El día empezaba caminando por las Merceries hasta S. Marcos con el fin de visitar sus principales edificios. En el trayecto nos encontramos, además de montones de tiendas, algunos detalles, como un bajo relieve de San Jorge enfrentándose al león, que al parecer es de finales del siglo XV. No es el único que hay en Venecia con este motivo, como ya veremos.

Ya llegando al final de la mercería del Orologio, podemos ver otro bajo relieve con una historia curiosa. Se trata de una mujer asomada a una ventana que aparece en el momento en el que se le cae un mortero a la calle. No sé si la historia se corresponde a la realidad pero lo cuenta la Wikipedia. Según esta enciclopedia a la mujer se le resbaló el mortero cuando pasaba por debajo Bajamonte Tiépolo, allá por el siglo XIV, que encabezaba un levantamiento, con tal fortuna que le dejó tieso allí mismo. Eso supuso el fin de los disturbios. En gratitud, la Signoria della Repubblica decretó la exención de pago de impuestos a perpetuidad para la mujer. Qué cosas

Entramos en Piazza S. Marco y nos dirigimos hacia el Palacio Ducal. Llevábamos la entrada impresa comprada por internet, pensando en posibles colas, que en ese momento, la hora de apertura, no existía. Pero bueno por si acaso no está de más ser previsor.
Este Palacio es el más bonito y mejor conservado que he visto nunca. El exterior es realmente espectacular y con un aspecto de liviandad que hace aún más impresionante la fachada.

Pero si el exterior es increíble, el interior no se queda atrás. Entras a un patio renacentista con una fenomenal colección de esculturas y detalles varios y un par de pozos con magníficos brocales. Pongo la imagen que obtuve desde el segundo piso porque enseña mejor lo que es el patio en su conjunto

Aquí uno de los espléndidos detalles del patio de entrada

Un magnífico bajo relieve

Y el brocal en bronce de uno de los dos pozos existentes en el patio

Al fondo a la derecha está la famosa Scala dei giganti, (Escalera de los Gigantes), que fundamentalmente es conocida por las esculturas que la culminan que son de Sansovino. Una es el dios del mar, Neptuno y la otra representa al dios de la guerra, Marte.

La visita al Palazzo se hace de modo sencillo ya que hay un circuito que te va llevando de unos lugares a otros. Desde el primer piso se tienen unas magníficas vistas sobre los alrededores, especialmente de la librería sansoviniana

Y del Campanile y parte de la Plaza de S. Marco

Cuando nosotros estuvimos en ese primer piso había una interesante exposición de Carlo Guarienti, un artista italiano bastante conocido, dentro de la 55a Biennale Internazionale d’Arte. Entre las obras que más me llamaron la atención se encontraba este Herodes

O este denominado Gladiatore

En el primer piso nos encontramos con la Scala d’Oro (Escalera de Oro), obra de Sansovino y que nos conduce a la segunda planta, donde veremos los grandes salones del Palacio Ducal

Esta Scala destaca por la ostentosa decoración de su bóveda en estuco dorado, lo que dio origen a su denominación.

Desde el segundo piso también hay magníficas vistas como esta acuarela de la Riva degli Schiavoni

No se podían sacar fotografías de las grandes salas de esta segunda planta, pero es impresionante ir pasando por la Sala del Maggior Consiglio, la del Scrutinio, del Collegio, del Senato y del Consiglio dei Dieci (Consejo de los Diez, una especie de servicio de inteligencia de la república). Os animo, para ir haciendo boca, a ver en internet fotografías de todas estas salas. Luego cuando llegas y lo ves en directo, la realidad supera a la ficción. Destacan una fantástica colección de pinturas, con las que los aficionados a este arte lo pasarán de película.
Sí se permitían fotografías cuando nos internábamos por las diversas zonas donde estaban las cárceles. Daba un poco de yuyu si te ponías en el pellejo de quienes por allí pasaron. No me gustaría a mí estar en un sitio como este y menos en aquellas épocas

Es que incluso el farol que vimos durante el recorrido de las cárceles, tenía un aspecto tan tétrico, que parecía que por abajo le colgaba una horca.

A resaltar que se pasa por el interior del Puente de los Suspiros, en el que más de un turista intentaba emular a los condenados que por allí pasaban. Pero claro no es lo mismo. Como lo normal es fotografiar el Puente de los Suspiros desde el Puente de la Paja, también se puede hacer lo contrario y devolver a la gran cantidad de turistas que pasan por la Riva degli Schiavoni, su imagen como reflejada en un espejo

Para que al Palacio Ducal no le falte nada podemos contemplar hasta lo que ellos llaman una Gondola Storica

Una vez que terminamos asombrados el paseo por el Palacio Ducal, nos dirigimos al segundo objetivo del día: la Basílica de S. Marco. Otro recinto para extasiarte, especialmente por sus mosaicos y su monumentalidad. Lástima que la fachada esté afeada por los adimentos que tiene a causa de obras de rehabilitación.

Previamente estuvimos en la plaza donde están los leones, a la izquierda de la Basílica, unos más de los muchos que andan sueltos por Venecia

En el interior vas como una manada de borregos, al menos en el momento en el que nosotros fuimos. A lo mejor habría que replantearse el entrar o no durante el período en el que está iluminada, (de 11:30 a 12:30), porque claro el resto de la tropa piensa lo mismo y se forma un follón de órdago a la grande. Aquí no hay fotos porque no se permiten. Ya sé que hay muchos que pasan de recomendaciones. Más de uno de los asistentes enchufaban sus cámaras ante la falta de vigilancia. Vamos que no hay casi impedimentos para incumplir lo que dicen los cartelitos. Pero servidor es una rara avis que piensa que no es necesario colocar diez guardias detrás de uno para cumplir las indicaciones. Cuestión de civismo, que por lo que ví no está muy extendido. El resultado es que no hay fotos mías del interior de la Basílica de S. Marco. Pero vamos hay montones por internet para el interesado.
En el interior pagamos para ver la Pala de Oro. Desde mi punto de vista merece la pena los 3€, que no son nada en el conjunto del viaje, para contemplar esa plancha verdaderamente bella.
Donde si pudimos enfocar el objetivo es en la parte exterior del Museo, que está al entrar a mano derecha, subiendo por unas escaleras. El Museo es donde están los caballos auténticos que en el exterior han sido cambiados por otros “de pega”. En el exterior hay unas buenas vistas de la Plaza de S. Marco

Del Palacio Ducal

De las columnas de la Piazzetta S. Marco

O de la Librería Sansoviniana

Otra vez en la Plaza de S. Marco, una vez visitada la Basílica, camino del Museo Correr, que está justo al otro lado, es imposible no fijarte en el café Florian, célebre porque un simple café se te puede subir a los 8€. Eso sí con música, para hacer más llevadero el sablazo. Declinamos el honor de sentarnos en sus ilustres mesas. Pero podéis comprobar que a la gente parece no importarle demasiado los precios

Queríamos echar un vistazo a la Sala Monumental de la Librería Sansoviniana. Pera ello teníamos que entrar por el Museo Correr y recorrernos todo este museo y el arqueológico. La Sala que buscábamos era la última del recorrido. Aquí tuvimos una disparidad de criterios mi mujer y yo. A ella le gustó el recinto y hasta el recorrido por el Correr. A mi me pareció nalgo prescindible. Que cada uno se apunte a la opción que prefiera. Por cierto, al Correr entramos con el mismo ticket del Palacio Ducal, el que compramos por internet. Por si alguien tiene interés en sacarle el jugo a los euros que cuesta, que no es barato. Aquí no fotos.
Era el momento de ir a tomar un bocado. Teníamos anotado un sitio no lejos de S. Marco, pero sin los problemas de precios y calidad en los alrededores de ese lugar. Se trata de Alla Basilica en calle Albanesi, que es la primera que te encuentras después de pasar el ponte de la Paglia, que es desde el que todo el mundo se hace fotos con el puente de los suspiros al fondo. Aquí tenían menú y el precio se hizo bastante aceptable. La comida sin ser de diseño resultó razonablemente buena. Si estáis por la zona y antes de caer en las fauces de los atrapaturistas, este sitio puede ser una opción.
Una vez que cogimos fuerzas para continuar nos fuimos a San Zaccaria a coger el barco para San Giorgio Maggiore, la islita esa que se ve desde la Riva Schiavoni y la piazzetta S. Marco. Aquí toca información para evitar equivocaciones. El vaporetto que va a S. Giorgio, es el 2. Pero claro en S. Zaccaria hay 6 embarcaderos, (desde el A al F). El que va a S. Giorgio es el que tiene la letra B. Mirando hacia la laguna es el penúltimo hacia la izquierda. Eso es algo que siempre hay que tener en cuenta en los embarcaderos. En algunos sitios como aquí en S. Zaccaria o en Rialto o Fondamenta Nove hay varios. En otros lugares no hay más que uno, pero incluso en ese caso hay que tener en cuenta que el vaporetto que pillemos sea el número que queremos y vaya en la dirección de nuestro destino, ya que hay embarcaderos que son únicos pero en los que paran varias líneas. Si no se tiene cuidado podemos terminar al otro lado de donde queremos ir. El consejo es que cuando llegue el vaporetto y aunque pensemos que es ese el nuestro, preguntemos al que amarra el barco y quita las cadenas si el vaporetto va al sitio que queremos. No te va a dar explicaciones, (van un poco a su bola), pero si decirte si va allí o no.
S. Giorgio es la siguiente parada desde S. Zaccaría, por lo que lo que hace el vaporetto es cruzar la laguna. Según llegas puedes fotografíar muy bien la Iglesia de Palladio desde el vaporetto. En nuestro caso teníamos el aditivo de una enorme estatua de una mujer que había nacido sin brazos, fue madre y cuidaba sus hijos con los pies. Supongo que los que lleguéis cuando la quiten no tendréis esa vista curiosa

En general el templo tiene la impronta de Palladio. Especialmente ingeniosa es la fachada, que da una imaginativa solución a una iglesia con tres naves. En el interior solo llaman la atención los cuadros de Tintoretto. Pero como no somos muy de pintura, pues nos subimos al Campanille a comprobar eso que se dice de las vistas desde arriba. Efectivamente son bastante buenas. Y estas vistas no se obtienen desde el Campanile de S. Marco. Por eso mi opinión es que ambas vistas son complementarias.

También son resultonas las vistas de la Punta de la Dogana y la Salute.

Y desde arriba se aprecias también los patios del monasterio anexo, que no son visitables


Asimismo se contempla una especie de puerto deportivo como si estuviéramos en una playa del Mediterráneo y que podemos luego recorrer desde abajo

Como nos pasó en el Palacio Ducal, coincidimos con una exposición , que por cierto era gratuita, de un tal Marc Quinn, que por lo visto es un artista inglés con mucho prestigio en todo el mundo. La verdad es que la exposición nos gustó mucho. Además tenía una temática muy amplia, En el exterior había una serie de conchas del que os pongo una muestra

Luego ya en una sala pudimos contemplar montones de esculturas de muy diverso calado. Desde una maravillosa tripita cervecera

hasta unos enormes pechos en los que se pasaron con la silicona

Pasando por un Hamlet futurista

Y de nuevo en el exterior una serie de neonatos, algunos con cordón umbilical incluido

Pues nada, habrá que seguir a este Marc Quinn.
De nuevo nos fuimos a coger el vaporetto para regresar a s. Zaccaría. El siguiente paso era ir al otro lado del Puente de Rialto. Dicho y hecho. Dimos un breve paseo caminando desde S. Zaccaría hasta Rialto, cruzamos el Puente por primera vez y claro nos encontramos con las vistas sobre el Gran Canal

Ya de paso inmortalizamos el puente desde la Riva del Carbón

Y desde la Riva del Vi

Que no se diga que no ejercemos de turistas de vez en cuando.
Una vez cruzado el puente, nos encontramos inmediatamente con la plaza donde está la Iglesia de San Giacomo, popularmente San Giacometto, según cuentan las crónicas la más antigua de la isla de Venecia, (ya veremos que en Torcello hay una más antigua todavía, pero claro está en Torcello, no en la isla de Venecia). De todas formas poco importa cuándo se puso su primera piedra porque la iglesia actual es fruto de una restauración, ya del siglo XVII. En la iglesia destaca enorme reloj de 24 horas, que en contra de lo que se dice cuando nosotros estuvimos marcaba la hora correcta. El interior nos pareció carente de interés.

Enfrente de la iglesia está el llamado Il Gobbo di Rialto, es decir en Román paladino, el jorobado de Rialto. Pinta de jorobado no tiene. Solo que está el hombre agachado y como sosteniendo la escalera que hay encima. Según he leído por ahí, se trataría de un personaje típico de comedias jocosas, como una especie de tonto del pueblo. Al parecer desde la escalera que sostiene Il Gobbo se leían las condenas y los imputados por cargos contra la República Serenísima. También dícese que Il Gobbo era la meta de una carrera un tanto sui géneris (y que me recuerda a la salida de los exámenes de los cateados en Salamanca), una “carrera de palos”, que los condenados hacían desde S. Marco hasta Il Giobbo, pasando entre dos hileras de venecianos sádicos que se dedicaban a golpearles y darles latigazos. Se cuenta que cuando los sufridos condenados llegaban a la imagen del Gobbo le daban besos y abrazos en cantidades industriales, dado que era el fin de su tortura. Con posterioridad, ya en el siglo XVI, el Gobbo servía como una especie de buzón de denuncias tipo Fátima Bañez, pero al revés, ya que en este caso en vez de denunciar a los trabajadores se denunciaban las disolutas costumbres del clero y la corrupción del gobierno. No estaría mal tener en España un Gobbo como este. Por cierto esta función del Gobbo como lugar de denuncias es similar a lo que se hacía con otra estatua de la que ya hablaremos cuando toque: la de Antonio Rioba en Campo dei Mori

Según el plan las visitas del día habían terminado. Pero resulta que Venecia se ve en menos tiempo del que se supone. Y decidimos irnos a Lido, cosa que no estaba prevista. Así que volvimos a cruzar el Puente de Rialto para coger el vaporetto. De esta forma íbamos a recorrer parte del Gran Canal que va desde Rialto hasta su desembocadura en la laguna. Con lo que, además, cumplíamos lo que se recomienda de recorrer entero el Gran Canal en vaporetto, recomendación que entendemos totalmente acertada.
A lo largo del trayecto nos fuimos topando sucesivamente con el Palazzo Giustinian y Ca Foscari, muy llamativo el conjunto

Ca Rezzonico

El Palazzo Loredan

El Puente de la Accademia, que se reconstruyó provisionalmente de madera y la provisionalidad dura ya un montón de años. Cuando hagamos la ruta por Dorsoduro ya subiremos a él y contemplaremos las vistas desde arriba

Pasando la vista a la izquierda pasamos por el Palacio Franchetti. Nos gustó mucho su fachada. Pondré más adelante una foto mejor desde el puente de la Accademia

Más adelante nos cruzamos con una góndola con ocupantes

De nuevo en la orilla derecha pasamos por el Palacio Barbarigo, con una bonita decoración

Y a continuación el museo Peggy Gugheggein

Y enseguida el Palacio Tiepolo

Y finalmente la Iglesia de la Salute

Con las mismas llegamos a Lido. Justo donde se desembarca está una de las calles principales de la isla S. Maria Elisabetta. Al final de la misma hacia derecha se va hacia el lugar donde se celebra la Mostra del cine, que casualmente se estaba celebrando durante nuestra estancia. Pero había que hacer un paseo un tanto largo de ida y vuelta, así que decidimos no ir hasta allá. Tampoco es que me llamara mucho la atención esas cosas de alfombras rojas y similares. Así que nos limitamos a echar una ojeada al Hotel des Bains, el de Muerte en Venecia, actualmente cerrado

Luego cruzamos hacia la playa para comprobar que efectivamente en Venecia, aunque fuera en Lido se podía uno bañar

Y con las mismas nos fuimos a tomar algo porque era la hora. Por S. María Elisabetha, vimos un sitio lleno de gente y nos dijimos, si está lleno será por algo. Así que allí paramos. Se llama Restaurant Pizzeria Ai do Mati. Sitio del montón pero no malo. Se puede ir si no busca uno exquisiteces.
Después de cenar cogimos el vaporetto y nos fuimos al hotel. Con esto terminábamos un día que había dado más de sí de lo que pensábamos.