
Nos levantamos con resaca de victoria y emprendimos camino hacia Townsville, lugar de partida del Ferry Fantasea Cruises hacia Magnetic Island.
En este Ferry sí íbamos con la Jucy y por nuestra cuenta íbamos a explorar la isla

Toda una experiencia subirnos al ferry y ver como una araña más grande que una mano, peluda y con muy mala baba se intentaba colar por la ventanilla del coche de enfrente.
Entre gritos e histeria colectiva, allí que se baja el conductor y con una chancla, que ríete tú de mi abuela con la zapatilla voladora (minuto 1,18)

Batalla épica OK Corral. Sólo puede quedar uno!

Que yo creo que la especie de "tarántula" casi se ahoga con la risa al verlo aproximarse

Muy fan de los australianos!


¿Exagerada yo? Noooooo

Risa nerviosa invadiéndonos en segundos y con sudor frío corriendo por la nuca nos vislumbramos invadidas por seres venenosos expulsándonos de nuestra casita con ruedas.
¿Que qué hicimos? Pues huír lo más dignamente que pudimos a sentarnos en una de las cubiertas del ferry


Os acordáis de lo bien que habíamos dormido la noche pasada? Pues digamos que esa noche no tanto…
Ahora que ya estáis convencidos de nuestra valentía ante los peligros mortales de Australia, explicar en nuestra defensa que sobrevivimos al viaje y, dado nuestro periplo de incidencias desafortunadas, es mucho decir.
Volviendo a Magnetic Island, explicar que es un espacio natural casi virgen, con playas salvajes, acceso a la Gran Barrera de Coral y diversa fauna y flora, entre ellos esa raza de minicanguro llamada Wallaby.


Parece ser que los aborígenes que habitaban la isla durante miles de años eran los Wulgurukaba. Ellos la llamaban "Yunbenun". Fue el Capitán Cook fue quien la bautizó como Magnetic Island cuando en 1770 una zona de la isla afectó a la brújula magnética de su barco.
La isla está llena de rutas de senderismo, acantilados, playas y bahías. Las principales zonas para conocer son la bahía de Horseshoe, la bahía de Arcadia, la bahía de Nelly, la bahía de Picnic y la de West Point.


En Magnetic island también topamos con una de las aves jurásicas más extrañas, y poco agraciadas todo sea dicho, el cassowary:

Y loros, muchos loros:


El día de regreso de Magnetic Island se gestó una de las últimas “desgracias” de nuestro periplo australiano.
La última iba a ser antológica, de las que hacen historia y luego se convierten en una de las anécdotas del viaje. Pero para eso debéis esperar
