una sorpresa mayor ya que el barco transporta dos obeliscos a la vez..."
¿Qué tipo de barco podía cargar más de 2.000 toneladas sobre un río en el que no existe un solo punto con calado considerable? Si a esto añadimos que el Nilo está repleto de bancos de arena y de bajos, en donde suelen verse atrapados los barcos modernos, construidos expresamente para este recorrido, parece inexplicable cómo pudieron los egipcios transportar estos grandes obeliscos cientos de kilómetros río abajo.
"Algunos especialistas modernos ofrecen una teoría para la colocación exacta de los obeliscos egipcios: ante el lugar elegido para su levantamiento se fabricaba una rampa de arena y barro por la que se dejaba caer lentamente el obelisco, orientándolo hacia el lugar elegido con una serie de cuerdas que tensaban o frenaban la caída según se precisara. Abajo se construía un grueso muro se contención con varios canales en su interior ara que fluyera la arena desalojada, y que funcionaba de tope mientras que se tensaban las cuerdas que hacían ascender el obelisco."
Uno de los obeliscos gemelos de granito rosa construidos por Hatshepsut sufrió en siglos o milenios posteriores un intento de traslado con el resultado que vemos.
El templo de Amón está orientado, desde el primer al sexto pílonos según un eje este-oeste siguiendo la trayectoria del sol y simbolizando el eje solar y celeste. Pero también hay un eje norte-sur que abraca del séptimo al décimo pilono, en paralelo al curso del Nilo y que indicaba el eje real o terrestre.
Justo antes de ese séptimo pilono se extiende el “patio de la cachette o del escondrijo”, donde en 1901 el arqueólogo francés Legrain descubrió (escondidas bajo su suelo probablemente por los Sacerdotes de Amón de la época Ptolemaica), unas 17.000 estatuillas de bronce y cerca de 900 grandes estatuas de piedra.
Tras el patio, la Capilla de la Barca Sagrada, de granito rojo, dividida en dos salas, la exterior, en donde se presentaban ofrendas ante el dios y la interior destinada a guardar su barca.
Detalle del techo de la capilla con el cielo estrellado
Todos los años en verano, el Nilo crecía y abandonaba su cauce para fecundar su amada, la tierra de Egipto. Amón, que residía en el Templo de Karnak, salía de su morada portado a hombros de sus miles de Sacerdotes hasta el río, donde navegaba hacia la morada de su mujer, la diosa Mut, en el templo de Luxor. El resultado de la unión es Jonsu, dios de la Luna, cuyo templo está detrás del de su padre, en Karnak, y la prosperidad de las cosechas para la tierra de Egipto. El camino de vuelta era terrestre, por el camino de esfinges de carneros.
Volviendo sobre nuestros pasos y hacia la derecha llegamos a donde esta el escarabajo y el lago sagrado.
Este escarabajo sobre pedestal representa a Jepri, el sol de la mañana. Situado actualmente frente al Lago Sagrado, originalmente se encontraba en los restos del templo de Amenhotep III (donde actualmente sólo quedan los dos colosos de Memnon) pero lo trasladaron a Karnak.
En esta zona también se encuentra el lago Sagrado, utilizado diariamente por los sacerdotes para la purificación. El agua llega directamente del Nilo por un canal. El lago sagrado también se utilizaba durante festivales en los cuales las imágenes de los dioses viajaban a través del lago en botes. Mide 130 X 77 m y esta rodeado por bodegas y las casas de los sacerdotes. Es una imagen del océano primordial, del que fue creado el mundo: el remanso, en el que nadaban las ocas consagradas a Amón.
Y ahora una visita que ya no llegamos a hacer por la falta de tiempo:
Tras el Patio Central esta el Ajmenu, edificio construido por Tutmosis III en el que podemos encontrar la famosa “Sala de la Fiesta”, estrechamente ligada al “Heb-Seb” o fiesta de la Regeneración. Hermosa sala hipóstila sostenida por dos hileras de 10 columnas y una de 32 pilares rectangulares. Rastros de pinturas datables en el siglo VI de nuestra era han sido hallados sobre algunos de estos pilares y atestiguan que la sala fue transformada en iglesia por una comunidad cristiana.
Al acabar la visita tuvimos algo más de media hora para sacarnos fotos y perdernos por el templo. Empezamos ademas a hablar con nuestros compañeros de viajes e intercambiarnos las camaras para hacer fotos de pareja.
Acto seguido volvimos al bus para salir hacia nuestra proxima parada , el Templo de Luxor