Hoy probamos el desayuno del hotel y tal y como nos imaginábamos está todo buenísimo. Nos ponen zumo de granada, mermeladas caseras, unos rollitos crujientes rellenos de queso, pan caliente, tortillas... En fin, los kilos ya iban aumentando sin medida, pero es que no había más remedio que comérselo, que luego el invierno es muy duro.
Queríamos hacer bocatas para comer en la playa y les pedimos si nos podían hacer ellos el pan, así que nos trajeron unos panecillos individuales recién hechos con los que nos hicimos unos bocatas de muerte. Ya con nuestra comida preparada nos fuimos a visitar las ruinas de Phaselis, que están ubicadas a lo largo de tres pequeñas playas.

Las ruinas son muy bonitas de ver. Tienen un pequeño acueducto y una calzada romana a cuyos lados se pueden ver algunas construcciones como casas, baños, etc.
Nos comemos nuestros bocatas en la sombra y apoyados en algunas ruinas y nos volvemos a disfrutar un rato de las hamacas y la piscina del hotel. Después de la ducha, disfrutamos de una cerveza en la "jaima" que estaba en el árbol.
Antes de que se haga de noche, nos vamos a visitar la Quimera. Llegamos al aparcamiento al caer la tarde y tras pagar la entrada empezamos a andar, sin saber muy bien que se trataba de una buena subida por un camino bastante complicado, así que tras un buen rato y sudando a chorros, llegamos a la montaña de fuego.
La quimera es una montaña de la que salen llamas, parece ser que producidas por gas metano. Es una visita muy curiosa de hacer, pero hay que ir preparado para la subida y equipado con linternas, ya que la bajada la hicimos totalmente a oscuras y tuvimos que poner las linternas de los móviles.
Tras la visita volvemos al hotel ya que hoy vamos a cenar allí. Hoy nos sirven unas truchas que criaban allí mismo y unas doradas muy buenas, así que después de disfrutar la cena y con la sensación de que nuestro viaje va llegando a su fin, nos vamos a dormir.