Ya íbamos cogiendo rodaje en nuestra casita con ruedas y tras más de dos semanas fuera de casa ya sientes que esta es tu vida y tu rutina.
Desconectas completamente de lo que es cotidiano en tu casa y sólo vives centrada en descubrir cosas nuevas, enriquecerte con las vivencias y crecer en experiencias.
En esa época no teníamos smartphones y, llamábamos a casa cada 3 días, a veces más. No nos conectábamos a internet y esa desconexión es parte de lo que te permite vivir más intensamente ese nuevo mundo y esas nuevas vivencias.
Ahora cuando hacemos viajes largos tampoco estamos muy conectadas y esperamos a volver a casa para compartir la mayoría de fotos y relatos, pero creo que aquella época lo hacía más sencillo.
Nos quedaban por delante un par de jornadas de coche, conociendo Gladstone y otros pueblos costeros, hasta llegar a Airlie Beach, punto de partida de nuestro crucero de dos días navegando en un velero precioso por las Whitsundays.
Sin duda ésa era una de las joyas imprescindibles del viaje
Las Islas Whitsunday son un conjunto de 74 islas bordeadas por la Gran Barrera de Coral. Son Patrimonio Mundial por las aguas protegidas del Mar del Coral.
Están compuestas por paradisíacas islas con playas de la arena más blanca y fina que hemos visto jamás, bordeadas de palmeras y rodeadas de aguas de los azules y verdes más bellos. Un maravilloso paraíso tropical.
El nombre se lo puso el capitán Cook, quien navegó por el canal el día de Pentecostés (Whitsunday) en 1770.
La isla más grande, la Isla Whitsunday, también es donde se encuentra la playa de Whitehaven Beach, una de las playas más fotografiadas del mundo y la típica estampa cuando imaginamos el paraíso.
Fue escogida como mejor playa del mundo en varias ocasiones. Y allí hicimos una excursión.
La arena era como harina. Y mira que en mis playas gallegas ya es fina y blanquita...
Un vídeo:
Hay muchas maneras de conocer estas islas paradisíacas, pero excepto que dispongáis de un yate o velero, la mayoría de opciones son contratar excursiones. Las hay de día o de varios días, en barcos de diferente tipo y tamaño, y con actividades y visitas diversas.
Nosotras escogimos navegar durante dos días en un velero, porque nos encanta el mar y hasta entonces nos habíamos montado en todo tipo de barcos, botes, lanchas, ferrys y demás transportes flotantes, pero nos quedaba la asignatura pendiente de navegar a vela.
No os voy a engañar, las excursiones en Australia son muy caras y ésta, en particular, aún más.
Pero una vez que te cruzas medio mundo y tienes al alcance de tu mano poder navegar por las Whitsundays, en un crucero de dos días y a bordo de un velero como el Hammer, avistando cetáceos, disfrutando de la libertad de la navegación a través de la fuerza del viento y de tus propias habilidades, de bucear por la Gran Barrera de Coral y poder disfrutar en solitario de playas de postal, se te olvida la inversión económica y te embarcas en una de las aventuras más intensas que hemos vivido hasta ahora.
Tanto el velero como la tripulación eran fantásticos. Serios y competentes en su labor, pero muy divertidos y disponibles para ofrecerte la mayor comodidad y disfrute posible, enseñarte a navegar y hacer de ese par de días una experiencia única.
Como esos dos días íbamos a estar navegando, buceando y haciendo rutas de senderismo, dejamos la reflex en la Jucy y sólo llevamos una pequeña compacta.
Tanto para hacer la excursión a la Fraser Island como a las Whitsundays el vehículo podéis dejarlo en el parking del puerto. Pagáis por día pero el coche o AC estará vigilado.
Según llegamos al embarcadero pusimos nuestro calzado en unas bolsas estanco que se queda la tripulación y guarda hasta el día que desembarcas de vuelta. A bordo sólo se permite ir descalzo por motivos de higiene pero, sobre todo, por seguridad ya que agarra mejor al suelo rugoso. Otro tipo de calzado que se usa a menudo en los veleros es el náutico.
Con una emoción y excitación difícil de contener nos acomodamos en nuestro camarote compartido, aunque con cama doble y tras colocar nuestras cosas subimos al conocer al resto de compañeros que nos iban a acompañar en esta aventura y a la tripulación. Seríamos unas 10 ó 12 personas más los 3 ó 4 de tripulación. Había personas de muchas nacionalidades y de los 5 continentes.
Esa puerta es la del baño.
Como veis también tenía un sillón y zona de almacenaje.
Al principio mientras se sale a motor del puerto te van explicando cómo funciona todo, cómo debes actuar ante diferentes situaciones, donde colocarte y la logística imprescindible del velero.
A medida que empiezas a familiarizarte y a conocer los rincones del velero te das cuenta de lo que te advierte la tripulación, cualquier cosa, especialmente los objetos móviles, las cuerdas, poleas, etc. son susceptibles de hacerte mucho daño.
Y en unas pocas horas ya todos teníamos moratones, heridas y golpes varios; un tropiezo, un despiste, una vela que no ves venir
Desgraciadamente unas horas después descubrimos que es muy importante ser consciente en cada momento de donde estás y lo que tocas, de que es necesario en los momentos de navegación estar muy alerta y concentrado y que cualquier error o despiste puede tener consecuencias fatales
Un día perfecto para navegar, sol, viento, alegría y mucha ilusión por descubrir rincones casi vírgenes, ver saltar a unos metros de ti a los delfines o tener un primer contacto con la Gran Barrera de Coral.
Fue un día precioso, casi irreal. Pero un poco antes del atardecer, cuando estábamos todo lo relajados que nos permitía estar la excitación por lo vivido en esas horas, que parecían semanas, en una maniobra de movimiento rápido de velas, izamiento de alguna cuerda o suspensión tuvo un desenlace terrible para uno de los viajeros.
Desde el principio te alertan de que nunca pongas las manos o piernas cerca de las cuerdas o poleas, pero especialmente en ninguna circunstancia cuando hay movimiento de las mismas.
Bien, supongo que por despiste, este chico puso la mano donde no debía y el resultado fue la amputación de uno de sus dedos de la mano. Creo que el estado de shock fue tal que aunque prácticamente se desmayó casi ni pudo gritar o llorar
Imaginad el susto y preocupación!
Gracias a la diligente respuesta del capitán y los tripulantes pusieron el dedo en hielo y se dirigieron a toda prisa hacia la costa.
El problema es que llevábamos todo el día navegando y tardamos al menos un par de horas en llegar. Allí desembarcaron el chico y su amigo y con el estado de ánimo trastornado emprendimos viaje hacia el lugar donde íbamos a anclar el velero para pasar la noche.
Por radio nos transmitieron que el chico estaba bien, en el hospital y que aunque no iban a poder salvarle todo el dedo, una parte importante sí
Con esa extraña sensación agridulce pasamos la velada.
Es toda una experiencia estar “varado” en el medio del océano, todo oscuridad, un manto de estrellas inmenso, el movimiento que te mece, los sonidos nuevos, el estado de alerta y a la vez una paz y una calma infinitos.
El velero es autosuficiente, cargado de los recursos necesarios, los baños-ducha son un par de pequeños habitáculos a los que debes acostumbrarte, y tras esa noche ya sientes tuyo el espacio, dominas el equilibrio, disfrutas de andar descalza y aprendes donde pisar, tocar o sentarte y donde no.
En cuanto a la experiencia de navegar a vela es algo que simplemente no puedo describir, es algo que hay que vivir y apreciar con los cinco sentidos para poder entender.
Nos tocó una tripulación juguetona y que apreció nuestra intrepidez y ganas de cachondeo y eso nos llevó a algunas situaciones límite. Y hasta ellos pasaron miedo en algunas ocasiones de volcar el velero por tanto apurar.
La experiencia de tener que correr de babor a estribor o viceversa a toda velocidad, y en equipo para no quedarte colgando en lo alto del velero puesto en vertical, es adrenalina pura
Sientes el agua salpicando, el vértigo, la velocidad, el salitre… Yo no sé si siempre será así o hasta donde se atreverán a apurar con los novatos en otros tours pero os garantizo que en el Hammer se vaciaron y lo dieron todo porque nos divirtiéramos y nos llevásemos un recuerdo imperecedero.
Os dejo con la ruta de viaje:
Si tenéis que elegir entre alguna de las 3 excursiones, Fraser, Whitsundays y Magnetic, yo me quedaría con ésta, por su diversidad, su espíritu fresco y divertido, por la experiencia de navegar a vela, conocer diferentes fondos marinos e islas y playas paradisíacas.
Al desembarcar, con esa sensación de mareo que perdura unas horas y una ilusión en mente os preguntaré, ¿cuántos habéis aguantado sin mirar el resultado de la final de la Copa del Mundo de Rugby?
Pues esa noche, en Airlie Beach, después de darnos una buena ducha tras un par de días de mucho baño marino y duchas precarias, y de poner una lavadora-secadora, nos dispusimos a disfrutar de una final de rugby soñada entre Francia y Nueva Zelanda.
Ese 23 de octubre estábamos en las antípodas, pero a más de 3000 kilómetros de donde se jugaba ese partido de rugby, en Auckland, Nueva Zelanda.
Nos hubiera encantado verlo en vivo en aquel Eden Park, pero igualmente lo disfrutamos como niñas y mucho más cuando el árbitro pitó el final y pudimos celebrar la victoria de los All Blacks 7 a 8
Qué bien dormimos esa noche en nuestra Jucy!!
Os anticipo que el ambiente festivo, las celebraciones, el espíritu All Blacks y el orgullo neozelandés perduró hasta nuestra llegada al país y pudimos saborearlo y hacernos partícipes de él. Pero para ello aún quedan unas etapas
Para que podáis entender o conocer el espíritu All Blacks os dejo con la Haka de la final.