Salimos a las 7:30 del hotel en dirección a la estación de autobuses, de donde partía el autocar a Puerto Varas a las 8:00, siguiendo el recorrido Villa la Angostura - Paso Internacional Cardenal Antonio Samoré - Aduana chilena - Osorno. Fuimos bordeando el lago Nahuel Huapi por diferentes brazos situados al norte de Bariloche, así como el lago Correntoso en algún momento, hasta llegar a la Villa La Angostura, pueblo que me pareció muy mono con sus casas de madera y jardincitos. Todo muy bien urbanizado con respecto a Bariloche. También unos alojamientos típicos de montaña tanto en el pueblo como durante el trayecto, que sí hacían pensar en Suiza. Nos dirigimos a continuación hacia el paso internacional, donde se encuentra la aduana argentina. El trámite de inmigración no duró mucho pero tuvimos que esperar a que revisaran el autocar y los equipajes, para lo que se ayudan de un perro, que ni corto ni perezoso se tiró al interior del maletero para olisquear todos los bultos.
Ya en territorio chileno, empezamos a atravesar el área del Parque Nacional Puyehue. Me sorprendió la frondosidad de los bosques, tanto de árboles como de vegetación baja, puesto que allá donde miraba lo único que veía era verde y más verde. Es zona de la selva valdiviana, que es un bosque lluvioso templado muy denso y oscuro. En algunas partes el bosque estaba como quemado. Al principio pensé que podría haber sido un incendio y luego que quizás se debería probablemente a la erupción volcánica del Puyehue en el 2010, que afectó a la Patagonia, en Chile y en Argentina. Si el paso de la aduana argentina no había sido muy lento, pasar la chilena fue todo lo contrario, debido a que había varios autocares y coches delante del nuestro. El procedimiento fue entregar los papeles de inmigración, luego hubo que poner todos los equipajes de mano sobre un banco para que lo olisqueara un perro (en uno de los bolsos que llevábamos el perro dejó unas babas o acercó demasiado el hocico, porque lo dejó mojado), se sacaron todas las maletas del autocar y otro perro pasó entre ellas, para finalmente un señor seleccionar unas maletas y hurgar en ellas, sin ponerse guantes ni nada. ¡A saber dónde habría tenido metidas las manos!. Con la broma estuvimos allí más de una hora. Tras pasar las Termas de Puyehue y salir del parque nacional, se recorre una zona de verdes praderas, con ganadería y el lago Puyehue, que bien podría asemejarse a algún lugar del norte de España. La última parte del viaje, tras parar en Osorno, va dirigiéndose hacia Puerto Varas, vislumbrando de vez en cuando el lago Llanquihue. Tardamos más de 6 horas en llegar a Puerto Varas.
Hotel Bellavista:
Elegir este hotel fue todo un acierto porque se encuentra frente al lago Llanquihue, así que en caso de que haga buen día la panorámica es excelente, al contemplarse de frente se divisa el volcán Osorno, con su típica estampa cónica, mientras que hacia la derecha se observa el volcán Calbuco. Nosotros tuvimos esa suerte y encima tampoco hizo viento los dos días que estuvimos alojados, así que la estancia fue mucho más placentera que en el caso de Bariloche. Las habitaciones tienen todas vista al lago y a los volcanes, por lo que en ese sentido da lo mismo elegir una u otra. Nosotros la pedimos en la 3ª planta en categoría estándar. Son grandes (unos 30 m según se anuncia en algunas páginas) y un tanto rústicas y espartanas, esto es, que se puede echar en falta algún mobiliario y tampoco tienen una decoración especial. A nosotros nos hubiera gustado por ejemplo que hubiera un escritorio y alguna silla o sillón. En referencia al desayuno, es a partir de las 7 de la mañana y es de tipo buffet, con cereales, fruta, embutidos, dulces, leche, etc... De calidad me pareció más o menos aceptable, aunque no se puede decir que fuera especialmente extenso. Dentro de las zonas comunes el salón es bastante acogedor y apetece estar un rato en él, viendo por supuesto las vistas del lago a través de los grandes ventanales. En el salón hay también un par de ordenadores desde los que se puede navegar por Internet. Otros dos detalles es que te dan por un lado un vale para tomar una bebida de cortesía durante la estancia en el hotel y por otro que dan un folleto de la agencia Turistur por si quiere uno contratar alguna excursión. En resumen, que es un hotel recomendable.
Ya en territorio chileno, empezamos a atravesar el área del Parque Nacional Puyehue. Me sorprendió la frondosidad de los bosques, tanto de árboles como de vegetación baja, puesto que allá donde miraba lo único que veía era verde y más verde. Es zona de la selva valdiviana, que es un bosque lluvioso templado muy denso y oscuro. En algunas partes el bosque estaba como quemado. Al principio pensé que podría haber sido un incendio y luego que quizás se debería probablemente a la erupción volcánica del Puyehue en el 2010, que afectó a la Patagonia, en Chile y en Argentina. Si el paso de la aduana argentina no había sido muy lento, pasar la chilena fue todo lo contrario, debido a que había varios autocares y coches delante del nuestro. El procedimiento fue entregar los papeles de inmigración, luego hubo que poner todos los equipajes de mano sobre un banco para que lo olisqueara un perro (en uno de los bolsos que llevábamos el perro dejó unas babas o acercó demasiado el hocico, porque lo dejó mojado), se sacaron todas las maletas del autocar y otro perro pasó entre ellas, para finalmente un señor seleccionar unas maletas y hurgar en ellas, sin ponerse guantes ni nada. ¡A saber dónde habría tenido metidas las manos!. Con la broma estuvimos allí más de una hora. Tras pasar las Termas de Puyehue y salir del parque nacional, se recorre una zona de verdes praderas, con ganadería y el lago Puyehue, que bien podría asemejarse a algún lugar del norte de España. La última parte del viaje, tras parar en Osorno, va dirigiéndose hacia Puerto Varas, vislumbrando de vez en cuando el lago Llanquihue. Tardamos más de 6 horas en llegar a Puerto Varas.
Hotel Bellavista:
Elegir este hotel fue todo un acierto porque se encuentra frente al lago Llanquihue, así que en caso de que haga buen día la panorámica es excelente, al contemplarse de frente se divisa el volcán Osorno, con su típica estampa cónica, mientras que hacia la derecha se observa el volcán Calbuco. Nosotros tuvimos esa suerte y encima tampoco hizo viento los dos días que estuvimos alojados, así que la estancia fue mucho más placentera que en el caso de Bariloche. Las habitaciones tienen todas vista al lago y a los volcanes, por lo que en ese sentido da lo mismo elegir una u otra. Nosotros la pedimos en la 3ª planta en categoría estándar. Son grandes (unos 30 m según se anuncia en algunas páginas) y un tanto rústicas y espartanas, esto es, que se puede echar en falta algún mobiliario y tampoco tienen una decoración especial. A nosotros nos hubiera gustado por ejemplo que hubiera un escritorio y alguna silla o sillón. En referencia al desayuno, es a partir de las 7 de la mañana y es de tipo buffet, con cereales, fruta, embutidos, dulces, leche, etc... De calidad me pareció más o menos aceptable, aunque no se puede decir que fuera especialmente extenso. Dentro de las zonas comunes el salón es bastante acogedor y apetece estar un rato en él, viendo por supuesto las vistas del lago a través de los grandes ventanales. En el salón hay también un par de ordenadores desde los que se puede navegar por Internet. Otros dos detalles es que te dan por un lado un vale para tomar una bebida de cortesía durante la estancia en el hotel y por otro que dan un folleto de la agencia Turistur por si quiere uno contratar alguna excursión. En resumen, que es un hotel recomendable.

Excursiones:
Nada más llegar a Puerto Varas y acomodarnos en el hotel, fuimos a la oficina de turismo que está en una caseta en la costanera del lago. Allí tienen un listado con todas las excursiones que se pueden hacer, empresas que las organizan, días de la semana y precios, así que en caso de que uno no sepa 100% todas las actividades existentes o no tenga ni idea de agencias, es un sitio estupendo en el que se pueden contratar. Esa tarde había salido a las 14:30 0 15:00 una excursión para Frutillar y Puerto Octay, pero habíamos llegado demasiado tarde como para engancharnos, así que contratamos una a Chiloé para el día siguiente, por un precio de 30000 $ (pesos chilenos) y esa tarde la dejamos para Frutillar.

El lago Llanquihue fue descubierto en 1552 por Pedro de Valdivia durante una expedición con el objetivo de establecer una ruta con la isla de Chiloé. Con la fundación de la ciudad de Osorno al año siguiente, la ruta se desvió por otras tierras y esto, unido a la dificultad de establecerse a orillas del lago Llanquihue por ser tierras pantanosas, hicieron que el lago fuera cayendo en el olvido. Con la despoblación de Osorno y tierras situadas más al sur a principios del siglo XVII, el lago permaneció completamente abandonado hasta mediados del siglo XIX, cuando el gobierno chileno, ya independizado de España, inició una campaña para colonizar la Patagonia desde Valdivia hacia el sur, en la que contó con el naturalista alemán Bernardo Philippi. Éste, durante una expedición realizada, redescubrió el lago Llanquihue y le pareció de tal belleza que se implicó personalmente para lograr que algunas familias alemanas de artesanos se establecieran en el sur de Chile. En 1848 el presidente chileno encargó a Bernardo Philippi la tarea de buscar de 150 a 200 familias alemanas para colonizar la región y un par de años después a Vicente Pérez Rosales como agente de colonización, que inició una exploración para encontrar tierras alternativas en las que acomodar a la progresiva oleada de colonos alemanes que iban llegado. Fue así como se fueron fundando progresivamente las ciudades de Puerto Montt, Puerto Varas, Llanquihue y Frutillar. Dedicados inicialmente a actividades agrícolas, fueron creando posteriormente industrias cerveceras, de salazones, apícolas, etc... Es por todo esto que en la actualidad estas localidades tienen todavía influencia alemana.
En cuanto a Frutillar, fundada en 1856, se cree que tiene este nombre por la gran cantidad de fresas silvestres que había en los bosques.
Mucho más sobre la historia del lago en esta página de la que he extraído el resumen anterior:
www.frutillar.com/ ...iptico.pdf
Frutillar: Las furgonetas para ir a esta localidad se cogen en la calle del Salvador, en el tramo de acera entre la oficina del Banco de Chile y una oficina de cambio de dinero que pone Inter-Money Exchange. Hay que asegurarse que las furgonetas van a Frutillar Bajo, que es la parte interesante a orillas del lago Llanquihue, porque otras van sólo a Frutillar Alto. El billete nos costó en marzo de 2014 900 $. La furgoneta en la que fuimos pasaba por Llanquihue y finalizaba en Frutillar Bajo, tardando sobre 30 minutos en hacer el recorrido. A nosotros nos dejó el conductor junto a la oficina de turismo, aunque no sé si ahí tiene parada. A las malas la última parada está como mucho a 100-200 metros.
La localidad me dio la sensación de ser bastante tranquila, ideal para pasar unas vacaciones relajadas y tiene cierto aire centroeuropeo (alemán) que se refleja en el tipo de arquitectura de muchas casas y de las iglesias, a la par que en los deliciosos kuchen que se pueden degustar.
En cuanto a Frutillar, fundada en 1856, se cree que tiene este nombre por la gran cantidad de fresas silvestres que había en los bosques.
Mucho más sobre la historia del lago en esta página de la que he extraído el resumen anterior:
www.frutillar.com/ ...iptico.pdf
Frutillar: Las furgonetas para ir a esta localidad se cogen en la calle del Salvador, en el tramo de acera entre la oficina del Banco de Chile y una oficina de cambio de dinero que pone Inter-Money Exchange. Hay que asegurarse que las furgonetas van a Frutillar Bajo, que es la parte interesante a orillas del lago Llanquihue, porque otras van sólo a Frutillar Alto. El billete nos costó en marzo de 2014 900 $. La furgoneta en la que fuimos pasaba por Llanquihue y finalizaba en Frutillar Bajo, tardando sobre 30 minutos en hacer el recorrido. A nosotros nos dejó el conductor junto a la oficina de turismo, aunque no sé si ahí tiene parada. A las malas la última parada está como mucho a 100-200 metros.
La localidad me dio la sensación de ser bastante tranquila, ideal para pasar unas vacaciones relajadas y tiene cierto aire centroeuropeo (alemán) que se refleja en el tipo de arquitectura de muchas casas y de las iglesias, a la par que en los deliciosos kuchen que se pueden degustar.

Tras preguntar en la oficina de turismo nos fuimos a toda prisa hacia el Museo Colonial Alemán, que recrea cómo eran el tipo de viviendas en las que vivían los primeros colonos alemanes y las actividades a las que se dedicaban. El museo fue inaugurado en 1984 y consta de edificios como el Molino de Agua, la Herrería, el Campanario y la Casona de Campo. Todos los edificios están integrados en jardines o bosques, por lo que es realmente agradable de recorrer. En invierno, o sea a partir de marzo, cierra a las 6 de la tarde.




Desde el museo nos fuimos nuevamente hacia la costanera, que junto con el museo es el punto fuerte de la localidad, puesto que en días soleados como el que nos hizo, se puede contemplar al frente los volcanes Osorno y Puntiagudo. El volcán Osorno, de unos 2600 m de altitud, lleva varios siglos inactivo y se caracteriza por la forma cónica que tiene y por la nieve que hay acumulada siempre en la parte superior. El Puntiagudo está entre el lago Rupanco y el lago de Todos los Santos, tiene cerca de 2500 m de altitud y también está inactivo. Su peculiar forma se debe a la actividad glaciar.


Estuvimos un buen rato admirando las vistas desde la costanera, con el Teatro del Lago y el muelle nuevo en primer plano.
Isla de Chiloé:
Pasaron a buscarnos por el hotel a las 8 de la mañana y salimos dirección hacia el sur pasando por Puerto Montt para ir hasta Pargua, donde teníamos que coger el ferry para cruzar el canal de Chacao hasta la isla principal de Chiloé. El traslado no llega a la media hora, pero aún así hay tiempo para ver el paisaje costero desde la cubierta.

La primera parada que hicimos nada más poner el pie en la isla fue el pueblo de Chacao. Lo más destacado está en la plaza Martín Ruíz de Gamboa, donde una placa indica que Chacao fue fundada con el nombre de San Antonio de Chacao por los españoles en 1567. De su función como fuerte militar queda constancia por el par de cañones que hay en el jardín de la plaza. El monumento principal en esta plaza es la iglesia de San Antonio de Chacao, edificada en 1710. Es una de las numerosas iglesias de madera que se puede visitar en las islas de Chiloé (no sólo en la isla grande). Alrededor hay casas llamativas por su colorido que en su mayor parte son tiendas de souvenirs.

Chiloé es un lugar en el que hay muchas leyendas locales en torno a personajes fantásticos, algunasde las cuales nos mencionaron de camino hacia Castro:
- Trauco: Es un personaje enano que vive en los bosques y que es poseedor de una gran fuerza. A pesar de su aspecto repulsivo ejerce una gran atracción sobre las mujeres, que se le entregan. En aquellas que se resisten incluso les provoca sueños eróticos hasta que ceden. Se utiliza como justificación de muchos embarazos.
- Pincoya: Es la deidad de la fertilidad del mar. Junto con su marido el Pincoy recorren parajes solitarios de la costa. La Pincoya es una mujer atractiva y sensual que atraida por el canto del Pincoy, baila desnuda a la orilla del mar. Según la leyenda, si baila de cara al mar, habrá abundancia de pesca, pero si lo hace de espaldas a él, habrá gran escasez.
- Caleuche: Es un barco fantasma que navega por las noches y es utilizado por los brujos. Está muy iluminado y se dan grandes fiestas en él, por lo que atrae a los navegantes que están por las cercanías e inmediatamente los convierten en esclavos a su servicio. Si el barco es perseguido, para pasar desapercibido se puede convertir en roca. Además, el castigo para aquel que mira directamente al barco puede ser una muerte inmediata.
Aparte de esto el camino tampoco tiene mucho misterio, ya que si bien hay tramos que son bonitos, tampoco es que sea especialmente destacable.
- Trauco: Es un personaje enano que vive en los bosques y que es poseedor de una gran fuerza. A pesar de su aspecto repulsivo ejerce una gran atracción sobre las mujeres, que se le entregan. En aquellas que se resisten incluso les provoca sueños eróticos hasta que ceden. Se utiliza como justificación de muchos embarazos.
- Pincoya: Es la deidad de la fertilidad del mar. Junto con su marido el Pincoy recorren parajes solitarios de la costa. La Pincoya es una mujer atractiva y sensual que atraida por el canto del Pincoy, baila desnuda a la orilla del mar. Según la leyenda, si baila de cara al mar, habrá abundancia de pesca, pero si lo hace de espaldas a él, habrá gran escasez.
- Caleuche: Es un barco fantasma que navega por las noches y es utilizado por los brujos. Está muy iluminado y se dan grandes fiestas en él, por lo que atrae a los navegantes que están por las cercanías e inmediatamente los convierten en esclavos a su servicio. Si el barco es perseguido, para pasar desapercibido se puede convertir en roca. Además, el castigo para aquel que mira directamente al barco puede ser una muerte inmediata.
Aparte de esto el camino tampoco tiene mucho misterio, ya que si bien hay tramos que son bonitos, tampoco es que sea especialmente destacable.

En Castro, capital de la isla de Chiloé, paramos un rato en la plaza de Armas para ver la iglesia de San Francisco, perteneciente también al conjunto de iglesias de madera e incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Exteriormente son llamativos sus colores amarillo y morado. Fue construida en 1912. En el interior había una colección, no sé si temporal o permanente, con maquetas de las otras iglesias de madera de Chiloé que también son Patrimonio de la Humanidad.

De aquí nos marchamos a las afueras para visitar rápidamente otra iglesia de madera: la de Nercón. Ésta fue edificada en 1890 con madera de alerce y ciprés. En su interior destaca una figura de San Miguel con el demonio a sus pies y también la decoración. Las columnas por ejemplo parecen de mármol, pero es un efecto creado por la pintura con la que están pintadas.

Regresamos otra vez a Castro para ver el conjunto de palafitos del sector Gamboa. Este es uno de los pocos conjuntos que sobrevivió al terremoto de 1960. Los palafitos fueron construidos inicialmente como residencia y como lugares para atender los servicios relacionados con el comercio de madera. Con la plaga que afectó a la producción de patata en 1940, se trasladaron muchos agricultores desde el campo a la ciudad, formándose mayor número de barrios de palafitos en la costa. De esta manera podían pescar o mariscar cuando la marea estaba baja o cultivar una pequeña parcela de tierra.

Para comer fuimos a un restaurante ubicado al lado de la Plazuela del Tren, donde una locomotora antigua recuerda la época en la que un ferrocarril unía Castro con Ancud.


Salimos de Castro pasando por el sector de palafitos de Pedro Montt para ir a la última parada del día en Dalcahue.

En esta pequeña población destaca el mercado de artesanía que se celebra. Según vimos, la mayor parte de lo que se vendía eran prendas de lana y en menor medida algunos souvenirs en madera con motivos de Chiloé. Por último fuimos a ver la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en la plaza de Armas, pero salvo la torre no se veía nada, porque estaba con obras de rehabilitación. Esta iglesia fue construida a finales del siglo XIX en estilo neoclásico y el revestimiento exterior es de madera de alerce.

Esta fue la última visita antes de regresar a Puerto Varas. Cabe destacar que durante el cruce del canal de Chacao pudimos observar un montón de montañas de la cordillera andina. Todavía al llegar a nuestro hotel había la luz suficiente como para observar una bonita panorámica con el cielo despejado de los volcanes Osorno y Calbuco.

Restaurantes y cafés:
Duendes del Lago: Está en la costanera de Frutillar y es identificable porque fuera tiene unos gnomos o duendes. Mi calificación de las tartas es que están para morirse del gusto. No sólo fueron las mejores que pudimos tomar durante todo el viaje, sino que encima las porciones fueron bien grandotas. Pedimos un kuchen de arándanos (y alguna cosa más, se llamaba kuchen mixto) y una torta de chocolate, amapola, etc... La porción de la torta era gigante y el bizcocho muy esponjoso. Ya digo, que de lo mejor que he probado nunca. Acompañamos sendas delicatessen con un chocolate tradicional suizo o alemán (no recuerdo bien) y un capuchino. Total de 7700 $. De lo más recomendable.
Hotel Bellavista: Aquí aprovechamos para desquitarnos con el pescado, puesto que no íbamos a tener muchas oportunidades más de tomarlo en condiciones durante el viaje. Pedimos lo siguiente:
- Ceviche de salmón
- Chupe de jaiba: Pastel de cangrejo
- Salmón al grill
- Merluza al grill
- Agua mineral
La cuenta fue de 23500 $, que para ser en un hotel no nos pareció caro.
Octavio: Este fue el restaurante en el que estuvimos durante nuestra excursión a Chiloé. Está al lado de la Plazuela del Tren, en un palafito, más o menos enfrente del hotel Unicornio Azul. Aquí le dimos también al pescado:
- 2 crepes de espinacas y centolla.
- Salmón Octavio: Es salmón al grill acompañado de un pisto y de unas patatas panaderas.
- Salmón al grill.
- Agua mineral.
La cuenta fue de 21500 $.
Nos pareció un restaurante recomendable tanto por la comida, servicio, decoración y ubicación.