Este finde Frogg no tiene "escuela", así que me ha propuesto ir a Osaka con él. Tampoco tengo mucho problema, porque con seis noches en Kyoto creo que tengo tiempo para dedicar un día (si hubiera ido sólo, hubiera sido medio) a Osaka.
Eso sí, ya que íbamos a estar todo el día por allí, le comenté que quería aprovechar para descansar hasta al menos las 9:30, ya que ayer terminé el diario hacia las 1:30
Dicho y hecho. Nos pillamos un bus a la estación de kyoto, donde cogemos un tren express (no shinkasen, que Frogg tiene que pagarlo y al fin y al cabo el ahorro de tiempo es de unos 11 minutos). Aprovecho para hacer la reserva de los asientos para los destinos del lunes: Himeji, Kobe, Nara y del martes, un desconocido Amanohashidate. El miércoles es el día que marcho hacia Takayama
Nos hemos plantado en Osaka hacia las 11:00 y hemos coprado un ticket que vale para los autobuses (no hemos usado) y el metro de la ciudad, así como para el acuario, principal destino (2550Y). Y es que hoy ha sido un día de turismo diferente... no he visitado ningún templo. Aunque tenía planificado ver el castillo de Osaka y algún templo, con Frogg los planes han cambiado.
Me ha recomendado visitar el acuario de Osaka, tal vez, su principal atractivo. Me ha parecido simplemente una maravilla, lo bien montado que lo tienen. Hemos pasado dos horas de vicio dentro del mismo. El único problemilla, que al ser sábado, había muchas familias con niños.
Las medusas, siempre tan misteriosas:
Un enorme pez martillo:
Aunque para enorme, estos medían al menos 4 o 5 metros:
A mí me siguen gustando, entre los peces, las rayas
También había delfines juguetones, pero mis preferidos son los pingüinos emperadores
El acuario está claramente preparado para familias. Incluso, al final, dejan que los niños toquen literalmente a los peces. Da un poco de yuyu cuando ves a un mocosín acariciar a una raya enorme.
Frogg quería ver algunos edificios extraños diseñados por un arquitecto austríaco, pero después de preguntar a diferentes personas, de usar google maps, de montar en un tren privado que no cubría nuestra tarjeta,... hemos decidido "que le den".
Así que le he propuesto ir a la zona de Dotonbori, que había leído en varios diarios. Jodé qué acierto. Aquello es como Sodoma y Gomorra pero a lo bestia. Todo llenos de comercios, calles peatonales, dependientes a voz en grito, a veces subidos a una improvisada escalera,... si buscas algo, allí lo encuentras seguro. Además tirado de precio. Porque no soy amigo de andar comprando por comprar, pero es que camisas y camisetas a menos de 5 euros el cambio... pues es para picar a cualquiera. En mi caso me he contentado con un tenedor, pues he perdido ya dos que llevaba conmigo.
Se estaba haciendo tarde y tenía un hambre voraz, así que le he propuesto buscar (bueno, mejor dicho, elegir) un sitio para comer algo japonés. Me ha llevado al sitio más barato (que no cutre) de la zona. Es un sitio que te dan noodles a los que añades lo que quieres, como si fuera un self service. Se llama Udon
En mi caso le he añadido calamar rebozado, otro pescado rebozado y chuleta de cerdo, todo ello aderezado con varias salsas que ha elegido Frogg. El precio de los dos me ha salido por unos 12€... y luego dicen que Japón es caro.
Hemos estado departiendo casi una horita en el restaurante (ya he comentado que el taiwanés es muy locuaz... y hemos seguido nuestro recorrido por la zona de Dotonbori, Umeda y Namsa. Por cierto, que el tenedor me ha durado una comida, pues me lo he dejado en el restaurante.
Tenía la tropa llenísima, pero aún así hemos comprado una especialidad callejera de Osaka, los takoyaki... que no me han gustado mucho. Se los ha deborado Frogg.
En el caminar y callejear hemos entrado en una especie de centro comercial de cuatro pisos, todos ellos dedicados a frikadas. El primero de ellos tenía toda la superficie ocupada por las maquinitas esas de los parques de atracciones de cuando éramos jóvenes que consisten en hacerte creer que vas a poder enganchar el peluche con las pinzas. Pues aquí no es que hubiera peluches, que también en unas cien máquinas distintas, sino que podías enganchar galletas, cuadernos, dulces,... hasta un patinete. Lo juro.

Ya estaba de noche, pero me ha comentado para subirnos a la noria gigante que hay junto a la estación. Por supuesto, le he dicho que sí. Se accede desde el octavo piso de uno de los cienmil centros comerciales que hay en el centro. El precio es de 500Y y merece muchísimo la pena, pues subes a una alutra que da vértigo, pero con vistas fantásticas de los rascacielos.
Ya dirigiéndonos hacia el tren, por los subterráneos, que tienen una vida propia, con la tripa a reventar... evidentemente me he dejado tentar otra vez. Y es que es un peligro... no soy de hacer compras irracionales, a sno ser que se trate de comida... me encantan ciertos sabores. En este caso, he visto unos bollitos recién hechos, rellenos de crema de piña... Dios, qué buenos estaban.
Ya en la estación, hemos vuelto a coger un tren express de los baratos, que nos dejaría en Kyoto en 35 minutos. Pero íbamos tan cansados que nos hemos pasado la parada. Por suerte, hemos podido rectificar pronto (gracias Hyperdia) y nos ha dado tiempo a coger el último autobús hacia las 23:15, para volver a casa.
Por cierto que mañana vamos a tener compañía, pues una pareja de dos chicos húngaros van a pasar dos noches con nosotros, ... si caben en la habitación, cosa que pongo en duda.
Por otra parte, Frogg me ha comentado que igual me acompaña en el viaje por Takayama - Tokio, pues coge vacaciones el miércoles. Así que igual tengo compañía, si bien le he comentado que seguramente no altere mis planes.
Eso sí, ya que íbamos a estar todo el día por allí, le comenté que quería aprovechar para descansar hasta al menos las 9:30, ya que ayer terminé el diario hacia las 1:30
Dicho y hecho. Nos pillamos un bus a la estación de kyoto, donde cogemos un tren express (no shinkasen, que Frogg tiene que pagarlo y al fin y al cabo el ahorro de tiempo es de unos 11 minutos). Aprovecho para hacer la reserva de los asientos para los destinos del lunes: Himeji, Kobe, Nara y del martes, un desconocido Amanohashidate. El miércoles es el día que marcho hacia Takayama
Nos hemos plantado en Osaka hacia las 11:00 y hemos coprado un ticket que vale para los autobuses (no hemos usado) y el metro de la ciudad, así como para el acuario, principal destino (2550Y). Y es que hoy ha sido un día de turismo diferente... no he visitado ningún templo. Aunque tenía planificado ver el castillo de Osaka y algún templo, con Frogg los planes han cambiado.
Me ha recomendado visitar el acuario de Osaka, tal vez, su principal atractivo. Me ha parecido simplemente una maravilla, lo bien montado que lo tienen. Hemos pasado dos horas de vicio dentro del mismo. El único problemilla, que al ser sábado, había muchas familias con niños.
Las medusas, siempre tan misteriosas:
Un enorme pez martillo:
Aunque para enorme, estos medían al menos 4 o 5 metros:
A mí me siguen gustando, entre los peces, las rayas
También había delfines juguetones, pero mis preferidos son los pingüinos emperadores
El acuario está claramente preparado para familias. Incluso, al final, dejan que los niños toquen literalmente a los peces. Da un poco de yuyu cuando ves a un mocosín acariciar a una raya enorme.
Frogg quería ver algunos edificios extraños diseñados por un arquitecto austríaco, pero después de preguntar a diferentes personas, de usar google maps, de montar en un tren privado que no cubría nuestra tarjeta,... hemos decidido "que le den".
Así que le he propuesto ir a la zona de Dotonbori, que había leído en varios diarios. Jodé qué acierto. Aquello es como Sodoma y Gomorra pero a lo bestia. Todo llenos de comercios, calles peatonales, dependientes a voz en grito, a veces subidos a una improvisada escalera,... si buscas algo, allí lo encuentras seguro. Además tirado de precio. Porque no soy amigo de andar comprando por comprar, pero es que camisas y camisetas a menos de 5 euros el cambio... pues es para picar a cualquiera. En mi caso me he contentado con un tenedor, pues he perdido ya dos que llevaba conmigo.
Se estaba haciendo tarde y tenía un hambre voraz, así que le he propuesto buscar (bueno, mejor dicho, elegir) un sitio para comer algo japonés. Me ha llevado al sitio más barato (que no cutre) de la zona. Es un sitio que te dan noodles a los que añades lo que quieres, como si fuera un self service. Se llama Udon
En mi caso le he añadido calamar rebozado, otro pescado rebozado y chuleta de cerdo, todo ello aderezado con varias salsas que ha elegido Frogg. El precio de los dos me ha salido por unos 12€... y luego dicen que Japón es caro.
Hemos estado departiendo casi una horita en el restaurante (ya he comentado que el taiwanés es muy locuaz... y hemos seguido nuestro recorrido por la zona de Dotonbori, Umeda y Namsa. Por cierto, que el tenedor me ha durado una comida, pues me lo he dejado en el restaurante.
Tenía la tropa llenísima, pero aún así hemos comprado una especialidad callejera de Osaka, los takoyaki... que no me han gustado mucho. Se los ha deborado Frogg.
En el caminar y callejear hemos entrado en una especie de centro comercial de cuatro pisos, todos ellos dedicados a frikadas. El primero de ellos tenía toda la superficie ocupada por las maquinitas esas de los parques de atracciones de cuando éramos jóvenes que consisten en hacerte creer que vas a poder enganchar el peluche con las pinzas. Pues aquí no es que hubiera peluches, que también en unas cien máquinas distintas, sino que podías enganchar galletas, cuadernos, dulces,... hasta un patinete. Lo juro.
Ya estaba de noche, pero me ha comentado para subirnos a la noria gigante que hay junto a la estación. Por supuesto, le he dicho que sí. Se accede desde el octavo piso de uno de los cienmil centros comerciales que hay en el centro. El precio es de 500Y y merece muchísimo la pena, pues subes a una alutra que da vértigo, pero con vistas fantásticas de los rascacielos.
Ya dirigiéndonos hacia el tren, por los subterráneos, que tienen una vida propia, con la tripa a reventar... evidentemente me he dejado tentar otra vez. Y es que es un peligro... no soy de hacer compras irracionales, a sno ser que se trate de comida... me encantan ciertos sabores. En este caso, he visto unos bollitos recién hechos, rellenos de crema de piña... Dios, qué buenos estaban.
Ya en la estación, hemos vuelto a coger un tren express de los baratos, que nos dejaría en Kyoto en 35 minutos. Pero íbamos tan cansados que nos hemos pasado la parada. Por suerte, hemos podido rectificar pronto (gracias Hyperdia) y nos ha dado tiempo a coger el último autobús hacia las 23:15, para volver a casa.
Por cierto que mañana vamos a tener compañía, pues una pareja de dos chicos húngaros van a pasar dos noches con nosotros, ... si caben en la habitación, cosa que pongo en duda.
Por otra parte, Frogg me ha comentado que igual me acompaña en el viaje por Takayama - Tokio, pues coge vacaciones el miércoles. Así que igual tengo compañía, si bien le he comentado que seguramente no altere mis planes.