Monpazier-Villereal-Castillones-Burdeos ✏️ Diarios de Viajes de Francia

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En fin, al día siguiente, nos levantamos algo más tarde y sin prisas. El desayuno en el B&B era muy bueno, y los dueños hacían todo lo posible por agradarnos.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Hicimos un buen desayuno para despedirnos de la zona: ya hoy tocaba irse a la ciudad de Burdeos, donde íbamos a pasar los dos siguientes días. De Monpazier a Burdeos había casi dos horas de viaje, así que nos propusimos hacer algunas paradas para hacer el trayecto más interesante.

Como Monpazier nos gustó tantísimo, quisimos dar una vueltecita antes de irnos. Y ahí fue donde descubrimos una tienda que está en uno de los establecimientos anexos a la muralla.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

El día anterior habíamos visto varios establecimientos con productos típicos que nos habían llamado la atención, pero no nos habíamos atrevido a entrar porque parecían franquicias. Sin embargo, esta tienda, a pesar de no ser del todo barata, tenía algo de encanto. La atendía un señor y su hija, y no sé cómo explicarlo, pero se veía cariño en ese lugar...todo estaba colocado al detalle, muy bonito, con productos muy seleccionados. El hombre tuvo la santa paciencia de contarnos cuáles eran los diferentes tipos de trufas (de verano y de invierno), y las distintas calidades que tenían. Luego nos explicó todo sobre los vinos (por supuesto, también compranos vinos), y, finalmente, los foies (también compramos :-S). Así que muy contentas y con las manos llenas, volvimos a recoger las maletas y salimos por fin hacia otra bastida: Villereal.

Villareal está a unos 20 minutos de Monpazier. En el camino, os recomiendo parar en alguna de las granjas de patos y ocas que hay porque es curioso de verdad. Al principio no entendía demasiado al precio de algunas cosas, pero después de visitar una de estas granjas, ahora lo entiendo. Al contrario que en otros sitios, la cría de patos se hace en régimen extensivo, es decir, los patos y las ocas están en la granja pero libres. Había oído historias terribles sobre cómo hacían el paté y el foie y por eso no suelo consumirlo. Sin embargo, esta forma de explotación me pareció mucho más sostenible, ecológica y justa con los animales (todo lo justo que se puede ser criando un animal para comérselo...). El foie que compramos era hígado cocido y con sal. Nada más. En otros establecimientos te venden productos parecidos a los que se les añaden sulfitos, por ejemplo. O grasas. Aquí nada, hígado y poco más. Y es un producto delicioso.

Al llegar a Villereal nos llamó la atención que no había que pagar aparcamiento. ¡Qué raro! Aparcamos junto a la plaza más céntrica. Las calles y las construcciones seguían un trazado de siglos y siglos. Pero, contrariamente a Villefranche o Monpazier, Villereal nos pareció mucho peor conservada. Los edificios conservaban su encanto, pero estaban un tanto dejados.

Nos dejamos llevar por nuestro instinto y enseguida llegamos a la iglesia principal:

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Al lado de la iglesia estaban los edificios más bonitos del pueblo:

*** Imagen borrada de Tinypic ***

La plaza, sin embargo, era muy bonita. Resulta que era miércoles y, por tanto, día de mercado. Pudimos ver los productos que vendían: panes caseros, foie, cestas hechas a mano...Fue bonito. Aunque lo más curioso de todo fue un puesto de música que había donde vendían cd´s piratas. ¡No paraban de poner música flamenca, tipo Camela y similar! ¡A la gente le encantaba!

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También había lugares singulares, pero la verdad es que nos gustó muchísimo más Monpazier.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Una vez vistada Villereal, era el momento para continuar camino a Burdeos. No sabíamos dónde hacer la siguiente parada porque tampoco teníamos muy claro a qué hora llegar a Burdeos. Queríamos comer allí, pero claro, tampoco queríamos perdernos los pueblos del camino. Seguimos por nuestras carreteras segundarias e íbamos viendo cómo el paisaje comenzaba a cambiar los campos de maíz plagados de mazorcas por campos inmensos de girasoles. Así, llegamos a Castillones, otra bastida más. Es muy fácil llegar desde la carretera hasta el centro, prácticamente pasas por la puerta de la plaza y no te queda más remedio que entrar movidos por el encanto que emana.



Hemos visto bastidas perfectamente conservadas y peatonalizadas, como Monpazier. Otras, con tráfico limitado como Villereal o Belvés. Pero en el caso de Castillones, nos llamó muchísimo la atención que la plaza principal del pueblo era...un aparcamiento. Eso quitaba muchísimo del encanto de la preciosa plaza, pero imagino que con el tiempo se darán cuenta de la joya que tienen.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Se mantenían edifcios con encanto y soportales bajo los edificios con techos de madera y, cómo no, una iglesia medieval reformada tanto en el Renacimiento como en el XVIII.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Ya iba siendo de seguir nuestro camino, así que continuamos rumbo a Burdeos. Si podéis, no dejéis pasar por la población de Marmande. Nosotras no pudimos al final porque nos entraron las prisas por llegar a Burdeos: nuestro casero nos avisó de que le habían cambiado el turno y debíamos llegar antes de las 3 de la tarde a Burdeos. ¡Cambio de planes! Había que darse prisa.

A las 13:30h, llegamos a Burdeos. La ciudad resultó ser bastante más grande de lo que nos imaginamos, y la entrada fue poco traumática porque no nos encontramos demasiado tráfico. Nos llamó la atención la antigüedad de las casas. Mirábamos para todos lados y veíamos casas de los siglos XVII y XVIII sobre todo. La nuestra era del XIX, de mitad. Nuestro llegada al barrio no era para nada alentadora. Parecía un barrio más bien modesto. Lleno de arquitectura maravillosa malcuidada. Tanto, que me recordó un tanto a Nápoles, aunque las calles no estaban tan sucias. Tuvimos una suerte tremenda y aparcamos casi al lago de nuestro apartamento. Aquí pasaríamos las siguientes tres noches.

Nuestro casero, Gilles, resultó ser un tío genial que nos enseñó incluso dónde tomar una cerveza. Como si no tuiésemos suficiente con el vino, ahora resulta que nos vamos a alojar frente a una taberna con maravillosas cervezas de barril y mojitos a 6€. Mierda. Se nos hacía tarde para comer, así que decidimos hacerle caso a Gilles e ir a comer al bar que nos recomendó. Yo pedí una especie de carne de hamburguesa con champiñones y E, una ensalada muy rara. Vaya pedazos de platos, y a muy buen precio. Nos alojamos en la Calle de las Viñas, y sólo tuvimos que salir hacia el río para encontrar este restaurante. Había al lado otras dos más, pero este es el que nos recomendaron. Y comimos genial:

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Tras la comida dimos un pequeño paseo para familiarizarnos un poco con el vecindario y descubrimos que estábamos a 5 min del Mercado de los Capuchinos. Y junto a él, un supermercado. Compramos algunas cosillas para la cena y fuimos a dar una vuelta por Burdeos. Eran ya las seis de la tarde y la ciudad y los comercios comenzaba a apagarse. Culpables por lo que nos habíamos comido y bebido en los días anteriores, decidimos ir andando a la parte noble de la ciudad. Lo primero que hicimos fue ir a la piscinita del paseo junto al río porque hacía mucho calor. Debido a mis experiencias previas con los papilomas, no me atreví a meterme, pero ahí estaba un montón de gente disfrutando del agua y de los chorritos. ¡Era muy divertido y muy original! Después, a dar un paseo y a ver por qué esta ciudad es considerada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Vimos el teatro, los eficios del S. XVIII, el tranvía...Burdeos es una ciudad muy viva que parece estar despertando al turismo.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Conserva varias puertas medievales y muchos edificios emblemáticos, como la catedral y la Iglesia de San Michel (junto a nuestra casa). ¡Habíamos reservado sólo dos días para visitar Burdeos y comenzamos a pensar que quizás era demasiado poco!

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EStuvimos caminando más de dos horas. Hasta que llegamos a la plaza Gambetta. Es una plaza muy bonita que comunica con una de las principales arterias de la ciudad, la calle de la Independencia. Yo necesitaba urgentemente una granizada porque hacía calorcete. Ese día fue el día que más calor hacía: se llegó a los 36º, nada que ver con las temperaturas fresquitas que disfrutamos en el Perigord. El sitio que elegimos era un café bastante emblemático, y, aunque las bebidas fueron 6€ cada una, estaban muy ricas y las granizadas eran más bien Smoothies hechos con frutas naturales. Quisimos ir por la calle Judaica, pero ya eran las 8 y no podíamos con nuestra alma. Regresamos andando hacia la catedral, la vimos por fuera, y decidimos poner fin al día cogiendo el tranvía hasta la Plaza de la Victoria, a poca distancia de nuestro apartamento. Nos dimos una buena ducha y disfrutamos del primer váter musical que he visto en mi vida y que nuestro casero tuvo la ocurrencia de instalar jajajaja. Eran las 9 y estábamos de vacaciones, así que nos daba mucha pena no dar una vueltecita por la ciudad. El cansancio nos podía así que cenamos en el apartamento, pero cuando acabamos decidimos ir a tomar una cerveza a la cervecería de al lado de caso. Y ahí es donde descubrimos la cerveza Grimberger tostada y a "Yuyu", el dueño del bar. Intentamos explicarle por qué si viviera en España debía cambiarse el nombre, pero después de dos cervezas y sin saber francés, no conseguí hacerlo. Era mejor acabar el día en este punto e intentar sacarle más jugo a Burdeos al día siguiente, tras descansar.

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