Y llegaba el día de partir hacia la Great Ocean Road, una espectacular ruta que transcurre a lo largo de la costa hasta Adelaida.
Comienza en Geelong, a 72 km (45 millas) al oeste de Melbourne, y termina en Portland.
Durante gran parte del trayecto, la carretera transcurre pegada a la accidentada costa y pasa por magníficas playas, parques nacionales como Otway y Port Campbell y espectaculares formaciones rocosas como la de los Doce Apóstoles (uno de ellos se desmoronó en 2005, quedando sólo ocho en pie).
Como ya expliqué en el inicio del diario, Melbourne era nuestro bautismo en esto de conducir por la izquierda y la primera prueba de fuego era en una selva urbana repleta de tranvías, idiosincrasias únicas en cuanto a los giros en intersecciones y el respeto propio de lanzarse a la aventura, la primera parte de road trip y nada más y nada menos que por la considerada como una de las 10 mejores carreteras escénicas del mundo.
La Great Ocean Road es toda una experiencia, recorrer los casi 250 kilómetros de costa, te permiten no sólo sentir el vivo océano atlántico a unos metros, sino también visitar pueblos, faros, bosques, cascadas y nuestro primer contacto con esos peluches animados que son los koalas.
La GOR sólo tiene un estrecho carril por dirección, pero ese es uno de sus principales encantos, relajarte y tomarte la conducción sosegada como uno de los mayores placeres de la ruta.
Para nosotras fue una experiencia de contrastes, pararte en cualquiera de sus miradores, ver a los surfistas domar las olas, sentarnos en una playa salvaje y desierta, desviarte para ver alguna de las cascadas o bosques escondidos o deleitarte en alguna de sus paradas imprescindibles: como el “London Bridge”, el “Loch Ard Gorge” o los “12 Apóstoles”.
Los 12 apóstoles (ya sólo 8 en pie), son quizás la parte más conocida de la GOR, pero para nosotras no fue un destino, sino parte de este camino tan especial que fue recorrer esta mítica carretera.
Estos 12 gigantes estaban unidos a los acantilados hace 20 millones de años, pero la erosión y las condiciones meteorológicas propias de la zona los convirtieron en arcos primero y a continuación en columnas, algunas de casi 50 metros.
La Great Ocean Road nos permitió disfrutar de la naturaleza, la flora y la fauna australiana, con libertad y tranquilidad.
Experimentamos en soledad del contacto salvaje con los koalas en la zona de Cape Otway. Es una experiencia mágica verlos moverse a cámara lenta, masticar con parsimonia una hoja de eucalipto o dormir como un equilibrista sobre una rama de árbol. También descubrimos que son muy gruñones y territoriales y emiten unos exagerados sonidos que no se corresponden en absoluto con su imagen dulce y suave.
Y fijáos qué garras más afiladas!
Como veo que echáis en falta conocer alguno más de nuestros infortunios en el periplo australiano, voy a intercalarlos para crear emoción y descubriros un par más
El primero es la desafortunada decisión de no pararnos en el Anglesea Golf Club para no demorar demasiado los planes. Craso error!
Y os preguntaréis el por qué..., pues este campo de golf es una de las zonas que apuntamos los viajeros de la GOR como un lugar propicio para ver canguros.
¿Un campo de golf? Pues sí, por allí corretean dando saltitos estos simpáticos animalitos.
Y vosotros diréis ¿tan terrible es?, ya los veríais en cualquier otra zona, Australia está llena de ellos. Pues sí, vimos muchos canguros, pero todos muertos en las cunetas de las carreteras
Y vimos wallabies, una especie de canguros pequeños.
Pero al no poder ir al centro rojo, que es donde más sencillo es verlos, no parar en este campo de golf (privado, por cierto, y con entrada prohibida, pero que la mayoría de turistas se salta), y tampoco nos gustan los zoos, ni queríamos ir a una “reserva” y pagar por hacernos la turistada de foto con ellos, el resultado es que en libertad sólo vimos wallabies y canguros muertos. Fin de la cita. Punto, set y partido
Y vosotros que tenéis un sentido del humor tan ácido y una memoria tan en forma para recordar los males ajenos diréis ¿y el segundo infortunio? Pues un resfriado de categoría 12 sobre 10, pero que no permití influyera en el recorrido. Y hasta aquí los infortunios de esta semana. Prometo que no acabaron aquí
Para seguir con unos datos históricos, explicaré que la Great Ocean Road es un monumento conmemorativo a las víctimas australianas de la Primera Guerra Mundial.
Hubo dos motivos para hacer la carretera. El primero, darles trabajo y una paga a los miles de soldados que volvieron de la guerra, aproximadamente unos 3.000 participaron en las obras. Y el segundo fue para unir los pueblos del oeste de Melbourne que hasta aquel momento sólo eran accesibles por mar o por caminos de cabras.
Resultó ser una construcción muy dura y lenta, entre 1919 y 1932, a un ritmo de tres kilómetros al mes.
La primera parada que se suele hacer es en Torquay, para ver su famosa playa surfera Bells Beach.
Fue en esta ciudad donde comenzaron su andadura marcas tan conocidas como Rip Curl o Quick Silver.
Al llegar a la zona de los 12 apóstoles veréis que se deja el coche en un Centro de Visitantes y desde allí os movéis a los diferentes miradores. Aquí también tenéis la cara opción de sobrevolar la zona en helicóptero. Nuestra maltrecha economía, tras los sucesos acontecidos, no nos permitió ni dudar si hacerlo o no.
Después os encontraréis con el Loch Ard Gorge.
Frente a estas escarpadas costas han tenido lugar terribles naufragios, pero el más conocido es el del Shipwereck Coast.
Se trataba de un barco que viajaba desde Inglaterra hacia Melbourne, en 1878. Después de unos tres meses de travesía, un día antes de llegar a su destino, acabó hundiéndose en esta zona al perderse el capitán entre la niebla.
Sólo dos de sus 54 pasajeros sobrevivieron: Eva Carmichael, irlandesa de 17 años que vio morir a cuatro miembros de su familia esa noche, y Tom Pearce, un grumete de 15 años.
Eva sobrevivió aferrada a un palo durante cinco horas y sólo gracias a que Tom, después de conseguir llegar a tierra, volvió al mar a buscarla al oír sus gritos.
Los dos supervivientes acabaron en una garganta abierta entre los acantilados, y llegaron hasta la playa llamada desde entonces Loch Ard Gorge.
Se puede acceder a la playa a través de unas escaleritas, de hecho os recomendamos encarecidamente hacerlo. Como curiosidad explicar que es uno de los escenarios de la película ‘Viaje al centro de la tierra’.
Continuando con la historia de los náufragos, decir que Eva regresó a Europa a los tres meses mientras que Tom siguió su carrera como marino y quiso el destino cruel que muriese en otro hundimiento años más tarde
A continuación nos encontramos con el London Arch o London Brigde (nombre coloquial que alude a su gran similitud con el puente de Londres), que es un lugar sobrecogedor, a pesar de que dejó de ser un “puente” en el 1990 al caerse de repente debido a la erosión.
Fantástico vídeo del antes y el después:
Antes del desprendimiento, el acceso de turistas al puente estaba permitido y en el momento del colapso hubo dos personas que se quedaron atrapadas en el arco, imaginad el susto! Tranquilos que fueron rescatados con éxito.
Pudimos contemplar un atardecer que nos dejó huella y dirigirnos a Port Campbell, punto y aparte para muchos viajeros en nuestra ruta por la GOR. Es un pueblo costero pintoresco, ideal para descansar si no tenéis un fantástico resfriado
La vuelta la podéis hacer, de nuevo lenta, por la GOR o por la A1 en menos de 3 horas. Y ésta es la opción que nosotras elegimos.
Os dejo con el peluche hasta la próxima etapa