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La idea es volver a Mombasa después de comer para realojarnos y pasar la noche allí porque nuestro safari sale mañana a primera hora. Ala, vamos a aprovechar el día.
Paseo mañanero mientras sube la marea. Aquí los lugareños/as se pasan horas recogiendo conchitas allá por donde la arena está repleta de erizos del mal (digo, de mar). Oye, vamos a ver (con las chanclas troteras, claro, bien ajustaditas al tobillo). Recogemos conchitas, vamos atravesando Tiwi... y de repente nos vemos con el agua por las rodillas y subiendo (y estamos con el uniforme oficial puesto, que no lo hemos dejado en la orilla porque estábamos de paseo, oiga). Pues nada, si la marea tiene ya a bien ofrecernos un baño, dejamos las cosas en la orilla (con dificultad, que no lo hemos dicho pero hay socavones que te sorprenden y te hunden alegremente) y nos bañamos. Pero, mira, ya que estamos lejos, andamos un pelín más y nos bañamos en Diani (es la siguiente playa a Tiwi, cual Plentzia y Gorliz pero con más distancia y palmeras en lugar de cemento).
Puesssss... Diani sí que tiene mejor playa... Vamos, que te puedes bañar sin chanclas y todo, que los erizos prefieren Tiwi... Y hay hasta olitas... Bueno, pero también hay blancos/as, hay más lodges, por haber hay hasta los típicos pesados/as que te dicen que vayas a su restaurante a comer... Vamos a ver, nada que ver con Benidorm o semejantes terribles lugares de la costa española, entendámonos, pero para nosotros sigue siendo una opción peor.
Dedos arrugados. Volvemos a Tiwi, comemos y nos vamos haciendo a la idea de dejar de escuchar el rumor de las olas. Para volver a Mombasa utilizamos el método tradicional de pedir un taxi a través del hotel (que se lo cobra, claro, por 2200KES y eso después de regatearlo).
Oyes eso? Piiiiiiii, piiiiiiiii, piiiiiiiiii, piiiiiiiiii... Bienvenidos/as a Mombasa! Para entrar a la ciudad hay que pasar un ferry en el que se apiñan coches, bicis, personas… En lo que dura el trayecto no dejamos de sentir las miradas de la gente hacia el interior de nuestro coche. Parece que lo flipan, entre otras cosas, con el pelaco de mis brazos y mis piernas.
Cenamos en un chiken (flaco) and chips y, mira qué gracia, nos regalan dos jabonetas fucsias con la cena. Vaya promoción más rara. Bueno, es que aquí lo de lavarse las manos antes de comer lo llevan muy a rajatabla. Además como utilizan muchas veces las manos para comer... Igual el sitio es cutre y los baños están llenos de mierda mierdísima, pero junto a las mesas tienes un lavabo para que pases por él antes de llevarte algo a la boca. Y menos mal.
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