El viaje se acaba, y Alemania llora por nuestra partida. Amanece un día de perros… menos mal que fuimos a Gengenbach el día anterior, porque sino hoy no hubiésemos podido ir de la que está cayendo… “afortunadamente” el vuelo sale a las 13:30, por lo que decidimos tomarnos con calma la última mañana, e ir tranquilamente hasta el aeropuerto de Basilea.
Dejamos la casa en la que tan agusto hemos estado estos días, y antes de decirle adiós al idílico Durbach, decidimos visitar su castillo, que llevamos viéndolo 6 días desde nuestra ventana cada vez que amanece. Diluvia, así que sólo podemos acercarnos con el coche hasta la puerta, pero sin bajarnos.
Ponemos rumbo a Basilea, nos habíamos planteado visitarla, pero es que hace tan mal día que da verdadera pereza, además de que no hemos leído muchas bondades sobre la ciudad, de hecho ya el año pasado en el viaje a Suiza la descartamos…
Tenemos 1h15min de camino, pero tenemos que devolver el coche en la parte suiza, por lo que probablemente demos un poco de vuelta para llegar. Ésto es algo que hay que tener en cuenta. Al ser un aeropuerto compartido por los 3 países, se puede acceder a él a través de las 3 fronteras, sin embargo, para devolver el coche, tenemos que entregarlo en la terminal suiza, que es donde tenemos nuestros billetes de Easyjet. Así, cuando vas por la autovía, tienes que obviar los desvíos al Euroairport hasta que cruces la frontera, y una vez en Suiza, ya sí ir al aeropuerto. Si no lo haces así, perderás un tiempo precioso entrando al aeropuerto para darte cuenta de que no puedes devolver el coche en la parte francesa o alemana… y como vayas apurado de tiempo...
Pero a nosotros tiempo nos sobra, así que vamos atentos a los carteles y llegamos sin dificultad a las oficinas de Alamo. Hacemos cola, y al poco rato estamos embarcando... ¡Auf Wiedersehen Alemania! ¡Au revoir Francia! Nos volveremos a ver, eso seguro
