Hoy volvemos a levantarnos tarde pues no hay forma de despertar a los chicos


ROS HA’NIKRA.
Esta primera parada nos conduce hasta un lugar famoso por sus cuevas, horadadas por el mar en un acantilado de piedra caliza y que fue refugio de soldados durante las guerras de los dos últimos siglos.

La entrada al parque se produce desde un lugar cercano a la playa, con una cota bastante baja, pero el acceso a las cuevas se encuentra en lo alto del acantilado, así que hay que salvar un enorme desnivel para acceder a ellas. Pero no os preocupéis, que hay un cómodo y descansado funicular que nos conduce hasta arriba, sin necesidad de quedarse sin resuello en la escalada. Este funicular es famoso por ser el que mayor inclinación tiene en todo el mundo y los israelíes están orgullosos de él.

Una vez arriba empieza el recorrido a las cuevas a las que se accede a través de unas empinadas escaleras que vuelven a llevarnos hasta el nivel del mar. Impresionante, es la palabra que define el lugar: agua y roca por todos lados.

Agua azul o verde de un color intenso y roca amarilla, gracias a la tenue iluminación. Romántico a tope


Y después, vuelta al mundo normal y corriente desde donde podemos divisar un magnífico panorama de la costa rocosa en donde abundan los pescadores de caña y las pequeñas playas.

Existe también la posibilidad de hacer un recorrido en un trenecito pero hace demasiado calor y no nos apetece, preferimos aprovechar y acercarnos hasta Haziv y pasar un rato en la playa y ver los restos arqueológicos que allí se conservan.
HAZIV
El Parque Nacional de Haziv no es uno de los lugares más famosos ni más visitados pero tiene tres atractivos muy interesantes, a saber, una piscina de agua de mar construida por los romanos para ser usada como piscifactoría, una playa estupenda y un camping. Además conserva algunos restos de origen medieval.

Aquí empleamos un par de horitas dedicados a contemplar la piscina romana

Y al “dolce far niente”. ¡Qué placer!. Y aquí no hace falta acotar la zona de baño, que ya se encarga la naturaleza de ello.

Por cierto que la ley en Israel dice que está prohibido bañarse en aquellos lugares que no estén expresamente autorizados para el baño y son muy pocas las playas de acceso libre que existen, muchas son de pago, incluso en el Mar Muerto. En los Parques Nacionales que cuentan con playa el acceso es libre para los que han pagado la entrada.
Y después del bañito, pues carretera y a buscar un restaurante para aplacar el hambre. ¡Ya, en sábado!. ¡Qué te lo has creído!. Todo cerrado a cal y canto

Al final encontramos un restaurante en un pueblo ya cerca de Bet Shearim, uno de esos de carretera en donde se puede tomar menú o hamburguesas o casas parecidas. Comimos bien, no sólo porque teníamos hambre sino porque estaba bueno. Luego nos enteramos de que era el mejor restaurante de la zona. ¿Cómo serían los peores?

BET SHEARIM
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Bet Shearim es un lugar de enterramientos para los judíos y se utilizó desde el siglo III hasta el V de nuestra era. Se conservan varias tumbas escavadas en la roca y que guardan en su interior sarcófagos y otros elementos funerarios.

Fue uno de los lugares que más nos gustó, sobre todo porque no hace excesivo calor, la zona está repoblada con árboles de sombra y dentro de las cuevas hace fresco y todo ello se agradece un montón, por el calor que hace fuera.

Aquí nos encontramos con una empleada que sabía hablar español pues era de origen sefardí y se alegró mucho de encontrarse con españoles, muy amable, estuvimos un rato charlando con ella sobre la posibilidad de acceder a la doble nacionalidad.

Y después de esta visita nos volvimos de nuevo a Akko, a cenar y volver a pasear por sus calles.
Acre
Esta vez nos fuimos hasta el puerto para saborear uno de los placeres que brinda esta ciudad: el pescado fresco tomado en una terraza a la orilla del mar. Nos encantó, riquísimo, pescado a la brasa, sin grasa, sin adornos, tal cual. Y un surtido de20 ensaladas diferentes, que te van reponiendo según se van acabando, eso sí, te cobran tantas ensaladas como comensales, aunque alguno no las cate. Y el sonido del mar rompiendo entre las rocas, y los barcos entrando y saliendo del puerto y unos camareros amabilísimos. Vamos que repetimos, al día siguiente volvimos a cenar en este mismo sitio.

Y después de cenar dimos un agradable paseo por el puerto

Y por las murallas de la ciudad

Y nos fuimos a la cama.