5to.Dia.Museo del cocodrilo

Que bien despertar en Egipto, aquí no me duelen las cervicales ni nada de nada, además lo primero que haces es sonreír.

Así se despierta uno en la dahabiyya
Sonreír al Sol, sonreír al Nilo, sonreír a todos y a todo, hasta al cocinero que nos prepara unas tortillas con queso para desayunar.
Contento, con un zumo de naranja, un té, y una pasta de cabello de ángel, me asomo por babor para ver lo que sigue siendo un sueño.



El rio vuelve a mostrar su parte de calma chicha, por eso los antiguos egipcios llamaban a esta parte del Nilo hasta Gebel el Silsila, Jeni, (el lugar de remar).

Con la ayuda del remolcador, nos dirigimos a uno de los lugares que más deseo ver en este viaje: Gebel el Silsila, ya estamos a 65 kilómetros de Aswan.
Y no me defrauda, para nada, esperamos un poco para que lleguen los vigilantes y allí estamos.
La estancia me resulta muy agradable, fotos, paseos, bromas y desierto. Muy bien, una de las mejores visitas de este trayecto.








Otra experiencia, que las hay.
Al poco de estar amarrados frente al espeos de Horemheb, se acerca otra dahabiya, también bonita, en la que viajaban una pareja joven de ingleses, hablamos de las experiencias mutuas con este tipo de embarcación y coincidimos en lo especial y que era inolvidable.
Pero ellos más jóvenes habían contratado una dahabiya, si cabe más similar a las antiguas, sin aire acondicionado, sin agua corriente, sin tanto lujo, realmente su experiencia era más pura, mas autentica, también eran más jóvenes.

Al partir se gira viento de popa, y eso hay que aprovecharlo, con las velas a todo trapo, ponemos rumbo a Kom Ombo, aprovechamos para almorzar.


He viajado a Kom Ombo en varias ocasiones, siempre en motonave, en la mayoría de ocasiones la cantidad de barcos amarrados era tal, que les obliga a abarloar, ósea a amarrar unos al costado de otros obligando al pasaje a ir atravesando barcos, en ocasiones 4 o 5, hasta llegar al muelle.


Podéis, ver como estaba este día el muelle de la ciudad junto al templo, por no hablar de sus tiendas y cafeterías.



Después de la visita a placer solitos, nos pasamos por el museo del cocodrilo, del que os muestro alguna imagen.








Pequeñito, pero exquisito y moderno, no entiendo como no le dan más publicidad, es digno de darlo a conocer más ampliamente.

Nos reciben con un zumo de limón y zarpamos para llegar a una islita en la ribera del rio, con un solo árbol y un enjambre de pájaros, diminutos y chillones, ese era el lugar elegido para pasar la noche, nuestra última etapa antes de llegar a Siene, nuestra acogedora Aswan.





