SAFED- TEL HAZOR-KORAZIN ✏️ Diarios de Viajes de Israel

---

Hoy teníamos previsto visitar la zona del Mar de Tiberiades y, fieles a nuestro amor por la piedra antigua, también visitar alguno de los yacimientos arqueológicos de la zona. Pero el hombre propone y mi hijo dispone, porque con sus horarios no hay forma de aprovechar el tiempo y ver todo lo previsto. De nuevo volvemos a salir a las tantas, tarde y con calor. Así que decidimos visitar Safed, Korazin y Tel Hazor por la mañana y el Lago Tiberiades por la tarde.



SAFED

Nuestra primera parada prevista es Safed, pueblo típicamente judío, cuna de la cábala y situado en la montaña por lo que, según las guías, es un lugar pintoresco y tal y con algunas sinagogas antiguas. Y a Safed llegamos sin ningún problema gracias a nuestro maravilloso Tonton, pero una vez allí no fuimos capaces de encontrar la zona “turística” o al menos “pintoresca”. Ni un solo cartel indicativo y nadie tuvo la amabilidad de indicarnos el lugar. Dimos más vueltas que un burro en una noria y no conseguimos nada más que perder el tiempo. Así que nos vamos de este lugar sin haber visto nada y un poco negros por la falta de amabilidad de sus habitantes. Ya me habían advertido en la oficina de Madrid de que no les gustaban las visitas, pero nunca me imaginé esto. Así que nada os puedo contar de este lugar porque nada vimos.

TEL HAZOR

www.losviajeros.com/Tips.php?p=1605

Este yacimiento arqueológico era uno de los lugares de visita obligada ya que conserva los restos de uno de los palacios más antiguos de Israel, de origen cananeo (aprox 2000 años antes de Cristo) y mi hijo tenía especial interés en verlo. Para una mayor información sobre este lugar, os pongo el enlace a un “tip” de esta web.


Lo primero que me llamó la atención del lugar fueron los hermosos árboles de la familia de las acacias que nos ofrecías su sombra y su hermosa floración.


Y lo segundo, nada más entrar al recinto un precioso lagarto, gordo y orondo que se paseaba entre las ruinas y que se camuflaba perfectamente, con un color igual al de las piedras.


Bueno y a lo nuestro, que es la visita de la piedra antigua.

Hace un calor de justicia y se agradecen los sombrajos que te encuentras por todo el recorrido, justo delante de cada lugar interesante para que puedas admirarlo a la sombra.


Hay varios lugares a destacar, el primero el Palacio Cananeo, del que quedan los cimientos, los inicios de los muros, algunos con restos de pinturas y un altar de sacrificios situado a la entrada del mismo.



Muy interesante el pozo de agua. En realidad no es solamente un pozo sino una estructura subterránea que conduce a través de un pasadizo de kilómetros hasta el pozo propiamente dicho. De esta forma conseguían que los enemigos no pudieran impedirles el acceso al agua y así, podían sobrevivir a un largo asedio.
El asunto está muy bien pensado pero tiene un problema: en cuanto el enemigo descubre dónde está el pozo le basta con cegarlo y san se acabó. Que es lo aquí sucedió y permitió la conquista de la ciudad por los asirios.


También se conservan unas puertas que pudiera ser de la época de Salomòn, puertas tan anchas que guardaban en su interior diversos cubículos para diferentes actividades.


Y esta torre israelí, esta que veis en la foto


Y ahora viene la pregunta del millón. ¿No veis nada raro en la foto? ¿Algo que no debería estar allí? No, no me refiero a mi hijo, ya sé que no es cananeo, pero no es eso. A ver, una pista: mirad bien en el cartel explicativo. ¿Ahora sí? ¿No veis las 7 estrellas rojas de la Comunidad de Madrid? Y diréis, ¿qué pinta el escudo de Madrid en este lugar? Pues fácil. Cuando España era rica y tenía dinero y no había recortes (los más viejos hasta se acordarán de esa época) pues financió la restauración de esta torre a través de la Universidad Complutense y en agradecimiento figura el escudo en el cartel.

Además se han encontrado los restos de un molino de aceite con su prensa para aceitunas, una sala con piedras verticales de las que no se sabe exactamente su utilidad, etc., etc., etc.


Y da gusto visitar este lugar con mi hijo de cicerone pues te va contando cómo se realiza una excavación arqueológica y cómo se distingue lo que es original de lo restaurado y para qué sirven esos cubos negros que hay por todos lados (para acarrear la tierra), etc.


Y hay mucho más que ver pero hace un calor que derrite las piedras y todavía nos queda mucho por recorrer, así que nos marchamos de aquí en dirección a

KORAZIM

www.losviajeros.com/Tips.php?p=1613


Pues aquí llegamos por fin, a las 11 de la mañana y con una chicharrera que derrite las piedras.
Afortunadamente en el parking hay sombra y también hay árboles a lo largo del camino de acceso, cosa que se agradece un montón.


Estamos ante uno de esos yacimientos pequeños y poco conocidos por lo que tan solo encontramos otra pareja visitando el lugar, así que casi es como si fuera una visita en privado. Y, claro, como no hay ruido por ningún lado pues lo primero que vemos es el acostumbrado lagarto gris y un poco más allá, un Hirax saltando entre las ruinas.



El yacimiento es realmente curioso pues nunca habíamos visto una ciudad romana de color negro. Está claro que es romana, la estructura, el trazado, los adornos, todo hablan de dominación romana pero todo ello construido en basalto negro, la piedra autóctona del lugar y que le dan a todo un tono diferente y muy atractivo.


Hacemos una visita relajada, tranquila, admirando el lugar y empapándonos de su historia a través de los carteles explicativos que hay por todas partes y que nos ilustran sobre la historia y la arquitectura de la ciudad. Especial mención a la antigua sinagoga (siglo IV-V) que parece totalmente un templo romano con sus columnas y sus capiteles adornados con motivos florales y geométricos.



Y cuando ya nos íbamos nos llama la atención algo que se mueve entre las ruinas y que, a primera vista, parece un perrillo pero una mirada más atenta nos descubre un zorro rojo. Una verdadera gozada para la vista; nunca había visto un zorro tan cerca y, desde luego, ninguno tan descarado.


Así que ya nos vamos de aquí, después de haber gozado de las ruinas y de sus actuales pobladores.

Y, bueno, el hecho es que nos ha dado la hora de comer, tenemos un hambre de lobos y decidimos parar por el camino y mi hijo quiere que vayamos a una zona en donde se conservan los restos de un barco judío de la época de Cristo y perdemos un montón de tiempo en buscarlo y, al final, nos rendimos, comemos en la carretera en el único lugar que encontramos abierto y no pudimos ver el dichoso barco. Y entre unas cosas y otras se nos ha hecho tarde y decidimos volvernos a Acre sin ver el Mar de Galilea, ni las fuentes romanas, ni el Jordán, ni nada de nada. Por el camino me empeño en para un momento para sacar una foto del Lago Tiberiades y traerme por lo menos un recuerdo.


Y regresamos a nuestro hotel a tomar una buena ducha y quitarnos el calor de encima y dejar hecha la maleta que mañana partimos y queremos visitar Acre antes de irnos.

Y como ya os conté en la etapa anterior volvimos a cenar en el mismo restaurante de ayer, de nuevo pescado fresco a la brasa con un buen surtido de ensaladas, un momento muy agradable para charlar y comentar las anécdotas del día.

---