Este día íbamos a descubrir el símbolo de la ciudad, la Puerta Dorada, el Golden Gate.
Nos levantamos y desayunamos nuestro habitual desayuno (este día lo cogimos y nos lo llevamos a nuestra habitación, ya que no había sillas libres). Después fuimos en tranvía y luego autobús hasta el parque que da entrada al puente. Fué un viaje un tanto ajetreado, pues no bajamos en la parada correcta para el enlace y después el conductor nos tuvo que explicar como llegar (cuando un conductor te diga "está muy cerca" echadle media hora caminando


Tras varias visicitudes llegamos al puente. Cometimos otro error: nosotros queríamos cruzar el puente y llegar al pueblo de Sausalito, para lo cual leímos que lo mejor era ir en bicicleta. Vimos varios puestos de alquiler de bicis en el puerto, pero creíamos que en el puente también habría... Pues no, no los hay, con lo cual decidimos cruzar el puente y llegar andando hasta el pueblo, ya volveriamos en ferry (...qué ilusos¡¡¡).
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La primera vez que cruzamos el puente fue increible, estar en un lugar que te has cansado de ver en películas, anuncios y demás es una sensación indescriptible. Cada pocos pasos nos parábamos para ver la estructura, las vistas de la ciudad... Tardamos una media hora en cruzarlo, pero cuando llegamos al otro lado nos dimos cuenta de lo realmente lejos que quedaba el pueblo, así que tras un tenso debate en el que yo quería ir y mi mujer quería volver... ¿adivinais lo que hicimos, no?...
La vuelta fué menos divertida que la ida. El viento arreció, igual que el cansancio. Teníamos frío y solo queríamos llegar. En la vuelta íbamos haciendo planes para lo que quedaba de mañana pero... al llegar al comienzo del puente vimos un autobús y le preguntamos si iba a Sausalito. Efectivamente era el autobús del que habíamos oído hablar en un foro pero que no nos acordábamos. Subimos en él (qué tontos, paraba también al otro lado del puente) y llegamos al pueblo.
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Parecía como si hubiéramos viajado a otro lugar mucho más lejano. De repente llegó el calor. No me extraña que a los habitantes de San Francisco les encante subir a esa zona. El pueblo en sí era un lugar muy tranquilo, lleno eso sí de turistas en bicicleta, y con muchas galerías de arte. Pasamos unas horas muy agradables antes de tomar el ferry y volver a la gran urbe.
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Después de una movida travesía por la bahía (cada vez hacía más viento y frío) llegamos al puerto y de ahí en nuestro querido tranvía a la zona del hotel. Dedicamos lo que quedaba de tarde a las compras en la ciudad, aunque no tuvimos mucho éxito, lo cual no nos preocupaba en exceso porque para compras nos habían dicho que mucho mejor Las Vegas (lo cual fue cierto).
Por cierto perdí la llave del hotel, lo cual no hubiera tenido importancia si no hubiera sido una llave tradicional dentro de una funda con el nombre del hotel y el número de habitación


Menos mal que en el hotel no nos pusieron ningún problema y accedieron a cambiar el paño inmediatamente sin coste alguno.
Esa noche cambiamos de restaurante. Fuimos a una pizzería en una zona llena de bares que no nos gustó mucho.
Y pronto a dormir, que al día siguiente comenzábamos nuestra particular "Road Movie"...