Día 18: SEGUNDO SAFARI: PARQUE NACIONAL DE TSAVO EAST ✏️ Diarios de Viajes de Kenia

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Toc, toc, toc, toc... Good morning! Esto... perdona??? Quién llama a la puerta? Pero qué hora es? Pero esto qué es? Habíamos quedado a las 7:00 abajo pero ha venido el guía a las 6:30 a por nosotros... Pues espera un poquito, majo, que engullimos el desayuno y bajamos.

Bajamos y ahora nos toca esperar a nosotros. Nos explica el del hotel que la minivan se ha ido a buscar a los otros integrantes del safari. Y al de un rato aparece Crispin (…) y nos dice que la minivan va hacia Tsavo ya porque la hora de partida se ha adelantado media hora y que por eso han venido antes a buscarnos y yo qué sé.

Su idea es alcanzar a la minivan yendo más rápido en su coche... Ya, pero si paras a echar gasolina y hasta que no vas a la tercera gasolinera del camino no encuentras gasolina (cosa frecuente en Kenia, no me digas por qué, que en las gasolineras te digan que vayas a otra...)... pues te comes unos cuantos kilómetros persiguiendo a una minivan.

En el trayecto Crispin (…) nos explica que vamos a hacer el safari con una familia alemana que se ha empeñado en dormir en un hotel que es más caro que el que nosotros hemos contratado, pero que no nos va a cobrar el sobrecoste. Vaya sablada que les ha tenido que pegar para que nos diga a nosotros que no nos preocupemos... Así que no han querido hacerles esperar y nos han dejado a nosotros tirados en Mombasa...

Cuando alcanzamos la minivan conocemos a la familia alemana y confirmamos nuestras sospechas. Matrimonio rico con hija adolescente que, como quien dice, no han pisado Kenia. Del aeropuerto al resort de lujo de la playa... Y ahora a la minivan con esta parejita mochilera. Hello, hello...

Mañanita en la minivan hasta llegar a Tsavo a la hora de comer. Menudo garito en el que paramos! Un buffet de lujo. Literal. Vamos, que no sirven carne de cabra ni de coña. La gente va y viene con su ropa recién estrenada de Coronel Tapioca o con el pareo porque acaban de salir de la piscina que está fuera, con vistas a un abrevadero llenito de elefantes y cebras... Nos sentimos un tanto raros en este ambiente. Pero, vamos, no vamos a hacer ascos a esa mousse de tiramisu que estamos viendo, por ejemplo. Nos sentamos, dejamos nuestra botella de agua en la mesa y nos disponemos a llenar los platos. A lo Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí, guardamos la botella de agua bajo la mesa cuando una señorita con pajarita nos dice que no está permitido introducir bebidas de fuera... Nos sentimos un tanto raros en este ambiente...

Partimos hacia el hotel en el que vamos a dormir para dejar las cosas y hacer, por fin, un recorrido por el parque. En esto que oímos la palabra Hilton y vemos a lo lejos un complejo de la pera levantado sobre enormes pilares entre los que se mueve una animalada considerable. Estamos en nuestro hotel. A partir de este momento no dejamos de alucinar. Me atrevo a decir que nunca en nuestra vida tendremos unas vistas semejantes desde la ventana de una habitación: elefantes, cebras, búfalos, alcéfalos... justo debajo. LUXURY total y absoluto (por no hablar ya de las comodidades de las instalaciones, con botecito de acondicionador para el pelo y todo en el baño en el que, por cierto, te puedes duchar sin chanclas sin miedo alguno). Estos alemanes sabían lo que se traían entre manos con su caprichito.

Descubrimos que el hotelito tiene un túnel subterráneo que lleva a un mirador semienterrado desde el que te plantas delante de un abrevadero lleno de animalitos. Me atrevo a decir que nunca en nuestra vida tendremos a semejantes bichos tan cerca. Con todo esto a dos palmos no nos planteamos contratar el safari nocturno extra que ofertan desde el hotel (que hay que pagar aparte, claro).

Ahora bien, descubrimos que la ética de estos sitios preparados para ricos/as deja mucho que desear (vaya descubrimiento, no?). Resulta que sacan una manguerita y dan de beber a los animales que se acercan para que los turistas ricos/as que allí se alojan (todavía no entendemos cómo hemos podido aterrizar en este sitio) puedan ver a los bichitos a escasos 3 metritos. No gusta. Osea, gusta porque es inevitable que no te guste tener a un elefante a 3 metros justo delante de ti, bebiendo, jugando, peleando... Pero vamos a ver, venimos a Kenia porque queremos ver animales salvajes, en su hábitat, y no un puñetero zoo. No nos parece ético atraer a los animales de esa manera y alterar su modo de vida natural. Así que bajo los pilares del hotel hay tanta animalada. Es como un macrobotellón la cosa.

Aprovechamos para decir que esta falta de ética debe ser bastante habitual y el vacío legal al respecto permite que goce de impunidad. Hemos llegado a leer en un foro a una chica que decía que en su resort de lujo el personal del hotel acostumbraba a alimentar a los leopardos del parque echándoles cabras por la noche, para el disfrute del turisteo. Fatal.

Además, insistimos, el ambiente es demasiado pijo como para sentirse cómodo. Nosotros, con nuestras zapatillas y nuestras riñoneras lo desentonamos todo con esas chicas con vestido y tacones y esos chicos con camisa. Gente que no ha pisado Kenia desde nuestro punto de vista...

Hoy dormiremos entre barritos (no barros pequeñitos sino berridos de elefantes, amigos/as). Pero renunciaríamos a ello, a las vistas desde el ventanal de la habitación, a los elefantes a 3 metros... encantados si ésa fuese la consecuencia de cerrar la puñetera manguerita.

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